En un párrafo central del genial Facundo, Domingo Faustino Sarmiento auguraba que Norteamérica (hablando de Estados Unidos) está llamada a ser una federación mientras que la Argentina es una e indivisible. Acertaba apenas el cincuenta por ciento, el que ya era obvio. Erraba respecto de nuestro país, federal desde sus orígenes. La aleatoria muestra de las dos provincias que votaron ayer es, entre tantísimas, una prueba palpable. Diferentes su paisaje, su clima, su organización social, su cultura política, su historia reciente. Ayer, La Rioja y Chubut se asemejaron en dos aspectos: ganó el oficialismo local y el resultado se conoció sin mayor suspenso, aunque los escrutinios fueron muy lentos. Pero hasta esas similitudes aparentes albergan una diferencia exorbitante. El riojano Luis Beder Herrera ganó por paliza, tendrá pleno dominio del sistema político, consolida su poder y su legitimidad. En el sur, en cambio, Martín Buzzi necesitó dos etapas de una elección enmarañada y dudosa. Será gobernador legal, pero con legitimidad acotada. Y para el hombre fuerte de la provincia, el actual gobernador y ex presidenciable Mario Das Neves, el resultado es pírrico a la enésima potencia.
Vayamos por partes, como aconsejaba el filósofo cínico Jack the Ripper.
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La tierra del peronismo y de Menem: El peronismo hegemoniza la historia política de La Rioja. Su gran líder fue Carlos Menem, plebiscitado gobernador tres veces (1973, 1983 y 1987), luego presidente reelecto. Su semilla germinó hondo en el árido suelo riojano, los gobernadores ulteriores fueron de su mismo palo. Beder Herrera es, a esta altura, la peor astilla de ese palo, porque cruzó el Rubicón y se alió al kirchnerismo.
La laxitud de las alianzas no altera la política local, que conserva las características menos entusiasmantes de su pasado reciente. La abrumadora hegemonía del oficialismo es una de ellas. Al cierre de esta nota (bien pasadas las once de la noche del domingo) se conocían escasos guarismos definitivos, pero todo indicaba que el gobernador llegaba a su tercer mandato con más del sesenta por ciento de los votos, mucho más que la suma de sus dos remotos seguidores.
El radicalismo repitió la costumbre de la etapa menemista, cuando el correligionario diputado Guillermo Galván era segundo estructural, en lontananza. Angel Maza, ex gobernador menemista él también, quedó tercero muy al fondo. Casi irreconocible por las cirugías estéticas en su rostro, intentó denuncias de fraude. Ni la cosecha en las urnas ni la imprecisión de su discurso favorecieron su credibilidad.
Beder Herrera ganó como quiso, en una elección donde casi hubo más colectoras que candidatos. En ese territorio, el Prode carece de encanto: poné local y ya ganaste.
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La pasión según Das Neves: Las complementarias chubutenses fueron la mejor resolución posible al escándalo producido por el pésimo (y quizá fraudulento) escrutinio realizado por el gobierno dasnevista en el comicio anterior. Era, de cajón, dificilísimo que menos de 2000 votantes de un padrón que se había dividido de modo muy parejo compensaran la módica diferencia conseguida por Buzzi. Cuando se supo que la asistencia fue muy buena, pero no perfecta (1585 ciudadanos), era cantado que el peronismo local se quedaría con la gobernación. Das Neves, con el rostro enrojecido metiendo miedo (entiéndase bien: por su salud, en principio física), se exaltó. Ganamos, carajo, propinó, elocuente. Republicano hasta la médula, cuestionó la correcta decisión de los tribunales de su provincia llamando a complementarias. En su libro de Derecho es mejor privar del voto a muchos ciudadanos que emparchar un escrutinio pésimo, que él comandó. El de ayer fue bastante moroso, también. La página web de la gobernación fue de nuevo un desastre: sin datos hasta después de las ocho de la noche, colapsada un ratito después.
