Por Ramiro Castiñera / econométrica
14/09/12 – 11:43
En 2010 y 2011 el Gobierno tomó la decisión política de no recuperar el superávit fiscal que se perdió en la crisis de 2009. Prefirió reemplazarlo por el impuesto inflacionario para evitar realizar un ajuste en las tarifas de la energía, pero al costo de perder el modelo que imperó desde la salida de la convertibilidad.
Con el tiempo reemplazó el superávit fiscal por el impuesto inflacionario, y el tipo de cambio competitivo por las restricciones en el mercado de cambios. El resultado de la elección no tardó en reflejarse en la tasa de crecimiento.
En 2012 el atraso cambiario y el déficit energético, por un lado, y la sequía y Brasil, por el otro, se combinaron para cerrar el grifo de dólares comerciales y la economía chocó con la restricción externa, luego de esquivarla por una década.
En 2013 el clima y Brasil jugarán a favor y posibilitarán un aumento en las exportaciones de US$ 10 mil millones en 2013. Sobre ello se suman US$ 2.200 millones por el menor pago de la deuda pública en moneda extranjera.
Los US$ 12.200 millones de shock externo positivo permitirán alejar la restricción externa, dejando margen para un crecimiento que estimamos cercano al 3,5%.
El crecimiento no sería mayor dado que la apreciación cambiaria y el déficit energético agotan rápidamente los US$ 12.200 millones adicionales, principalmente ante el avance de las importaciones.
En efecto, la importación de energía se incrementó en US$ 1.600 millones este año, pese al freno económico, la recesión en la industria y la menor cosecha.
En nuestro escenario de 3,5% de crecimiento para 2013, la importación de energía se incrementaría en US$ 3.900 millones, llevando el déficit energético a un total de US$ 9.000 millones, desde los US$ 4.800 millones este año.
Por su parte, el atraso cambiario quita competitividad y el sector industrial comienza a reemplazar insumos locales por importados (en una primera etapa), incrementando la necesidad de dólares aun con restricciones.
La combinación de déficit energético y atraso cambiario hace que la elasticidad de las importaciones por cada punto de crecimiento económico aumente US$ 700 millones, a un total de US$ 3.400 millones en 2013, donde la elasticidad de las importaciones energéticas crece 46% y las no energéticas 20%, ambas respecto de 2011.
Un incremento del 3,5% del PBI agota los nuevos dólares que ingresan a la economía ante el incremento de la elasticidad, poniendo a la economía nuevamente frente a la restricción externa hacia fin de 2013.
Para 2014 uno no debería suponer que EE.UU. tenga nuevamente una sequía que eleve los precios de las commodities, más bien todo lo contrario. Por ello, 2013 es una oportunidad para recomponer la macroeconomía y prepararla para 2014, con posibilidad de un menor precio de la soja.
El año entrante la soja generará al fisco ingresos adicionales por US$ 2.800 millones. Si se suman a los US$ 2.200 millones por menores pagos de deuda, de ahorrarlos se reduciría la necesidad de apoyarse en el balance del BCRA en US$ 5.000 millones el año entrante. Esto es, el financiamiento del BCRA al tesoro bajaría de 3,5% del PBI este año a 2,5% del PBI el año entrante.
Si sobre ello se sincera la situación energética con un plan donde el gas que usan privados deja de pagarlo el Estado, el ahorro fiscal y menor uso del impuesto inflacionario podría ser aún mayor.
Sólo en dicho contexto el Gobierno reduciría la inflación como mecanismo de financiamiento, y el BCRA recuperaría margen para desempolvar carpetas y volver a tener política cambiaria procrecimiento.
En suma, 2013 es una oportunidad para implementar un plan que nos evite nuevamente chocar con la restricción externa en 2014.
14/09/12 – 11:43
En 2010 y 2011 el Gobierno tomó la decisión política de no recuperar el superávit fiscal que se perdió en la crisis de 2009. Prefirió reemplazarlo por el impuesto inflacionario para evitar realizar un ajuste en las tarifas de la energía, pero al costo de perder el modelo que imperó desde la salida de la convertibilidad.
Con el tiempo reemplazó el superávit fiscal por el impuesto inflacionario, y el tipo de cambio competitivo por las restricciones en el mercado de cambios. El resultado de la elección no tardó en reflejarse en la tasa de crecimiento.
En 2012 el atraso cambiario y el déficit energético, por un lado, y la sequía y Brasil, por el otro, se combinaron para cerrar el grifo de dólares comerciales y la economía chocó con la restricción externa, luego de esquivarla por una década.
En 2013 el clima y Brasil jugarán a favor y posibilitarán un aumento en las exportaciones de US$ 10 mil millones en 2013. Sobre ello se suman US$ 2.200 millones por el menor pago de la deuda pública en moneda extranjera.
Los US$ 12.200 millones de shock externo positivo permitirán alejar la restricción externa, dejando margen para un crecimiento que estimamos cercano al 3,5%.
El crecimiento no sería mayor dado que la apreciación cambiaria y el déficit energético agotan rápidamente los US$ 12.200 millones adicionales, principalmente ante el avance de las importaciones.
En efecto, la importación de energía se incrementó en US$ 1.600 millones este año, pese al freno económico, la recesión en la industria y la menor cosecha.
En nuestro escenario de 3,5% de crecimiento para 2013, la importación de energía se incrementaría en US$ 3.900 millones, llevando el déficit energético a un total de US$ 9.000 millones, desde los US$ 4.800 millones este año.
Por su parte, el atraso cambiario quita competitividad y el sector industrial comienza a reemplazar insumos locales por importados (en una primera etapa), incrementando la necesidad de dólares aun con restricciones.
La combinación de déficit energético y atraso cambiario hace que la elasticidad de las importaciones por cada punto de crecimiento económico aumente US$ 700 millones, a un total de US$ 3.400 millones en 2013, donde la elasticidad de las importaciones energéticas crece 46% y las no energéticas 20%, ambas respecto de 2011.
Un incremento del 3,5% del PBI agota los nuevos dólares que ingresan a la economía ante el incremento de la elasticidad, poniendo a la economía nuevamente frente a la restricción externa hacia fin de 2013.
Para 2014 uno no debería suponer que EE.UU. tenga nuevamente una sequía que eleve los precios de las commodities, más bien todo lo contrario. Por ello, 2013 es una oportunidad para recomponer la macroeconomía y prepararla para 2014, con posibilidad de un menor precio de la soja.
El año entrante la soja generará al fisco ingresos adicionales por US$ 2.800 millones. Si se suman a los US$ 2.200 millones por menores pagos de deuda, de ahorrarlos se reduciría la necesidad de apoyarse en el balance del BCRA en US$ 5.000 millones el año entrante. Esto es, el financiamiento del BCRA al tesoro bajaría de 3,5% del PBI este año a 2,5% del PBI el año entrante.
Si sobre ello se sincera la situación energética con un plan donde el gas que usan privados deja de pagarlo el Estado, el ahorro fiscal y menor uso del impuesto inflacionario podría ser aún mayor.
Sólo en dicho contexto el Gobierno reduciría la inflación como mecanismo de financiamiento, y el BCRA recuperaría margen para desempolvar carpetas y volver a tener política cambiaria procrecimiento.
En suma, 2013 es una oportunidad para implementar un plan que nos evite nuevamente chocar con la restricción externa en 2014.