Francisco visitó la Basílica del Sacro Cuore, en Roma. Foto: Reuters
ROMA.- «Es intolerable que miles de personas todavía mueran cada día de hambre», clamó ayer el Papa. Lo hizo en una durísima carta que le envió al Foro Económico Mundial de Davos, la reunión más importante del año de ricos y poderosos del planeta, que empieza hoy con la participación de cerca de 40 jefes de Estado y de gobierno, y más de 2500 participantes de todo el mundo.
A todos ellos, Francisco les pidió esforzarse «para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella», y para que haya una mejor distribución de la renta.
Declarado «personaje del año» por la revista Time y otras publicaciones de prestigio, Francisco, el «papa de los pobres», criticado por sectores conservadores de Estados Unidos por sus posturas «marxistas», fue invitado por el profesor Klaus Schwab a dirigirse al Foro de Davos, emblema del liberalismo económico.
La cumbre, que tiene lugar en esa lujosa localidad de los Alpes suizos, reúne a más de 1500 líderes empresariales.
Además participarán representantes de organizaciones internacionales, la sociedad civil, los medios de comunicación, la educación y las artes.
Consciente de que se dirigía a la elite del poder económico global, Francisco aprovechó para volver a enviar un mensaje en favor de los excluidos. Y para recordar la importancia y responsabilidad de los distintos sectores políticos y económicos «en la promoción de un enfoque inclusivo que tenga en cuenta la dignidad de toda persona humana y el bien común».
En su discurso, leído por el cardenal ganés Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, el Papa citó un mensaje de su predecesor Benedicto XV, quien en la encíclica Caritas in veritate (El cuidado en la verdad) afirmó que el crecimiento de la igualdad requiere «una visión trascendente de la persona».
Necesita también «decisiones, mecanismos y procesos encaminados a una mejor distribución de la riqueza, la creación de fuentes de empleo y la promoción integral del pobre, que va más allá de una simple mentalidad de asistencia», según el mensaje, el primero que envía un pontífice a la reunión de Davos.
El propio Foro Económico, fundado en 1971 por Schwab, profesor de economía en Suiza, opinó que este año el encuentro se produce en un «momento crítico»: un informe que difundió la semana pasada aseguró que la crecientes desigualdades económicas, junto con situaciones sociales explosivas, con jóvenes desempleados y frustrados, son las mayores amenazas para el mundo.
El Papa, cuestionado por las críticas al capitalismo en su exhortación apostólica, Evangelii Gaudium , busco poner los puntos sobre las íes con su mensaje de ayer.
Al citar ese documento programático, recordó que «son elogiables los avances que contribuyen al bienestar de la gente» y que hay que reconocer el papel fundamental desempeñado por la economía moderna en estos cambios.
«Sin embargo, los objetivos logrados -aunque hayan reducido la pobreza de un gran número de personas- a menudo llevaron aparejada una amplia exclusión social», con consecuencias trágicas, destacó.
Un reciente informe de Oxfam indicó que la mitad de la renta mundial está hoy en manos del 1% más rico de la población, cuya fortuna asciende a 110 billones de dólares; esa cifra es 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial.
Al recordar la importancia de los distintos sectores políticos y económicos en la promoción de un enfoque inclusivo, el Papa subrayó su «responsabilidad precisa para con los demás, especialmente con los más frágiles, débiles y vulnerables». Y denunció que «es intolerable que todavía miles de personas mueran de hambre cada día, a pesar de las grandes cantidades de alimentos disponibles y, a menudo, simplemente desperdiciados».
Francisco, que quiso que su primer viaje en Italia fuera a Lampedusa, puerto de arribo de miles de inmigrantes desesperados, también clamó: «No pueden dejar de impresionarnos los innumerables refugiados que, buscando condiciones de vida con un mínimo de dignidad, no sólo no consiguen encontrar hospitalidad, sino que a menudo mueren trágicamente mientras se desplazan de un lugar a otro».
«Sé que éstas son palabras fuertes, incluso dramáticas, pero al mismo tiempo quieren reafirmar y desafiar la capacidad de este foro para marcar la diferencia», agregó, al llamar a un cambio, a través de la creatividad y experiencia profesional de los asistentes al encuentro.
«Pueden ofrecer una contribución adicional poniendo sus capacidades al servicio de los que aún viven en medio de una terrible pobreza», dijo el Papa, que reclamó «un renovado, profundo y amplio sentido de responsabilidad por parte de todos».
«Estoy convencido de que una apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una nueva mentalidad política y económica, capaz de reconducir toda la actividad económica y financiera dentro de un enfoque ético que sea verdaderamente humano», aseguró finalmente el papa argentino, que concluyó pidiendo un esfuerzo «para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella».
En la cumbre, que terminará el sábado, participarán cuatro presidentes latinoamericanos (de México, Brasil, Colombia y Panamá). Debatirán en sesiones centradas en la lucha contra las drogas, el futuro de las economías emergentes y el acuerdo de asociación transpacífico, un proyecto regional de libre comercio. .
