Cerca de la medianoche del 30 de diciembre de 2001 Jorge Remes Lenicov recibió un llamado. Era Eduardo Duhalde.
“Vas a ser ministro de Economía” , le dijo. El economista trabajó al otro día en una oficina del Banco Provincia y a la tarde se subió en su auto para ir hasta Banfield, a la casa de Duhalde. Le dejó el capítulo económico del discurso de asunción y se fue a La Plata, donde lo esperaba su familia. “Llegué minutos antes de las 12”. Al día siguiente Duhalde leyó en el Congreso las líneas de Remes, pero le agregó una frase.
“El que depositó dólares recibirá dólares” .
¿Volvió a hablar con Duhalde sobre aquello? Sí. Y le dije que para había sido un error. Lo reconoció. Hay que recordar que aquello era una crisis. Y muchas veces los políticos compran todo lo que resulta cómodo para dar un discurso.
¿Se devaluó de manera desprolija e improvisada? La salida de la convertibilidad no era una cuestión de sintonía fina. Cuando uno llega a una crisis hay que hacer política de shock y no gradualismo. El gradualismo no valía para enero de 2002.
Algunos decían que había que crear las condiciones para salir ordenadamente del 1 a 1.
Claro. Y yo pregunto, ¿cómo se crean esas condiciones cuando no había oposición, ni se podía hablar con ningún referente político? EE.UU. había retirado el apoyo financiero, el FMI tenía una posición ideológica absurda y la Corte presionaba. Yo lo fui a ver a Julio Nazareno, el presidente de la Corte, por el tema del corralito. ¿Y sabe lo que me dijo? “¿El corralito? Es el tema que menos me interesa. A mí me quieren echar. Pero si ustedes piensan que acá sólo nos vamos a caer nosotros están equivocados”.
¿No pensaron en flexibilizar la convertibilidad en lugar de salir de un día para el otro? La canasta de monedas era una alternativa, pero yo tenía mis reparos. Los asiáticos en los 90 tenían un tipo de cambio fijo que terminó estallando. En esos días de enero nos preguntábamos, ¿para qué encorsetarnos en un tipo de cambio que tenía alguna rigidez? Para un país del desarrollo de la Argentina la mejor opción siempre es tener una herramienta que le dé al gobernante el máximo margen de maniobra.
¿Por qué piensa usted que no se salió antes del 1 a 1? Hubo un poco de todo. Razones ideológicas, intereses sectoriales y también hay que decir que la gente se sentía cómoda y segura con la convertibilidad. El gerente de una sucursal de un banco en un barrio ganaba U$S 20.000. Los políticos deberían haberle explicado mejor a la gente que así no se podía seguir. El dirigente no puede ir detrás de la gente. El dirigente dirige gente. ¿Qué pasa si la conducción de la política hace lo que la gente quiere? La economía estalla porque los industriales quieren una cosa, los trabajadores otra, el campo otra y así.
Hay quienes dicen ustedes beneficiaron a los más ricos con la pesificación, ¿Qué opina? Que es infundado. La pesificación fue consistente con la devaluación. Uno no podía devaluar y no pesificar. Una familia que tenía una deuda de $100 debía tres veces más a los 15 días. ¿Eso era justo? No. Entonces pesificamos las deudas. ¿En una depresión cómo se sale cuando hay incobrabilidad? Seguimos con el ejemplo de Roosvelt de los años 30.
¿Y no se podían hacer cortes? Así se hizo con las retenciones que ustedes mismos pusieron.
Porque está bien estipulado qué es una oleaginosa, un producto primario, una MOI o una MOA. Con la pesificiación, ¿Cómo determina si una empresa es chica, mediana o grande? Y después estaba el FMI con su propuesta de un hospital de empresas para atender caso por caso. En México se hizo y terminó en un escándalo de corrupción bochornoso.
