Charlar con César Pelli es maravilloso. Su buen humor, su encanto y su sencillez son tan elocuentes como su talento y sus monumentales obras. “¿Siempre está tan sonriente?”, se le pregunta. “Sí. total, cuesta lo mismo…”, contesta con risas sin pausas (ver Galería de fotos con las obras de Pelli).
Con esa simpatía y humildad, Pelli es uno de los arquitectos más reconocidos del mundo, famoso por sus Torres Petronas –que con sus 452 metros de altura entre 1998 y 2003 fue el edificio más alto del mundo– y por decenas de obras admiradas y estudiadas en todos los continentes. Tiene 85 años y viaja una vez por semana a distantes países para hablar con clientes y supervisar sus trabajos. Vino a esta ciudad a recibir el Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba.
Estudió en la Universidad Nacional de Tucumán y hace medio siglo emigró a Estados Unidos, donde tiene un estudio en New Haven, de 115 empleados y otro con 25 en Nueva York. Además, otro en Shangai y un cuarto en Abu Dhabi. Por año, toma entre seis y ocho obras (“es el máximo que puedo diseñar”, dice). Hoy, tiene alrededor de 50 en construcción.
–Usted suele diseñar rascacielos. Alguna vez, dijo que el ascensor es uno de los mejores medios de transporte.
–Es el más eficiente, más ecológico y más económico.
–En Córdoba, durante décadas el límite fue 35 metros. Ahora se liberó.
–La decisión de poner límites, si está hecha inteligentemente y se la protege, es buena. Contribuye a darle un carácter especial a la ciudad. Washington tiene un límite similar.
–Córdoba está muy extendida, ¿es mejor densificar?
–Para crecer, es mejor que las ciudades sean más densas, no que se extiendan. Una forma es ir en altura. Pero no la única. París es densísima y los edificios son de siete pisos.
–¿Y usted vive en un edificio o una casa?
–En una casa con jardín.
–No elegiría vivir en un edificio.
–No (se ríe).
–¡Los diseña para otros!
–Por supuesto (ríe). Vivo en New Haven, una ciudad chica, simpática, y lo lindo es que más de la mitad de la gente que trabaja conmigo, camina al trabajo. Es hermoso, cuando lo hago, me toma 30 minutos.
–En Córdoba hay un gran desarrollo de los barrios cerrados…
–Odio los barrios cerrados. Hacen mucho daño a la cohesión social. Lo hermoso de vivir en una ciudad es que uno se mezcla con todo tipo de gente y con todos tipos de actividades. Eso es dignificante. Eso de encerrarse en un barrio cerrado es muy negativo. Es como meterse en un ataúd y tirarse tierra desde arriba.
–¿Y si le encargaran diseñar un barrio cerrado?
–Creo que no tomaría el trabajo, no lo podría hacer con gusto. No creo en esos barrios.
Más información
– El diseño sustentable
Con esa simpatía y humildad, Pelli es uno de los arquitectos más reconocidos del mundo, famoso por sus Torres Petronas –que con sus 452 metros de altura entre 1998 y 2003 fue el edificio más alto del mundo– y por decenas de obras admiradas y estudiadas en todos los continentes. Tiene 85 años y viaja una vez por semana a distantes países para hablar con clientes y supervisar sus trabajos. Vino a esta ciudad a recibir el Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba.
Estudió en la Universidad Nacional de Tucumán y hace medio siglo emigró a Estados Unidos, donde tiene un estudio en New Haven, de 115 empleados y otro con 25 en Nueva York. Además, otro en Shangai y un cuarto en Abu Dhabi. Por año, toma entre seis y ocho obras (“es el máximo que puedo diseñar”, dice). Hoy, tiene alrededor de 50 en construcción.
–Usted suele diseñar rascacielos. Alguna vez, dijo que el ascensor es uno de los mejores medios de transporte.
–Es el más eficiente, más ecológico y más económico.
–En Córdoba, durante décadas el límite fue 35 metros. Ahora se liberó.
–La decisión de poner límites, si está hecha inteligentemente y se la protege, es buena. Contribuye a darle un carácter especial a la ciudad. Washington tiene un límite similar.
–Córdoba está muy extendida, ¿es mejor densificar?
–Para crecer, es mejor que las ciudades sean más densas, no que se extiendan. Una forma es ir en altura. Pero no la única. París es densísima y los edificios son de siete pisos.
–¿Y usted vive en un edificio o una casa?
–En una casa con jardín.
–No elegiría vivir en un edificio.
–No (se ríe).
–¡Los diseña para otros!
–Por supuesto (ríe). Vivo en New Haven, una ciudad chica, simpática, y lo lindo es que más de la mitad de la gente que trabaja conmigo, camina al trabajo. Es hermoso, cuando lo hago, me toma 30 minutos.
–En Córdoba hay un gran desarrollo de los barrios cerrados…
–Odio los barrios cerrados. Hacen mucho daño a la cohesión social. Lo hermoso de vivir en una ciudad es que uno se mezcla con todo tipo de gente y con todos tipos de actividades. Eso es dignificante. Eso de encerrarse en un barrio cerrado es muy negativo. Es como meterse en un ataúd y tirarse tierra desde arriba.
–¿Y si le encargaran diseñar un barrio cerrado?
–Creo que no tomaría el trabajo, no lo podría hacer con gusto. No creo en esos barrios.
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