Pronostican que en la Provincia habrá guerra de votos cruzados

Si las cosas ocurren como los conocedores dicen que van a ocurrir, en la provincia de Buenos Aires puede haber un festival -o una guerra, según se prefiera- de cortes de boleta. Y de cortes cruzados.
Los de Cristina contra Scioli, los de Scioli contra Cristina, los de los intendentes contra todos.
Pronostican que va a suceder en el Gran Buenos Aires, pero también en las ciudades del interior provincial y en los pueblos donde manda el voto del campo. Cada uno tratando de salvar su propia ropa.
Lo que termine cocinándose en esa olla a presión que reúne al 37,5% del electorado de todo el país es algo todavía imprevisible. Lo único seguro es que el veredicto de la Provincia va a determinar el trazo grueso del escenario de la elección presidencial. Y para eso hay sólo dos variantes fuertes: Cristina se afirma definitivamente para ganar en octubre o se instala el escenario de una posible segunda vuelta . En el primer caso no habría sorpresa, sino una vigorosa confirmación. Pero si el balotaje queda a la vista, toda la historia contada hasta ahora deberá ser reescrita.
Para la estrategia electoral del oficialismo y sus planes futuros, además es imprescindible que Cristina consiga más votos que Scioli ya en la primaria del domingo. Cuestión de autoridad: nadie puede ser más que Ella. El propio gobernador, pícaro, ha dicho que esa diferencia va a existir, habida cuenta de tanta lista cristinista que le armaron por adentro y por afuera, por arriba y por abajo, con rivales inflados y con colectoras. Scioli se vacunó antes de que la gente vaya a votar. Quizás haya pensado que así se ponía a salvo de nuevas traiciones.
Pero hay más cosas que las que se ven en la superficie. Fuentes peronistas revelaron que un ministro del gabinete nacional, que no es bonaerense, le ofreció a Francisco De Narváez repartir sus boletas de gobernador junto a las presidenciales de Cristina en zonas del GBA. Todo sea por consolidar la brecha y asegurarse desde la Casa Rosada que le pondrán el pie encima al gobernador. Se desconoce si hubo respuesta de De Narváez, y en tal caso cuál fue su tenor. Pero la oferta existió y la gestión, cuentan, fue directa, a comienzos de la semana pasada, durante una reunión reservada en un hotel de máxima categoría.
Según ya se contó hace unos días, también existió tráfico cruzado de boletas, y en volúmenes millonarios, entre operadores de De Narváez y Eduardo Duhalde.
La idea de unos y otros es adaptarse a las preferencias de la franja de votantes opositores a Cristina a la que ellos llegan. Tratan de acomodar en la urna lo que no pudieron enderezar en la política.
También se mencionan acuerdos de representantes de Scioli con intendentes bonaerenses , para defender sus territorios de la ambición devoradora del cristinismo. La única barrera de contención que puede funcionar son los votos. Al gobernador le interesa tener los mismos o más sufragios que Cristina. Exactamente lo mismo quieren los intendentes, que vieron florecer en sus municipios a competidores que llevarán la boleta de la Presidenta y que hicieron campaña con el combustible logístico de la Casa Rosada. Como puede verse, a Scioli y a los jefes comunales los une el enemigo .
Mucho más ahora, cuando circula con fuerza la intención cristinista de coronar a José Ottavis, jefe bonaerense de La Cámpora, como próximo presidente de la Cámara de Diputados provincial. Su actual titular es Horacio González, hombre vinculado a Scioli, quien pretende, contra viento y marea, retener su cargo.
Los indios bomberos del peronismo, además, dicen haber detectado encendidas críticas a Scioli y a la dirigencia tradicional hechas por el candidato a vicegobernador, Gabriel Mariotto, en reuniones que por lo visto no fueron tan discretas como se planearon. No hay de qué sorprenderse: más allá de las buenas maneras públicas que mantiene con Scioli, el comisario político de Cristina está cumpliendo la misión que le ordenaron . Al gobernador y a sus allegados se les han escuchado palabras horribles para referirse a Mariotto. Eso sí: siempre en privado.
El aparato del peronismo bonaerense, ya se ha dicho, está que trina por la intervención de facto de la Casa Rosada en su territorio. Pero mucho de ese enojo circula entre cuatro paredes y hasta ahora no se expresa hacia afuera: Cristina tiene votos y los cristinistas tienen plata . Ningún intendente tiene vocación de héroe, aunque son muchos los indignados. ¿Cuánto de esa bronca tendrá expresión electoral? El día en que se vota se ve quiénes y cuántos son los guapos.
Una radiografía similar va a poder obtenerse de la votación primaria en Córdoba y Santa Fe. Allí, de modo muy claro, los jefes peronistas bajaron esta semana la orden de votar contra Cristina . Habrá que ver qué dimensión real tiene esa conducta.
Lo de Córdoba casi fue público. Después de la rotunda victoria de José De la Sota, el único peronista que se animó a rechazar la ingerencia de la Casa Rosada en el armado de su lista, el PJ cordobés dio libertad de acción para las primarias. Del también victorioso gobernador Juan Schiaretti para abajo el mensaje resultó claro: primera preferencia por Duhalde, después Alberto Rodríguez Saá (influyente en Córdoba por la cercanía con su gestión en San Luis) y de última, Cristina.
En Santa Fe, el mensaje a la red arterial del peronismo fue lanzado por los operadores de Carlos Reutemann y Jorge Obeid. El beneficiario allí sería casi exclusivamente Duhalde. El Gobierno sabe lo que se le viene: la exitosa diputada María Eugenia Bielsa fue convocada de urgencia a la Casa Rosada y el armador todoterreno Juan Carlos Mazzón viajó esta semana a la capital santafesina buscando achicar los daños. Mazzón habría vuelto desolado: al parecer, una generosa suma de dinero girada a referentes propios para asegurar logística y fiscales para el domingo no está dando el resultado que se esperaban.
Según fuentes del peronismo local, cuando le mentaron el caso al ex candidato a gobernador Agustín Rossi, éste habría recordado a los emisarios que el dinero fue para el norte provincial mientras él es de Rosario, bien al sur de la bota santafesina, y que no había tenido arte ni parte en esa operación.
Por cierto, en el orden nacional las encuestas que se conocen le dan una apreciable ventaja a Cristina , aún reconociendo la incertidumbre acerca de cuánta gente va finalmente a votar en estas primarias presidenciales donde no se elige nada. Del 38% al 42% de votantes se inclinaría por ella, según cálculos moderados que maneja el Gobierno. Otros números llevan la adhesión a la Presidenta al borde del 45%, con más de 20 puntos de ventaja sobre quien resulte segundo, sean Duhalde o Ricardo Alfonsín.
Pero las cuestiones que recién se van a dilucidar con el escrutinio del domingo remiten, además, a cuánto pesará el enojo de tanto peronismo desparramado por el mapa; a qué volumen tendrá el “voto silencioso” que auguran dirigentes de la oposición y, sobre todo, de qué modo el electorado perfila al candidato opositor que deberá dar la pelea con Cristina en octubre, tratando de forzarla a una hoy improbable segunda vuelta.

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