Perdió elecciones y votos, resignó territorios y el dominio de casi todos los resortes de poder. Pero el kirchnerismo no abandona la épica grandilocuente. Mientras Lázaro Báez, el emblemático empresario amigo de los Kirchner, apila horas de prisión, el planeta K agita una movilización a los tribunales de Comodoro Py para el 13 de abril, día en que está citada a declarar Cristina de Kirchner.
«Un 17 de octubre para Cristina» es el slogan visceral con que los ultra-K hablan de la convocatoria que imaginan de, al menos, 50 mil personas mientras otros estiran la cifra más allá de los 100 mil. Desde hace diez días, antes de que se confirmara oficialmente que la expresidente se sentará ante el juez Claudio Bonadio, un scrum ordenado por Máximo Kirchner, Carlos Zannini y Oscar Parrilli se dedicó a hablar con dirigentes del FpV.
La detención de Báez, el martes pasado, inyectó vivacidad a la movilización porque entre los ultra-K circula, como cuasi certeza, la versión de que Bonadio tiene redactado el auto de procesamiento. Otros van más allá y advierten que el objetivo del juez, incluso contra la voluntad de otros magistrados y de sectores del Gobierno, sería dejarla detenida el mismo 13.
Esa tesis opera, en algún punto, como motor de la convocatoria; un llamador para advertir que cuanto mayor sea la movilización, menor será la posibilidad de que Bonadio se anime a detener a Cristina. En el FpV se quejaron porque, decían que premeditadamente, Emilio Monzó había fijado para el 13 la primera exposición del jefe de Gabinete Marcos Peña ante el Congreso. Héctor Recalde pidió que muden la fecha y el Gobierno accedió: será el 27.
Desfile
Además del frente judicial, con las detenciones de Báez y Ricardo Jaime, el peronismo fuera del poder se mueve en un campo político minado. Sufrió, en estos meses, fracturas en los bloques, tensiones extremas en La Cámpora y el núcleo ultra-K quedó más aislado que nunca. La movilización del 13 es vista, desde la cercanía de la expresidente, como un episodio que puede volver a alinear a todos los sectores del peronismo que ya se juntó para sellar una lista de unidad para el PJ que, sin embargo, dejó afuera a La Cámpora y figuras K como Jorge «Coqui» Capitanich.
La soledad del cristinismo en el capítulo partidario es indicativa del humor de perros de los caciques con La Cámpora. La furia se potencia como episodios como la imposición, ayer, de Juan Ignacio Forlón, amigo de la adolescencia de Máximo K, en la AGN. Sobre el hijo de la expresidente pendula otra daga: sigue sin romper el cerco de La Cámpora y sin entablar, como había prometido, diálogo con actores del ancho y diverso peronismo.
Así y todo, al «17 de octubre de Cristina», además de movilizar el kirchnerismo explícito, también contará con el respaldo de gran parte del PJ. De hecho, José Luis Gioja, candidato de la unidad a la jefatura formal del Consejo del partido, habló con gobernadores y sindicalistas para emitir un documento en respaldo a Cristina y en contra del «acoso judicial» a la expresidente.
«Los dirigentes van a colaborar, pero la movilización va a ser espontánea», dicen en el FpV y en el entorno de Máximo K donde se evalúa qué logística montar para ese día: está en análisis si habrá escenario y micrófono preparado para que Cristina les hable, desde la puerta de Comodoro Py, a quienes vayan a recibirla en su regreso y a respaldarla. La exagerada épica de otro 17 de octubre pero 70 años después o la más terrenal expectativa de repetir la multitud del 9-D en la plaza cuando Cristina de Kirchner se despidió horas antes de dejar la presidencia. Todavía no regresó.
«Un 17 de octubre para Cristina» es el slogan visceral con que los ultra-K hablan de la convocatoria que imaginan de, al menos, 50 mil personas mientras otros estiran la cifra más allá de los 100 mil. Desde hace diez días, antes de que se confirmara oficialmente que la expresidente se sentará ante el juez Claudio Bonadio, un scrum ordenado por Máximo Kirchner, Carlos Zannini y Oscar Parrilli se dedicó a hablar con dirigentes del FpV.
La detención de Báez, el martes pasado, inyectó vivacidad a la movilización porque entre los ultra-K circula, como cuasi certeza, la versión de que Bonadio tiene redactado el auto de procesamiento. Otros van más allá y advierten que el objetivo del juez, incluso contra la voluntad de otros magistrados y de sectores del Gobierno, sería dejarla detenida el mismo 13.
Esa tesis opera, en algún punto, como motor de la convocatoria; un llamador para advertir que cuanto mayor sea la movilización, menor será la posibilidad de que Bonadio se anime a detener a Cristina. En el FpV se quejaron porque, decían que premeditadamente, Emilio Monzó había fijado para el 13 la primera exposición del jefe de Gabinete Marcos Peña ante el Congreso. Héctor Recalde pidió que muden la fecha y el Gobierno accedió: será el 27.
Desfile
Además del frente judicial, con las detenciones de Báez y Ricardo Jaime, el peronismo fuera del poder se mueve en un campo político minado. Sufrió, en estos meses, fracturas en los bloques, tensiones extremas en La Cámpora y el núcleo ultra-K quedó más aislado que nunca. La movilización del 13 es vista, desde la cercanía de la expresidente, como un episodio que puede volver a alinear a todos los sectores del peronismo que ya se juntó para sellar una lista de unidad para el PJ que, sin embargo, dejó afuera a La Cámpora y figuras K como Jorge «Coqui» Capitanich.
La soledad del cristinismo en el capítulo partidario es indicativa del humor de perros de los caciques con La Cámpora. La furia se potencia como episodios como la imposición, ayer, de Juan Ignacio Forlón, amigo de la adolescencia de Máximo K, en la AGN. Sobre el hijo de la expresidente pendula otra daga: sigue sin romper el cerco de La Cámpora y sin entablar, como había prometido, diálogo con actores del ancho y diverso peronismo.
Así y todo, al «17 de octubre de Cristina», además de movilizar el kirchnerismo explícito, también contará con el respaldo de gran parte del PJ. De hecho, José Luis Gioja, candidato de la unidad a la jefatura formal del Consejo del partido, habló con gobernadores y sindicalistas para emitir un documento en respaldo a Cristina y en contra del «acoso judicial» a la expresidente.
«Los dirigentes van a colaborar, pero la movilización va a ser espontánea», dicen en el FpV y en el entorno de Máximo K donde se evalúa qué logística montar para ese día: está en análisis si habrá escenario y micrófono preparado para que Cristina les hable, desde la puerta de Comodoro Py, a quienes vayan a recibirla en su regreso y a respaldarla. La exagerada épica de otro 17 de octubre pero 70 años después o la más terrenal expectativa de repetir la multitud del 9-D en la plaza cuando Cristina de Kirchner se despidió horas antes de dejar la presidencia. Todavía no regresó.