Principios para un nuevo país

En su extenuante regreso a la Tierra Prometida, el pueblo hebreo sufrió tantas carencias y frustraciones que cerca estuvo de su desintegración. Se robaban y mataban unos a otros, las distintas tribus que se agregaban a su paso traían nuevos líderes que los confundían aún más y hasta pensaron que lo mejor sería regresar a Egipto y volver a someterse al Faraón. De hecho, cuando Moisés regresó del Monte Sinaí, el pueblo sublevado había construido un becerro de oro para adorar a los dioses egipcios.
Lo único que permitió ordenar semejante caos fue esa suerte de pacto celebrado entre Dios y el pueblo judío, por el cual éste se sometía al cumplimiento de los 10 mandamientos recibidos por Moisés y conservados «sagradamente» en el Arca de la Alianza.
Estas leyes concretas, simples y expresadas en un lenguaje sencillo, permitieron a ese desgarrado pueblo comenzar a organizarse y comportarse con sentido ético.
Hoy, más de 3000 años después, lo vivido (y padecido) por el pueblo argentino nos está llevando al mismo nivel de degradación. Los últimos meses han sido un doloroso ejemplo de corrupción, incumplimiento de la ley, falta de respeto al prójimo, inseguridad jurídica, económica y, lo que es peor, inseguridad física: la muerte es cosa de todos los días.
Es tal el deterioro en que estamos cayendo que ya sabemos que ante la próxima crisis volverán a violarse los contratos, no se respetarán los compromisos asumidos, se licuarán las deudas del gobierno y de «algunos» particulares, se desinflarán los salarios y se esfumarán los ahorros de los que, por optimismo o resignación, vuelven siempre a creer que no volveremos al pasado.
Lo que necesitamos es recrear nuestro Moisés argentino para poder salir de este desierto y encontrar el camino a nuestra tierra prometida. Para eso todos los argentinos necesitamos nuestros propios 10 mandamientos y construir una nueva alianza para protegerlos y defenderlos contra los corruptos y prebendarios de siempre. Estos podrían ser:
1. Amar a la Argentina por encima de todo, respetando su Constitución y sus leyes.
2. Respetar al prójimo como a uno mismo, sabiendo que mi derecho termina donde empieza el derecho del otro.
3. La honestidad y la honradez deben volver a ser principios esenciales tanto en el ámbito público como en el privado.
4. La independencia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial debe ser total y garantía de convivencia ciudadana.
5. No robar, y denunciar cualquier acto de corrupción gubernamental o particular.
6. Castigar el delito para tranquilidad y seguridad de los que obran bien.
7. El objetivo único de la función pública será el bien común.
8. La seguridad jurídica debe ser un bien inalterable para alcanzar objetivos de largo plazo.
9. Asegurar la libertad de prensa, expresión y circulación.
10. La educación debe ser prioridad como herramienta para el desarrollo de las personas y como instrumento que permite la igualdad de oportunidades.
El problema de la Argentina es moral. No es económico, político ni social y no se resuelve con recetas mágicas, leyes de emergencia ni DNU.
Necesitamos un cambio fundacional, asumiendo nuestra responsabilidad con el país y con el proyecto común de todos los que queremos vivir en él.
No toleremos más a aquellos que, aprovechando nuestra pasividad, nos hacen adorar becerros de oro y sólo pretenden llevarnos a la esclavitud y la servidumbre. Luchemos por ser un pueblo ordenado, respetuoso, libre. Tendremos un largo desierto por delante, pero atravesarlo será lo único que nos acercará a nuestro destino.
© La Nacion.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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