SAN PABLO.- Como una advertencia de lo que puede suceder si la presidenta Dilma Rousseff es apartada del poder por el Senado y sometida a juicio político el mes próximo, militantes de izquierda ligados al oficialista Partido de los Trabajadores (PT) bloquearon ayer rutas y avenidas en una decena de estados de Brasil, en tanto que desde el gobierno se preparan para obstaculizar al máximo la transición al vicepresidente Michel Temer.
Liderado por el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), el frente conocido como Pueblo Sin Miedo organizó los cortes de caminos para expresar su rechazo al «golpe institucional» que, alegan, está en curso en el país. Los bloqueos, con piquetes humanos además de neumáticos y basura quemada, se sucedieron durante todo el día en los principales accesos a Brasilia, San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Recife, Fortaleza y Goiania, así como en rutas estratégicas del interior.
«No aceptaremos el golpe. Defenderemos nuestros derechos sociales, que están siendo amenazados por la agenda retrógrada diseñada por el vicepresidente conspirador Michel Temer», señaló Guilherme Boulos, coordinador nacional del MTST, quien, cuestionado por la prensa por los inconvenientes que sus acciones acarreaban a la gente y los problemas que generaban a la alicaída economía brasileña, respondió: «¿Qué quieren? ¿Qué nos manifestemos en el Sambódromo? Lamentablemente, en un país donde el sistema político es sordo y ciego, las manifestaciones populares de esta naturaleza son la única forma de respuesta y visibilidad».
Otros grupos que integran el frente Pueblo Sin Miedo son la Central Única de Trabajadores (CUT), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la Intersindical, la Central de Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB), la Unión de Núcleos de Educación Popular para Negros y Clase Trabajadora (Uneafro), y otros menores, que reciben el respaldo del PT.
Prácticamente resignada a que en la votación del 11 de mayo en el Senado la mayoría de los legisladores apruebe el pedido de impeachment en su contra por violar la ley de responsabilidad fiscal -lo que llevaría a su apartamiento de la presidencia por un plazo de hasta 180 días, mientras es juzgada por los senadores-, Dilma ha dado a entender a todos sus ministros que pretende complicar todo lo que pueda la asunción de las riendas del Palacio del Planalto por el vicepresidente Temer. La intención es que en los días que quedan hasta la votación clave, se realicen todos los anuncios que el gobierno tenía en marcha, para que no se adueñe de ellos la nueva administración -temporaria si Dilma es hallada inocente; permanente si es condenada-. También, según empleados estatales, empezaron a destruir documentos y a borrar archivos, todo con la idea de que Temer tenga un «aterrizaje duro», para obstaculizar sus planes de reinyectar confianza en Brasil y recuperar el crecimiento económico.
Asimismo, en el Planalto ya se está pensando que, ante la cada vez más probable posibilidad de que Dilma deba dejar su cargo, la presidenta realice en mayo una «gira de denuncia» por varios países de América latina y Europa, además de Estados Unidos, con el fin de cosechar apoyos internacionales y evitar su destitución definitiva en el Senado.
Otra carta desesperada que se está evaluando, pero que debería ser jugada antes del 11 de mayo, es que la presidenta proponga al Congreso finalizar su mandato en octubre y, por medio de una enmienda constitucional, se convoque a nuevas elecciones junto con los comicios municipales de ese mes.
Un grupo de senadores de varios partidos le hicieron llegar esa alternativa a la jefa de Estado, luego de consultas con su padrino político, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva. En el círculo íntimo de Dilma hay mucha resistencia a tomar ese camino, al igual que en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), de Temer, y el opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
«La gravedad del momento por el que pasa LA NACION brasileña sólo será superada con actos de grandeza y coraje de nuestros líderes y nuestras instituciones políticas», advirtió en una carta dirigida a la presidenta el grupo de senadores que respalda esta salida, apoyada también por la popular ecologista y ex candidata presidencial Marina Silva, del partido Red Sustentabilidad.
Pérez Esquivel: «Es un golpe»
Cuando faltan dos semanas para que el Senado brasileño apruebe o rechace la apertura de un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, un argentino, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, provocó un gran revuelo en Brasilia al denunciar un intento de «golpe de Estado» y respaldar a la jaqueada jefa de Estado.
«Creo que en este momento hay grandes posibilidades de un posible golpe de Estado; ya se pusieron estos mecanismos en funcionamiento en otros países del continente, como fueron Honduras y Paraguay, donde se utilizó la misma metodología», señaló Pérez Esquivel en la mismísima mesa directiva de la Cámara alta, en referencia a las destituciones del presidente hondureño Manuel Zelaya, en 2009, y del mandatario paraguayo Fernando Lugo, en 2012.
