¿Quién dijo, quién dijo que no íbamos a pagar a Repsol?

¿Realmente dijo eso el funcionario? ¿Pagar o compensar? ¿Y qué hay del ahorro que implicó la recuperación de la empresa, valuado en 3000 millones de dólares para el país (por el no giro de utilidades, más el freno al declino del gas, de 2012 a la fecha)? Analicemos ahora y con lujo de detalles la burda maquinación protagonizada por la cadena del DEsánimo, la MENTira (alterar la verdad) y el Engaño (ocultar la verdad) –en adelante cadena DEMENTE.
ORIGEN DE LA MENTIRA. Indigna, más allá de la adulteración de la verdad, que ni siquiera les importe tomarse el trabajo de apretar CTRL B (si es word) o CTRL F (si es html) para buscar, en la aludida versión taquigráfica, indicios de algo parecido a las frases del apartado anterior. Entonces, si Kicillof y De Vido no fueron los autores del supuesto «no pago a Repsol», ¿quién fue? Rastreando los orígenes mediáticos de la disyuntiva «pago» o «no pago», disyuntiva que intenta instalar el neoliberalismo criollo, nos topamos con un artículo publicado por La Nación el 23 de abril de 2012 (seis días después de la reunión plenaria en el Senado). Su autor, Mariano Obarrio. Título: «La confiscación de la petrolera. El gobierno planea no pagarle nada a Repsol.» Bajada: «Kicillof le aseguró a la presidenta que la tasación dará ‘cero pesos.'» Así empieza: «El jueves 12 de abril, en medio de las insistentes versiones sobre YPF , el viceministro de Economía, Axel Kicillof, le aseguró en Olivos a la presidenta Cristina Kirchner, con total convicción, que el precio de la empresa petrolera luego de que interviniera el tribunal de tasación iba a ser de ‘cero pesos’. Ese es el gran objetivo que predomina ahora en la Casa Rosada: no pagarle nada a Repsol.» Como puede observarse hasta este punto, el «no pago» surgió de la seriedad del articulista. Luego sigue: «La Casa Rosada da por hecho que el juicio demorará al menos cinco o seis años. ‘La oferta del tribunal de tasación puede llegar a cero pesos. Van a tratar de llevarla a la baja’, confió una alta fuente del gobierno a La Nación.» Bueno, parece que en realidad no fue Obarrio sino «una alta fuente del gobierno». En efecto y como dice más adelante, «la idea de pagarle a Repsol un precio nulo se mantiene, según confirmaron a La Nación altas fuentes oficiales». Listo, fue el gobierno nacional, sobre todo si tenemos en cuenta esto que se asevera al cierre: «‘No hay que poner un peso’, le dijo el viceministro a la presidenta.» ¿Otra alta fuente oficial? Enviamos una comunicación a Obarrio para que nos explicite su fuente. No nos ha respondido aún.
EL PÉSIMO EJEMPLO DE YPF (Y DE UNA RENACIONALIZACIÓN EXITOSA). «Esta YPF sigue en un contexto de políticas energéticas entrampadas en el corto plazo y un contexto económico donde la Argentina está fuera del mundo (sic)», afirmaba Montamat a Lanata. Preguntamos entonces al consultor privado y en función de tan funesto panorama, ¿cómo explica que YPF haya «mejorado la producción» y revertido «la declinación en petróleo y algo en gas», tal y como él mismo destacó a don Jorge? La respuesta nos la brinda el mismísimo (¿ex?) perito de El Paso Energy, en la ya citada entrevista: «El problema es que esta YPF representa el 35% de la producción de petróleo y gas. El otro 65% en promedio sigue declinando. Y sigue declinando porque los que están en petróleo en la Argentina, como no tienen largo plazo por la incertidumbre y por todos los problemas que son generales, no sólo en esta industria sino en el conjunto de las actividades económicas, lo que siguen haciendo es poner muchas bombillas en el mismo mate. Sobreexplotan lo que está en producción y hacen mínima inversión exploratoria.» En primer lugar, obsérvese que Montamat critica la renacionalización porque el muy buen accionar de YPF, por desgracia, se reduce al 35% del mercado petrolero. Limitadísimo análisis que no tiene en cuenta un pequeño detalle: la gestión pública se propone incrementar su participación doméstica (de hecho, es lo que ha venido sucediendo desde abril de 2012). No, Montamat, la idea no es quedarse en el 35% sino aspirar al menos a la cuota de mercado que ostentaba la empresa cuando usted se puso al frente de ella para privatizarla. En segundo lugar, y en base a la denuncia que involuntariamente realizó respecto de los restantes actores petroleros, se podría interpretar que la renacionalización bien podría ser el remedio para ese rebelde 65 por ciento. Sin embargo, el punto más importante no es este. Si la incertidumbre, la improvisación, los errores y el cortoplacismo reinan en el sector hidrocarburífero nacional, ¿cómo explicar entonces que la ultrakirchnerista YPF (a la sazón empresa mixta y sociedad anónima) apueste al crecimiento y logre revertir todos los indicadores –destacando a la vez como empresa líder en la recuperación petrolera y gasífera argentina– sabiendo, como se sabe, que el ciclo kirchnerista concluye en 2015? Cualquier cosa, cualquier mentira vale para terminar con el pésimo ejemplo de la YPF renacionalizada.
CONCLUSIONES. La cadena DEMENTE busca, con tan burda maquinación de desprestigio y mentira: 1) ridiculizar al gobierno y presentar como una confiscación la renacionalización de YPF –acto soberano y legítimo previsto en nuestra Constitución nacional al expropiar un bien considerado de interés público, con indemnización sujeta a las leyes argentinas–; y 2) presentar la renacionalización y la gestión pública de YPF como un «mal negocio» para el pueblo argentino, al que compulsivamente vía impuestos se lo obligará no sólo a financiar las «locuras» de la empresa nacional sino a «pagar» a la española (cuando el gobierno afirmó sería al revés).
La renacionalización de YPF es de vital importancia para la República Argentina, su aparato productivo y la seguridad jurídica popular. La recuperación de sus indicadores en materia de exploración y explotación de hidrocarburos, refinación y abastecimiento de combustibles viene siendo notable desde abril de 2012. Va quedando atrás la nefasta herencia de Repsol, hecho que sólo puede beneficiar a la sociedad toda, así como a las nuevas generaciones de argentinos y argentinas. En pocas palabras, la gestión pública de YPF viene demostrando ser altamente exitosa. Por cierto, un hecho nada menor, desde que prueba –además de la idoneidad y la capacidad de los argentinos– que en el actual contexto de políticas energéticas, sus costos y precios internos, una empresa petrolera en la Argentina puede generar utilidades, girar dividendos a sus accionistas y hacerlo sin descuidar sus activos, sin desplomar la propia producción ni la tasa de reposición de reservas, sin abandonar las inversiones de riesgo, sin desabastecer a la ciudadanía, sin generar pasivos, sin depredar yacimientos (como denuncia Montamat acerca de las restantes petroleras), acompañando y hasta apuntalando el crecimiento de una explosiva demanda, así como apostando al mercado interno para ganar más cuota en el marco de la libre competencia.
De la misma manera que la Argentina para el neoliberalismo planetario, YPF es, para el neoliberalismo doméstico (y también extranjero), un mal ejemplo que debe terminar. – <dl

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