Domingo 24 de julio de 2011 | 01:17 (actualizado a las 01:16)
El próximo 28 de julio Ollanta Humala asumirá la presidencia de Perú reemplazando a Alan García, quien esta vez culmina su gestión con el 42% de aprobación, lo que supone alejarse del poder con un potencial electoral nada desdeñable. Catorce presidentes extranjeros han comprometido su presencia.
El proceso de transición presidencial, por desordenado, no resultó provechoso para Humala. A punto tal, que su popularidad como mandatario electo cayó fuertemente. Del 70% inicial al 41% actual.
En buena medida, por impacto de una muy poco feliz gira por Rusia de su hermano Alex -un empresario pesquero- en la que se reunió con funcionarios de Gazprom y de los sectores de la pesca, defensa y el turismo, lo que terminó con una desautorización rotunda por parte del presidente electo. Pese a ello, el tufillo a corrupción -desde que Alex es miembro del Comité Ejecutivo Nacional de partido oficialista «Gana Perú»- quedó en el aire. Porque es fácil recordar episodios parecidos recientes, como los provocados por Fabricio, el hermano del presidente ecuatoriano, Rafael Correa. Así como por «Vavá», el hermano del ex presidente «Lula» del Brasil y por Santiago, el hermano del inusual ex presidente ecuatoriano, Abdalá Bucarán. Tampoco cayeron bien los rumores sobre las presuntas aspiraciones de su esposa, Nadine Heredia, quien -desde la línea más dura del nacionalismo- pretendería suceder a Humala en la presidencia del Perú.
Por ello el ritmo de crecimiento del Perú, que venía a un ponderable ritmo del 7,5% anual se desaceleró durante cuatro meses consecutivos y, en junio pasado, fue del 6%, el menor de los últimos quince meses. Para muchos, esto fue consecuencia de la postergación de decisiones de inversión en el sector privado. Por desconfianza, entonces. O por falta de claridad en la tarea de despejar temores. Hablamos de unos 9.000 millones de dólares demorados según el actual ministro de economía, Ismael Benavides. Muchos de ellos vinculados con el sector minero peruano, que es el principal destino de las inversiones en exploración en América Latina y el tercero del mundo, por segundo año consecutivo. Perú tiene pedidos de propiedad minera sobre nada menos que el 16,73% de su territorio, la cifra más alta de su historia.
Para transmitir confianza a los operadores económicos, Humala ratificó primero al conocido economista de centro Julio Velarde -cercano políticamente a Lourdes Flores- en la presidencia del Banco Central de Reserva del Perú. Y designó enseguida a otro economista referente, en este caso a Luis Castilla, para la cartera Economía y Finanzas. Castilla, recordemos, fue el viceministro de Economía del gobierno saliente. Educado profesionalmente en los Estados Unidos (Harvard y John Hopkins), Castilla se desempeñó en el Banco Mundial y en la Corporación Andina de Fomento. De este modo, la continuidad del modelo económico parecería haber quedado garantizada. Al menos por un rato.
La posibilidad de una nueva aventura ideológica trasnochada en nuestra región parece, en contrapartida, haberse alejado. En cambio, las expectativas de un gobierno de izquierda moderada han crecido.
Así lo entendieron tanto la Bolsa de Valores de Lima, con un alza pronunciada inmediata; como el sensible mercado cambiario, con el fortalecimiento del sol. La central sindical (CGTP) por boca de su secretario general, Mario Huamán, expreso en cambio su repudio a las designaciones. Curiosamente, Huamán suena como candidato a la cartera de trabajo en un gabinete que aún no ha sido integrado totalmente.
Los nombramientos anunciados en el área económica son particularmente importantes para un país que tiene firmados quince tratados de libre comercio con otras naciones, siete de los cuales están en vigencia y ocho por entrar en vigor. Particularmente porque Humala estuvo en contra de ellos al inicio de su campaña electoral, para cambiar luego de posición cuando necesitó de los votos moderados para poder ser electo en segunda vuelta, particularmente los de «Perú Posible», la agrupación que lidera Alejandro Toledo, cuyo apoyo parlamentario será ahora imprescindible y decisivo para Humala.
