Escándalo en Brasil / La renuncia de Palocci
Jueves 09 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Gleisi Hoffmann pronunció su primer discurso como jefa de gabinete mientras su hijo la fotografiaba desde el costado. Foto AP
Alberto Armendariz
Corresponsal en Brasil
RIO DE JANEIRO.- Tras la sonada renuncia de su jefe de gabinete, Antonio Palocci, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, analizaba ayer más cambios ministeriales para contener la crisis política que desataron las acusaciones de enriquecimiento ilícito contra el hombre fuerte de su gobierno, y que dejó al descubierto la frágil relación de la mandataria con su base aliada en el Congreso.
Ayer por la tarde, Dilma encabezó la ceremonia de asunción de la senadora Gleisi Hoffmann como nueva jefa de gabinete en reemplazo de Palocci. Articulador político clave del gobierno y ex ministro de Economía de Luiz Inacio Lula da Silva, Palocci estuvo en la mira en las últimas tres semanas por las denuncias periodísticas que lo acusaban de haber incrementado su patrimonio 20 veces en cuatro años. Ante la presión -tanto externa como de la coalición oficialista-, Palocci presentó anteayer su dimisión.
«Jamás quedaremos paralizados frente a los embates políticos. Sabemos frenar y al mismo tiempo gobernar. Tenemos programas que ejecutar y vamos a hacerlo con rigor y dedicación. Mi gobierno tiene metas y va a alcanzarlas», dijo Dilma, desafiante. Poco antes se había reunido en el Palacio del Planalto con su ministro de Relaciones Institucionales, Luiz Sergio, a cargo de las relaciones con el Congreso, y a quien todos los analistas apuntan como la próxima persona en dejar la administración.
Con sus fuertes vínculos con el sector empresarial y los capitales extranjeros, además de su habilidad política, Palocci no sólo ejercía responsabilidades administrativas en la jefatura de gabinete, sino que también era el principal embajador del gobierno en el Congreso.
Su sucesora, Hoffmann, es miembro del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), tiene un perfil muy técnico y es considerada una experta en temas de gestión (por su tenacidad y capacidad de trabajo se ganó el apodo de «Tractor» y ayer se referían a ella como la «Dilma de Dilma»), pero prácticamente no tiene experiencia operando acuerdos políticos. Lleva apenas seis meses en el Senado.
Su designación asegura que los objetivos administrativos -disciplina fiscal y control de la inflación- mantengan su rumbo, pero se requieren más movimientos de piezas para que el gobierno siga funcionando.
«La crisis no terminó. Ahora es importante que Dilma reconstruya su base aliada, sobre todo con su principal socio, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para evitar que en el futuro quede tan expuesta, como sucedió con el caso Palocci», destacó a LA NACION el profesor David Fleischer, de la Universidad de Brasilia.
Y sin la dirección de Palocci, pocos confían en que Sergio esté a la altura del desafío. En las oficinas del Congreso hasta lo llaman peyorativamente «el Mozo», porque anota los pedidos pero no es capaz de entrar en la cocina y preparar los platos.
«Se abre ahora la oportunidad de una minirreforma ministerial, para darle más fuerza al gobierno. Y quien tiene la llave en eso es el PMDB, que salió fortalecido de todo este escándalo, porque nunca se jugó enteramente por Palocci, no quedó pegado a él. Veremos que aumentará su influencia poco a poco, como hizo en otros tiempos», indicó por su parte el historiador Marco Antonio Villa, de la Universidad Federal de San Carlos. No sería de extrañar que la figura del vicepresidente, Michel Temer, del PMDB, cobrara una nueva dimensión y que su partido buscara cargos y espacios políticos más relevantes.
Y hasta Palocci reconoció la necesidad de barajar y dar de nuevo al despedirse ayer de su cargo. Era la segunda vez que dejaba un gobierno; ya en 2006 debió renunciar como ministro de Economía de Lula por supuesto tráfico de influencias y presiones sobre testigos. «Mis actividades fueron comprometidas por el ambiente político, y si regresé al gobierno para promover el diálogo, salgo ahora para preservarlo», dijo.
Para Fleischer, la salida de Palocci puede también ser considerada una señal de autonomía de Dilma respecto de Lula, que pese a haber dejado el poder sigue interviniendo en los asuntos de Estado con regulares llamadas a su delfina política. «Ya el lunes le había pedido a Lula que no viajase a Brasilia para la reunión que tuvieron Dilma y el presidente [de Venezuela] Hugo Chávez. Luego nombró a una persona de su confianza para suceder a Palocci, una figura totalmente lulista», señaló.
En el sector financiero, en tanto, el alejamiento de Palocci no parece haber sido motivo de gran preocupación. Los mercados se tomaron con calma el cambio y, pese a que el real y la bolsa bajaron levemente, sus movimientos fueron vinculados más con elementos externos que con la política doméstica. «No hay motivos para el nerviosismo. Las líneas de la economía se mantendrán y los inversores no ven señales de grandes riesgos en el horizonte, más allá de la lucha contra la inflación», destacó Villa con su mirada a largo plazo.
LA SENADORA QUE QUISO SER MONJA
BRASILIA (EFE).- La senadora Gleisi Hoffmann, que asumió ayer como nueva jefa de gabinete de Brasil en reemplazo de Antonio Palocci, acusado de enriquecimiento ilícito, debe su nombre a una equivocación. Su madre admiraba a Grace Kelly y quería que su hija se llamase como la princesa de Mónaco, pero terminó registrada como Gleisi, por un error de pronunciación del nombre original en inglés. Otro dato curioso de Hoffmann es que en su juventud quiso ser monja, pero su padre se lo impidió. Comenzó a militar entonces en el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y luego, en 1989, se afilió al Partido de los Trabajadores (PT).
