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Según declaraciones del custodio Benítez, Nisman estaba desencajado con la revista Noticias. – Ya le había pedido a su custodio, antes de a Lagomarsino, que se encargue de procurarle un arma. – El arma que se le recomienda, una Bersa Thunder, es la misma marca que la que acabó con su vida.
Rubén Fabián Benítez fue el único custodio que entró al departamento del fiscal el sábado 17 de enero a pocas horas de su muerte. Así consta de su declaración, en comparecencia ayer ante la fiscalía a cargo de la investigación de la muerte del Dr. Alberto Nisman. Policía federal, Benítez presta servicio en la División Seguridad y Custodia del Ministerio Publico Fiscal y de la Defensa de la Nación. Era el custodio que mejor conocía al fiscal, simplemente porque hacía quince años que trabajaba para él. De 1999 a 2000, mientras cumplía funciones en la División Operaciones Metropolitanas de la Superintendencia de Drogas Peligrosas, existía un servicio dispuesto por la superioridad, a través del cual el personal de dicha Superintendencia debía cumplimentar un servicio como chofer-custodio del Dr. Nisman. Cuando Nisman conforma su equipo dentro de la nueva unidad fiscal, pide el traslado de Benítez. Aún en el marco de esa relación aparentemente privilegiada, Benítez escasas veces había entrado en los apartamentos privados de Nisman, y cuando lo hizo nunca fue más allá de la cocina, por la puerta de servicio.
Pero ese sábado iba a ser distinto. El Doctor Nisman había trasmitido la directiva de que el sábado, a las 10.00, un coche con dos efectivos se encuentre en inmediaciones de su domicilio, en Azucena Villaflor al 450, a las espera de nuevas instrucciones. Como para todos los custodios, Nisman no admitía presencia dentro del inmueble. Lo que colude en un disfuncionamiento mayor. En realidad Nisman no poseía custodia ejerciendo una vigilia real.
Cumpliendo con las directivas, el día sábado a las diez, Benítez se encuentra con su coequiper, el sargento Duran, en uno de los rodados, aguardando el llamado. A las doce, Benítez dice recibir un llamado del funcionario, quien le indica que con su compañero concurran a almorzar. Que después de ello, alrededor de la una y media, dos de la tarde, vuelvan a aproximarse. Poco antes de lo acordado, los custodios llaman al fiscal a fin de anoticiarse de alguna novedad.
Como respuesta, se le intima a Benítez de subir al domicilio, ubicado en el piso trece por la puerta de servicio. Nisman abre la puerta y lo invita a pasar hasta el living. Lo cual, informa en su declaración el oficial, “llamó extremadamente la atención de Benítez, ya que no era común, que el funcionario invite a pasar a los efectivos policiales, es más, durante todos estos años el dicente solo en algunas oportunidades y a solicitud del funcionario solo había ingresado hasta la cocina del departamento, pero jamás hasta el living.” Allí se habría encontrado, según trasude de su declaración, con un Nisman desencajado.
La revista Noticias se hallaba sobre una mesita. El fiscal hace ese sábado la portada. Nisman, toma la revista y le hace el siguiente comentario ¨Vio esto, les voy a romper el culo, los voy a hacer mierda, pero pase, pase…¨. Una vez en el living, el funcionario lo invita a sentarse en los sillones y le hace entonces un pedido insólito: ¨Benítez, me quiero comprar un arma, usted qué me recomienda? A mí me dijeron que comprara un revólver¨.
¨Benítez, me quiero comprar un arma, usted qué me recomienda? A mí me dijeron que comprara un revólver¨.
Benítez le confiesa, que en su opinión el revólver no sería lo más adecuado, “por la escasa capacidad de tiro”, “que a su entender existían buenas pistolas y buenas municiones”. “Y usted qué pistola me recomienda?” Benítez le recomienda “una pistola, marca Bersa, modelo Thunder o una modelo 380”. No precisa el calibre. Nisman de hecho morirá por un disparo de una Bersa Thunder calibre 22. Una arma bastante común en Argentina. No obstante, una coincidencia más.
El fiscal hace entonces su pedido más explícito, siempre según lo que declara el oficial de la PF: Sabe lo que pasa, yo la necesito para tenerla en el auto, yo sé que ustedes están atentos, pero alguien los puede chocar y distraerlos y a mí me vienen a agredir, entonces es para repeler”. “¿Usted me la podría comprar?” Benítez toma recaudos, según sus dichos. Explica el trámite: “Es el mismo que el que se realiza cuando uno se compra un vehículo, ya que debe quedar todo registrado”. El doctor corta y le pregunta: “Bueno, usted me puede averiguar eso el lunes?”. Benítez se compromete a hacer los trámites necesarios. La conversación se habría puntuado con la recomendación de Nisman: “Benítez, le pido reserva absoluta, a nadie…”.