El primer ministro será Salomón Lerner Ghittis, que se desempañara como jefe de campaña de Humala, al que se considera un hombre de izquierda moderada y la persona más influyente sobre Humala. Como canciller actuará el sociólogo y periodista Rafael Roncagliolo, lo que ha sido toda una sorpresa. Como Lerner, Roncagliolo, que tiene una interesante experiencia docente, se ha desempeñado en las filas de Transparencia, lo que asegura que no habrá tolerancia con los episodios de corrupción.
En la cartera de producción, desarrollo e inclusión social estará Kart Burneo Farfán, ex jefe del equipo económico que diseñara el plan de gobierno de Alejandro Toledo. En defensa, Daniel Mora Cevallos, otro dirigente político del riñón de Alejandro Toledo y oficial retirado del ejército de su país. En Energía y Minas, Carlos Herrera Descalzi, que se desempeñara en la administración de Valentín Paniagua y se incorporó como asesor de Humala poco antes de la segunda vuelta. Se trata de un ex decano del Colegio de Ingenieros, respetado como hombre conocedor y de buen criterio en un área en la que se anticipa discusiones con las empresas mineras con vista a aumentar la participación del Estado peruano en los resultados de la minería.
Por todo esto, Ismael Benavides, el referido ministro de economía saliente, no oculta su optimismo anticipando que «se dará ahora un chispazo de entusiasmo». Ocurre que Humala al confirmar su corrimiento hacia el centro del espectro político alimenta la esperanza que un proceso de desarrollo vertiginoso no se detenga en la nueva etapa que se inicia y que presumiblemente tendrá un acento más pronunciado en lo social, sin por ello salirse del andarivel que ha demostrado ser exitoso en la tarea esencial de crecer y reducir la pobreza.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
El próximo 28 de julio Ollanta Humala asumirá la presidencia de Perú reemplazando a Alan García, quien esta vez culmina su gestión con el 42% de aprobación, lo que supone alejarse del poder con un potencial electoral nada desdeñable. Catorce presidentes extranjeros han comprometido su presencia.
El proceso de transición presidencial, por desordenado, no resultó provechoso para Humala. A punto tal, que su popularidad como mandatario electo cayó fuertemente. Del 70% inicial al 41% actual.
En buena medida, por impacto de una muy poco feliz gira por Rusia de su hermano Alex -un empresario pesquero- en la que se reunió con funcionarios de Gazprom y de los sectores de la pesca, defensa y el turismo, lo que terminó con una desautorización rotunda por parte del presidente electo. Pese a ello, el tufillo a corrupción -desde que Alex es miembro del Comité Ejecutivo Nacional de partido oficialista «Gana Perú»- quedó en el aire. Porque es fácil recordar episodios parecidos recientes, como los provocados por Fabricio, el hermano del presidente ecuatoriano, Rafael Correa. Así como por «Vavá», el hermano del ex presidente «Lula» del Brasil y por Santiago, el hermano del inusual ex presidente ecuatoriano, Abdalá Bucarán. Tampoco cayeron bien los rumores sobre las presuntas aspiraciones de su esposa, Nadine Heredia, quien -desde la línea más dura del nacionalismo- pretendería suceder a Humala en la presidencia del Perú.
Por ello el ritmo de crecimiento del Perú, que venía a un ponderable ritmo del 7,5% anual se desaceleró durante cuatro meses consecutivos y, en junio pasado, fue del 6%, el menor de los últimos quince meses. Para muchos, esto fue consecuencia de la postergación de decisiones de inversión en el sector privado. Por desconfianza, entonces. O por falta de claridad en la tarea de despejar temores. Hablamos de unos 9.000 millones de dólares demorados según el actual ministro de economía, Ismael Benavides. Muchos de ellos vinculados con el sector minero peruano, que es el principal destino de las inversiones en exploración en América Latina y el tercero del mundo, por segundo año consecutivo. Perú tiene pedidos de propiedad minera sobre nada menos que el 16,73% de su territorio, la cifra más alta de su historia.
