Demuestra que si no utilizan su último recurso de acción –la fuerza– hoy es la creciente soberanía regional con presencia china y rusa, mañana será un sistema financiero alternativo y un nuevo circuito económico, y pasado mañana unas nuevas rutas de transporte comercial no controladas por el Pentágono, la entrada de nuevas monedas y el fin de su hegemonía.
Lo irremediable llegará con el tiempo, que todo lo carcome, y la aceleración del mundo BRICS desde un posicionamiento configura cada minuto sin “cambios de régimen” por guerras, como uno más para nuestra nueva (in)dependencia y uno menos para que Estados Unidos se derrumbe por dentro sin ganarle militarmente.
La mejor victoria es la que no se pelea y la resistencia es nuestra mejor arma.
Adentro: la región
El cerco económico, político y militar similar al aplicado a Rusia es lo que se avizora. Por encima sobresale un golpe directo a las entrañas de las cajas de resonancia de la región, la Unasur y la Celac, para paralizar y luego retrotraer los consensos hacia dentro con principal eje en la amenaza Obama, como aparece con las declaraciones de Uruguay, las demoras de los pronunciamientos sobre el tema y la falta de una declaración contundente al minuto uno, como sí hizo China, a partir de la falta de unanimidad visible en el primer momento en el que seguramente intervienen los Alianza Pacífico.
Esta ofensiva estadounidense claramente apunta a segmentar los intereses individuales de cada país y a gremializar la región. En esta lógica es que en paralelo se da: el acercamiento a Cuba, la reedición de la Alianza del Progreso de Kennedy en una parte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), el intento de reordenar el frente interno de los Alianza Pacífico asediados por las bombas sociales (principal referencia, los diálogos de paz en Colombia), y la disputa por el Caribe cuyo foco está en inviabilizar Petrocaribe para meter por el otro lado el gas de esquisto, mucho más costoso que el barril venezolano (de ahí el lobby Biden y las declaraciones de Kerry y el jefe del Comando del Sur).
Conociendo su debilidad, Washington sabe que necesita alejar, debilitar o contener a los Estados que sean aliados estratégicos del mundo BRICS
Así la apuesta es hacia el frente interno de los Estados nacionales que se combina con la misma táctica dentro del bloque regional soberano y autónomo para individualizar al máximo, disminuir las posiciones de fuerza (Brasil, Argentina y Venezuela), y que la cristalización de esto sea el avance de los bloques aliados del Pacífico y el progresivo aislamiento de Venezuela, como se lo hicieron a Cuba cuando quedó a merced de sus alianzas en el sistema mundo.
¿Es esto posible para bajarle dos a la autonomía de la región y alejarla de las alianzas estratégicas con el bloque BRICS con Rusia y China a la cabeza?
A simple vista no pareciese, y el bloque alternativo tiene todo a su favor para evitar que Estados Unidos vuelva a reinar con su libre mercado y pueda acceder a los recursos naturales de América Latina para fortalecer su «competitividad», reactivar su economía y luchar por los mercados mundiales, como ya veremos.
Afuera: el mundo
Repasemos: Estados Unidos considera que China no tiene que construir un sistema económico alternativo con el control de rutas propias. China observa que la única manera de hacerlo es realizar alianzas estratégicas de ganar-ganar para que el fin de la unipolaridad pase de un deseo a un hecho cuando el poderío militar estadounidense impera en todos los sentidos, pero no gana guerras.
Así es como Estados Unidos lanza una guerra de proximidad contra Rusia en Ucrania para alejarla de Europa y por ende de China y las nuevas rutas, que van en dirección a edificar a Eurasia como el centro del mundo. Hace lo mismo en el mundo árabe con invasiones, primaveras y yihadismo para evitar una estabilidad que permita fortalecer las alianzas estratégicas de Irán con, quién más, Eurasia.
Por poner un ejemplo que grafique esta sentencia: China ofrece relaciones beneficiosas, inyecta dinero, arma rutas extractivas y va en camino a tener más del 60% de la clase media mundial con el PIB per cápita más bajo en materias primas. Estados Unidos y sus aliados europeos no crecen, no consumen, la economía estadounidense está muerta, su modelo de acumulación necesita libre mercado en todos lados para mantener vivo al neoliberalismo, y esta nueva fase del capitalismo no le conviene racionalmente a nadie cuando del otro lado hay capacidad de recibir dinero y si se tienen los pies sobre la tierra, se construye soberanía y se fortalecen las regiones-mercados en base a principios políticos y no económicos.
El bloque alternativo tiene todo a su favor para evitar que Estados Unidos vuelva a reinar con su libre mercado y pueda acceder a los recursos naturales de América Latina
Lanzado a recalentar la disputa y conociendo su debilidad, Washington sabe que necesita alejar, debilitar o contener a los Estados que sean aliados estratégicos del mundo BRICS, y en esta lógica es que se entienden las negociaciones con Irán para fortalecer su posición frente a Rusia y China con el fin, nuevamente, de meter una cuña divisoria en Eurasia, mientras el caos sigue a todo vapor en su creciente área de influencia, Siria e Irak, para condicionar la construcción de las nuevas rutas de transporte bajo las condiciones del 1%.
Y estos son los momentos en los que la impotencia, la irresponsabilidad, suelta la locura por detener por la fuerza lo que no se puede conseguir por el dominio económico, financiero y político, y a eso nos tenemos que atener en el mundo cuando el pran internacional por excelencia intenta seguir cobrando su vacuna cuando ya está en vías de dejar de ser el César y sólo le queda el caos y la inestabilidad como arma hasta que gane o pierda frente al bloque alternativo que le hace frente (el escenario pre Guerra Mundial).
Nosotros ante el mundo y ante las amenazas
En esta clave, debe asaltar las fuentes de materias primas y atracar los mercados que se le están yendo de sus áreas de influencia, y por eso el ataque en crecimiento contra Brasil, Venezuela, Argentina y el resto de América Latina no van a parar, sino que recrudecerán sin un final cierto.
Esta amenaza de muerte, en sí, representa una oportunidad para profundizar todas las alianzas estratégicas, volver también una necesidad el fortalecimiento de la integración Sur-Sur, y avanzar hacia un nuevo sistema civilizatorio puertas adentro para disminuir la dependencia, fortalecer el aparato productivo de autoabastecimiento interno y crear las regiones-mercados basados en nuevos paradigmas, donde Venezuela tiene mucho que aportar al mundo con su “modelo social” y económico que aún está dibujando con un pie en el capitalismo y otro en el Estado Comunal.
Y para eso se necesita evitar una guerra todo el tiempo posible, porque cada año, cada mes, cada día será uno más de vida, uno más de soberanía, uno menos de muerte directa e indirecta del turbocapitalismo como sistema dominante y uno más de uno nuevo que lo sustituya y tenga al humano y la naturaleza como centro.
Llegaron a un callejón sin salida y nosotros, paradójicamente, no somos su salida.