Luis Beder Herrera es un vanguardista. Su pacto con Carlos Saúl Menem para que el expresidente, durante años defenestrado por el planeta K, regrese al Senado por la minoría para que el peronismo se quede con las tres bancas por La Rioja sentó jurisprudencia.
Cristina de Kirchner autorizó, aunque con condiciones y sólo a través de intermediarios, la puesta en marcha del operativo retorno para «facilitar» la captura de dirigentes del PJ que militaron, o todavía militan, en espacios opositores a la Casa Rosada.
La maniobra más ruidosa trascendió el jueves pasado y la protagonizan Daniel Scioli y Felipe Solá. El sciolista Alberto Pérez admitió que hay diálogo y buen trato con el fallido candidato presidencial del Peronismo Federal y sembró la hipótesis de un acuerdo.
Casos emblemáticos
Expansionista, el gobernador también le tiró un salvavidas a José «Pepe» Pampuro que en diciembre se queda sin banca en el Senado. No será ministro pero tendrá una de esas apetecibles butacas que en los circuitos de la política se llaman «cancillerías».
Son dos casos emblemáticos que llevan el sello Scioli pero tienen la «autorización» de Olivos, según confió ayer un operador K, y sirven como hoja de ruta: Cristina de Kirchner permitirá reingresos pero éstos, mandó a decir, serán a través de los gobernadores.
«El 90% del peronismo opositor se va a querer alinear con nosotros», arriesgó un dirigente y aclaró que se permitirán reincorporaciones pero tercerizadas vía los gobernadores. «El núcleo duro no lo va a hacer. Cristina menos», detalló en lo que debe leerse como el indicativo de pureza K.
Solá, que detectó un cambio de clima social durante los funerales de Néstor Kirchner, esperó por meses un guiño K. Al final encontró en La Plata la ventanilla que jamás se le abrió en Balcarce 50 donde, en cambio, emitieron «free pass» para algunos felipistas.
Ismael Passaglia, exministro de Salud de Solá, fue bendecido como candidato K en San Nicolás con protección de Florencio Randazzo. Típica tirria de pago chico: el propósito último del ministro es bloquear el triunfo de Gustavo Díaz Bancalari, sobrino de José María.
Viudos
Lo de Pampuro rankea en otra categoría: forma parte de ese pelotón de viudos que fueron excluidos de las listas del FpV como le ocurrió, también, al senador Nicolás Fernández. Pero al santacruceño le auguran un destino ministerial, quizá en Justicia. Al «Pepe» de Lanús, el desierto.
El senador revive al recuerdo de que fue él quien llevó a Néstor Kirchner a San Vicente y lo sentó con Eduardo Duhalde, cita en la que fue ungido candidato presidencial del conurbano. Vive el destrato como una traición aunque hace meses Carlos Zannini se lo anticipó.
Scioli, que confiesa su amistad con Pampuro y le perdona sus coqueteos con Sergio Massa, le tendió una mano y lo incluirá en «su equipo». ¿Junta heridos para armar su plataforma del 2015? «Daniel es peronista y el peronismo es aperturista», dicen en La Plata.
Cristina de Kirchner, aseguran en Gobierno, está al tanto de cada uno de esos movimientos. Pero a diferencia de su esposo, que en 2008 convocó a todos los caciques y los incorporó al PJ que lo proclamó jefe (la 125 destrozó poco después ese costura), la Presidente no tiene previsto intervenir en las negociaciones.
Es decir: el protocolo es el que usó Beder Herrera con Menem en La Rioja.
De todos modos, la Presidente se notifica vía Héctor «Chango» Icazuriaga, jefe de la SIDE, del sigiloso proceso de captura que los alcaldes del FpV iniciaron sobre los postulantes locales del duhaldismo. Todo suma.
Matemática básica: antes de la elección, la Casa Rosada acepta sin «contaminarse» la adhesión o la alianza con sectores y dirigentes del PJ que estaban parados enfrente, porque le sirve para disminuir a un competidor (Duhalde) y, quizá, para sumar algunos votos en octubre.
Salvo que logre una elección histórica cercana al 60 por ciento, el kirchnerismo no tendrá quórum propio -si repite los 50 puntos, queda con algo más de 120 diputados- por lo que deberá fijar treguas o empatías. Solá es el primer apellido que aparece cuando se enciende ese radar.
Límites
El operativo retorno que, a modo de prueba, autorizó Cristina de Kirchner y, con más ejercicio en la contención de extraños y críticos, empezó a ejecutar Scioli tiene limites: José Manuel de la Sota, desafiante de la Casa Rosada, encabeza esa lista.
En los últimos días, la Presidente reiteró su negativa a permitir que la boleta del PJ cordobés que patrocinan De la Sota y Juan Schiaretti con el sello «Unión por Córdoba» se pueda colgar de su candidatura presidencial y se convierta en una colectora.
La Presidente, se afirma a su lado, insiste con la teoría de que De la Sota la traicionó cuando no le cedió la vice a un dirigente K, le molestó que no exprese una postura a su favor en la primaria y reprocha que mantenga en pie la lista de diputados nacionales propia.
A pesar de todo, un simple gesto del cordobés podía facilitar un pacto de convivencia. Hay otros vetos inamovibles como el que pesa sobre Alberto Fernández, cuestión que hasta mereció una objeción de Cristina de Kirchner a Scioli por la relación que se le atribuye al gobernador con el ex jefe de Gabinete.
