El armador que Macri sumó al PRO para su plan presidencial admite la confrontación con el ecuatoriano. Su interna no “personal” sino de “estilos” con Peña. La fantasía de la gobernación.
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Emilio Monzó se recuesta sobre uno de los sillones de cuero verde irlandés de la sala más amplia que tiene la Presidencia de la Cámara de Diputados y pide permiso para responder los últimos mensajes de WhatsApp. Se toma unos minutos, pocos. Cuando termina, suelta su celular en el cojín de al lado, levanta la cabeza y señala con su dedo justo por encima de una biblioteca. «Esa foto y esa virgen son lo único mío que hay en todo el Congreso. Si me tengo que ir, me voy en cinco minutos”, dice. Y agrega: “No decoro los despachos porque siento siempre que estoy de paso. No me apego a los cargos”.
La aclaración del dirigente peronista con más peso en la estructura de Cambiemos no es para agitar fantasmas de una posible salida o renuncia a la presidencia de la Cámara baja. Lo que intenta, a los 51 años, es reafirmar su personalidad de animal político. Un poco más tarde, dirá que se ve lejos de volver a ocupar un rol de armador electoral, como el que tuvo el año pasado en la primera campaña nacional del frente oficialista. Instantes después, con apenas segundos de diferencia, pasará de mostrarse tranquilo en caso de tener que abandonar la política y dedicar más tiempo a su familia a fantasear con ser gobernador y hasta presidente.
También aceptará que el ala interna del Gobierno que encarnan el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba lo fue corriendo de los espacios de poder del gobierno, pero lo asumirá con naturalidad y despreocupación. Y, a lo largo de la entrevista, no ahorrará esfuerzos para bajar la tensión que su figura y sus pensamientos generan en algunos actores centrales del macrismo. Como si la llegada de diciembre y las fiestas de fin de año le exigieran ir en busca de algo de paz.
-¿Lo han corrido de la mesa chica donde se toman las decisiones de Gobierno?
-Mi participación en las medidas de gobierno ha sido siempre la misma. Lo que ocurre es, con el nivel de conflictos que encontramos el país, la preponderancia la mantuvieron los funcionarios de perfil más económico.
-En esa mesa tiene mucho poder Marcos Peña, que no es un hombre de perfil económico. Es al que se señala como su antítesis y hasta su rival en la interna del Gobierno.
-Hablo todos los días con Marcos. Hay una diferencia de estilos que no trasciende a lo personal. Hemos convivido seis años trabajando con Mauricio y nunca hemos llevado la disidencia al plano personal.
-Pero en las decisiones políticas, en cuestiones comunicacionales y de construcción de Cambiemos ha tomado preponderancia otro sector del espacio, que no es el que encarna usted, sino el de Peña, el de (Jaime) Durán Barba…
-Sí, sin dudas es la línea que ha tenido preponderancia. Pero uno tiene que tener la humildad de saber que a veces, producto del contexto, uno es escuchado y otras veces no. A mí me han tocado los dos roles. Hoy estoy con un rol mucho más pasivo en el espacio, en cuanto a mi opinión dentro del equipo de gobierno. Hoy la preponderancia es la de Durán Barba.
-Hoy, si el presidente (Mauricio Macri) tiene que tomar una decisión, ¿atiende más su mirada o la de Marcos Peña?
-¿Desde la gestión?
-Si.
-Hoy, el Jefe de Gabinete es Marcos Peña. Por lo tanto, lo va a escuchar más a él.
-¿También lo han corrido del armado electoral del año que viene?
-Por ahora estoy ausente.
-¿Por qué?
-Por incompatibilidad entre el rol de armador y mi cargo como presidente de la Cámara de Diputados. Yo acá trabajo en la búsqueda de consensos y en el rol de armador, muchas veces, el disenso es el activo político. Es un equilibrio difícil de decidir, dónde pongo la prioridad.
-¿Pero fue una decisión suya o no hubo ofrecimiento de Macri para que pueda ocupar ese cargo?
-Hoy mi rol es otro. Yo soy político, no armador. Y no creo volver a ocupar ese rol.
-Cuesta creer que una fuerza nacional sin estructura propia en la provincia de Buenos Aires pueda prescindir de Emilio Monzó para armar en ese distrito.
-El cementerio está lleno de imprescindibles. Hay que trabajar para encontrar un reemplazante.
