Sobrevivir y peronizar. Las palabras sintetizan el «abracadabra» que el massismo comenz
ó a ofrecer a los intendentes K para que, en octubre, se desmarquen de Cristina de Kirchner
y apuesten, en blanco o clandestinamente, a Sergio Massa
.
La receta de la traición combina dos insumos amables al paladar de los caciques del PJ. Por un lado, la promesa de que no avalará ningún proceso de destitución de intendentes; por el otro, el diseño de una hoja de ruta para, antes de fin de año, poner en marcha la recuperación del PJ bonaerense.
No es un antojo. Si la elección de octubre fuese como la del 11-A, en distritos como Tres de Febrero, dominio de Hugo Curto , el FpV hubiese logrado sólo tres de los doce concejales en disputa, lo cual dejaría al intendente en una zona gris respecto del control del Concejo Deliberante y, quizá, a tiro de comisión investigadora y eventual destitución.
El fenómeno se replica en otros distritos, sobre todo en el interior de la provincia. La mesa de intendentes del massismo decodificó ese temor y velozmente emitió la señal. «Sea cual fuere el resultado de octubre y jueguen como jueguen los intendentes, los concejales del Frente Renovador no van a impulsar y colaborar con ningún intento de destitución», fue la frase de un referente massista. Puede haber excepciones, al menos, una: La Plata (ver «Chispazos»).
Buena vecindad
Música dulce para los oídos de los territoriales K. Es, en rigor, un gesto de buena vecindad entre cófrades, un mensaje en clave que se traduce de manera lineal como una promesa para volver a unir a todos los alcaldes, ganadores y perdedores, después del espasmo electoral.
Massa tiene, claro, la expectativa de ensanchar el staff de veinte intendentes de su espacio con la incorporación de otros caciques. Ya hubo, deslizan en el massismo, contactos -se invoca el nombre de un alcalde de la Cuarta Sección, que quedó a 16 puntos del primero- para poner en marcha el mecanismo que constituye la principal táctica de Massa para nutrirse con votos K: el voto «delivery».
El procedimiento es tan viejo como la lista sábana. Consiste en repartir boletas con un corte armado previamente que, en esta hipótesis, sería poner la boleta de concejales del intendente K con la de diputados nacionales de Massa.
La maniobra, que se ejecutó masivamente en 2009 contra Kirchner -facilitado porque había colectoras locales, sueltas-, es un recurso para salvarse de la tracción negativa de una boleta nacional sin, al menos en principio, pegar el volantazo público de abandonar formalmente el FpV.
En el massismo entienden que el voto «delivery» será el recurso usado sobre todo por los caciques del conurbano entre los cuales, dicen, no esperan fugas visibles del kirchnerismo al massismo. El salto oficial, advierten, puede darse más claramente en la Buenos Aires rural.
Sospechadores seriales, los massistas interpretan que la cumbre que mantuvieron el lunes Daniel Scioli y Raúl Othacehé , lord de Merlo, fue un movimiento del gobernador para contener al dirigente.
La presunción se multiplica por otros municipios del conurbano profundo, donde los comandantes del PJ, a pesar de manejar el territorio, perdieron con la boleta de Massa .
Peronizados
La segunda cláusula de la oferta de Massa a los intendentes del peronismo K es recuperar el manejo del PJ bonaerense, que hiberna desde la muerte de Kirchner y soportó un temblequeo tribunalicio cuando el juez Humberto Blanco declaró la caducidad de la personería partidaria por considerar vencidos los plazos para la renovación de autoridades, que deberían haberse elegido en diciembre pasado.
Cristina Álvarez Rodríguez , ministra de Gobierno sciolista, quedó al frente de la jefatura partida por tercera decantación: el electo original fue Alberto Balestrini , que tras su ACV delegó en Hugo Moyano , quien renunció en diciembre de 2011. Recién a mediados del año pasado, Álvarez Rodríguez tomó el mando formal.
Esa tacha, a instancia del apoderado Jorge Landau , se saldó temporalmente y ahora reposa en la Cámara Nacional Electoral. El massismo promete iniciar luego de la elección de octubre el trámite para realizar la elección de autoridades mediante el desarrollo de un Congreso, autoconvocado, que fije un calendario para la interna partidaria.
A priori, se descarta que Massa pueda ser propuesto para presidir el PJ de la provincia, con el argumento de que su rol político y electoral debería estar más allá del peronismo. A modo de ensayo, ya circula un nombre: Jesús Cariglino , intendente de Malvinas Argentinas. Habrá otros.