ROMA.- «Es intolerable que miles de personas todavía mueran cada día de hambre», clamó ayer el Papa. Lo hizo en una durísima carta que le envió al Foro Económico Mundial de Davos, la reunión más importante del año de ricos y poderosos del planeta, que empieza hoy con la participación de cerca de 40 jefes de Estado y de gobierno, y más de 2500 participantes de todo el mundo.
A todos ellos, Francisco les pidió esforzarse «para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella», y para que haya una mejor distribución de la renta.
Declarado «personaje del año» por la revista Time y otras publicaciones de prestigio, Francisco, el «papa de los pobres», criticado por sectores conservadores de Estados Unidos por sus posturas «marxistas», fue invitado por el profesor Klaus Schwab a dirigirse al Foro de Davos, emblema del liberalismo económico.
La cumbre, que tiene lugar en esa lujosa localidad de los Alpes suizos, reúne a más de 1500 líderes empresariales.
Además participarán representantes de organizaciones internacionales, la sociedad civil, los medios de comunicación, la educación y las artes.
Consciente de que se dirigía a la elite del poder económico global, Francisco aprovechó para volver a enviar un mensaje en favor de los excluidos. Y para recordar la importancia y responsabilidad de los distintos sectores políticos y económicos «en la promoción de un enfoque inclusivo que tenga en cuenta la dignidad de toda persona humana y el bien común».
En su discurso, leído por el cardenal ganés Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, el Papa citó un mensaje de su predecesor Benedicto XV, quien en la encíclica Caritas in veritate (El cuidado en la verdad) afirmó que el crecimiento de la igualdad requiere «una visión trascendente de la persona».
Necesita también «decisiones, mecanismos y procesos encaminados a una mejor distribución de la riqueza, la creación de fuentes de empleo y la promoción integral del pobre, que va más allá de una simple mentalidad de asistencia», según el mensaje, el primero que envía un pontífice a la reunión de Davos.
El propio Foro Económico, fundado en 1971 por Schwab, profesor de economía en Suiza, opinó que este año el encuentro se produce en un «momento crítico»: un informe que difundió la semana pasada aseguró que la crecientes desigualdades económicas, junto con situaciones sociales explosivas, con jóvenes desempleados y frustrados, son las mayores amenazas para el mundo.
El Papa, cuestionado por las críticas al capitalismo en su exhortación apostólica, Evangelii Gaudium , busco poner los puntos sobre las íes con su mensaje de ayer.
Al citar ese documento programático, recordó que «son elogiables los avances que contribuyen al bienestar de la gente» y que hay que reconocer el papel fundamental desempeñado por la economía moderna en estos cambios.
«Sin embargo, los objetivos logrados -aunque hayan reducido la pobreza de un gran número de personas- a menudo llevaron aparejada una amplia exclusión social», con consecuencias trágicas, destacó.
Un reciente informe de Oxfam indicó que la mitad de la renta mundial está hoy en manos del 1% más rico de la población, cuya fortuna asciende a 110 billones de dólares; esa cifra es 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial.
Al recordar la importancia de los distintos sectores políticos y económicos en la promoción de un enfoque inclusivo, el Papa subrayó su «responsabilidad precisa para con los demás, especialmente con los más frágiles, débiles y vulnerables». Y denunció que «es intolerable que todavía miles de personas mueran de hambre cada día, a pesar de las grandes cantidades de alimentos disponibles y, a menudo, simplemente desperdiciados».
Francisco, que quiso que su primer viaje en Italia fuera a Lampedusa, puerto de arribo de miles de inmigrantes desesperados, también clamó: «No pueden dejar de impresionarnos los innumerables refugiados que, buscando condiciones de vida con un mínimo de dignidad, no sólo no consiguen encontrar hospitalidad, sino que a menudo mueren trágicamente mientras se desplazan de un lugar a otro».
«Sé que éstas son palabras fuertes, incluso dramáticas, pero al mismo tiempo quieren reafirmar y desafiar la capacidad de este foro para marcar la diferencia», agregó, al llamar a un cambio, a través de la creatividad y experiencia profesional de los asistentes al encuentro.
«Pueden ofrecer una contribución adicional poniendo sus capacidades al servicio de los que aún viven en medio de una terrible pobreza», dijo el Papa, que reclamó «un renovado, profundo y amplio sentido de responsabilidad por parte de todos».
«Estoy convencido de que una apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una nueva mentalidad política y económica, capaz de reconducir toda la actividad económica y financiera dentro de un enfoque ético que sea verdaderamente humano», aseguró finalmente el papa argentino, que concluyó pidiendo un esfuerzo «para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella».
En la cumbre, que terminará el sábado, participarán cuatro presidentes latinoamericanos (de México, Brasil, Colombia y Panamá). Debatirán en sesiones centradas en la lucha contra las drogas, el futuro de las economías emergentes y el acuerdo de asociación transpacífico, un proyecto regional de libre comercio. .