El escenario
Jueves 19 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Moyano, anteanoche, en la presentación en la Universidad de Palermo. Foto Archivo
Los cráneos electorales de la Casa Rosada descubrieron la piedra filosofal. Cristina Kirchner contra Hugo Moyano. Popularidad contra desprestigio. «La bella y la bestia». En el reino de la imagen, la polarización perfecta.
Sin embargo, cuando se proyecta sobre el terreno de la política, la estrategia parece peligrosa, sobre todo para quienes la elaboraron. El kirchnerismo está removiendo una viga maestra de su arquitectura, la alianza con Moyano, para usarla como insumo de su carrera proselitista. Por esta razón, el conflicto con el camionero abrió una grieta en el gabinete presidencial. Es la que separa a Carlos Zannini de Julio De Vido .
La idea de congelar la relación con el jefe de la CGT salió de la cabeza del secretario legal y técnico. Zannini ha decidido transgredir la regla principal fijada por Moyano para su alianza con Néstor Kirchner: a cambio del sometimiento, el Gobierno le reconocería el monopolio de la interlocución sindical. Zannini quebró ese contrato cuando buscó una plataforma gremial alternativa a la del camionero.
Los ahijados de Zannini no en-trañan renovación alguna. Hay quienes pertenecen a una capa geológica anterior a la de Moyano. Son Armando Cavalieri (Comercio), Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Carlos West Ocampo (Sanidad), Rodolfo Daer (Alimentación), Luis Barrionuevo (Gastronómicos), Roberto Fernández (Colectiveros), Gerónimo Venegas (Trabajadores Rurales), Angel García (Seguridad) y Carlos Acuña (Estaciones de Servicio). En el grupo convergen «los Gordos», disidentes en la CGT, con el barrionuevismo, que fundó su propia central obrera.
Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra), hacen equilibrio. Martínez es el candidato de Cristina Kirchner para reemplazar a Moyano.
A fin de mes este mosaico se presentará en público. Tal vez se sumen Omar Maturano (La Fraternidad), Antonio Cassia (SUPE) y Carlos Sueyro (Aduanas). Será para festejar una victoria que dan por segura: la de Cavalieri sobre Oscar Nieva, a través de quien Moyano pretende capturar el Sindicato de Empleados de Comercio. Esa organización es la llave del congreso que, el año próximo, debe designar al nuevo secretario general de la CGT. Si Cavalieri retiene su gremio, los días del camionero en ese sillón están contados.
La Casa Rosada no tiene una estrategia única frente al sindicalismo. De Vido es el principal objetor de Zannini. Se lo explicó a un amigo durante el fin de semana: «No se dan cuenta de que el «Negro» es más peligroso afuera que adentro. Zannini es buen técnico, pero no entiende de política. Es riesgoso lo que hace. Hugo, por su lado, parece estar gagá. Tuvo a todo el gabinete en el acto de la 9 de Julio y a los dos días dejó a la clase media sin nafta. ¿Qué quiere, que la «Presi» lo felicite?»
Cuando la UIA suspendió las reuniones con Moyano, De Vido solicitó a su conducción: «No rompan los puentes; si un día todo arde, alguien tiene que poder hablar con él».
Moyano ha comenzado a planear el incendio. Desde hace una semana se reúne en secreto con su círculo más cercano. Salvo el desobediente Julio Piumato, que sigue presionando desde Twitter, todos guardan silencio. Hoy se reunirá el consejo nacional del PJ. El camionero citó para unas horas antes al secretariado de la CGT. Es posible que el sindicalismo formalice un pedido de participación en las listas electorales, para que Moyano lo lleve a la conducción del PJ, donde oficia como vicepresidente.
Hace falta mucho candor para suponer que la agresividad de Moyano se debe al afán de multiplicar las bancas legislativas del sindicalismo. El mismo dio a entender por qué está nervioso: «Hay quien cree que soy candidato a la cárcel», dijo. Si se le preguntara quién, confesaría: «Yo».
