Moyano, ayer, en Azopardo. Foto: DyN
Antes de que sus rivales cegetistas desembarquen en tropa en la Casa Rosada para reunirse con Cristina Kirchner, Hugo Moyano avivó ayer la interna sindical con una chicana: «Así como hay CGT Azopardo, está la CGT Balcarce».
Escenificada la fractura de la central obrera como nunca antes durante la gestión kirchnerista, Moyano celebró que la Presidenta recibiera al sector que desconoció su reelección en la CGT y que a partir de octubre conformará su propio espacio gremial.
«Llevan a la reunión los mismos reclamos que hicimos nosotros desde hace mucho tiempo. Ojalá que sean satisfechos. Es difícil que nos llame a nosotros, pero estamos abiertos al diálogo», dijo el jefe de los camioneros.
Desde el moyanismo desmintieron a la jefa del Estado sobre la invitación a formar parte del encuentro de ayer, en el primer piso de la Casa Rosada.
Es más, el dirigente Julio Piumato la criticó por decir que «los dirigentes combativos no consiguieron nada». Vía Twitter, el judicial replicó, incrédulo: «¿No consiguieron nada? ¿Dónde? ¿En Azerbaiján?».
Moyano ratificó ayer que continuará con sus exigencias por elevar el umbral del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, universalizar la bonificación de la asignación familiar y activar un mecanismo de pago de la deuda que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales. Esto será comunicado por carta al Poder Ejecutivo.
Además, a través de Omar Plaini, pidió que no sean excluidos del Consejo del Salario, del que históricamente participaron los miembros de la CGT y de la CTA. Plaini avisó que reclamarán que nadie en la Argentina perciba un sueldo inferior a los 2300 pesos, el valor en el que se fijó el año pasado el salario mínimo, vital y móvil.
El antimoyanismo, en tanto, elevó públicamente las mismas demandas a través de una carta que se publicó hace dos semanas en diferentes medios de comunicación. Aunque la disidencia al camionero se esmeró en marcar una diferencia que se interpretó como una crítica directa a su oponente. «No marchamos detrás de decisiones personales y al lado de los enemigos de los trabajadores que esconden en realidad una clara intencionalidad política», se expresó en una solicitada firmada por 19 sindicatos.
En el entorno de Moyano tomaron con cauteloso optimismo la audiencia de ayer entre la jefa del Estado y sus rivales sindicales. «Es importante porque la agenda la impuso Moyano. En definitiva, es un triunfo de él», opinó Abel Frutos, flamante secretario gremial de la CGT moyanista. El petrolero Guillermo Pereyra, en tanto, no perdió las esperanzas de un futuro acercamiento con las autoridades del Gobierno. «Ojalá que la Presidenta nos reciba a todos», pidió el directivo de YPF.
Diferente fue la mirada de otro incondicional del camionero. «Es contradictorio que vayan al Gobierno y le reclamen lo mismo que nosotros. Ojalá que les den una respuesta a los trabajadores. Pero ¿por qué no vinieron a la CGT durante todo este tiempo y reclamábamos todos juntos?», planteó el dirigente, que focalizó sus críticas en la oposición gremial.
Después de una breve ceremonia de asunción del nuevo consejo directivo cegetista, Moyano debatió con sus seguidores la posibilidad de conformar «un Indec propio» para medir la inflación. «Vamos a medir como corresponde, como se debería hacer normalmente, no como lo hace [Guillermo] Moreno», contó Moyano.
La CGT estudia cerrar acuerdos con consultoras y con la Universidad de Buenos Aires para comenzar con los trabajos de campo y obtener su propio índice de precios y de inflación.
También se decidió avanzar en un programa de 21 puntos sobre la situación social y económica del país. Los resultados del informe se presentarán en cuatro meses, según informaron. «Analizaremos una reforma tributaria; la educación y los tres sistemas de salud: el privado, el público y el que brindan las organizaciones sindicales», precisó Plaini..