Monzó es un dirigente ambicioso y pragmático. Por mayor identificación que intente mostrar con lo más tradicional del peronismo y el trabajo territorial a la hora de gestionar una campaña electoral, fue el primero en impulsar la captación de figuras públicas outsiders de la política como candidatos de Cambiemos como estrategia para ahorrarse el camino de construcción e instalación de un candidato propio.
Revela ese pragmatismo cuando se le pide un puntaje a su trabajo en el Congreso este año. “Yo en la facultad con un 4 siempre festejé. Para mí, si me ponen un 6 es como un 10, estoy acostumbrado a esos números”, responde y se ríe. “Mi certificado analítico, salvo por la última parte en la que me puse a estudiar y tengo todos ochos y nueves, muestra que fui a la facultad para cumplir el sueño de mi madre, no por vocación”, aclara. Y plantea un contraste con su trabajo como presidente de la Cámara baja: “Acá sí trabajo por vocación”.
-Hubo muchas quejas entre diputados oficialistas sobre las peleas parlamentarias que tuvieron que encarar con varios proyectos que envió el Ejecutivo. ¿Tuvo que atajar muchos penales este año?
-Yo siento que el año que viene voy a tener que atajarlos. Este año jugué de delantero y bueno, no todos los centros van al área y te caen en la cabeza. Pero el año que viene vamos a tener que atajar y defender, para que no nos hagan muchos goles. Porque, con el número que tenemos, pueden pasar varios proyectos.
-¿Lo dice por el acuerdo opositor por Ganancias? Usted dijo que en esa foto veía un riesgo latente de reunificación del peronismo.
-Yo visualizo que uno no puede observar esa foto y excluir el análisis político. En esa foto hay una pretensión de unidad del justicialismo. Pero será el marco político y electoral el que dirá si esa unidad se concreta o no.
-También dijo que Cambiemos tenía que ampliar su base y que no lo había podido hacer.
-El radicalismo, la Coalición Cívica y el PRO han hecho un espacio político exitoso. El Presidente ha sido muy amplio en la formación del gabinete y nosotros hemos consolidado Cambiemos dentro de la Cámara de Diputados. Pero falta mucho más. No podemos decir que un espacio que lleva un año está consolidado.
Pero también, por la formación que uno tiene de haber sido armador político y viniendo del peronismo, uno siempre tiende a ampliar la base para consolidar el resultado electoral de los años venideros. Ése es el sentido. Y esto, claro está, tiene que hacerse sin perder la identidad con la cual se fundó y se creó este espacio político. Creo que muchos actores del peronismo pueden incorporarse tranquilamente a los objetivos políticos que tiene Cambiemos.
-¿Se puede engordar la pata peronista de Cambiemos sin que esa pata termine controlando todo el espacio?
-Sí, pero creo que a esta altura ya es difícil. El momento fue otro. Ahora hay que trabajar sobre lo que tenemos de Cambiemos, que no es menor. Y consolidar los dirigentes de nuestro espacio a nivel nacional.
-Entre esos dirigentes peronistas, se viene especulando con cierta intención de acercar a (el ex ministro de Interior y Transporte, Florencio) Randazzo. ¿Es una posibilidad?
-Yo hablo con él, pero esa posibilidad no existe. Es sólo una calificación positiva que he hecho en los medios. En eso quiero ser sincero, para definir qué personas han hecho un aporte para mejorar el país y quiénes no lo han hecho. Florencio tuvo una muy buena gestión. Eso no significa que yo voy a traerlo para acá ni él siquiera insinuó hacerlo. Es solo una ponderación personal que tengo yo de su gestión y una relación personal que trasciende lo político.
-¿Y con los distintos grupos de intendentes bonaerenses que se están gestando tiene más esperanzas? Como el Grupo Esmeralda, por ejemplo.
-Esos dirigentes son la renovación peronista. Creo que ahí está la semilla de lo que va a venir pensando en 2017 y 2019. Son dirigentes con trayectoria e intendentes que se consolidan día a día en su territorio. Pero veo muy lejos la posibilidad de que se incorporen a un espacio más amplio, por fuera del peronismo. Creo que ellos tienen la posibilidad, a partir de sus administraciones consolidadas, de esperar un poco más para ver cuál va a ser su destino desde el punto de vista provincial y nacional. Están más concentrados en el inicio de su primer o segundo mandato que en la posibilidad de alianzas políticas.
-¿Se imagina fuera de Cambiemos y volviendo al PJ?
