Editorial I
Lunes 06 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
El 20 del mes pasado, fue inaugurado el Centro Alternativo Social y Artístico Néstor Kirchner (Casa Kirchner) en Barcelona. La conducción de la Casa ha sido puesta en manos de Facundo Firmenich, hijo de Mario Firmenich, líder del grupo terrorista Montoneros, residente en Barcelona. El diputado Carlos Kunkel encabezó el evento dictando una conferencia seguida de debate.
La Casa dispone de un auditorio microcine, sala de reuniones, centro informático, una biblioteca «popular» y un amplio espacio para actividades culturales y sociales. Para la ocasión, fue ambientada por expresiones del «pensamiento nacional», según la categorización a que nos suele acostumbrar el Gobierno y que recientemente dio lugar a la muestra en el Palais de Glace de nuestra ciudad.
Entre el material distribuido, se destacó el documento «Por Cristina en primera vuelta». El acto contó con la participación de representantes de La Cámpora que enarbolaron sus banderas y símbolos característicos.
Sin emitir juicio sobre el novel director, resulta evidente el simbolismo de la elección del hijo de quien desató la violencia terrorista en la Argentina con el objetivo, según sus propias declaraciones, de lograr el poder por esa vía para instalar un gobierno marxista-leninista. La presencia destacada de Kunkel, del mismo origen montonero, y la adopción del nombre La Cámpora para esta conocida agrupación, no dejan ningún margen de duda sobre el sentido y la ideología subyacentes en la inauguración de esta Casa. Son los mismos estilos y mensajes que caracterizaron el lanzamiento de la Casa Kirchner en la esquina de Carlos Pellegrini y Juncal, en la ciudad de Buenos Aires.
Estos costosos emprendimientos así como las movilizaciones, los viajes, el cotillón y la publicidad no parecen estar sustentados en los aportes dinerarios de los jóvenes movilizados. La Casa en Buenos Aires es un edificio público y su remodelación cargó sobre el presupuesto del gobierno nacional con el fin original de establecer allí la sede del Unasur. No hemos encontrado información que aclare si la casa barcelonesa es un emprendimiento oficial, o bien lo es privado y meramente partidario.
El Gobierno debería explicar a la ciudadanía de qué forma se financian estas casas que aparentemente comienzan a multiplicarse, no sólo en el país, sino también en el exterior.
Es inaceptable que la ciudadanía, con sus impuestos, soporte las exteriorizaciones ideológicas y partidarias de un gobierno en campaña electoral. Es aún más lamentable que estos proyectos expongan una influencia creciente en el entorno presidencial de personas que fueron actores de hechos sangrientos, de los que no parecen arrepentirse, sino que, por lo contrario, insisten en reivindicar.
Lunes 06 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
El 20 del mes pasado, fue inaugurado el Centro Alternativo Social y Artístico Néstor Kirchner (Casa Kirchner) en Barcelona. La conducción de la Casa ha sido puesta en manos de Facundo Firmenich, hijo de Mario Firmenich, líder del grupo terrorista Montoneros, residente en Barcelona. El diputado Carlos Kunkel encabezó el evento dictando una conferencia seguida de debate.
La Casa dispone de un auditorio microcine, sala de reuniones, centro informático, una biblioteca «popular» y un amplio espacio para actividades culturales y sociales. Para la ocasión, fue ambientada por expresiones del «pensamiento nacional», según la categorización a que nos suele acostumbrar el Gobierno y que recientemente dio lugar a la muestra en el Palais de Glace de nuestra ciudad.
Entre el material distribuido, se destacó el documento «Por Cristina en primera vuelta». El acto contó con la participación de representantes de La Cámpora que enarbolaron sus banderas y símbolos característicos.
Sin emitir juicio sobre el novel director, resulta evidente el simbolismo de la elección del hijo de quien desató la violencia terrorista en la Argentina con el objetivo, según sus propias declaraciones, de lograr el poder por esa vía para instalar un gobierno marxista-leninista. La presencia destacada de Kunkel, del mismo origen montonero, y la adopción del nombre La Cámpora para esta conocida agrupación, no dejan ningún margen de duda sobre el sentido y la ideología subyacentes en la inauguración de esta Casa. Son los mismos estilos y mensajes que caracterizaron el lanzamiento de la Casa Kirchner en la esquina de Carlos Pellegrini y Juncal, en la ciudad de Buenos Aires.
Estos costosos emprendimientos así como las movilizaciones, los viajes, el cotillón y la publicidad no parecen estar sustentados en los aportes dinerarios de los jóvenes movilizados. La Casa en Buenos Aires es un edificio público y su remodelación cargó sobre el presupuesto del gobierno nacional con el fin original de establecer allí la sede del Unasur. No hemos encontrado información que aclare si la casa barcelonesa es un emprendimiento oficial, o bien lo es privado y meramente partidario.
El Gobierno debería explicar a la ciudadanía de qué forma se financian estas casas que aparentemente comienzan a multiplicarse, no sólo en el país, sino también en el exterior.
Es inaceptable que la ciudadanía, con sus impuestos, soporte las exteriorizaciones ideológicas y partidarias de un gobierno en campaña electoral. Es aún más lamentable que estos proyectos expongan una influencia creciente en el entorno presidencial de personas que fueron actores de hechos sangrientos, de los que no parecen arrepentirse, sino que, por lo contrario, insisten en reivindicar.