María Servini de Cubría
Las primarias para validar candidatos nacionales el 14 de agosto navegan por un sendero de ida; son un experimento sin antecedentes, basado en una norma que parece deliberadamente sancionada para alejar más a los representantes de sus representados. Centenares de candidatos se inscribieron antes de la medianoche del sábado y sus apoderados, aunque cueste creerlo, no terminan de saber bien qué tienen que hacer con la documentación ni ante quién deben presentarla. El cronograma oficial preveía que desde la noche del sábado los partidos tenían 48 horas para revisar los papeles y los avales de los postulantes. En las 24 horas siguientes, según la interpretación de los apoderados de las principales formaciones, que parecen los dueños de la verdad, ya tienen que presentar las candidaturas a la presidencia ante el juzgado federal de la Capital Federal de María Servini de Cubría.
Ese plazo no está expresamente detallado en el cronograma pero, por las dudas, y de onda, la mayoría de los partidos lo cumplirá -hoy, antes de las 9, lo harán los representantes de la fórmula oficialista Cristina de Kirchner-Amado Boudou-. Hasta ayer se habían presentado otras nóminas, entre ellas las de dos nuevos postulantes a la primera magistratura, que hacen que la suma de candidatos llegue a los 10 para disputar las primarias nacionales. (Sorprendieron a los funcionarios electorales porque pertenecen a listas que no habían regis-trado alianzas el 14 junio pasado).
Carencias
Ayuda a la confusión que, salvo los partidos tradicionales y con más trayectoria como el PJ (hoy Frente para la Victoria), la UCR (en la Unión para el Desarrollo Social) o algunas disidencias de esas agrupaciones, el resto de los partidos no tiene sede, local o página web que permita una localización fácil por parte de los electores. Viven en la virtualidad del éter o, peor, son apenas archivos en computadoras personales o memorias de celulares. Ni tienen un número telefónico para preguntar en qué andan. Esto evoca una de las anécdotas más deliciosas del sindicalismo criollo, cuando mandaba en el sindicato de taxistas el llorado Roberto García (hablamos del «Áspero», se entiende) y reía caminando por el Congreso: «Todos andan buscando el sindicato de taxistas, y no saben que lo tengo acá, acá», y golpeaba el maletín de cuero que llevaba en la otra mano.
La mayoría de los partidos, hasta los que tienen sede formal, son carpetas en poder del juzgado Servini, con copia en los atachés de sus dirigentes. La situación no es causa sino efecto de la crisis del sistema político que estas primarias exhiben en un grado final de decadencia en cuanto a la transparencia y calidad de la representación.
Los partidos, además, han usurpado el ejercicio de la soberanía popular, de donde deberían surgir candidatos, alianzas y programas, y la usan en provecho de las cúpulas en la elección de los postulantes a los cargos electivos. Ninguno de los candidatos a presidente ha surgido de una elección interna; los han designado sus partidos, es decir, se han nombrado ellos mismos, y tampoco tendrán competidores el 14 de agosto. El llanto de un sector del peronismo porque sus figuras han sido postergadas en las listas es prueba patética del sistema en su peor momento: duele el dedo y más cuando es el propio. Querían dedo y les aplicaron el dedo, para dejarlos afuera. Formaciones como el Movimiento Evita y la mesa autodenominada Corriente Nacional de la Militancia, en donde descollaba Jorge Taiana, no recibió ningún cargo en las listas, y eso que gastaron recursos e ilusiones en actos estridentes. Los trataron como a José Pampuro, que reapareció ayer en un acto en Casa de Gobierno para recibir el pésame de los compañeros que lo ven ir a casa después de ser la tercera autoridad en la línea de sucesión presidencial.
Ejercicio usurpado
El dedo ha dolido igual en los otros partidos, porque también en la oposición está usurpado el ejercicio de la soberanía. Ninguno de los otros nueve candidatos a Presidente puso sus nominaciones a consideración de nadie, salvo de su espejo.
Poco puede hacer el vecino de pie ante un sistema en ese estado: irá al cuarto oscuro el 14 de agosto con la misma confusión de algunos apoderados que no sabían ayer ante quién anotar sus candidatos, si ante el juzgado Servini o ante la Cámara Nacional Electoral, que debió el lunes rechazar un intento de un partido de clavarle la candidatura a ese tribunal. Un apoderado cuyo nombre se omite para no crear más escándalo bromeó: «Da la impresión de que ningún juez quiere recibir ninguna candidatura». Comprensible en un país en donde ya se ha instalado -menos mal- el apotegma que establece que el código electoral es lo que dice Jorge Landau (eficaz apoderado del peronismo). Por eso lo consultan de todos los partidos, de la prensa y hasta de la propia Justicia Electoral cuando hay alguna duda.
