«Yo al que quiero importar es al secretario de Comercio, Moreno. Ojalá tuviéramos uno así en Brasil». Con este exabrupto de sinceridad, ayer el titular de la poderosa Federación de Industrias de San Pablo (FIESP), Paulo Skaf, reconoció cierto revés en su peregrinación negociadora por Buenos Aires. Ahora será el turno el próximo lunes del cruce de espadas técnico entre la secretaria de Comercio Exterior de Brasil, Tatiana Prazeres, con su par argentina, Beatriz Paglieri. Aunque sigue vigente la idea del actual embajador argentino en Brasil, Luis Kreckler, de emprender una cumbre bilateral más completa en los próximos meses para abordar toda la agenda.
Desde temprano ayer Skaf escuchó las principales inquietudes y preocupaciones, que en realidad son más bien temores, de los empresarios brasileños que operan en el país sobre la nueva normativa para importar. Con las alforjas llenas de los miedos de sus colegas, el otrora líder del sector textil brasileño partió, acompañado por un miembro de la embajada, para el Palacio de Hacienda, donde lo esperaban el ministro Hernán Lorenzino; la ministra de Industria, Débora Giorgi; y los secretarios de Comercio Interior y Comercio Exterior, Guillermo Moreno y Paglieri, respectivamente.
La plana mayor de Economía se ocupó de Skaf y de los miedos de los empresarios brasileños sobre la nueva Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) y luego pusieron el acento en la necesidad de equilibrar el déficit bilateral y en actuar frente a enemigos comerciales comunes. Quedó claro que hay un problema común que son los excedentes de Europa y los dumping (comerciales, financieros y sociales) de China. Sobre este eje es que se comprometieron a actuar conjuntamente. Pero respecto de las medidas de restricciones a las importaciones el mensaje fue que no había marcha atrás pero, de todos modos, no había de qué preocuparse. A Skaf sólo le quedó señalar a la prensa que la «reunión había sido muy constructiva» y que «había que tener paciencia y ver cómo evolucionaban las medidas que recién entraron en vigencia». Es más, por la tarde a Skaf le explicaron funcionarios y empresarios argentinos con los que visitó la planta bonaerense del autopartista Taranto en Villa Elisa que Brasil había implementado un mecanismo similar a la DJAI hace más de un año, que son las licencias no automáticas para importar que actúan como permisos de preembarque y que en general tardan unos 15 días en tramitarse. «Nosotros padecemos hace más de un año y medio estas licencias preembarque, ya nos acostumbramos, fue toda una gimnasia, ahora les toca a ustedes», le dijeron sin tapujos sus colegas argentinos.
Luego del bautismo de fuego con los coroneles de Economía, para Skaf el Gobierno de Cristina de Kirchner tiene al «Messi» del comercio administrado, como le gusta decirle Giorgi a sus pares brasileños cuando debaten sobre las medidas proteccionistas de la Argentina. Lo cierto es que el titular de la FIESP, tras digerir los encuentros oficiales, hizo terapia durante la visita a Taranto (que no fue casual, la Argentina tiene un déficit con Brasil de u$s 3.200 millones sólo en este rubro) y no tuvo empacho en decirle al reducido grupo que lo acompañaba que «sería bárbaro tener un Moreno en Brasil, eso es lo que necesitamos». Mientras debatía los cortocircuitos bilaterales inspiró y lanzó: «¡Al que quiero importar es al secretario Moreno!», lo cual arrancó varias sonrisas entre los presentes. Ocurre que además de las medidas argentinas, los brasileños se han despachado con el primer déficit comercial en enero pasado desde 1973. Las directrices que emite Moreno en pos del modelo kirchnerista y la industria nacional son música para los oídos de los industriales paulistas, sobre todo en estos momentos. Ya le reclaman al Gobierno de Dilma Rousseff que actúe. «El Gobierno no puede seguir quieto. Nuestra capacidad de generar empleos está en riesgo», alertó Skaf.