-Me llena de mucha responsabilidad el objetivo de que al país le vaya bien, por haber sido parte de este gobierno en la búsqueda del éxito electoral. Si ese objetivo se cumple, me veo más yéndome a mi casa que a otro lugar.
-Todos los dirigentes políticos dicen que se van a ir a la casa. Pero ninguno se va.
-Sí, pero no sé qué otra cosa puedo hacer. Yo peronista sigo siendo. Me siento parte del peronismo, por mi trayectoria y por mis afectos. Pero no sé si me veo de vuelta, porque volver a empezar… Uno se cansa también.
-¿Y desafíos electorales no le quedan? Como ser gobernador, por ejemplo.
-Me quedan dos desafíos: ése o ser presidente. He sido todo. Concejal, intendente, diputado provincial, nacional, ministro. Son los únicos dos cargos que me quedan.
-Pero, más allá de que sean los cargos que le quedan, ¿lo tientan?
-Necesito encontrar la motivación para ir, en este caso, en busca de la gobernación. Si sigo la escala, tengo que ser candidato a gobernador.
-Si sigue esa escala nunca va a llegar a presidente. Ningún gobernador bonaerense ha podido serlo.
-Puede ser. Pero puedo ser la excepción. Veremos si algún día llega ese momento.
Jorge Fontevecchia agitó días atrás, en una columna en su diario, Perfil, una versión paranoide y cuasi golpista que, según su información, circula entre las cabezas más encumbradas del gabinete macrista. En su relato, hay funcionarios “línea fundadora” del PRO que temen una conspiración interna, sustentada en el peronismo, en la cual se teje este escenario hipotético: que Macri tuviera que renunciar por el fracaso estrepitoso de su gobierno y en el que, por ineptitud o falta de espaldas, se geste un traspaso de mandos que saltee a la vicepresidenta, Gabriela Michetti, y el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, para dejar al comando del país a un peronista, simpático, entrador, de contactos envidiables y capaz de hacer lo que haya que hacer para conseguir sus objetivos. En la fantasía que relata Fontevecchia, el país quedaba en manos de Monzó.
“La vi esa nota y no me gustó”, dice el propio presidente de la Cámara de Diputados. “Estoy convencido de que eso nunca va a pasar, de que el país ha madurado como para saber que gobierno que inicia, gobierno que finaliza su mandato. Y creo que Mauricio está haciendo bien las cosas como para que eso no ocurra. Los ejemplos que han tomado están bien lejos de lo que puede ocurrir. Ni se me cruza esa posibilidad. Esa nota está muy lejos de la realidad. Muy lejos”.
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La aclaración del dirigente peronista con más peso en la estructura de Cambiemos no es para agitar fantasmas de una posible salida o renuncia a la presidencia de la Cámara baja. Lo que intenta, a los 51 años, es reafirmar su personalidad de animal político. Un poco más tarde, dirá que se ve lejos de volver a ocupar un rol de armador electoral, como el que tuvo el año pasado en la primera campaña nacional del frente oficialista. Instantes después, con apenas segundos de diferencia, pasará de mostrarse tranquilo en caso de tener que abandonar la política y dedicar más tiempo a su familia a fantasear con ser gobernador y hasta presidente.
También aceptará que el ala interna del Gobierno que encarnan el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba lo fue corriendo de los espacios de poder del gobierno, pero lo asumirá con naturalidad y despreocupación. Y, a lo largo de la entrevista, no ahorrará esfuerzos para bajar la tensión que su figura y sus pensamientos generan en algunos actores centrales del macrismo. Como si la llegada de diciembre y las fiestas de fin de año le exigieran ir en busca de algo de paz.
-¿Lo han corrido de la mesa chica donde se toman las decisiones de Gobierno?
-Mi participación en las medidas de gobierno ha sido siempre la misma. Lo que ocurre es, con el nivel de conflictos que encontramos el país, la preponderancia la mantuvieron los funcionarios de perfil más económico.
-En esa mesa tiene mucho poder Marcos Peña, que no es un hombre de perfil económico. Es al que se señala como su antítesis y hasta su rival en la interna del Gobierno.
-Hablo todos los días con Marcos. Hay una diferencia de estilos que no trasciende a lo personal. Hemos convivido seis años trabajando con Mauricio y nunca hemos llevado la disidencia al plano personal.