A la espera de que alguien aclare qué tienen que hacer los partidos entre hoy y el jueves, fecha cuando éstos deben mostrar las boletas, el juzgado Servini registró algunas novedades:
A los ocho candidatos que ya se conocían (Cristina de Kirchner, Ricardo Alfonsín, Elisa Carrió, Hermes Binner, Eduardo Duhalde, Alberto Rodríguez Saá, Alcira Argumedo y Jorge Altamira), se agregaron dos. Son Sergio Pastores, por un Partido de Acción Vecinal de Córdoba, y José Bonacci, por un partido del Campo Popular de Santa Fe.
Con esos agregados las candidaturas presidenciales suman diez, si la Justicia les aprueba los papeles. La candidatura de Pastore agrega una singularidad; la fuerza Acción Vecinal figura en el frente Unión por Córdoba junto al PJ de José Manuel de la Sota. Ese frente presenta sólo candidatos a diputados nacionales, tras la pelea con el kirchnerismo; si resiste esta candidatura de Pastore, el frente delasotista terminará teniéndolo.
Hasta ayer habían presentado la documentación los frentes que soportan las candidaturas de Duhalde, Altamira, Binner y Alfonsín. Para diputados nacionales por Capital, el Frente para la Victoria presentó la lista de Roberto Felleti; también hicieron lo mismo Martín Redrado, Pablo Lanusse y Fanny Mandelbaum (aspiran a colgarse de la lista de Alfonsín) y Claudio Lozano.
La novedad más estridente fue la inscripción de una lista del Partido Autonomista Nacional (del «Pocho» Romero Feris) que lleva como candidato a diputado nacional a Jorge Reinaldo Vanossi, que pedirá adhesión a la tira presidencial de Duhalde, de quien fue ministro de Justicia este radical que además es una de las estrellas del constitucionalismo vernáculo. Vanossi ha sido 17 años diputado nacional en cuatro mandatos (uno de dos años); tres lo fueron por su partido de origen, la Unión Cívica Radical, y uno por el macrista Compromiso por el Cambio. Va por su quinto mandato.
Las primarias para validar candidatos nacionales el 14 de agosto navegan por un sendero de ida; son un experimento sin antecedentes, basado en una norma que parece deliberadamente sancionada para alejar más a los representantes de sus representados. Centenares de candidatos se inscribieron antes de la medianoche del sábado y sus apoderados, aunque cueste creerlo, no terminan de saber bien qué tienen que hacer con la documentación ni ante quién deben presentarla. El cronograma oficial preveía que desde la noche del sábado los partidos tenían 48 horas para revisar los papeles y los avales de los postulantes. En las 24 horas siguientes, según la interpretación de los apoderados de las principales formaciones, que parecen los dueños de la verdad, ya tienen que presentar las candidaturas a la presidencia ante el juzgado federal de la Capital Federal de María Servini de Cubría.
Ese plazo no está expresamente detallado en el cronograma pero, por las dudas, y de onda, la mayoría de los partidos lo cumplirá -hoy, antes de las 9, lo harán los representantes de la fórmula oficialista Cristina de Kirchner-Amado Boudou-. Hasta ayer se habían presentado otras nóminas, entre ellas las de dos nuevos postulantes a la primera magistratura, que hacen que la suma de candidatos llegue a los 10 para disputar las primarias nacionales. (Sorprendieron a los funcionarios electorales porque pertenecen a listas que no habían regis-trado alianzas el 14 junio pasado).
Carencias
Ayuda a la confusión que, salvo los partidos tradicionales y con más trayectoria como el PJ (hoy Frente para la Victoria), la UCR (en la Unión para el Desarrollo Social) o algunas disidencias de esas agrupaciones, el resto de los partidos no tiene sede, local o página web que permita una localización fácil por parte de los electores. Viven en la virtualidad del éter o, peor, son apenas archivos en computadoras personales o memorias de celulares. Ni tienen un número telefónico para preguntar en qué andan. Esto evoca una de las anécdotas más deliciosas del sindicalismo criollo, cuando mandaba en el sindicato de taxistas el llorado Roberto García (hablamos del «Áspero», se entiende) y reía caminando por el Congreso: «Todos andan buscando el sindicato de taxistas, y no saben que lo tengo acá, acá», y golpeaba el maletín de cuero que llevaba en la otra mano.