Moyano vive en una pesadilla judicial. En La Plata están juzgando al chofer de su hijo Pablo por disparar contra trabajadores de la construcción el 17 de octubre de 2006, en San Vicente. Además, Norberto Oyarbide puso bajo la lupa a la obra social de camioneros, entre otras 80. Oyarbide también debe responder a la justicia suiza si existen vinculaciones entre la familia Moyano y la empresa Covelia, investigada por lavado de dinero. En los últimos días el magistrado recibió informes que deberá, en algún momento, confirmar. ¿De quién es el avión Cessna Citation 550, Matrícula LV-WJN, que el dueño de Covelia, Ricardo Depresbiteris, y Mauricio Filiberti, llamado «el rey del cloro», usan como propio? En sucesivos planes de vuelo figurarían, junto a Depresbiteris, Hugo y Pablo Moyano, Mariano Recalde -hijo del abogado Héctor-y hasta algún dirigente piquetero. Cuando se consulta en la CGT por estos viajes, no hay respuesta.
Moyano, sin embargo, no está inquieto por la curiosidad de Oyarbide. Confía en un mediador amistoso. Su verdugo es Claudio Bonadio. El juez procesó a todo el entorno de negocios de Liliana Zulet, la esposa de Moyano, en el caso de la mafia de los medicamentos. La Cámara Federal acaba de ratificar sus decisiones. Cuando se reintegre de las vacaciones, Bonadio deberá profundizar su investigación. El próximo paso será, casi seguro, la atribulada Zulet. Después viene Moyano.
Hace tres semanas, el camionero comentó a un ministro bonaerense: «A mis espaldas, mis amigos de los gremios del transporte, mirá si serán pícaros, han planeado lo que harían si a mí o a mi señora nos llevan presos. Imaginan mil diabluras, mirá si serán locos?». Cuando llegó el célebre exhorto suizo, Moyano ordenó bloquear con sus camiones la Plaza de Mayo. Para él, detrás de Bonadio y de Oyarbide está la Casa Rosada.
¿Quién disparará primero en este duelo? ¿Moyano o la señora de Kirchner? El camionero no quiere que lleguen las elecciones sin una señal contundente de protección judicial. Expertos en extorsiones -lo dijo la Presidenta-, los sindicalistas saben detectar el momento de mayor vulnerabilidad de un adversario. ¿Moyano estará esperando que la Presidenta se postule para, en plena campaña, presionarla con un paro? ¿Precipitaría así la defenestración que le tiene preparada Zannini en la CGT? Las tormentas pronosticadas para 2012 se están adelantando.
Tal vez tenga razón De Vido y la Casa Rosada haya caído en un antimoyanismo ingenuo. No sólo porque no existe paz social sin el acuerdo de los gremios del transporte. También porque la guerra con Moyano es inverosímil. La misma Cristina Kirchner que lagrimea por su deslealtad le asigna $ 1500 millones por año para que reparta como subsidios entre empresas de cargas. Zannini, que protege a Cavalieri de las maldades judiciales de Recalde, comparte con Mariano, hijo del laboralista y presidente de Aerolíneas, las tertulias de La Cámpora. Al odioso Moyano no se lo invita al relanzamiento del Belgrano Cargas; pero se le permite designar al subsecretario de Transportes. Los requerimientos de Oyarbide y de Bonadío son respondidos desde la Superintendencia de Salud por hombres y mujeres del camionero. Estas peculiaridades vuelven patética la guerra de la Presidenta contra Moyano porque, además de peligrosa, es difícil de creer.
Jueves 19 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
Moyano, anteanoche, en la presentación en la Universidad de Palermo. Foto Archivo
Los cráneos electorales de la Casa Rosada descubrieron la piedra filosofal. Cristina Kirchner contra Hugo Moyano. Popularidad contra desprestigio. «La bella y la bestia». En el reino de la imagen, la polarización perfecta.
Sin embargo, cuando se proyecta sobre el terreno de la política, la estrategia parece peligrosa, sobre todo para quienes la elaboraron. El kirchnerismo está removiendo una viga maestra de su arquitectura, la alianza con Moyano, para usarla como insumo de su carrera proselitista. Por esta razón, el conflicto con el camionero abrió una grieta en el gabinete presidencial. Es la que separa a Carlos Zannini de Julio De Vido .