El titular del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), premio Nobel de la Paz en 1980, había estado poco antes reunido con Rousseff en el Palacio del Planalto.
Liderado por el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), el frente conocido como Pueblo Sin Miedo organizó los cortes de caminos para expresar su rechazo al «golpe institucional» que, alegan, está en curso en el país. Los bloqueos, con piquetes humanos además de neumáticos y basura quemada, se sucedieron durante todo el día en los principales accesos a Brasilia, San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Recife, Fortaleza y Goiania, así como en rutas estratégicas del interior.
«No aceptaremos el golpe. Defenderemos nuestros derechos sociales, que están siendo amenazados por la agenda retrógrada diseñada por el vicepresidente conspirador Michel Temer», señaló Guilherme Boulos, coordinador nacional del MTST, quien, cuestionado por la prensa por los inconvenientes que sus acciones acarreaban a la gente y los problemas que generaban a la alicaída economía brasileña, respondió: «¿Qué quieren? ¿Qué nos manifestemos en el Sambódromo? Lamentablemente, en un país donde el sistema político es sordo y ciego, las manifestaciones populares de esta naturaleza son la única forma de respuesta y visibilidad».
Otros grupos que integran el frente Pueblo Sin Miedo son la Central Única de Trabajadores (CUT), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la Intersindical, la Central de Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB), la Unión de Núcleos de Educación Popular para Negros y Clase Trabajadora (Uneafro), y otros menores, que reciben el respaldo del PT.
Prácticamente resignada a que en la votación del 11 de mayo en el Senado la mayoría de los legisladores apruebe el pedido de impeachment en su contra por violar la ley de responsabilidad fiscal -lo que llevaría a su apartamiento de la presidencia por un plazo de hasta 180 días, mientras es juzgada por los senadores-, Dilma ha dado a entender a todos sus ministros que pretende complicar todo lo que pueda la asunción de las riendas del Palacio del Planalto por el vicepresidente Temer. La intención es que en los días que quedan hasta la votación clave, se realicen todos los anuncios que el gobierno tenía en marcha, para que no se adueñe de ellos la nueva administración -temporaria si Dilma es hallada inocente; permanente si es condenada-. También, según empleados estatales, empezaron a destruir documentos y a borrar archivos, todo con la idea de que Temer tenga un «aterrizaje duro», para obstaculizar sus planes de reinyectar confianza en Brasil y recuperar el crecimiento económico.
Asimismo, en el Planalto ya se está pensando que, ante la cada vez más probable posibilidad de que Dilma deba dejar su cargo, la presidenta realice en mayo una «gira de denuncia» por varios países de América latina y Europa, además de Estados Unidos, con el fin de cosechar apoyos internacionales y evitar su destitución definitiva en el Senado.
Otra carta desesperada que se está evaluando, pero que debería ser jugada antes del 11 de mayo, es que la presidenta proponga al Congreso finalizar su mandato en octubre y, por medio de una enmienda constitucional, se convoque a nuevas elecciones junto con los comicios municipales de ese mes.
Un grupo de senadores de varios partidos le hicieron llegar esa alternativa a la jefa de Estado, luego de consultas con su padrino político, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva. En el círculo íntimo de Dilma hay mucha resistencia a tomar ese camino, al igual que en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), de Temer, y el opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
«La gravedad del momento por el que pasa LA NACION brasileña sólo será superada con actos de grandeza y coraje de nuestros líderes y nuestras instituciones políticas», advirtió en una carta dirigida a la presidenta el grupo de senadores que respalda esta salida, apoyada también por la popular ecologista y ex candidata presidencial Marina Silva, del partido Red Sustentabilidad.
Pérez Esquivel: «Es un golpe»
Cuando faltan dos semanas para que el Senado brasileño apruebe o rechace la apertura de un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, un argentino, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, provocó un gran revuelo en Brasilia al denunciar un intento de «golpe de Estado» y respaldar a la jaqueada jefa de Estado.
«Creo que en este momento hay grandes posibilidades de un posible golpe de Estado; ya se pusieron estos mecanismos en funcionamiento en otros países del continente, como fueron Honduras y Paraguay, donde se utilizó la misma metodología», señaló Pérez Esquivel en la mismísima mesa directiva de la Cámara alta, en referencia a las destituciones del presidente hondureño Manuel Zelaya, en 2009, y del mandatario paraguayo Fernando Lugo, en 2012.
El titular del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), premio Nobel de la Paz en 1980, había estado poco antes reunido con Rousseff en el Palacio del Planalto.