Antes de que sus rivales cegetistas desembarquen en tropa en la Casa Rosada para reunirse con Cristina Kirchner, Hugo Moyano avivó ayer la interna sindical con una chicana: «Así como hay CGT Azopardo, está la CGT Balcarce».
Escenificada la fractura de la central obrera como nunca antes durante la gestión kirchnerista, Moyano celebró que la Presidenta recibiera al sector que desconoció su reelección en la CGT y que a partir de octubre conformará su propio espacio gremial.
«Llevan a la reunión los mismos reclamos que hicimos nosotros desde hace mucho tiempo. Ojalá que sean satisfechos. Es difícil que nos llame a nosotros, pero estamos abiertos al diálogo», dijo el jefe de los camioneros.
Desde el moyanismo desmintieron a la jefa del Estado sobre la invitación a formar parte del encuentro de ayer, en el primer piso de la Casa Rosada.
Es más, el dirigente Julio Piumato la criticó por decir que «los dirigentes combativos no consiguieron nada». Vía Twitter, el judicial replicó, incrédulo: «¿No consiguieron nada? ¿Dónde? ¿En Azerbaiján?».
Moyano ratificó ayer que continuará con sus exigencias por elevar el umbral del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, universalizar la bonificación de la asignación familiar y activar un mecanismo de pago de la deuda que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales. Esto será comunicado por carta al Poder Ejecutivo.
Además, a través de Omar Plaini, pidió que no sean excluidos del Consejo del Salario, del que históricamente participaron los miembros de la CGT y de la CTA. Plaini avisó que reclamarán que nadie en la Argentina perciba un sueldo inferior a los 2300 pesos, el valor en el que se fijó el año pasado el salario mínimo, vital y móvil.
El antimoyanismo, en tanto, elevó públicamente las mismas demandas a través de una carta que se publicó hace dos semanas en diferentes medios de comunicación. Aunque la disidencia al camionero se esmeró en marcar una diferencia que se interpretó como una crítica directa a su oponente. «No marchamos detrás de decisiones personales y al lado de los enemigos de los trabajadores que esconden en realidad una clara intencionalidad política», se expresó en una solicitada firmada por 19 sindicatos.
En el entorno de Moyano tomaron con cauteloso optimismo la audiencia de ayer entre la jefa del Estado y sus rivales sindicales. «Es importante porque la agenda la impuso Moyano. En definitiva, es un triunfo de él», opinó Abel Frutos, flamante secretario gremial de la CGT moyanista. El petrolero Guillermo Pereyra, en tanto, no perdió las esperanzas de un futuro acercamiento con las autoridades del Gobierno. «Ojalá que la Presidenta nos reciba a todos», pidió el directivo de YPF.
Diferente fue la mirada de otro incondicional del camionero. «Es contradictorio que vayan al Gobierno y le reclamen lo mismo que nosotros. Ojalá que les den una respuesta a los trabajadores. Pero ¿por qué no vinieron a la CGT durante todo este tiempo y reclamábamos todos juntos?», planteó el dirigente, que focalizó sus críticas en la oposición gremial.
Después de una breve ceremonia de asunción del nuevo consejo directivo cegetista, Moyano debatió con sus seguidores la posibilidad de conformar «un Indec propio» para medir la inflación. «Vamos a medir como corresponde, como se debería hacer normalmente, no como lo hace [Guillermo] Moreno», contó Moyano.
La CGT estudia cerrar acuerdos con consultoras y con la Universidad de Buenos Aires para comenzar con los trabajos de campo y obtener su propio índice de precios y de inflación.
También se decidió avanzar en un programa de 21 puntos sobre la situación social y económica del país. Los resultados del informe se presentarán en cuatro meses, según informaron. «Analizaremos una reforma tributaria; la educación y los tres sistemas de salud: el privado, el público y el que brindan las organizaciones sindicales», precisó Plaini..