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De marzo a mayo: La diferencia de la celebración entre aquella noche capciosa y ésta fue notoria. Dos meses ha, se formó un simpático coro peronista federal-Unión PRO. Entrelazados como buenos compañeros, el gobernador junto a los diputados Francisco de Narváez, Felipe Solá y Graciela Camaño cantaron Soy feliz. El peronismo alterno, por aquel entonces, iba en pos de una interna dinamizadora, de la que Das Neves pensaba ser animador y candidato. La simpática experiencia coral fue su última tarea dentro de ese colectivo nacional. Se apeó del caballo.
Los compañeros ayer no repitieron el hit musical, tienen otras prioridades. Hoy día, De Narváez puso distancia con el macrismo y el peronismo antikirchnerista, porque le es más redituable posar junto a Graciela Ocaña y buscar un acuerdo con los radicales.
Camaño lanzó su candidatura a gobernadora bonaerense, lo que sería una mala nueva para el Colorado si la dirigente duhaldista moviera el amperímetro. No da la impresión de ser así y la instalación suena más a lo que los politólogos llaman gambito rabino Bergman, esto es, amagar una ambición mayor para terminar roscando en una lista con pretensiones serias.
Felipe, a su turno, analiza qué espacio se aviene mejor a sus ambiciones y autovaloración, muy desproporcionadas con su potencial en esta coyuntura.
Hay que reconocer, además, que a fines de mayo en la Patagonia hace más frío que dos meses atrás. Solito, con sus pollos, Das Neves elevó la temperatura y la presión. Las propias, se entiende.
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La fuerza de gravedad: Buzzi está en minoría en la Legislatura local y ganar por un pelito, sin tener referente nacional, no es el comienzo que daba por hecho a principios de año. Su legitimidad de origen es menor que la de su precursor, al que no puede seguir atado. Es una ley de la política, debe construir un destino propio. La fuerza gravitatoria lo empujará, quieras que no, a buscar arrimarse al Frente para la Victoria, en el espacio provincial. Y al gobierno nacional que emerja de las elecciones de octubre.
Cuenta con la posibilidad de una reelección, conduce una provincia próspera, con una población tradicionalmente laboriosa. Es joven, no da la impresión de ser suicida, tendrá que ir lijando el tono belicoso que animó a Das Neves. La historia clásica retacea datos acerca de cómo celebró el rey Pirro el triunfo bélico que destruyó un reino y parió un adjetivo. El festejo de Das Neves fue una confesión, estilo incluido.
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Guinness con tarea pendiente: Chubut quedó para el Guinness, con sus dos elecciones. Hubo precedentes en municipios de varias provincias, con resultados muy parejos e impugnaciones atendibles que afectaban a un caudal de votos que podía torcer la elección. Pero, hasta ahora, una provincia, jamás.
Una parte de la responsabilidad, si se acepta una ironía, la tuvo el padrón ciudadano que dividió sus preferencias casi como Gerardo Sofovich cuando cortaba la manzana.
Una pequeña ciudad, Gualjaina, duplicará próximamente el record provincial. En 2007 tuvo complementarias, en circunstancias similares a las de Chubut 2011. Ahora le queda pendiente otra porque hay un empate en 412 votos entre el dasnevismo y el kirchnerismo en la elección del Concejo Deliberante. Se decidió desempatar mediante una suerte de ballottage, se imaginaba que se realizaría ayer. Pero el Concejo Deliberante no hizo la convocatoria, que deberá cumplirse en los próximos meses. En el ínterin, los ediles podrán buscar vía Internet los requisitos para tramitar el Guinness.
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Lo que viene: En junio el maratón provincial prosigue en Neuquén, Tierra del Fuego y Misiones. En las dos primeras gobiernan Jorge Sapag y Fabiana Ríos, del rotundo Movimiento Popular Neuquino y de un flamante partido provincial, respectivamente. No son kirchneristas pero sí aliados de buen trato con la Casa Rosada. El Frente para la Victoria aspira a desbancarlos (en Neuquén en una curiosa coalición con el radicalismo provincial), las encuestas le asignan posibilidades. En cualquier caso, si las actuales autoridades fueran reelectas no sería fatal para los intereses del kirchnerismo ni un avance para sus adversarios en las presidenciales. Una victoria de visitante, le valdría doble.
