Según el diccionario un hecho extraordinario es «algo poco común, sale fuera del orden» y algo de eso está pasando en las finanzas del mundo que abre un nuevo horizonte para la Argentina.
Hay un dato elocuente: en lo que de octubre las reservas del Banco Central aumentaron 36%.
Crecieron casi US$ 11.000 millones al pasar de US$ 29.902 millones a US$ 40.567 millones en sólo 25 días.
El salto se encamina a ser el mayor desde que el país abandonó la convertibilidad y habla mucho del nuevo horizonte financiero para la Argentina.
Parte de las causas de ese resultado hay que buscarlas afuera.
El mundo desarrollado nada en una abundante liquidez y aún cuando la Reserva Federal de los EE:UU: vaya a subir la tasa después de la elección presidencial de comienzos de noviembre, parte de un piso muy bajo (cercano a cero) que el mundo ya descontó el posible efecto contractivao.
El indicador más relevante de que los países desarrollados están inundados de plata es que cada son más los bonos de esos países que ofrecen una tasa que resulta «negativa». Sí, hay inversores grandes que pagan, y no cobran, para mantener a salvo su dinero.
En poco más de un año y medio el mundo financiero ha pasado de tener del 5% al 24% de todos los bonos emitidos con rentabilidades «negativas».
Frente a ese baño de fondos se entiendo porqué muchos de los países emergentes consiguen financiamiento en catarata y, en ese sentido, la Argentina, que tiene un bajo nivel de endeudamiento, es una de las plazas más buscadas.
Para dar una idea de lo que ocurre, España, un país en crisis política por no poder formar gobierno pero en el que los empresarios festejan esa misma falta de gobierno al crecer más de 3% su economía, consiguió financiamiento a «50 años de plazo a una tasa de 2,69% anual».
Es por eso que, también, se entiende el porqué de que el Gobierno haya conseguido financiamiento en pesos a 10 años de plazo a 15,5%.
La pregunta para el lector sería: ¿le prestaría usted al estado argentino pesos en cantidad por diez años a una tasa de 15,5% cuando cualquier banco hoy ofrece 22% por un plazo fijo y el Banco Central le vende letras a 35 días de plazo a más del 26%?. Piénselo.
Pero lo concreto es que hay inversores grandes del exterior que decidieron traer dólares, vendérselos al Banco Central ( por eso crecieron las reservas cómo crecieron) y con los pesos le compraron bonos a Alfonso Prat Gay a diez años a 15,5% anual.
De la fluidez de este escenario financiero en el que el Gobierno aparece cómo punta de lanza en lo que hace a la toma de fondos, también participan con intensidad las provincias y el sector privado.
Según un informe del Banco Central, las provincias «en lo que va del año colocaron más de US$ 6.000 millones a un plazo promedio ponderado superior a los 8 años».
Y las empresas, también desde enero llevan colocados bonos por más de US$ 5.000 millones.
Aunque pueda resultar arriesgado, el cambio en el panorama financiero aparece despejado y pareciera que la falta de dólares no sería un limitante para que la economía empiece a despegar después de cinco años de estancamiento.
Cómo la Argentina ya sabe, al abundancia de financiamiento viene asociada a dos riesgos marcados: que entren muchos dólares y que, por tanto, el precio del dólar baje mucho, y otra es destinar la mayor deuda a gastos corrientes del estado que armen una «fiesta» de consumo de corto plazo y que, por tanto, cuando llegue la factura todo resulte muy caro.
Entre banqueros y empresarios hay preocupaciones distintas frente al futuro cercano
Coinciden en darle crédito al Gobierno sobre que el mayor endeudamiento servirá para hacer más gradual el ajuste del déficit fiscal.
Y las previsiones sobre el blanqueo de capitales se mantienen elevadas: en los principales bancos de la Argentina calculan que se blaquearán más de US$ 60.000 millones.
Pero el nuevo horizonte financiero, que para el Gobierno constituye también un instrumento político de primer nivel, no está exento de acechanzas para los exportadores argentinos.
Un mucho nadando en liquidez es, en buena medida, la respuesta a bancos centrales de países desarrollados que intentaron por la vía de la inyección de fondos crear argumentos para aumentar la demanda de productos industriales que también están bañando al mundo.
Mayor oferta de productos a nivel mundial y el dólar tendiendo a abaratarse en la Argentina forman parte, también, del nuevo escenario financiero que se iría consolidando detrás de la idea de que el Gobierno puso en un lugar destacado de sus prioridades tener un buen desempeño en las elecciones legislativas de 2017.