Para transmitir confianza a los operadores económicos, Humala ratificó primero al conocido economista de centro Julio Velarde -cercano políticamente a Lourdes Flores- en la presidencia del Banco Central de Reserva del Perú. Y designó enseguida a otro economista referente, en este caso a Luis Castilla, para la cartera Economía y Finanzas. Castilla, recordemos, fue el viceministro de Economía del gobierno saliente. Educado profesionalmente en los Estados Unidos (Harvard y John Hopkins), Castilla se desempeñó en el Banco Mundial y en la Corporación Andina de Fomento. De este modo, la continuidad del modelo económico parecería haber quedado garantizada. Al menos por un rato.
La posibilidad de una nueva aventura ideológica trasnochada en nuestra región parece, en contrapartida, haberse alejado. En cambio, las expectativas de un gobierno de izquierda moderada han crecido.
Así lo entendieron tanto la Bolsa de Valores de Lima, con un alza pronunciada inmediata; como el sensible mercado cambiario, con el fortalecimiento del sol. La central sindical (CGTP) por boca de su secretario general, Mario Huamán, expreso en cambio su repudio a las designaciones. Curiosamente, Huamán suena como candidato a la cartera de trabajo en un gabinete que aún no ha sido integrado totalmente.
Los nombramientos anunciados en el área económica son particularmente importantes para un país que tiene firmados quince tratados de libre comercio con otras naciones, siete de los cuales están en vigencia y ocho por entrar en vigor. Particularmente porque Humala estuvo en contra de ellos al inicio de su campaña electoral, para cambiar luego de posición cuando necesitó de los votos moderados para poder ser electo en segunda vuelta, particularmente los de «Perú Posible», la agrupación que lidera Alejandro Toledo, cuyo apoyo parlamentario será ahora imprescindible y decisivo para Humala.
El primer ministro será Salomón Lerner Ghittis, que se desempañara como jefe de campaña de Humala, al que se considera un hombre de izquierda moderada y la persona más influyente sobre Humala. Como canciller actuará el sociólogo y periodista Rafael Roncagliolo, lo que ha sido toda una sorpresa. Como Lerner, Roncagliolo, que tiene una interesante experiencia docente, se ha desempeñado en las filas de Transparencia, lo que asegura que no habrá tolerancia con los episodios de corrupción.
En la cartera de producción, desarrollo e inclusión social estará Kart Burneo Farfán, ex jefe del equipo económico que diseñara el plan de gobierno de Alejandro Toledo. En defensa, Daniel Mora Cevallos, otro dirigente político del riñón de Alejandro Toledo y oficial retirado del ejército de su país. En Energía y Minas, Carlos Herrera Descalzi, que se desempeñara en la administración de Valentín Paniagua y se incorporó como asesor de Humala poco antes de la segunda vuelta. Se trata de un ex decano del Colegio de Ingenieros, respetado como hombre conocedor y de buen criterio en un área en la que se anticipa discusiones con las empresas mineras con vista a aumentar la participación del Estado peruano en los resultados de la minería.
Por todo esto, Ismael Benavides, el referido ministro de economía saliente, no oculta su optimismo anticipando que «se dará ahora un chispazo de entusiasmo». Ocurre que Humala al confirmar su corrimiento hacia el centro del espectro político alimenta la esperanza que un proceso de desarrollo vertiginoso no se detenga en la nueva etapa que se inicia y que presumiblemente tendrá un acento más pronunciado en lo social, sin por ello salirse del andarivel que ha demostrado ser exitoso en la tarea esencial de crecer y reducir la pobreza.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.