El domingo 24 de septiembre Alejandro Borensztein escribió en su habitual columna semanal en Clarín una nota de opinión acerca de las tomas de los colegios secundarios en la Ciudad de Buenos Aires que transcurren en estas semanas. Para ello utilizó elogiables frases de mi hermano Eduardo Said, detenido-desaparecido, profesor del Colegio Carlos Pellegrini, abogado de presos políticos y como tal perteneciente a la Gremial de Abogados Peronistas, cuando en el inicio del ciclo escolar manifestó: “…que les quede claro que millones de obreros argentinos, que no pueden mandar a sus hijos a este colegio trabajan para que ustedes sí puedan estudiar acá, y gratis. No les voy a permitir de ninguna manera que pierdan el tiempo y malgasten el dinero del pueblo”.
No es la idea descalificar una nota de opinión, porque es eso: de opinión, pero sí siento el impulso de manifestar que la frase que dijo mi hermano en los años 70 nos da orgullo y es triste su uso cuando menciona que Said engrosa la lista de profesores desparecidos del Pellegrini durante los años de la dictadura. Nosotros le agregamos que la dictadura fue cívico-militar, porque empresarios como la ex dueña de Clarín tuvieron severas complicidades con el genocidio que sufrió el pueblo argentino. También cuando lo recuerda como profesor progresista (es un término acuñado en las últimas décadas). Eduardo Said era fundamentalmente un militante político revolucionario y abogado de presos políticos. Por esos motivos se lo llevaron. Nombrar a un desaparecido para lavar una nota que estigmatiza a los jóvenes que hacen política es casi inmoral. Como es habitual en la cultura monopólica se habla del desaparecido pero no de los motivos por los cuales lo desaparecieron. Se promueve la participación pero solo de aquellas actividades que no tienen como objetivo transformar la realidad.
Esa es la historia que quieren contarles a los jóvenes. Una historia superficial, sin detalles, sin profundidad. Hubo desaparecidos. No importa por qué. No importa la cantidad de desaparecidos. No importa el pasado. Importa el futuro prometedor que nunca llega.
Pareciera entonces que solo en dictaduras armadas hay derecho a tomar medidas de protestar. Ahora que hay democracia, no se deberían tomar escuelas, aunque estéen juego la educación de los estudiantes.
Otra vez nos quieren hacer creer que el problema es la forma cuando nosotros insistimos en que el problema es el fondo. A Eduardo lo secuestraron por lo que proyectaba para su vida y para la Argentina, no por las formas en que proyectaba eso.
El problema en la educación de la Ciudad de Buenos Aires es la reforma que quiere imponer el Gobierno de la Ciudad y es un derecho de la comunidad educativa conocer esa reforma dar su opinión y tener instancias participativas para generar la discusión respecto de los cambio que la escuela necesita. Eso también es democracia. El problema mayor no son las tomas, las tomas son una consecuencia. Pero esta es mi opinión.
Para Eduardo Said, abogado peronista, detenido-desaparecido, era mucho más importante las actividades que tenían como objetivo que todo el pueblo ejerza sus derechos que las operaciones políticas para acallar voces.
No es la idea descalificar una nota de opinión, porque es eso: de opinión, pero sí siento el impulso de manifestar que la frase que dijo mi hermano en los años 70 nos da orgullo y es triste su uso cuando menciona que Said engrosa la lista de profesores desparecidos del Pellegrini durante los años de la dictadura. Nosotros le agregamos que la dictadura fue cívico-militar, porque empresarios como la ex dueña de Clarín tuvieron severas complicidades con el genocidio que sufrió el pueblo argentino. También cuando lo recuerda como profesor progresista (es un término acuñado en las últimas décadas). Eduardo Said era fundamentalmente un militante político revolucionario y abogado de presos políticos. Por esos motivos se lo llevaron. Nombrar a un desaparecido para lavar una nota que estigmatiza a los jóvenes que hacen política es casi inmoral. Como es habitual en la cultura monopólica se habla del desaparecido pero no de los motivos por los cuales lo desaparecieron. Se promueve la participación pero solo de aquellas actividades que no tienen como objetivo transformar la realidad.
Esa es la historia que quieren contarles a los jóvenes. Una historia superficial, sin detalles, sin profundidad. Hubo desaparecidos. No importa por qué. No importa la cantidad de desaparecidos. No importa el pasado. Importa el futuro prometedor que nunca llega.
Pareciera entonces que solo en dictaduras armadas hay derecho a tomar medidas de protestar. Ahora que hay democracia, no se deberían tomar escuelas, aunque estéen juego la educación de los estudiantes.
Otra vez nos quieren hacer creer que el problema es la forma cuando nosotros insistimos en que el problema es el fondo. A Eduardo lo secuestraron por lo que proyectaba para su vida y para la Argentina, no por las formas en que proyectaba eso.
El problema en la educación de la Ciudad de Buenos Aires es la reforma que quiere imponer el Gobierno de la Ciudad y es un derecho de la comunidad educativa conocer esa reforma dar su opinión y tener instancias participativas para generar la discusión respecto de los cambio que la escuela necesita. Eso también es democracia. El problema mayor no son las tomas, las tomas son una consecuencia. Pero esta es mi opinión.
Para Eduardo Said, abogado peronista, detenido-desaparecido, era mucho más importante las actividades que tenían como objetivo que todo el pueblo ejerza sus derechos que las operaciones políticas para acallar voces.