En temporada de elecciones, la simple visita a un restaurante de comida rápida que sirve pollo frito se ha convertido en EE UU en toda una forma de protesta contra el matrimonio homosexual. Y todo porque Dan Cathy, el presidente de la cadena Chick-fil-A, dueña de 1.600 locales en EE UU, dijo recientemente en una entrevista que apoya “la definición bíblica del matrimonio”. Esas declaraciones han provocado una tormenta política. Los paladines del movimiento ultraconservador del Tea Party han declarado días de apoyo a la cadena, asegurando que comer en ella es apoyar el matrimonio tradicional. Los alcaldes progresistas de grandes urbes como Chicago, Boston o Washington han prometido, en contrapartida, prohibir la apertura de más restaurantes de esa cadena en sus ciudades.
El del matrimonio homosexual se ha convertido en uno de los asuntos sociales cruciales en esta campaña electoral. A la Convención Nacional que se celebrará en un mes en Carolina del Norte, y donde se proclamará a Barack Obama candidato oficial, el Partido Demócrata acudirá con una propuesta formal para legalizar el matrimonio homosexual, la primera vez que ocurre algo semejante en la historia política de EE UU. En mayo, el presidente dijo en una entrevista televisiva que está a favor, a nivel personal, de autorizar completamente las uniones gais. Éstas son de hecho legales en seis Estados y la capital federal, pero hay una ley aprobada por el Congreso que las anula a nivel nacional.
Esos avances, que cada vez más discurren com el apoyo de los demócratas y la oposición de la mayoría de republicanos, han causado recelos entre los electores más conservadores. El 2 de julio, el sitio web Biblical Recorder publicó una entrevista con Cathy, el presidente de Chick-fil-A, en la que dijo que la empresa que regenta “apoya la definición bíblica de la familia”. “Somos un negocio familiar, un negocio gestionado por una familia. Estamos casados con nuestras primeras mujeres”, dijo. Pronto, dos excandidatos a la presidencia de EE UU, afiliados al Tea Party, el exgobernador Mike Huckabee y el exsenador Rick Santorum, enviaron mensajes de apoyo a Chick-fil-A y pidieron a sus seguidores que comieran en sus restaurantes de forma masiva el pasado miércoles, una convocatoria que tuvo un notable éxito.
Otros políticos, sin embargo, tomaron la postura contraria. El alcalde de Boston, el demócrata Thomas Menino, escribió a Cathy avanzándole que no concederá más licencias a sus restaurantes en esa ciudad. “Nos enorgullecemos del apoyo de nuestra gente al matrimonio entre personas del mismo sexo y trabajamos para ampliar las libertades a toda la ciudadanía”, dijo. Lo mismo hicieron Vince Gray, de Washington, Rahm Emmanuel, de Chicago, y Edwin Lee, de San Francisco. Éste último dijo en Twitter: “El Chick-fil-A más cercano se halla a 40 millas [64 kilómetros]. Les aconsejo que no se acerquen más”.
Los partidarios del matrimonio homosexual han organizado este viernes una besada en los 1.600 restaurantes de Chick-fil-A en EE UU. En noviembre, el mismo día de las elecciones presidenciales, cuatro Estados – Washington, Minnesota, Maine y Maryland- preguntarán a sus electores si quieren legalizar el matrimonio homosexual. Los últimos sondeos revelan que el voto se dividirá entre líneas de partido. Una reciente encuesta del centro Pew mantiene que un 65% de los demócratas apoyan las uniones gais, frente al magro 24% de los republicanos. A nivel nacional, la opinión pública sigue dividida. Un 48% de estadounidenses legalizaría el matrimonio homosexual, frente al 44% que no lo haría.
El del matrimonio homosexual se ha convertido en uno de los asuntos sociales cruciales en esta campaña electoral. A la Convención Nacional que se celebrará en un mes en Carolina del Norte, y donde se proclamará a Barack Obama candidato oficial, el Partido Demócrata acudirá con una propuesta formal para legalizar el matrimonio homosexual, la primera vez que ocurre algo semejante en la historia política de EE UU. En mayo, el presidente dijo en una entrevista televisiva que está a favor, a nivel personal, de autorizar completamente las uniones gais. Éstas son de hecho legales en seis Estados y la capital federal, pero hay una ley aprobada por el Congreso que las anula a nivel nacional.
Esos avances, que cada vez más discurren com el apoyo de los demócratas y la oposición de la mayoría de republicanos, han causado recelos entre los electores más conservadores. El 2 de julio, el sitio web Biblical Recorder publicó una entrevista con Cathy, el presidente de Chick-fil-A, en la que dijo que la empresa que regenta “apoya la definición bíblica de la familia”. “Somos un negocio familiar, un negocio gestionado por una familia. Estamos casados con nuestras primeras mujeres”, dijo. Pronto, dos excandidatos a la presidencia de EE UU, afiliados al Tea Party, el exgobernador Mike Huckabee y el exsenador Rick Santorum, enviaron mensajes de apoyo a Chick-fil-A y pidieron a sus seguidores que comieran en sus restaurantes de forma masiva el pasado miércoles, una convocatoria que tuvo un notable éxito.
Otros políticos, sin embargo, tomaron la postura contraria. El alcalde de Boston, el demócrata Thomas Menino, escribió a Cathy avanzándole que no concederá más licencias a sus restaurantes en esa ciudad. “Nos enorgullecemos del apoyo de nuestra gente al matrimonio entre personas del mismo sexo y trabajamos para ampliar las libertades a toda la ciudadanía”, dijo. Lo mismo hicieron Vince Gray, de Washington, Rahm Emmanuel, de Chicago, y Edwin Lee, de San Francisco. Éste último dijo en Twitter: “El Chick-fil-A más cercano se halla a 40 millas [64 kilómetros]. Les aconsejo que no se acerquen más”.
Los partidarios del matrimonio homosexual han organizado este viernes una besada en los 1.600 restaurantes de Chick-fil-A en EE UU. En noviembre, el mismo día de las elecciones presidenciales, cuatro Estados – Washington, Minnesota, Maine y Maryland- preguntarán a sus electores si quieren legalizar el matrimonio homosexual. Los últimos sondeos revelan que el voto se dividirá entre líneas de partido. Una reciente encuesta del centro Pew mantiene que un 65% de los demócratas apoyan las uniones gais, frente al magro 24% de los republicanos. A nivel nacional, la opinión pública sigue dividida. Un 48% de estadounidenses legalizaría el matrimonio homosexual, frente al 44% que no lo haría.
Entonces Evo Morales está equivocado.
y pensar que algunos todavía hablan del «ejemplo norteamericano»…