«Las autoridades deben adoptar en forma inmediata medidas que garanticen igualdad de condiciones competitivas para el producto nacional», agregó. Al respecto, cabe recordar que el Gobierno de Rousseff ya anticipó que en marzo lanzará un paquete proexportador. Lo que no se conoce es si tendrá sesgo proteccionista o incentivador vía exenciones y desgravaciones impositivas.
Desde temprano ayer Skaf escuchó las principales inquietudes y preocupaciones, que en realidad son más bien temores, de los empresarios brasileños que operan en el país sobre la nueva normativa para importar. Con las alforjas llenas de los miedos de sus colegas, el otrora líder del sector textil brasileño partió, acompañado por un miembro de la embajada, para el Palacio de Hacienda, donde lo esperaban el ministro Hernán Lorenzino; la ministra de Industria, Débora Giorgi; y los secretarios de Comercio Interior y Comercio Exterior, Guillermo Moreno y Paglieri, respectivamente.
La plana mayor de Economía se ocupó de Skaf y de los miedos de los empresarios brasileños sobre la nueva Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) y luego pusieron el acento en la necesidad de equilibrar el déficit bilateral y en actuar frente a enemigos comerciales comunes. Quedó claro que hay un problema común que son los excedentes de Europa y los dumping (comerciales, financieros y sociales) de China. Sobre este eje es que se comprometieron a actuar conjuntamente. Pero respecto de las medidas de restricciones a las importaciones el mensaje fue que no había marcha atrás pero, de todos modos, no había de qué preocuparse. A Skaf sólo le quedó señalar a la prensa que la «reunión había sido muy constructiva» y que «había que tener paciencia y ver cómo evolucionaban las medidas que recién entraron en vigencia». Es más, por la tarde a Skaf le explicaron funcionarios y empresarios argentinos con los que visitó la planta bonaerense del autopartista Taranto en Villa Elisa que Brasil había implementado un mecanismo similar a la DJAI hace más de un año, que son las licencias no automáticas para importar que actúan como permisos de preembarque y que en general tardan unos 15 días en tramitarse. «Nosotros padecemos hace más de un año y medio estas licencias preembarque, ya nos acostumbramos, fue toda una gimnasia, ahora les toca a ustedes», le dijeron sin tapujos sus colegas argentinos.
Luego del bautismo de fuego con los coroneles de Economía, para Skaf el Gobierno de Cristina de Kirchner tiene al «Messi» del comercio administrado, como le gusta decirle Giorgi a sus pares brasileños cuando debaten sobre las medidas proteccionistas de la Argentina. Lo cierto es que el titular de la FIESP, tras digerir los encuentros oficiales, hizo terapia durante la visita a Taranto (que no fue casual, la Argentina tiene un déficit con Brasil de u$s 3.200 millones sólo en este rubro) y no tuvo empacho en decirle al reducido grupo que lo acompañaba que «sería bárbaro tener un Moreno en Brasil, eso es lo que necesitamos». Mientras debatía los cortocircuitos bilaterales inspiró y lanzó: «¡Al que quiero importar es al secretario Moreno!», lo cual arrancó varias sonrisas entre los presentes. Ocurre que además de las medidas argentinas, los brasileños se han despachado con el primer déficit comercial en enero pasado desde 1973. Las directrices que emite Moreno en pos del modelo kirchnerista y la industria nacional son música para los oídos de los industriales paulistas, sobre todo en estos momentos. Ya le reclaman al Gobierno de Dilma Rousseff que actúe. «El Gobierno no puede seguir quieto. Nuestra capacidad de generar empleos está en riesgo», alertó Skaf.
«Las autoridades deben adoptar en forma inmediata medidas que garanticen igualdad de condiciones competitivas para el producto nacional», agregó. Al respecto, cabe recordar que el Gobierno de Rousseff ya anticipó que en marzo lanzará un paquete proexportador. Lo que no se conoce es si tendrá sesgo proteccionista o incentivador vía exenciones y desgravaciones impositivas.