-Pero en las decisiones políticas, en cuestiones comunicacionales y de construcción de Cambiemos ha tomado preponderancia otro sector del espacio, que no es el que encarna usted, sino el de Peña, el de (Jaime) Durán Barba…
-Sí, sin dudas es la línea que ha tenido preponderancia. Pero uno tiene que tener la humildad de saber que a veces, producto del contexto, uno es escuchado y otras veces no. A mí me han tocado los dos roles. Hoy estoy con un rol mucho más pasivo en el espacio, en cuanto a mi opinión dentro del equipo de gobierno. Hoy la preponderancia es la de Durán Barba.
-Hoy, si el presidente (Mauricio Macri) tiene que tomar una decisión, ¿atiende más su mirada o la de Marcos Peña?
-¿Desde la gestión?
-Si.
-Hoy, el Jefe de Gabinete es Marcos Peña. Por lo tanto, lo va a escuchar más a él.
-¿También lo han corrido del armado electoral del año que viene?
-Por ahora estoy ausente.
-¿Por qué?
-Por incompatibilidad entre el rol de armador y mi cargo como presidente de la Cámara de Diputados. Yo acá trabajo en la búsqueda de consensos y en el rol de armador, muchas veces, el disenso es el activo político. Es un equilibrio difícil de decidir, dónde pongo la prioridad.
-¿Pero fue una decisión suya o no hubo ofrecimiento de Macri para que pueda ocupar ese cargo?
-Hoy mi rol es otro. Yo soy político, no armador. Y no creo volver a ocupar ese rol.
-Cuesta creer que una fuerza nacional sin estructura propia en la provincia de Buenos Aires pueda prescindir de Emilio Monzó para armar en ese distrito.
-El cementerio está lleno de imprescindibles. Hay que trabajar para encontrar un reemplazante.
Monzó es un dirigente ambicioso y pragmático. Por mayor identificación que intente mostrar con lo más tradicional del peronismo y el trabajo territorial a la hora de gestionar una campaña electoral, fue el primero en impulsar la captación de figuras públicas outsiders de la política como candidatos de Cambiemos como estrategia para ahorrarse el camino de construcción e instalación de un candidato propio.
Revela ese pragmatismo cuando se le pide un puntaje a su trabajo en el Congreso este año. “Yo en la facultad con un 4 siempre festejé. Para mí, si me ponen un 6 es como un 10, estoy acostumbrado a esos números”, responde y se ríe. “Mi certificado analítico, salvo por la última parte en la que me puse a estudiar y tengo todos ochos y nueves, muestra que fui a la facultad para cumplir el sueño de mi madre, no por vocación”, aclara. Y plantea un contraste con su trabajo como presidente de la Cámara baja: “Acá sí trabajo por vocación”.
-Hubo muchas quejas entre diputados oficialistas sobre las peleas parlamentarias que tuvieron que encarar con varios proyectos que envió el Ejecutivo. ¿Tuvo que atajar muchos penales este año?
-Yo siento que el año que viene voy a tener que atajarlos. Este año jugué de delantero y bueno, no todos los centros van al área y te caen en la cabeza. Pero el año que viene vamos a tener que atajar y defender, para que no nos hagan muchos goles. Porque, con el número que tenemos, pueden pasar varios proyectos.
-¿Lo dice por el acuerdo opositor por Ganancias? Usted dijo que en esa foto veía un riesgo latente de reunificación del peronismo.
-Yo visualizo que uno no puede observar esa foto y excluir el análisis político. En esa foto hay una pretensión de unidad del justicialismo. Pero será el marco político y electoral el que dirá si esa unidad se concreta o no.
-También dijo que Cambiemos tenía que ampliar su base y que no lo había podido hacer.
-El radicalismo, la Coalición Cívica y el PRO han hecho un espacio político exitoso. El Presidente ha sido muy amplio en la formación del gabinete y nosotros hemos consolidado Cambiemos dentro de la Cámara de Diputados. Pero falta mucho más. No podemos decir que un espacio que lleva un año está consolidado.
Pero también, por la formación que uno tiene de haber sido armador político y viniendo del peronismo, uno siempre tiende a ampliar la base para consolidar el resultado electoral de los años venideros. Ése es el sentido. Y esto, claro está, tiene que hacerse sin perder la identidad con la cual se fundó y se creó este espacio político. Creo que muchos actores del peronismo pueden incorporarse tranquilamente a los objetivos políticos que tiene Cambiemos.