De esa conversación, que habría durado unos veinte minutos, surgen más preguntas que respuestas. ¿Por qué Nisman reiteraría el pedido del arma a Lagomarsino, si su custodio se comprometió a hacer las diligencias el lunes? Al final de la conversación, Nisman encomienda a Benítez de ir a comprarle unos sushi y ya cuando regresa es atendido a través de la puerta de servicio. Las próximas noticias que tendrá del fiscal es cuando éste se comunica al radio-Nextel del sargento Durán a las 19:20. Nisman les solicita que concurran al domicilio de Soledad, toquen el timbre, que Soledad les entregaría un sobre para que se lo lleven a él. Recibido el sobre por parte de Soledad, Durán y Benítez acuden a entregarlo a Nisman. Siempre por la puerta de servicio. Allí Nisman pregunta detrás de la puerta, “Benítez, con quien está?”. Éste aclara que se encuentra con el sargento Durán. Nisman pide a Durán de retirarse y de esperar en el área de estacionamiento.
Nisman se expide de su custodio, liberándolo de su servicio y recordándole de “averiguar eso”. Eso es por el arma. Y es el tenor del mensaje, el cual justificaría que no quería a Durán presente. A las 19:30, Benítez, ya en la playa de estacionamiento le entrega a Durán los datos de un tal “Toti”, periodista de Infobae, donde el sargento tiene que llevar un sobre con un contenido que Nisman está preparando. Se desconoce los pormenores relacionados a ese “sobre” y si pudo tener algo que ver con el descontento de Nisman hacía la edición especial que Noticias le había consagrado.
Más tarde, relata Benítez, recibirá un llamado de Durán en horas de la noche. Éste le comunica que entregó el sobre a “Toti”. Después comenta Durán que “cuando ascendió por el ascensor de servicio hasta el piso 13 para recibir el sobre por parte del Dr. Nisman, había ascendido en el ascensor, junto con el Sr. Diego Lagomarsino. También Durán le comentó, siempre a través de la comunicación del radio Nextel, que tras entregar el sobre en la localidad de San Isidro, desde el lugar lo llamó al Dr. Nisman, a quien le pasó la novedad sobre la entrega del sobre, y el funcionario le indico que guarde el auto en el estacionamiento de la Fiscalía, y se retire franco. “A las pocas horas, el domingo 18, sería avisado por los sargentos Miño y Niz que el fiscal no respondía a sus llamados.
Los datos contenidos en esta nota son los que figuran en una deposición de testigo. En este caso la de un miembro de la custodia del fiscal. Deben ser apreciados acorde a su contexto.
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‹ Testimonio de custodios de Nisman sugiere graves negligencias
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Según declaraciones del custodio Benítez, Nisman estaba desencajado con la revista Noticias. – Ya le había pedido a su custodio, antes de a Lagomarsino, que se encargue de procurarle un arma. – El arma que se le recomienda, una Bersa Thunder, es la misma marca que la que acabó con su vida.
Rubén Fabián Benítez fue el único custodio que entró al departamento del fiscal el sábado 17 de enero a pocas horas de su muerte. Así consta de su declaración, en comparecencia ayer ante la fiscalía a cargo de la investigación de la muerte del Dr. Alberto Nisman. Policía federal, Benítez presta servicio en la División Seguridad y Custodia del Ministerio Publico Fiscal y de la Defensa de la Nación. Era el custodio que mejor conocía al fiscal, simplemente porque hacía quince años que trabajaba para él. De 1999 a 2000, mientras cumplía funciones en la División Operaciones Metropolitanas de la Superintendencia de Drogas Peligrosas, existía un servicio dispuesto por la superioridad, a través del cual el personal de dicha Superintendencia debía cumplimentar un servicio como chofer-custodio del Dr. Nisman. Cuando Nisman conforma su equipo dentro de la nueva unidad fiscal, pide el traslado de Benítez. Aún en el marco de esa relación aparentemente privilegiada, Benítez escasas veces había entrado en los apartamentos privados de Nisman, y cuando lo hizo nunca fue más allá de la cocina, por la puerta de servicio.
Pero ese sábado iba a ser distinto. El Doctor Nisman había trasmitido la directiva de que el sábado, a las 10.00, un coche con dos efectivos se encuentre en inmediaciones de su domicilio, en Azucena Villaflor al 450, a las espera de nuevas instrucciones. Como para todos los custodios, Nisman no admitía presencia dentro del inmueble. Lo que colude en un disfuncionamiento mayor. En realidad Nisman no poseía custodia ejerciendo una vigilia real.
Cumpliendo con las directivas, el día sábado a las diez, Benítez se encuentra con su coequiper, el sargento Duran, en uno de los rodados, aguardando el llamado. A las doce, Benítez dice recibir un llamado del funcionario, quien le indica que con su compañero concurran a almorzar. Que después de ello, alrededor de la una y media, dos de la tarde, vuelvan a aproximarse. Poco antes de lo acordado, los custodios llaman al fiscal a fin de anoticiarse de alguna novedad.