El oficialismo misionero tiene cara de revalidar, aunque ya se sabe que los sondeos son una cosa y los votos muy otra.
A fin de junio estarán presentadas las alianzas y todas las candidaturas nacionales, desde la fórmula presidencial, hasta los diputados y senadores.
Queda mucho por rodar. Hasta ahora, las cuatro disputas, en las que al fin y al cabo ganaron tres oficialismos, causaron mucha más mella en la oposición que en el kirchnerismo. Claro que el partido recién empieza y los próximos meses serán para alquilar balcones.
mwainfeld@pagina12.com.ar
Vayamos por partes, como aconsejaba el filósofo cínico Jack the Ripper.
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La tierra del peronismo y de Menem: El peronismo hegemoniza la historia política de La Rioja. Su gran líder fue Carlos Menem, plebiscitado gobernador tres veces (1973, 1983 y 1987), luego presidente reelecto. Su semilla germinó hondo en el árido suelo riojano, los gobernadores ulteriores fueron de su mismo palo. Beder Herrera es, a esta altura, la peor astilla de ese palo, porque cruzó el Rubicón y se alió al kirchnerismo.
La laxitud de las alianzas no altera la política local, que conserva las características menos entusiasmantes de su pasado reciente. La abrumadora hegemonía del oficialismo es una de ellas. Al cierre de esta nota (bien pasadas las once de la noche del domingo) se conocían escasos guarismos definitivos, pero todo indicaba que el gobernador llegaba a su tercer mandato con más del sesenta por ciento de los votos, mucho más que la suma de sus dos remotos seguidores.
El radicalismo repitió la costumbre de la etapa menemista, cuando el correligionario diputado Guillermo Galván era segundo estructural, en lontananza. Angel Maza, ex gobernador menemista él también, quedó tercero muy al fondo. Casi irreconocible por las cirugías estéticas en su rostro, intentó denuncias de fraude. Ni la cosecha en las urnas ni la imprecisión de su discurso favorecieron su credibilidad.
Beder Herrera ganó como quiso, en una elección donde casi hubo más colectoras que candidatos. En ese territorio, el Prode carece de encanto: poné local y ya ganaste.
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La pasión según Das Neves: Las complementarias chubutenses fueron la mejor resolución posible al escándalo producido por el pésimo (y quizá fraudulento) escrutinio realizado por el gobierno dasnevista en el comicio anterior. Era, de cajón, dificilísimo que menos de 2000 votantes de un padrón que se había dividido de modo muy parejo compensaran la módica diferencia conseguida por Buzzi. Cuando se supo que la asistencia fue muy buena, pero no perfecta (1585 ciudadanos), era cantado que el peronismo local se quedaría con la gobernación. Das Neves, con el rostro enrojecido metiendo miedo (entiéndase bien: por su salud, en principio física), se exaltó. Ganamos, carajo, propinó, elocuente. Republicano hasta la médula, cuestionó la correcta decisión de los tribunales de su provincia llamando a complementarias. En su libro de Derecho es mejor privar del voto a muchos ciudadanos que emparchar un escrutinio pésimo, que él comandó. El de ayer fue bastante moroso, también. La página web de la gobernación fue de nuevo un desastre: sin datos hasta después de las ocho de la noche, colapsada un ratito después.
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De marzo a mayo: La diferencia de la celebración entre aquella noche capciosa y ésta fue notoria. Dos meses ha, se formó un simpático coro peronista federal-Unión PRO. Entrelazados como buenos compañeros, el gobernador junto a los diputados Francisco de Narváez, Felipe Solá y Graciela Camaño cantaron Soy feliz. El peronismo alterno, por aquel entonces, iba en pos de una interna dinamizadora, de la que Das Neves pensaba ser animador y candidato. La simpática experiencia coral fue su última tarea dentro de ese colectivo nacional. Se apeó del caballo.
Los compañeros ayer no repitieron el hit musical, tienen otras prioridades. Hoy día, De Narváez puso distancia con el macrismo y el peronismo antikirchnerista, porque le es más redituable posar junto a Graciela Ocaña y buscar un acuerdo con los radicales.
