A las 8 de la noche del miércoles 19 de abril hubo un cacerolazo que duró entre 15 y 20 minutos. Por lo menos en el barrio San Andrés, esa noche hubo quemas de barricadas en la avenida Intercomunal, pero en la calle Cajigal, frente al Centro Comercial El Valle, no hubo gran movimiento más allá de las cacerolas. Allí coexiste gente del cerro con gente de los edificios, es un lugar de mucho tráfico porque se mueven jeeps, motos y gente a pie hacia y desde El 70, Las Marías, Los Cardones, El Tamarindo, La Vuelta del Beso, calle Apure, El Loro y demás barrios del cerro. Entre remate de caballos, bachaqueo, parleys, vallenato y reguetón a full volumen, menores haciendo caballito en motos, alguno que otro habla de «dictadura», los demás ríen…
En Caracas se repetía el formato de estos últimos días: convocatoria de una protesta en el este, numerosa o no, luego de estar congregados sus «líderes» deciden que irán al centro de la capital, los cuerpos de seguridad no los dejan pasar y viene el enfrentamiento que puede incluir baños en el río Guaire o desnudos muy al estilo Soros. El ingrediente adicional de la última semana han sido las jornadas nocturnas de barricadas y quemas en urbanizaciones que han incluido muertos, como el caso del Guardia Nacional Bolivariano en San Antonio de los Altos. Esta modalidad busca agotar los mecanismos de persuasión de los cuerpos de seguridad y plantar la violencia con muertos necesarios para que Venezuela sea un «Estado fallido».
Adrenalina con paracos es una mezcla letal
Anoche se repitió el esquema pero en avenidas de sectores populares como El Valle. En San Andrés hubo cacerolas unos 15 minutos después de las 8 de la noche, luego de una calma de media hora se empezaron a escuchar detonaciones y el humo invadió las calles. Un grupo de motorizados intentó llegar a la avenida pero se replegaron hacia el cerro luego de ver a la policía. Otro grupo de jóvenes a pie, que ya tenía lista una barricada con cauchos ardiendo, se enfrentó con bombas molotovs y piedras a las tanquetas. Estas igual subieron hasta unas tres cuadras de la avenida, de donde tuvieron que retirarse por disparos que venían de lugares desconocidos. Los chamos subían y bajaban como cuando juegan con pintura y lodo un martes de Carnaval, adrenalina con paracos es una mezcla letal. Más allá, en el cerro, tenso silencio…
Manifestantes primero, colectivos después…
El movimiento fuerte fue después de las 10 de la noche. Se dice que a esa hora fue el enfrentamiento más fuerte de la Guardia Nacional con los violentos, hasta ese momento las redes sociales hablaban de manifestantes, pero cuando empezaron los disparos e incendiaron una tanqueta con las molotovs se convirtieron mágicamente en colectivos chavistas. Lo mismo ocurría en las calles 1, 2, 9 y 14 de Los Jardínes de El Valle, más licorerías y negocios saqueados, atacaron a piedras el Materno Infantil que tanto luchó la gente organizada mientras Ronald McDonald contemplaba desde la otra acera como si nada. En medio de todo la MUD lanzó, por primera vez en tres años, una declaración por Twitter diciendo que no están de acuerdo con las guarimbas, sus voceros reculaban en la web.
Los gritos contra la policía y la Guardia Nacional se escuchaban en toda la cuadra, no eran consignas sino insultos, pocas pero ruidosas cacerolas seguían sonando y algunos gritos de mujeres avisaban a los muchachos, muchos de ellos menores de edad, por dónde venía la policía. Ellas sí gritaban «Fuera Maduro» desde sus apartamentos y alentaban a los neroncitos que jugaban a ser héroes contra la dictadura.
Un grupo ingresó a la panadería de Manolo (La Mayer del Pan), que ya había sufrido un saqueo hace pocos meses, se habla de algún tipo de protección eléctrica que electrocutó a 8 personas, entre ellos menores de edad, otros hablan de un cable de alta tensión y hasta de una nevera. A cuadra y media el señor Ramón, del kiosko de empanadas en la esquina del Mercal, trató de defender su local de los «manifestantes» y fue asesinado a balas. En total hubo 11 muertos, más 6 heridos como una señora embarazada que recibió una bala dentro de su casa.
Se habla de una revuelta social, pero los saqueos fueron selectivos, no extraña que locales de gente que mantiene poder en el territorio no hayan sido tocados. El mercadito de la Cajigal sufrió más que muchos otros locales, rollos de papel térmico del que se usa en los puntos de venta vuelan por la calle, boquetes en las paredes, cartones y muchos vidrios en las aceras. A las neveras y cavas les arrancaron de cuajo los motores, las vitrinas destrozadas, la licorería en la esquina de la calle El Loro fue saqueada, también el automercado de los chinos. A medida que uno se aleja de la avenida se aprecia menos el impacto de una noche en la que reinó la confusión pero se sabe que bandas criminales paramilitarizadas, ligadas con muchachos buscando acción y operadores políticos de la zona, pescaron en río revuelto.