ó a ofrecer a los intendentes K para que, en octubre, se desmarquen de Cristina de Kirchner
y apuesten, en blanco o clandestinamente, a Sergio Massa
.
La receta de la traición combina dos insumos amables al paladar de los caciques del PJ. Por un lado, la promesa de que no avalará ningún proceso de destitución de intendentes; por el otro, el diseño de una hoja de ruta para, antes de fin de año, poner en marcha la recuperación del PJ bonaerense.
No es un antojo. Si la elección de octubre fuese como la del 11-A, en distritos como Tres de Febrero, dominio de Hugo Curto , el FpV hubiese logrado sólo tres de los doce concejales en disputa, lo cual dejaría al intendente en una zona gris respecto del control del Concejo Deliberante y, quizá, a tiro de comisión investigadora y eventual destitución.
El fenómeno se replica en otros distritos, sobre todo en el interior de la provincia. La mesa de intendentes del massismo decodificó ese temor y velozmente emitió la señal. «Sea cual fuere el resultado de octubre y jueguen como jueguen los intendentes, los concejales del Frente Renovador no van a impulsar y colaborar con ningún intento de destitución», fue la frase de un referente massista. Puede haber excepciones, al menos, una: La Plata (ver «Chispazos»).
Buena vecindad
Música dulce para los oídos de los territoriales K. Es, en rigor, un gesto de buena vecindad entre cófrades, un mensaje en clave que se traduce de manera lineal como una promesa para volver a unir a todos los alcaldes, ganadores y perdedores, después del espasmo electoral.
Massa tiene, claro, la expectativa de ensanchar el staff de veinte intendentes de su espacio con la incorporación de otros caciques. Ya hubo, deslizan en el massismo, contactos -se invoca el nombre de un alcalde de la Cuarta Sección, que quedó a 16 puntos del primero- para poner en marcha el mecanismo que constituye la principal táctica de Massa para nutrirse con votos K: el voto «delivery».
El procedimiento es tan viejo como la lista sábana. Consiste en repartir boletas con un corte armado previamente que, en esta hipótesis, sería poner la boleta de concejales del intendente K con la de diputados nacionales de Massa.
La maniobra, que se ejecutó masivamente en 2009 contra Kirchner -facilitado porque había colectoras locales, sueltas-, es un recurso para salvarse de la tracción negativa de una boleta nacional sin, al menos en principio, pegar el volantazo público de abandonar formalmente el FpV.
En el massismo entienden que el voto «delivery» será el recurso usado sobre todo por los caciques del conurbano entre los cuales, dicen, no esperan fugas visibles del kirchnerismo al massismo. El salto oficial, advierten, puede darse más claramente en la Buenos Aires rural.
Sospechadores seriales, los massistas interpretan que la cumbre que mantuvieron el lunes Daniel Scioli y Raúl Othacehé , lord de Merlo, fue un movimiento del gobernador para contener al dirigente.
La presunción se multiplica por otros municipios del conurbano profundo, donde los comandantes del PJ, a pesar de manejar el territorio, perdieron con la boleta de Massa .
Peronizados
La segunda cláusula de la oferta de Massa a los intendentes del peronismo K es recuperar el manejo del PJ bonaerense, que hiberna desde la muerte de Kirchner y soportó un temblequeo tribunalicio cuando el juez Humberto Blanco declaró la caducidad de la personería partidaria por considerar vencidos los plazos para la renovación de autoridades, que deberían haberse elegido en diciembre pasado.
Cristina Álvarez Rodríguez , ministra de Gobierno sciolista, quedó al frente de la jefatura partida por tercera decantación: el electo original fue Alberto Balestrini , que tras su ACV delegó en Hugo Moyano , quien renunció en diciembre de 2011. Recién a mediados del año pasado, Álvarez Rodríguez tomó el mando formal.
Esa tacha, a instancia del apoderado Jorge Landau , se saldó temporalmente y ahora reposa en la Cámara Nacional Electoral. El massismo promete iniciar luego de la elección de octubre el trámite para realizar la elección de autoridades mediante el desarrollo de un Congreso, autoconvocado, que fije un calendario para la interna partidaria.
A priori, se descarta que Massa pueda ser propuesto para presidir el PJ de la provincia, con el argumento de que su rol político y electoral debería estar más allá del peronismo. A modo de ensayo, ya circula un nombre: Jesús Cariglino , intendente de Malvinas Argentinas. Habrá otros.