Camaño lanzó su candidatura a gobernadora bonaerense, lo que sería una mala nueva para el Colorado si la dirigente duhaldista moviera el amperímetro. No da la impresión de ser así y la instalación suena más a lo que los politólogos llaman gambito rabino Bergman, esto es, amagar una ambición mayor para terminar roscando en una lista con pretensiones serias.
Felipe, a su turno, analiza qué espacio se aviene mejor a sus ambiciones y autovaloración, muy desproporcionadas con su potencial en esta coyuntura.
Hay que reconocer, además, que a fines de mayo en la Patagonia hace más frío que dos meses atrás. Solito, con sus pollos, Das Neves elevó la temperatura y la presión. Las propias, se entiende.
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La fuerza de gravedad: Buzzi está en minoría en la Legislatura local y ganar por un pelito, sin tener referente nacional, no es el comienzo que daba por hecho a principios de año. Su legitimidad de origen es menor que la de su precursor, al que no puede seguir atado. Es una ley de la política, debe construir un destino propio. La fuerza gravitatoria lo empujará, quieras que no, a buscar arrimarse al Frente para la Victoria, en el espacio provincial. Y al gobierno nacional que emerja de las elecciones de octubre.
Cuenta con la posibilidad de una reelección, conduce una provincia próspera, con una población tradicionalmente laboriosa. Es joven, no da la impresión de ser suicida, tendrá que ir lijando el tono belicoso que animó a Das Neves. La historia clásica retacea datos acerca de cómo celebró el rey Pirro el triunfo bélico que destruyó un reino y parió un adjetivo. El festejo de Das Neves fue una confesión, estilo incluido.
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Guinness con tarea pendiente: Chubut quedó para el Guinness, con sus dos elecciones. Hubo precedentes en municipios de varias provincias, con resultados muy parejos e impugnaciones atendibles que afectaban a un caudal de votos que podía torcer la elección. Pero, hasta ahora, una provincia, jamás.
Una parte de la responsabilidad, si se acepta una ironía, la tuvo el padrón ciudadano que dividió sus preferencias casi como Gerardo Sofovich cuando cortaba la manzana.
Una pequeña ciudad, Gualjaina, duplicará próximamente el record provincial. En 2007 tuvo complementarias, en circunstancias similares a las de Chubut 2011. Ahora le queda pendiente otra porque hay un empate en 412 votos entre el dasnevismo y el kirchnerismo en la elección del Concejo Deliberante. Se decidió desempatar mediante una suerte de ballottage, se imaginaba que se realizaría ayer. Pero el Concejo Deliberante no hizo la convocatoria, que deberá cumplirse en los próximos meses. En el ínterin, los ediles podrán buscar vía Internet los requisitos para tramitar el Guinness.
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Lo que viene: En junio el maratón provincial prosigue en Neuquén, Tierra del Fuego y Misiones. En las dos primeras gobiernan Jorge Sapag y Fabiana Ríos, del rotundo Movimiento Popular Neuquino y de un flamante partido provincial, respectivamente. No son kirchneristas pero sí aliados de buen trato con la Casa Rosada. El Frente para la Victoria aspira a desbancarlos (en Neuquén en una curiosa coalición con el radicalismo provincial), las encuestas le asignan posibilidades. En cualquier caso, si las actuales autoridades fueran reelectas no sería fatal para los intereses del kirchnerismo ni un avance para sus adversarios en las presidenciales. Una victoria de visitante, le valdría doble.
El oficialismo misionero tiene cara de revalidar, aunque ya se sabe que los sondeos son una cosa y los votos muy otra.
A fin de junio estarán presentadas las alianzas y todas las candidaturas nacionales, desde la fórmula presidencial, hasta los diputados y senadores.
Queda mucho por rodar. Hasta ahora, las cuatro disputas, en las que al fin y al cabo ganaron tres oficialismos, causaron mucha más mella en la oposición que en el kirchnerismo. Claro que el partido recién empieza y los próximos meses serán para alquilar balcones.
mwainfeld@pagina12.com.ar