Como respuesta, se le intima a Benítez de subir al domicilio, ubicado en el piso trece por la puerta de servicio. Nisman abre la puerta y lo invita a pasar hasta el living. Lo cual, informa en su declaración el oficial, “llamó extremadamente la atención de Benítez, ya que no era común, que el funcionario invite a pasar a los efectivos policiales, es más, durante todos estos años el dicente solo en algunas oportunidades y a solicitud del funcionario solo había ingresado hasta la cocina del departamento, pero jamás hasta el living.” Allí se habría encontrado, según trasude de su declaración, con un Nisman desencajado.
La revista Noticias se hallaba sobre una mesita. El fiscal hace ese sábado la portada. Nisman, toma la revista y le hace el siguiente comentario ¨Vio esto, les voy a romper el culo, los voy a hacer mierda, pero pase, pase…¨. Una vez en el living, el funcionario lo invita a sentarse en los sillones y le hace entonces un pedido insólito: ¨Benítez, me quiero comprar un arma, usted qué me recomienda? A mí me dijeron que comprara un revólver¨.
¨Benítez, me quiero comprar un arma, usted qué me recomienda? A mí me dijeron que comprara un revólver¨.
Benítez le confiesa, que en su opinión el revólver no sería lo más adecuado, “por la escasa capacidad de tiro”, “que a su entender existían buenas pistolas y buenas municiones”. “Y usted qué pistola me recomienda?” Benítez le recomienda “una pistola, marca Bersa, modelo Thunder o una modelo 380”. No precisa el calibre. Nisman de hecho morirá por un disparo de una Bersa Thunder calibre 22. Una arma bastante común en Argentina. No obstante, una coincidencia más.
El fiscal hace entonces su pedido más explícito, siempre según lo que declara el oficial de la PF: Sabe lo que pasa, yo la necesito para tenerla en el auto, yo sé que ustedes están atentos, pero alguien los puede chocar y distraerlos y a mí me vienen a agredir, entonces es para repeler”. “¿Usted me la podría comprar?” Benítez toma recaudos, según sus dichos. Explica el trámite: “Es el mismo que el que se realiza cuando uno se compra un vehículo, ya que debe quedar todo registrado”. El doctor corta y le pregunta: “Bueno, usted me puede averiguar eso el lunes?”. Benítez se compromete a hacer los trámites necesarios. La conversación se habría puntuado con la recomendación de Nisman: “Benítez, le pido reserva absoluta, a nadie…”.
De esa conversación, que habría durado unos veinte minutos, surgen más preguntas que respuestas. ¿Por qué Nisman reiteraría el pedido del arma a Lagomarsino, si su custodio se comprometió a hacer las diligencias el lunes? Al final de la conversación, Nisman encomienda a Benítez de ir a comprarle unos sushi y ya cuando regresa es atendido a través de la puerta de servicio. Las próximas noticias que tendrá del fiscal es cuando éste se comunica al radio-Nextel del sargento Durán a las 19:20. Nisman les solicita que concurran al domicilio de Soledad, toquen el timbre, que Soledad les entregaría un sobre para que se lo lleven a él. Recibido el sobre por parte de Soledad, Durán y Benítez acuden a entregarlo a Nisman. Siempre por la puerta de servicio. Allí Nisman pregunta detrás de la puerta, “Benítez, con quien está?”. Éste aclara que se encuentra con el sargento Durán. Nisman pide a Durán de retirarse y de esperar en el área de estacionamiento.
Nisman se expide de su custodio, liberándolo de su servicio y recordándole de “averiguar eso”. Eso es por el arma. Y es el tenor del mensaje, el cual justificaría que no quería a Durán presente. A las 19:30, Benítez, ya en la playa de estacionamiento le entrega a Durán los datos de un tal “Toti”, periodista de Infobae, donde el sargento tiene que llevar un sobre con un contenido que Nisman está preparando. Se desconoce los pormenores relacionados a ese “sobre” y si pudo tener algo que ver con el descontento de Nisman hacía la edición especial que Noticias le había consagrado.
Más tarde, relata Benítez, recibirá un llamado de Durán en horas de la noche. Éste le comunica que entregó el sobre a “Toti”. Después comenta Durán que “cuando ascendió por el ascensor de servicio hasta el piso 13 para recibir el sobre por parte del Dr. Nisman, había ascendido en el ascensor, junto con el Sr. Diego Lagomarsino. También Durán le comentó, siempre a través de la comunicación del radio Nextel, que tras entregar el sobre en la localidad de San Isidro, desde el lugar lo llamó al Dr. Nisman, a quien le pasó la novedad sobre la entrega del sobre, y el funcionario le indico que guarde el auto en el estacionamiento de la Fiscalía, y se retire franco. “A las pocas horas, el domingo 18, sería avisado por los sargentos Miño y Niz que el fiscal no respondía a sus llamados.
Los datos contenidos en esta nota son los que figuran en una deposición de testigo. En este caso la de un miembro de la custodia del fiscal. Deben ser apreciados acorde a su contexto.
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