La idea de congelar la relación con el jefe de la CGT salió de la cabeza del secretario legal y técnico. Zannini ha decidido transgredir la regla principal fijada por Moyano para su alianza con Néstor Kirchner: a cambio del sometimiento, el Gobierno le reconocería el monopolio de la interlocución sindical. Zannini quebró ese contrato cuando buscó una plataforma gremial alternativa a la del camionero.
Los ahijados de Zannini no en-trañan renovación alguna. Hay quienes pertenecen a una capa geológica anterior a la de Moyano. Son Armando Cavalieri (Comercio), Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Carlos West Ocampo (Sanidad), Rodolfo Daer (Alimentación), Luis Barrionuevo (Gastronómicos), Roberto Fernández (Colectiveros), Gerónimo Venegas (Trabajadores Rurales), Angel García (Seguridad) y Carlos Acuña (Estaciones de Servicio). En el grupo convergen «los Gordos», disidentes en la CGT, con el barrionuevismo, que fundó su propia central obrera.
Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra), hacen equilibrio. Martínez es el candidato de Cristina Kirchner para reemplazar a Moyano.
A fin de mes este mosaico se presentará en público. Tal vez se sumen Omar Maturano (La Fraternidad), Antonio Cassia (SUPE) y Carlos Sueyro (Aduanas). Será para festejar una victoria que dan por segura: la de Cavalieri sobre Oscar Nieva, a través de quien Moyano pretende capturar el Sindicato de Empleados de Comercio. Esa organización es la llave del congreso que, el año próximo, debe designar al nuevo secretario general de la CGT. Si Cavalieri retiene su gremio, los días del camionero en ese sillón están contados.
La Casa Rosada no tiene una estrategia única frente al sindicalismo. De Vido es el principal objetor de Zannini. Se lo explicó a un amigo durante el fin de semana: «No se dan cuenta de que el «Negro» es más peligroso afuera que adentro. Zannini es buen técnico, pero no entiende de política. Es riesgoso lo que hace. Hugo, por su lado, parece estar gagá. Tuvo a todo el gabinete en el acto de la 9 de Julio y a los dos días dejó a la clase media sin nafta. ¿Qué quiere, que la «Presi» lo felicite?»
Cuando la UIA suspendió las reuniones con Moyano, De Vido solicitó a su conducción: «No rompan los puentes; si un día todo arde, alguien tiene que poder hablar con él».
Moyano ha comenzado a planear el incendio. Desde hace una semana se reúne en secreto con su círculo más cercano. Salvo el desobediente Julio Piumato, que sigue presionando desde Twitter, todos guardan silencio. Hoy se reunirá el consejo nacional del PJ. El camionero citó para unas horas antes al secretariado de la CGT. Es posible que el sindicalismo formalice un pedido de participación en las listas electorales, para que Moyano lo lleve a la conducción del PJ, donde oficia como vicepresidente.
Hace falta mucho candor para suponer que la agresividad de Moyano se debe al afán de multiplicar las bancas legislativas del sindicalismo. El mismo dio a entender por qué está nervioso: «Hay quien cree que soy candidato a la cárcel», dijo. Si se le preguntara quién, confesaría: «Yo».
Moyano vive en una pesadilla judicial. En La Plata están juzgando al chofer de su hijo Pablo por disparar contra trabajadores de la construcción el 17 de octubre de 2006, en San Vicente. Además, Norberto Oyarbide puso bajo la lupa a la obra social de camioneros, entre otras 80. Oyarbide también debe responder a la justicia suiza si existen vinculaciones entre la familia Moyano y la empresa Covelia, investigada por lavado de dinero. En los últimos días el magistrado recibió informes que deberá, en algún momento, confirmar. ¿De quién es el avión Cessna Citation 550, Matrícula LV-WJN, que el dueño de Covelia, Ricardo Depresbiteris, y Mauricio Filiberti, llamado «el rey del cloro», usan como propio? En sucesivos planes de vuelo figurarían, junto a Depresbiteris, Hugo y Pablo Moyano, Mariano Recalde -hijo del abogado Héctor-y hasta algún dirigente piquetero. Cuando se consulta en la CGT por estos viajes, no hay respuesta.