Cristina de Kirchner autorizó, aunque con condiciones y sólo a través de intermediarios, la puesta en marcha del operativo retorno para «facilitar» la captura de dirigentes del PJ que militaron, o todavía militan, en espacios opositores a la Casa Rosada.
La maniobra más ruidosa trascendió el jueves pasado y la protagonizan Daniel Scioli y Felipe Solá. El sciolista Alberto Pérez admitió que hay diálogo y buen trato con el fallido candidato presidencial del Peronismo Federal y sembró la hipótesis de un acuerdo.
Casos emblemáticos
Expansionista, el gobernador también le tiró un salvavidas a José «Pepe» Pampuro que en diciembre se queda sin banca en el Senado. No será ministro pero tendrá una de esas apetecibles butacas que en los circuitos de la política se llaman «cancillerías».
Son dos casos emblemáticos que llevan el sello Scioli pero tienen la «autorización» de Olivos, según confió ayer un operador K, y sirven como hoja de ruta: Cristina de Kirchner permitirá reingresos pero éstos, mandó a decir, serán a través de los gobernadores.
«El 90% del peronismo opositor se va a querer alinear con nosotros», arriesgó un dirigente y aclaró que se permitirán reincorporaciones pero tercerizadas vía los gobernadores. «El núcleo duro no lo va a hacer. Cristina menos», detalló en lo que debe leerse como el indicativo de pureza K.
Solá, que detectó un cambio de clima social durante los funerales de Néstor Kirchner, esperó por meses un guiño K. Al final encontró en La Plata la ventanilla que jamás se le abrió en Balcarce 50 donde, en cambio, emitieron «free pass» para algunos felipistas.
Ismael Passaglia, exministro de Salud de Solá, fue bendecido como candidato K en San Nicolás con protección de Florencio Randazzo. Típica tirria de pago chico: el propósito último del ministro es bloquear el triunfo de Gustavo Díaz Bancalari, sobrino de José María.
Viudos
Lo de Pampuro rankea en otra categoría: forma parte de ese pelotón de viudos que fueron excluidos de las listas del FpV como le ocurrió, también, al senador Nicolás Fernández. Pero al santacruceño le auguran un destino ministerial, quizá en Justicia. Al «Pepe» de Lanús, el desierto.
El senador revive al recuerdo de que fue él quien llevó a Néstor Kirchner a San Vicente y lo sentó con Eduardo Duhalde, cita en la que fue ungido candidato presidencial del conurbano. Vive el destrato como una traición aunque hace meses Carlos Zannini se lo anticipó.
Scioli, que confiesa su amistad con Pampuro y le perdona sus coqueteos con Sergio Massa, le tendió una mano y lo incluirá en «su equipo». ¿Junta heridos para armar su plataforma del 2015? «Daniel es peronista y el peronismo es aperturista», dicen en La Plata.
Cristina de Kirchner, aseguran en Gobierno, está al tanto de cada uno de esos movimientos. Pero a diferencia de su esposo, que en 2008 convocó a todos los caciques y los incorporó al PJ que lo proclamó jefe (la 125 destrozó poco después ese costura), la Presidente no tiene previsto intervenir en las negociaciones.
Es decir: el protocolo es el que usó Beder Herrera con Menem en La Rioja.
De todos modos, la Presidente se notifica vía Héctor «Chango» Icazuriaga, jefe de la SIDE, del sigiloso proceso de captura que los alcaldes del FpV iniciaron sobre los postulantes locales del duhaldismo. Todo suma.
Matemática básica: antes de la elección, la Casa Rosada acepta sin «contaminarse» la adhesión o la alianza con sectores y dirigentes del PJ que estaban parados enfrente, porque le sirve para disminuir a un competidor (Duhalde) y, quizá, para sumar algunos votos en octubre.
Salvo que logre una elección histórica cercana al 60 por ciento, el kirchnerismo no tendrá quórum propio -si repite los 50 puntos, queda con algo más de 120 diputados- por lo que deberá fijar treguas o empatías. Solá es el primer apellido que aparece cuando se enciende ese radar.
Límites
El operativo retorno que, a modo de prueba, autorizó Cristina de Kirchner y, con más ejercicio en la contención de extraños y críticos, empezó a ejecutar Scioli tiene limites: José Manuel de la Sota, desafiante de la Casa Rosada, encabeza esa lista.
En los últimos días, la Presidente reiteró su negativa a permitir que la boleta del PJ cordobés que patrocinan De la Sota y Juan Schiaretti con el sello «Unión por Córdoba» se pueda colgar de su candidatura presidencial y se convierta en una colectora.
La Presidente, se afirma a su lado, insiste con la teoría de que De la Sota la traicionó cuando no le cedió la vice a un dirigente K, le molestó que no exprese una postura a su favor en la primaria y reprocha que mantenga en pie la lista de diputados nacionales propia.
A pesar de todo, un simple gesto del cordobés podía facilitar un pacto de convivencia. Hay otros vetos inamovibles como el que pesa sobre Alberto Fernández, cuestión que hasta mereció una objeción de Cristina de Kirchner a Scioli por la relación que se le atribuye al gobernador con el ex jefe de Gabinete.