-¿Se puede engordar la pata peronista de Cambiemos sin que esa pata termine controlando todo el espacio?
-Sí, pero creo que a esta altura ya es difícil. El momento fue otro. Ahora hay que trabajar sobre lo que tenemos de Cambiemos, que no es menor. Y consolidar los dirigentes de nuestro espacio a nivel nacional.
-Entre esos dirigentes peronistas, se viene especulando con cierta intención de acercar a (el ex ministro de Interior y Transporte, Florencio) Randazzo. ¿Es una posibilidad?
-Yo hablo con él, pero esa posibilidad no existe. Es sólo una calificación positiva que he hecho en los medios. En eso quiero ser sincero, para definir qué personas han hecho un aporte para mejorar el país y quiénes no lo han hecho. Florencio tuvo una muy buena gestión. Eso no significa que yo voy a traerlo para acá ni él siquiera insinuó hacerlo. Es solo una ponderación personal que tengo yo de su gestión y una relación personal que trasciende lo político.
-¿Y con los distintos grupos de intendentes bonaerenses que se están gestando tiene más esperanzas? Como el Grupo Esmeralda, por ejemplo.
-Esos dirigentes son la renovación peronista. Creo que ahí está la semilla de lo que va a venir pensando en 2017 y 2019. Son dirigentes con trayectoria e intendentes que se consolidan día a día en su territorio. Pero veo muy lejos la posibilidad de que se incorporen a un espacio más amplio, por fuera del peronismo. Creo que ellos tienen la posibilidad, a partir de sus administraciones consolidadas, de esperar un poco más para ver cuál va a ser su destino desde el punto de vista provincial y nacional. Están más concentrados en el inicio de su primer o segundo mandato que en la posibilidad de alianzas políticas.
-¿Se imagina fuera de Cambiemos y volviendo al PJ?
-Me llena de mucha responsabilidad el objetivo de que al país le vaya bien, por haber sido parte de este gobierno en la búsqueda del éxito electoral. Si ese objetivo se cumple, me veo más yéndome a mi casa que a otro lugar.
-Todos los dirigentes políticos dicen que se van a ir a la casa. Pero ninguno se va.
-Sí, pero no sé qué otra cosa puedo hacer. Yo peronista sigo siendo. Me siento parte del peronismo, por mi trayectoria y por mis afectos. Pero no sé si me veo de vuelta, porque volver a empezar… Uno se cansa también.
-¿Y desafíos electorales no le quedan? Como ser gobernador, por ejemplo.
-Me quedan dos desafíos: ése o ser presidente. He sido todo. Concejal, intendente, diputado provincial, nacional, ministro. Son los únicos dos cargos que me quedan.
-Pero, más allá de que sean los cargos que le quedan, ¿lo tientan?
-Necesito encontrar la motivación para ir, en este caso, en busca de la gobernación. Si sigo la escala, tengo que ser candidato a gobernador.
-Si sigue esa escala nunca va a llegar a presidente. Ningún gobernador bonaerense ha podido serlo.
-Puede ser. Pero puedo ser la excepción. Veremos si algún día llega ese momento.
Jorge Fontevecchia agitó días atrás, en una columna en su diario, Perfil, una versión paranoide y cuasi golpista que, según su información, circula entre las cabezas más encumbradas del gabinete macrista. En su relato, hay funcionarios “línea fundadora” del PRO que temen una conspiración interna, sustentada en el peronismo, en la cual se teje este escenario hipotético: que Macri tuviera que renunciar por el fracaso estrepitoso de su gobierno y en el que, por ineptitud o falta de espaldas, se geste un traspaso de mandos que saltee a la vicepresidenta, Gabriela Michetti, y el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, para dejar al comando del país a un peronista, simpático, entrador, de contactos envidiables y capaz de hacer lo que haya que hacer para conseguir sus objetivos. En la fantasía que relata Fontevecchia, el país quedaba en manos de Monzó.
“La vi esa nota y no me gustó”, dice el propio presidente de la Cámara de Diputados. “Estoy convencido de que eso nunca va a pasar, de que el país ha madurado como para saber que gobierno que inicia, gobierno que finaliza su mandato. Y creo que Mauricio está haciendo bien las cosas como para que eso no ocurra. Los ejemplos que han tomado están bien lejos de lo que puede ocurrir. Ni se me cruza esa posibilidad. Esa nota está muy lejos de la realidad. Muy lejos”.
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