Moyano, sin embargo, no está inquieto por la curiosidad de Oyarbide. Confía en un mediador amistoso. Su verdugo es Claudio Bonadio. El juez procesó a todo el entorno de negocios de Liliana Zulet, la esposa de Moyano, en el caso de la mafia de los medicamentos. La Cámara Federal acaba de ratificar sus decisiones. Cuando se reintegre de las vacaciones, Bonadio deberá profundizar su investigación. El próximo paso será, casi seguro, la atribulada Zulet. Después viene Moyano.
Hace tres semanas, el camionero comentó a un ministro bonaerense: «A mis espaldas, mis amigos de los gremios del transporte, mirá si serán pícaros, han planeado lo que harían si a mí o a mi señora nos llevan presos. Imaginan mil diabluras, mirá si serán locos?». Cuando llegó el célebre exhorto suizo, Moyano ordenó bloquear con sus camiones la Plaza de Mayo. Para él, detrás de Bonadio y de Oyarbide está la Casa Rosada.
¿Quién disparará primero en este duelo? ¿Moyano o la señora de Kirchner? El camionero no quiere que lleguen las elecciones sin una señal contundente de protección judicial. Expertos en extorsiones -lo dijo la Presidenta-, los sindicalistas saben detectar el momento de mayor vulnerabilidad de un adversario. ¿Moyano estará esperando que la Presidenta se postule para, en plena campaña, presionarla con un paro? ¿Precipitaría así la defenestración que le tiene preparada Zannini en la CGT? Las tormentas pronosticadas para 2012 se están adelantando.
Tal vez tenga razón De Vido y la Casa Rosada haya caído en un antimoyanismo ingenuo. No sólo porque no existe paz social sin el acuerdo de los gremios del transporte. También porque la guerra con Moyano es inverosímil. La misma Cristina Kirchner que lagrimea por su deslealtad le asigna $ 1500 millones por año para que reparta como subsidios entre empresas de cargas. Zannini, que protege a Cavalieri de las maldades judiciales de Recalde, comparte con Mariano, hijo del laboralista y presidente de Aerolíneas, las tertulias de La Cámpora. Al odioso Moyano no se lo invita al relanzamiento del Belgrano Cargas; pero se le permite designar al subsecretario de Transportes. Los requerimientos de Oyarbide y de Bonadío son respondidos desde la Superintendencia de Salud por hombres y mujeres del camionero. Estas peculiaridades vuelven patética la guerra de la Presidenta contra Moyano porque, además de peligrosa, es difícil de creer.
si la ofensiva contra Moyano es meramente una cuestion de imagen, «la bella contra la bestia» es una boludez.
Es todo verso eso, Pepe.
Hay movimientos, pero pasan por un lado distinto.
Lo que pasa que Pagni quiere fogonear la guerra, porque pretende que Moyano declare la guerra.
Pero no pasa nada.
Abrazo
Me imaginaba pero por donde pasan los movimientos? porque hay gestos concretos y comprendo el motivo de la tension.
no comprendo
http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=583358
Hugo fue parte importante del proyecto de construcción de poder de Néstor. Esa construcción le permitió también al sindicalista conseguir una parcela de poder. En cierta medida esas construcciones quedaron entrelazadas de tal forma que no es fácil cortar los vínculos sin que el proyecto se debilite. «La última llamada» que no es el título de una novela policial, sino un hecho comprobado de nuestra historia reciente y refiere a la conversación entre Néstor y Hugo en «las vísperas», podría mostrar la existencia de divergencias entre ellos. Con certeza se ignora de que hablaron. Ahora desde la presidencia se intenta recortarle las alas a Hugo, tarea peligrosa si las hay, puesto que al intentar eliminar algunas columnas se puede caer todo el edificio.- La tranquilidad para la sociedad puede derivar que ellos saben cuáles pueden ser las consecuencias de sus actos.-