El Ministro de Hacienda sacó a relucir el tema que pone sobre la mesa una nueva y distinta discusión entre salarios e inflación
Alfonso Prat-Gay dijo que parte de la recuperación del poder de compra de los salarios se dará porque ahora la inflación bajó a 1,5% por mes frente a salarios cuyo aumento se fijó con una pauta de 2,5% mensual.
Los sindicalistas ya habían rechazado por adelantado esa posición del ministro que responde a la estrategia que el Gobierno fijó para los próximos meses: intentar que las discusiones salariales de ahora en más se realicen en función de la inflación «esperada» y no de la «pasada».
Los gremios ya dijeron que buscarán una compensación debido a que la inflación anual (agosto 2015-2016) fue de 36,9% y que, por tanto, los aumentos salariales quedaron desfasados.
Un caso es el de los docentes bonaerenses que arreglaron por 32% a comienzos de ahora y ahora reclaman una compensación de 8 a 10 puntos en la convicción de que la inflación anual, en realidad, ronda 40%.
Un test del nuevo escenario de negociación,que podría denominarse «inflación pasada o esperada», lo darían los empleados de comercio que en la paritaria tenían pendiente definir la suba para la segunda parte del año.
Piden un 25% adicional para la segunda cuota frente al sector empresario que no estaría dispuesto a estirarse a más de 10%.
Para el Gobierno no será indistinto que ese aumento resulte 10 o 25 por ciento y de ese resultado puede surgir una señal potente para los restantes gremios y ramas de actividad.
Las señales del Presupuesto 2016 que presentó Prat-Gay el jueves en el Congreso son claras: inflación de 17%, salarios públicos también en 17% y una suba de 22,1% en el gasto público.
El intento por «anclar» en 17% las expectativas de precios y salarios públicos, para que los privados transiten una supuesta banda de entre 20% y 25% será una batalla de las próximas semanas pero que tiene entre paréntesis las negociaciones sindicales por un posible paro general y la discusión de un bono compensatorio para aligerar ánimos sociales a fin de año.
El Presidente Maurico Macri rechazó de plano la idea de que pudiese haber una reapertura de las paritarias antes de fin de año.
Así ratificó su apuesta a bajar la inflación como como camino para reactivar una economía parada desde hace prácticamente cinco años.
Pero, casi simultáneamente y con las presentación del Presupuesto, también envió el mensaje de que el tan mentando «ajuste fiscal» que muchos economistas ortodoxos le reclaman al Gobierno, no forma parte de las prioridades presidenciales.
Presupuestar un déficit de 4,2% del Producto Bruto y un aumento de 32,4% de la deuda confirman las previsiones de muchos analistas sobre que en el año próximo las necesidades políticas primarán sobre las económicas.
El año electoral y la búsqueda de la consolidación del Gobierno aparecen como prioritarias frente a un contexto económico que tiene de trasfondo una música temporal pero muy edificante para la Casa Rosada: hay una elevada oferta de fondos a nivel mundial que busca colocación a lo largo del planeta
Sobre ese dato también descansa la fijación del dólar en $18 en el Presupuesto para el año próximo.
Así, según las previsiones oficiales, el dólar subiría 19% desde ahora hasta fines del año próximo.
Inflación de 17%, dólar subiendo 19% y salarios privados en 25% sería el cuadro perfecto de las expectativas oficiales.
Ese marco le permite a la Casa Rosada aspirar que el año próximo los aumentos salariales superen a la inflación y a la variación del dolar y que, por esa vía, el consumo se recupere después de la caída que registró en paralelo a la baja del poder de compra de los sueldos.
Ese sueño resultará posible basado en que a la Argentina siguen llegando dólares y, con financiamiento, las cuestiones económicas se presentan de forma más amigable.
Alfonso Prat-Gay dijo que parte de la recuperación del poder de compra de los salarios se dará porque ahora la inflación bajó a 1,5% por mes frente a salarios cuyo aumento se fijó con una pauta de 2,5% mensual.
Los sindicalistas ya habían rechazado por adelantado esa posición del ministro que responde a la estrategia que el Gobierno fijó para los próximos meses: intentar que las discusiones salariales de ahora en más se realicen en función de la inflación «esperada» y no de la «pasada».
Los gremios ya dijeron que buscarán una compensación debido a que la inflación anual (agosto 2015-2016) fue de 36,9% y que, por tanto, los aumentos salariales quedaron desfasados.
Un caso es el de los docentes bonaerenses que arreglaron por 32% a comienzos de ahora y ahora reclaman una compensación de 8 a 10 puntos en la convicción de que la inflación anual, en realidad, ronda 40%.
Un test del nuevo escenario de negociación,que podría denominarse «inflación pasada o esperada», lo darían los empleados de comercio que en la paritaria tenían pendiente definir la suba para la segunda parte del año.
Piden un 25% adicional para la segunda cuota frente al sector empresario que no estaría dispuesto a estirarse a más de 10%.
Para el Gobierno no será indistinto que ese aumento resulte 10 o 25 por ciento y de ese resultado puede surgir una señal potente para los restantes gremios y ramas de actividad.
Las señales del Presupuesto 2016 que presentó Prat-Gay el jueves en el Congreso son claras: inflación de 17%, salarios públicos también en 17% y una suba de 22,1% en el gasto público.
El intento por «anclar» en 17% las expectativas de precios y salarios públicos, para que los privados transiten una supuesta banda de entre 20% y 25% será una batalla de las próximas semanas pero que tiene entre paréntesis las negociaciones sindicales por un posible paro general y la discusión de un bono compensatorio para aligerar ánimos sociales a fin de año.
El Presidente Maurico Macri rechazó de plano la idea de que pudiese haber una reapertura de las paritarias antes de fin de año.
Así ratificó su apuesta a bajar la inflación como como camino para reactivar una economía parada desde hace prácticamente cinco años.
Pero, casi simultáneamente y con las presentación del Presupuesto, también envió el mensaje de que el tan mentando «ajuste fiscal» que muchos economistas ortodoxos le reclaman al Gobierno, no forma parte de las prioridades presidenciales.
Presupuestar un déficit de 4,2% del Producto Bruto y un aumento de 32,4% de la deuda confirman las previsiones de muchos analistas sobre que en el año próximo las necesidades políticas primarán sobre las económicas.
El año electoral y la búsqueda de la consolidación del Gobierno aparecen como prioritarias frente a un contexto económico que tiene de trasfondo una música temporal pero muy edificante para la Casa Rosada: hay una elevada oferta de fondos a nivel mundial que busca colocación a lo largo del planeta
Sobre ese dato también descansa la fijación del dólar en $18 en el Presupuesto para el año próximo.
Así, según las previsiones oficiales, el dólar subiría 19% desde ahora hasta fines del año próximo.
Inflación de 17%, dólar subiendo 19% y salarios privados en 25% sería el cuadro perfecto de las expectativas oficiales.
Ese marco le permite a la Casa Rosada aspirar que el año próximo los aumentos salariales superen a la inflación y a la variación del dolar y que, por esa vía, el consumo se recupere después de la caída que registró en paralelo a la baja del poder de compra de los sueldos.
Ese sueño resultará posible basado en que a la Argentina siguen llegando dólares y, con financiamiento, las cuestiones económicas se presentan de forma más amigable.