Con la política como norte y el nuevo escenario financiero por delante, el Gobierno aspira a poder decir en algunas semanas más que la economía empezará a salir de la recesión.
Hay un dato elocuente: en lo que de octubre las reservas del Banco Central aumentaron 36%.
Crecieron casi US$ 11.000 millones al pasar de US$ 29.902 millones a US$ 40.567 millones en sólo 25 días.
El salto se encamina a ser el mayor desde que el país abandonó la convertibilidad y habla mucho del nuevo horizonte financiero para la Argentina.
Parte de las causas de ese resultado hay que buscarlas afuera.
El mundo desarrollado nada en una abundante liquidez y aún cuando la Reserva Federal de los EE:UU: vaya a subir la tasa después de la elección presidencial de comienzos de noviembre, parte de un piso muy bajo (cercano a cero) que el mundo ya descontó el posible efecto contractivao.
El indicador más relevante de que los países desarrollados están inundados de plata es que cada son más los bonos de esos países que ofrecen una tasa que resulta «negativa». Sí, hay inversores grandes que pagan, y no cobran, para mantener a salvo su dinero.
En poco más de un año y medio el mundo financiero ha pasado de tener del 5% al 24% de todos los bonos emitidos con rentabilidades «negativas».
Frente a ese baño de fondos se entiendo porqué muchos de los países emergentes consiguen financiamiento en catarata y, en ese sentido, la Argentina, que tiene un bajo nivel de endeudamiento, es una de las plazas más buscadas.
Para dar una idea de lo que ocurre, España, un país en crisis política por no poder formar gobierno pero en el que los empresarios festejan esa misma falta de gobierno al crecer más de 3% su economía, consiguió financiamiento a «50 años de plazo a una tasa de 2,69% anual».
Es por eso que, también, se entiende el porqué de que el Gobierno haya conseguido financiamiento en pesos a 10 años de plazo a 15,5%.
La pregunta para el lector sería: ¿le prestaría usted al estado argentino pesos en cantidad por diez años a una tasa de 15,5% cuando cualquier banco hoy ofrece 22% por un plazo fijo y el Banco Central le vende letras a 35 días de plazo a más del 26%?. Piénselo.
Pero lo concreto es que hay inversores grandes del exterior que decidieron traer dólares, vendérselos al Banco Central ( por eso crecieron las reservas cómo crecieron) y con los pesos le compraron bonos a Alfonso Prat Gay a diez años a 15,5% anual.
De la fluidez de este escenario financiero en el que el Gobierno aparece cómo punta de lanza en lo que hace a la toma de fondos, también participan con intensidad las provincias y el sector privado.
Según un informe del Banco Central, las provincias «en lo que va del año colocaron más de US$ 6.000 millones a un plazo promedio ponderado superior a los 8 años».
Y las empresas, también desde enero llevan colocados bonos por más de US$ 5.000 millones.
Aunque pueda resultar arriesgado, el cambio en el panorama financiero aparece despejado y pareciera que la falta de dólares no sería un limitante para que la economía empiece a despegar después de cinco años de estancamiento.
Cómo la Argentina ya sabe, al abundancia de financiamiento viene asociada a dos riesgos marcados: que entren muchos dólares y que, por tanto, el precio del dólar baje mucho, y otra es destinar la mayor deuda a gastos corrientes del estado que armen una «fiesta» de consumo de corto plazo y que, por tanto, cuando llegue la factura todo resulte muy caro.
Entre banqueros y empresarios hay preocupaciones distintas frente al futuro cercano
Coinciden en darle crédito al Gobierno sobre que el mayor endeudamiento servirá para hacer más gradual el ajuste del déficit fiscal.
Y las previsiones sobre el blanqueo de capitales se mantienen elevadas: en los principales bancos de la Argentina calculan que se blaquearán más de US$ 60.000 millones.
Pero el nuevo horizonte financiero, que para el Gobierno constituye también un instrumento político de primer nivel, no está exento de acechanzas para los exportadores argentinos.
Un mucho nadando en liquidez es, en buena medida, la respuesta a bancos centrales de países desarrollados que intentaron por la vía de la inyección de fondos crear argumentos para aumentar la demanda de productos industriales que también están bañando al mundo.
Mayor oferta de productos a nivel mundial y el dólar tendiendo a abaratarse en la Argentina forman parte, también, del nuevo escenario financiero que se iría consolidando detrás de la idea de que el Gobierno puso en un lugar destacado de sus prioridades tener un buen desempeño en las elecciones legislativas de 2017.
Con la política como norte y el nuevo escenario financiero por delante, el Gobierno aspira a poder decir en algunas semanas más que la economía empezará a salir de la recesión.