Los comerciantes argentinos no notan un descenso de clientes españoles tras la expropiación de la petrolera, aunque algunos soportan comentarios desfortunados
La afición en un partido de fútbol se presta a fáciles demagogias. En el último clásico Barcelona-Real Madrid, un puñado de aficionados en un bar madrileño de Puerta de Toledo gritaba contra Messi y Mascherano: «Argentina, devuelve YPF» y «Argentinos fuera». Los medios argentinos explotaron hasta la saciedad el desafortunado cartel de un bar sevillano que prohibía la entrada a los argentinos tras la expropiación de la petrolera. Sin embargo, ni los argentinos están perseguidos en España, ni hay un boicot contra su comercio; aunque no pueden evitar escuchar reproches por la decisión de su presidenta, Cristina Fernández.
Alfredo Coronel, camarero del restaurante «Pasiones Argentinas», tiene prohibido hablar de la espinosa cuestión con los clientes: «El dueño nos ordena no responder a pelotudeces sobre YPF para no afectar al consumo». Coronel soporta comentarios del orden de «os vamos a correr [echar] a todos» o «qué putada nos estáis haciendo». Él contesta con rostro mudo y sonrisa displicente. El restaurante de Coronel, en cualquier caso, no ha bajado en número de comensales: «Los clientes vienen por la carne, sin reparar en polémicas entre gobiernos».
«Un boicot es contraproducente para España»
En «La Franco Argentina», una tienda de productos argentinos en Madrid, «no entra menos gente». «El español sigue comprando, sabe cómo es el pueblo argentino y no se come esa historia», explica Martín Dalla Ghirarda. «Un boicot a comercios argentinos, además, es contraproducente para la economía española. Sería un comercio más cerrado y más parados, porque yo no vuelvo a Argentina».
Balanza comercial
España importó de Argentina productos por valor de 1.770 millones de euros en 2011, principalmente del sector de la alimentación y el biodiésel. Mientras que las exportaciones fueron 824 millones de euros, especialmente de tecnología industrial. La balanza comercial, por tanto, arroja un déficit de 946 mil millones en favor de Argentina, según datos del Instituto Español de Comercio Exterior. Una partida que el Gobierno de Rajoy pretende reducir con una menor dependencia del biodiésel argentino en favor de carburante nacional.
Todavía es pronto para conocer si la expropiación afecta al consumo total de los productos argentinos y a las empresas implantadas en España. Sin embargo, la respuesta entre comerciantes es común: nada ha cambiado. La pastelería de Francisco Cameam, en Madrid, no sufre un menor número de ventas. Ni los clientes boicotean los productos típicos de «Pastelería América II», ni asocian a los argentinos con la decisión de su Gobierno. «Los comentarios son en tono de broma y todos entre amigos», cuenta Francisco Cameam, en España desde hace 26 años. «No hay mala onda».
«Las bromas delatan envidia»
«Los comentarios no se hacen con beligerancia, pero hay un fondo de crítica contra los argentinos. Las bromas delatan cierta envidia. España es consciente de que es vulnerable», opina Julia Tomasich, estudiante de Ciencias Políticas en Madrid.
«Me molesta que me traten como a un chavista o un indigenista por la nacionalización», responde Nella Tognetti, en España desde finales de los años ochenta. «El argentino siempre se ha integrado en España con facilidad por su cultura, por sus vínculos, incluso por su acento. Somos los inmigrantes sudamericanos favoritos de los españoles».
La afición en un partido de fútbol se presta a fáciles demagogias. En el último clásico Barcelona-Real Madrid, un puñado de aficionados en un bar madrileño de Puerta de Toledo gritaba contra Messi y Mascherano: «Argentina, devuelve YPF» y «Argentinos fuera». Los medios argentinos explotaron hasta la saciedad el desafortunado cartel de un bar sevillano que prohibía la entrada a los argentinos tras la expropiación de la petrolera. Sin embargo, ni los argentinos están perseguidos en España, ni hay un boicot contra su comercio; aunque no pueden evitar escuchar reproches por la decisión de su presidenta, Cristina Fernández.
Alfredo Coronel, camarero del restaurante «Pasiones Argentinas», tiene prohibido hablar de la espinosa cuestión con los clientes: «El dueño nos ordena no responder a pelotudeces sobre YPF para no afectar al consumo». Coronel soporta comentarios del orden de «os vamos a correr [echar] a todos» o «qué putada nos estáis haciendo». Él contesta con rostro mudo y sonrisa displicente. El restaurante de Coronel, en cualquier caso, no ha bajado en número de comensales: «Los clientes vienen por la carne, sin reparar en polémicas entre gobiernos».
«Un boicot es contraproducente para España»
En «La Franco Argentina», una tienda de productos argentinos en Madrid, «no entra menos gente». «El español sigue comprando, sabe cómo es el pueblo argentino y no se come esa historia», explica Martín Dalla Ghirarda. «Un boicot a comercios argentinos, además, es contraproducente para la economía española. Sería un comercio más cerrado y más parados, porque yo no vuelvo a Argentina».
Balanza comercial
España importó de Argentina productos por valor de 1.770 millones de euros en 2011, principalmente del sector de la alimentación y el biodiésel. Mientras que las exportaciones fueron 824 millones de euros, especialmente de tecnología industrial. La balanza comercial, por tanto, arroja un déficit de 946 mil millones en favor de Argentina, según datos del Instituto Español de Comercio Exterior. Una partida que el Gobierno de Rajoy pretende reducir con una menor dependencia del biodiésel argentino en favor de carburante nacional.
Todavía es pronto para conocer si la expropiación afecta al consumo total de los productos argentinos y a las empresas implantadas en España. Sin embargo, la respuesta entre comerciantes es común: nada ha cambiado. La pastelería de Francisco Cameam, en Madrid, no sufre un menor número de ventas. Ni los clientes boicotean los productos típicos de «Pastelería América II», ni asocian a los argentinos con la decisión de su Gobierno. «Los comentarios son en tono de broma y todos entre amigos», cuenta Francisco Cameam, en España desde hace 26 años. «No hay mala onda».
«Las bromas delatan envidia»
«Los comentarios no se hacen con beligerancia, pero hay un fondo de crítica contra los argentinos. Las bromas delatan cierta envidia. España es consciente de que es vulnerable», opina Julia Tomasich, estudiante de Ciencias Políticas en Madrid.
«Me molesta que me traten como a un chavista o un indigenista por la nacionalización», responde Nella Tognetti, en España desde finales de los años ochenta. «El argentino siempre se ha integrado en España con facilidad por su cultura, por sus vínculos, incluso por su acento. Somos los inmigrantes sudamericanos favoritos de los españoles».