La Argentina ofrece un raro caso de altruismo empresarial. El Estado se apropia de Ciccone sin que sus dueños se quejen. ¿Callarán en homenaje a la «soberanía monetaria»?
En realidad, lo hacen porque no pueden revelar su identidad. Sobran indicios para sospechar que The Old Fund, la controlante de Ciccone, sería una caja negra de los hermanos Boudou y de José María Núñez Carmona, el socio del vicepresidente, con la cual financiaron, entre otras cosas, varios viajes al exterior.
Otra razón del silencio es que la estatización fue promovida por los dueños de Ciccone. El proyecto fue ideado en marzo por los empresarios que, a pedido de Boudou, habrían prestado fondos para que The Old Fund se quedara con la imprenta. Los prestamistas quieren recuperar su dinero.
Los senadores que anteayer votaron la confiscación pusieron sus bancas al servicio de estos intereses privados. A Néstor Kirchner se lo exalta por defender lo contrario: que la política se emancipe de esos intereses y sirva al bienestar general. Admitamos la leyenda: qué mal se habría sentido Néstor con la sesión del jueves pasado..