La mayoría de los partidos, hasta los que tienen sede formal, son carpetas en poder del juzgado Servini, con copia en los atachés de sus dirigentes. La situación no es causa sino efecto de la crisis del sistema político que estas primarias exhiben en un grado final de decadencia en cuanto a la transparencia y calidad de la representación.
Los partidos, además, han usurpado el ejercicio de la soberanía popular, de donde deberían surgir candidatos, alianzas y programas, y la usan en provecho de las cúpulas en la elección de los postulantes a los cargos electivos. Ninguno de los candidatos a presidente ha surgido de una elección interna; los han designado sus partidos, es decir, se han nombrado ellos mismos, y tampoco tendrán competidores el 14 de agosto. El llanto de un sector del peronismo porque sus figuras han sido postergadas en las listas es prueba patética del sistema en su peor momento: duele el dedo y más cuando es el propio. Querían dedo y les aplicaron el dedo, para dejarlos afuera. Formaciones como el Movimiento Evita y la mesa autodenominada Corriente Nacional de la Militancia, en donde descollaba Jorge Taiana, no recibió ningún cargo en las listas, y eso que gastaron recursos e ilusiones en actos estridentes. Los trataron como a José Pampuro, que reapareció ayer en un acto en Casa de Gobierno para recibir el pésame de los compañeros que lo ven ir a casa después de ser la tercera autoridad en la línea de sucesión presidencial.
Ejercicio usurpado
El dedo ha dolido igual en los otros partidos, porque también en la oposición está usurpado el ejercicio de la soberanía. Ninguno de los otros nueve candidatos a Presidente puso sus nominaciones a consideración de nadie, salvo de su espejo.
Poco puede hacer el vecino de pie ante un sistema en ese estado: irá al cuarto oscuro el 14 de agosto con la misma confusión de algunos apoderados que no sabían ayer ante quién anotar sus candidatos, si ante el juzgado Servini o ante la Cámara Nacional Electoral, que debió el lunes rechazar un intento de un partido de clavarle la candidatura a ese tribunal. Un apoderado cuyo nombre se omite para no crear más escándalo bromeó: «Da la impresión de que ningún juez quiere recibir ninguna candidatura». Comprensible en un país en donde ya se ha instalado -menos mal- el apotegma que establece que el código electoral es lo que dice Jorge Landau (eficaz apoderado del peronismo). Por eso lo consultan de todos los partidos, de la prensa y hasta de la propia Justicia Electoral cuando hay alguna duda.
A la espera de que alguien aclare qué tienen que hacer los partidos entre hoy y el jueves, fecha cuando éstos deben mostrar las boletas, el juzgado Servini registró algunas novedades:
A los ocho candidatos que ya se conocían (Cristina de Kirchner, Ricardo Alfonsín, Elisa Carrió, Hermes Binner, Eduardo Duhalde, Alberto Rodríguez Saá, Alcira Argumedo y Jorge Altamira), se agregaron dos. Son Sergio Pastores, por un Partido de Acción Vecinal de Córdoba, y José Bonacci, por un partido del Campo Popular de Santa Fe.
Con esos agregados las candidaturas presidenciales suman diez, si la Justicia les aprueba los papeles. La candidatura de Pastore agrega una singularidad; la fuerza Acción Vecinal figura en el frente Unión por Córdoba junto al PJ de José Manuel de la Sota. Ese frente presenta sólo candidatos a diputados nacionales, tras la pelea con el kirchnerismo; si resiste esta candidatura de Pastore, el frente delasotista terminará teniéndolo.
Hasta ayer habían presentado la documentación los frentes que soportan las candidaturas de Duhalde, Altamira, Binner y Alfonsín. Para diputados nacionales por Capital, el Frente para la Victoria presentó la lista de Roberto Felleti; también hicieron lo mismo Martín Redrado, Pablo Lanusse y Fanny Mandelbaum (aspiran a colgarse de la lista de Alfonsín) y Claudio Lozano.
La novedad más estridente fue la inscripción de una lista del Partido Autonomista Nacional (del «Pocho» Romero Feris) que lleva como candidato a diputado nacional a Jorge Reinaldo Vanossi, que pedirá adhesión a la tira presidencial de Duhalde, de quien fue ministro de Justicia este radical que además es una de las estrellas del constitucionalismo vernáculo. Vanossi ha sido 17 años diputado nacional en cuatro mandatos (uno de dos años); tres lo fueron por su partido de origen, la Unión Cívica Radical, y uno por el macrista Compromiso por el Cambio. Va por su quinto mandato.