Jueves 09 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Gleisi Hoffmann pronunció su primer discurso como jefa de gabinete mientras su hijo la fotografiaba desde el costado. Foto AP
Alberto Armendariz
Corresponsal en Brasil
RIO DE JANEIRO.- Tras la sonada renuncia de su jefe de gabinete, Antonio Palocci, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, analizaba ayer más cambios ministeriales para contener la crisis política que desataron las acusaciones de enriquecimiento ilícito contra el hombre fuerte de su gobierno, y que dejó al descubierto la frágil relación de la mandataria con su base aliada en el Congreso.
Ayer por la tarde, Dilma encabezó la ceremonia de asunción de la senadora Gleisi Hoffmann como nueva jefa de gabinete en reemplazo de Palocci. Articulador político clave del gobierno y ex ministro de Economía de Luiz Inacio Lula da Silva, Palocci estuvo en la mira en las últimas tres semanas por las denuncias periodísticas que lo acusaban de haber incrementado su patrimonio 20 veces en cuatro años. Ante la presión -tanto externa como de la coalición oficialista-, Palocci presentó anteayer su dimisión.
«Jamás quedaremos paralizados frente a los embates políticos. Sabemos frenar y al mismo tiempo gobernar. Tenemos programas que ejecutar y vamos a hacerlo con rigor y dedicación. Mi gobierno tiene metas y va a alcanzarlas», dijo Dilma, desafiante. Poco antes se había reunido en el Palacio del Planalto con su ministro de Relaciones Institucionales, Luiz Sergio, a cargo de las relaciones con el Congreso, y a quien todos los analistas apuntan como la próxima persona en dejar la administración.
Con sus fuertes vínculos con el sector empresarial y los capitales extranjeros, además de su habilidad política, Palocci no sólo ejercía responsabilidades administrativas en la jefatura de gabinete, sino que también era el principal embajador del gobierno en el Congreso.
Su sucesora, Hoffmann, es miembro del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), tiene un perfil muy técnico y es considerada una experta en temas de gestión (por su tenacidad y capacidad de trabajo se ganó el apodo de «Tractor» y ayer se referían a ella como la «Dilma de Dilma»), pero prácticamente no tiene experiencia operando acuerdos políticos. Lleva apenas seis meses en el Senado.
Su designación asegura que los objetivos administrativos -disciplina fiscal y control de la inflación- mantengan su rumbo, pero se requieren más movimientos de piezas para que el gobierno siga funcionando.
«La crisis no terminó. Ahora es importante que Dilma reconstruya su base aliada, sobre todo con su principal socio, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para evitar que en el futuro quede tan expuesta, como sucedió con el caso Palocci», destacó a LA NACION el profesor David Fleischer, de la Universidad de Brasilia.
Y sin la dirección de Palocci, pocos confían en que Sergio esté a la altura del desafío. En las oficinas del Congreso hasta lo llaman peyorativamente «el Mozo», porque anota los pedidos pero no es capaz de entrar en la cocina y preparar los platos.
«Se abre ahora la oportunidad de una minirreforma ministerial, para darle más fuerza al gobierno. Y quien tiene la llave en eso es el PMDB, que salió fortalecido de todo este escándalo, porque nunca se jugó enteramente por Palocci, no quedó pegado a él. Veremos que aumentará su influencia poco a poco, como hizo en otros tiempos», indicó por su parte el historiador Marco Antonio Villa, de la Universidad Federal de San Carlos. No sería de extrañar que la figura del vicepresidente, Michel Temer, del PMDB, cobrara una nueva dimensión y que su partido buscara cargos y espacios políticos más relevantes.
Y hasta Palocci reconoció la necesidad de barajar y dar de nuevo al despedirse ayer de su cargo. Era la segunda vez que dejaba un gobierno; ya en 2006 debió renunciar como ministro de Economía de Lula por supuesto tráfico de influencias y presiones sobre testigos. «Mis actividades fueron comprometidas por el ambiente político, y si regresé al gobierno para promover el diálogo, salgo ahora para preservarlo», dijo.
Para Fleischer, la salida de Palocci puede también ser considerada una señal de autonomía de Dilma respecto de Lula, que pese a haber dejado el poder sigue interviniendo en los asuntos de Estado con regulares llamadas a su delfina política. «Ya el lunes le había pedido a Lula que no viajase a Brasilia para la reunión que tuvieron Dilma y el presidente [de Venezuela] Hugo Chávez. Luego nombró a una persona de su confianza para suceder a Palocci, una figura totalmente lulista», señaló.
En el sector financiero, en tanto, el alejamiento de Palocci no parece haber sido motivo de gran preocupación. Los mercados se tomaron con calma el cambio y, pese a que el real y la bolsa bajaron levemente, sus movimientos fueron vinculados más con elementos externos que con la política doméstica. «No hay motivos para el nerviosismo. Las líneas de la economía se mantendrán y los inversores no ven señales de grandes riesgos en el horizonte, más allá de la lucha contra la inflación», destacó Villa con su mirada a largo plazo.
LA SENADORA QUE QUISO SER MONJA
BRASILIA (EFE).- La senadora Gleisi Hoffmann, que asumió ayer como nueva jefa de gabinete de Brasil en reemplazo de Antonio Palocci, acusado de enriquecimiento ilícito, debe su nombre a una equivocación. Su madre admiraba a Grace Kelly y quería que su hija se llamase como la princesa de Mónaco, pero terminó registrada como Gleisi, por un error de pronunciación del nombre original en inglés. Otro dato curioso de Hoffmann es que en su juventud quiso ser monja, pero su padre se lo impidió. Comenzó a militar entonces en el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y luego, en 1989, se afilió al Partido de los Trabajadores (PT).