Rajoy avisa de que se siente fuerte para no cambiar su política

Ni un paso atrás. Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, mantendrá la misma línea de actuación política que ha llevado a cabo en sus 14 meses de Gobierno, al sentirse “totalmente respaldado” por su grupo parlamentario, que le ofrece una holgada mayoría, de 186 diputados y, sobre todo, porque está seguro de que es lo que los españoles le demandan. “Este es un Gobierno fuerte que no va a desmayar hasta cumplir su objetivo de sacar a España de la crisis”. Esta ha sido la declaración firme y segura con la que Rajoy ha cerrado el debate del estado de la nación y que ha sido la actitud que ha mantenido en estos los dos días de pleno. Del debate ha salido un llamamiento etéreo a diferentes pactos, pero sin compromisos concretos. No saldrán adelante las peticiones de cambio constitucional para reajustar el modelo autonómico en general y otorgar a Cataluña y País Vasco unos rasgos más diferenciados.
En estos dos días han sido muchos los portavoces parlamentarios que le han reprochado al presidente, con más o menos acritud, algunos con buen tono, esa seguridad que ha exhibido respecto a lo que está haciendo, sin signo alguno de autocrítica en ninguna materia. Y así ha sido hasta el final. “Voy a seguir haciendo la misma política económica que hemos llevado a cabo durante este año”, ha sentenciado el presidente.
En la segunda jornada de debate, el acento territorial ha estado muy marcado al ser el turno de los partidos nacionalistas y regionales. Se han arrastrado los mismos asuntos que plantearon ayer los portavoces del PSOE, CiU, Izquierda Plural y UPyD aunque los tonos fueron muchos más duros, algunos, quizá por eso, no han obtenido la respuesta del presidente del Gobierno. Una excepción ha sido el PNV, a cuyo portavoz, Aitor Esteban, el presidente del Gobierno dispensó un trato respetuoso aunque sin concesiones. “Aquí hay una circunstancia persistente y terca: la existencia de al menos dos comunidades que tienen un sentimiento nacional distinto al español. En cómo acomodar esta realidad radica la clave que marcará lo que suceda en la política española en los próximos años”, le ha dicho Esteban.
No hay visos de que España vaya a entrar en un proceso de cambio sobre su modelo territorial. Como prueba la declaración del presidente del Gobierno de que la Constitución española de 1978 ha permitido y permite que España, sus regiones, sus comunidades autónomas, tengan “el mayor grado de autogobierno” de toda su historia. Esto fue lo que ha dicho Mariano Rajoy, como declaración de principios, a la que se ha aferrado en sus respuestas a quienes piden un reajuste del modelo autonómico, en general, y en particular para que Cataluña y el País Vasco máxima tengan mayor “acomodo”. Los grupos que lo han solicitado salen del debate del estado de la nación persuadidos de que no se abordará en absoluto, a pesar del llamamiento un tanto ambiguo y etéreo para pactar “la política territorial”, y las de Exteriores, Defensa y Europa. No se ha negado el presidente a “abordar la reforma de la Constitución”, pero también añade que no es eso lo que necesita España para “crear puestos de trabajo”.
Nadie debe esperar, por tanto, que en las resoluciones que el Grupo Popular presente el próximo martes aparezca una propuesta de reforma constitucional. Para que no haya dudas el portavoz parlamentario del Grupo Popular, Alfonso Alonso, ha marcado las señales con claridad respecto a las peticiones de reformar la Constitución para caminar hacia una senda federal – como propuso Rubalcaba – o para permitir el derecho de autodeterminación, como instó Josep Antoni Duran Lleida, de CiU. “Con seis millones de parados los ciudadanos no quieren que reinventemos España, sino que busquemos y encontremos soluciones cuanto antes”. Esa respuesta vale también para Rosa Díez, de UPyD que propuso abrir un proceso constituyente “para refundar el Estado“, y Joan Coscubiela de ICV. Un encaje más apropiado a las demandas de muchos catalanes y vascos también han estado en las propuestas de Alfred Bosch de ERC y Olalia Fernández Dávila del BNG.