Hay tristeza y hasta vergüenza, la gente mira los destrozos con desconcierto aunque no se solidariza mucho con los comerciantes que tienen años cartelizándose para acaparar la comida y especular con los precios, los mismo que culpan al Gobierno y no a las legendarias mafias comerciales que hacen que el queso, por ejemplo, tenga hasta 18 intermediarios.
Pronto vendrá la ayuda del Gobierno al que esta guerra económica y psicológica (valga la redundancia) ha satanizado tanto, mientras, San Andrés no será lo mismo por un buen tiempo,
En Caracas se repetía el formato de estos últimos días: convocatoria de una protesta en el este, numerosa o no, luego de estar congregados sus «líderes» deciden que irán al centro de la capital, los cuerpos de seguridad no los dejan pasar y viene el enfrentamiento que puede incluir baños en el río Guaire o desnudos muy al estilo Soros. El ingrediente adicional de la última semana han sido las jornadas nocturnas de barricadas y quemas en urbanizaciones que han incluido muertos, como el caso del Guardia Nacional Bolivariano en San Antonio de los Altos. Esta modalidad busca agotar los mecanismos de persuasión de los cuerpos de seguridad y plantar la violencia con muertos necesarios para que Venezuela sea un «Estado fallido».
Adrenalina con paracos es una mezcla letal
Anoche se repitió el esquema pero en avenidas de sectores populares como El Valle. En San Andrés hubo cacerolas unos 15 minutos después de las 8 de la noche, luego de una calma de media hora se empezaron a escuchar detonaciones y el humo invadió las calles. Un grupo de motorizados intentó llegar a la avenida pero se replegaron hacia el cerro luego de ver a la policía. Otro grupo de jóvenes a pie, que ya tenía lista una barricada con cauchos ardiendo, se enfrentó con bombas molotovs y piedras a las tanquetas. Estas igual subieron hasta unas tres cuadras de la avenida, de donde tuvieron que retirarse por disparos que venían de lugares desconocidos. Los chamos subían y bajaban como cuando juegan con pintura y lodo un martes de Carnaval, adrenalina con paracos es una mezcla letal. Más allá, en el cerro, tenso silencio…
Manifestantes primero, colectivos después…
El movimiento fuerte fue después de las 10 de la noche. Se dice que a esa hora fue el enfrentamiento más fuerte de la Guardia Nacional con los violentos, hasta ese momento las redes sociales hablaban de manifestantes, pero cuando empezaron los disparos e incendiaron una tanqueta con las molotovs se convirtieron mágicamente en colectivos chavistas. Lo mismo ocurría en las calles 1, 2, 9 y 14 de Los Jardínes de El Valle, más licorerías y negocios saqueados, atacaron a piedras el Materno Infantil que tanto luchó la gente organizada mientras Ronald McDonald contemplaba desde la otra acera como si nada. En medio de todo la MUD lanzó, por primera vez en tres años, una declaración por Twitter diciendo que no están de acuerdo con las guarimbas, sus voceros reculaban en la web.
Los gritos contra la policía y la Guardia Nacional se escuchaban en toda la cuadra, no eran consignas sino insultos, pocas pero ruidosas cacerolas seguían sonando y algunos gritos de mujeres avisaban a los muchachos, muchos de ellos menores de edad, por dónde venía la policía. Ellas sí gritaban «Fuera Maduro» desde sus apartamentos y alentaban a los neroncitos que jugaban a ser héroes contra la dictadura.
Un grupo ingresó a la panadería de Manolo (La Mayer del Pan), que ya había sufrido un saqueo hace pocos meses, se habla de algún tipo de protección eléctrica que electrocutó a 8 personas, entre ellos menores de edad, otros hablan de un cable de alta tensión y hasta de una nevera. A cuadra y media el señor Ramón, del kiosko de empanadas en la esquina del Mercal, trató de defender su local de los «manifestantes» y fue asesinado a balas. En total hubo 11 muertos, más 6 heridos como una señora embarazada que recibió una bala dentro de su casa.
Se habla de una revuelta social, pero los saqueos fueron selectivos, no extraña que locales de gente que mantiene poder en el territorio no hayan sido tocados. El mercadito de la Cajigal sufrió más que muchos otros locales, rollos de papel térmico del que se usa en los puntos de venta vuelan por la calle, boquetes en las paredes, cartones y muchos vidrios en las aceras. A las neveras y cavas les arrancaron de cuajo los motores, las vitrinas destrozadas, la licorería en la esquina de la calle El Loro fue saqueada, también el automercado de los chinos. A medida que uno se aleja de la avenida se aprecia menos el impacto de una noche en la que reinó la confusión pero se sabe que bandas criminales paramilitarizadas, ligadas con muchachos buscando acción y operadores políticos de la zona, pescaron en río revuelto.
Hay tristeza y hasta vergüenza, la gente mira los destrozos con desconcierto aunque no se solidariza mucho con los comerciantes que tienen años cartelizándose para acaparar la comida y especular con los precios, los mismo que culpan al Gobierno y no a las legendarias mafias comerciales que hacen que el queso, por ejemplo, tenga hasta 18 intermediarios.
Pronto vendrá la ayuda del Gobierno al que esta guerra económica y psicológica (valga la redundancia) ha satanizado tanto, mientras, San Andrés no será lo mismo por un buen tiempo,