No ha dicho Rajoy nada que no quisiera en este debate. Y no ha querido entrar a debatir sobre el proceso soberanista que ha abierto el Gobierno de CiU y ERC, en parte para eludir el debate. No ha querido el presidente que Cataluña sea el foco de este debate, aunque no pasó por alto defender la presencia y el apoyo del Gobierno a esa comunidad autónoma. Se lo dijo ayer a Josep Antoni Duran Lleida de CiU y hoy a Alfred Bosch de ERC. “No ha habido nunca un Gobierno que haya ayudado tanto a Cataluña como este. A los mercados sale el Estado a buscar financiación, y lo hago porque no estoy dispuesto a que caiga ninguna comunidad autónoma”, ha dicho Rajoy para que les llegue a los ciudadanos de Cataluña. No ha sido agrio el tono empleado con el republicano, que ha pedido el derecho de autodeterminación y su esperanza de que Cataluña “sea libre” con las personas que allí viven, tengan los orígenes que tengan y hablen la lengua que hablen.
Una vez más al presidente no puede ocultar los sentimientos y sensaciones que le despiertan los distintos oradores y, precisamente, los representantes del Grupo Mixto no están entre sus preferidos. Desde luego no lo ha estado Iker Urbina de Amaiur, con quien ha tenido un intercambio áspero que se resume por parte del presidente en su petición a ese grupo político de que pida a ETA que se disuelva. Amaiur, por su parte, le ha pedido que solucione “el tema de los presos”. También se lo había solicitado Aitor Esteban del PNV. Pero no le contestó. Tampoco quería Rajoy que ETA fuera objeto relevante en este debate.
Las reivindicaciones territoriales de Ana Orama, de Coalición Canaria-Nueva Canaria, han molestado al presidente, al estimar que la portavoz nacionalista cargaba las tintas en exceso, como si Rajoy se hubiera propuesto castigar a las islas. “Pierde usted credibilidad con ese discurso”, le ha reprochado, tras leer políticas gubernamentales en las islas, que no convencieron a Oramas. Idéntica situación se ha producido con Olaia Fernández Dávila, del BNG, con quien comparte comunidad de nacimiento y origen. Rajoy ha vuelto a recitar las inversiones y actuaciones del Gobierno en Galicia. “No es usted la única representante de Galicia”, le ha espetado. Pero el trato a esta portavoz ha sido correcto, aunque le ha negado todo, incluida su petición de convocar elecciones, entre otras cosas, porque Rajoy “está bajo sospecha”, por la presunta financiación ilegal del PP. El discurso territorial, esta vez de Asturias, llegó con Enrique Álvarez Sostres, de Foro Asturiano, con reivindicaciones regionales a las que Rajoy respondió con la enumeración de sus políticas en la región.
No ha habido cortesía alguna con el representante de Compromís-Equo, Joan Baldoví, que le ha recriminado su política social y económica, desde una perspectiva de izquierdas y con la utilización de alguna palabra malsonante que ha llevado al presidente del Congreso, Jesús Posada, a pedirle que prescindiera de ellas. Y lo ha hecho. Después, Baldoví le ha afeado su falta de respeto a los votantes de su formación porque Rajoy, como toda respuesta, ha ironizado sobre “la moderación” de su discurso.
Sí se ha explayado más el presidente con la portavoz de Geroa Bai, Uxúe Barkos, desde la absoluta discrepancia y con el también diputado navarro de UPN, Carlos Salvador. Rajoy ha hecho aspavientos con este diputado al ser el único “que ha reconocido algo bueno de la acción del Gobierno”.
Para elogios los del propio Rajoy y el de su portavoz parlamentario, seguros de que la senda elegida no debe cambiarse. En los pasillos se ha apreciado el malestar de todos los grupos de oposición, que trabajan ya en poner por escrito, sus propuestas y el martes ofrecérselas a la mayoría parlamentaria del PP. “Solo han propuesto que se cambie la Constitución”, ha exagerado el portavoz del Grupo Popular. En las resoluciones se verá.

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