¿Recibió muchos llamados antes de que devalúen? Las presiones fueron enormes en las primeras 72 horas. Hasta que resolvimos desconectar los teléfonos del Ministerio de Economía. El Rey Juan Carlos y José María Aznar llamaban a Duhalde a cada rato. Y Rodrigo Rato, el entonces ministro de Economía, me llamaba a mí.
¿Qué opina cuando se dice que el modelo empezó en 2003? Que es una exageración política. Este modelo económico empezó en enero de 2002. En sólo 60 días cambiamos la economía. Salimos de la convertibilidad, cambiamos la carta orgánica del Central, rehicimos el presupuesto, acordamos con las provincias para que lleguen al equilibrio fiscal, pusimos las retenciones, congelamos tarifas y cambiamos el default por renegociación de la deuda. La economía dejó de caer en marzo.
“Vas a ser ministro de Economía” , le dijo. El economista trabajó al otro día en una oficina del Banco Provincia y a la tarde se subió en su auto para ir hasta Banfield, a la casa de Duhalde. Le dejó el capítulo económico del discurso de asunción y se fue a La Plata, donde lo esperaba su familia. “Llegué minutos antes de las 12”. Al día siguiente Duhalde leyó en el Congreso las líneas de Remes, pero le agregó una frase.
“El que depositó dólares recibirá dólares” .
¿Volvió a hablar con Duhalde sobre aquello? Sí. Y le dije que para había sido un error. Lo reconoció. Hay que recordar que aquello era una crisis. Y muchas veces los políticos compran todo lo que resulta cómodo para dar un discurso.
¿Se devaluó de manera desprolija e improvisada? La salida de la convertibilidad no era una cuestión de sintonía fina. Cuando uno llega a una crisis hay que hacer política de shock y no gradualismo. El gradualismo no valía para enero de 2002.
Algunos decían que había que crear las condiciones para salir ordenadamente del 1 a 1.
Claro. Y yo pregunto, ¿cómo se crean esas condiciones cuando no había oposición, ni se podía hablar con ningún referente político? EE.UU. había retirado el apoyo financiero, el FMI tenía una posición ideológica absurda y la Corte presionaba. Yo lo fui a ver a Julio Nazareno, el presidente de la Corte, por el tema del corralito. ¿Y sabe lo que me dijo? “¿El corralito? Es el tema que menos me interesa. A mí me quieren echar. Pero si ustedes piensan que acá sólo nos vamos a caer nosotros están equivocados”.
¿No pensaron en flexibilizar la convertibilidad en lugar de salir de un día para el otro? La canasta de monedas era una alternativa, pero yo tenía mis reparos. Los asiáticos en los 90 tenían un tipo de cambio fijo que terminó estallando. En esos días de enero nos preguntábamos, ¿para qué encorsetarnos en un tipo de cambio que tenía alguna rigidez? Para un país del desarrollo de la Argentina la mejor opción siempre es tener una herramienta que le dé al gobernante el máximo margen de maniobra.
¿Por qué piensa usted que no se salió antes del 1 a 1? Hubo un poco de todo. Razones ideológicas, intereses sectoriales y también hay que decir que la gente se sentía cómoda y segura con la convertibilidad. El gerente de una sucursal de un banco en un barrio ganaba U$S 20.000. Los políticos deberían haberle explicado mejor a la gente que así no se podía seguir. El dirigente no puede ir detrás de la gente. El dirigente dirige gente. ¿Qué pasa si la conducción de la política hace lo que la gente quiere? La economía estalla porque los industriales quieren una cosa, los trabajadores otra, el campo otra y así.
Hay quienes dicen ustedes beneficiaron a los más ricos con la pesificación, ¿Qué opina? Que es infundado. La pesificación fue consistente con la devaluación. Uno no podía devaluar y no pesificar. Una familia que tenía una deuda de $100 debía tres veces más a los 15 días. ¿Eso era justo? No. Entonces pesificamos las deudas. ¿En una depresión cómo se sale cuando hay incobrabilidad? Seguimos con el ejemplo de Roosvelt de los años 30.
¿Y no se podían hacer cortes? Así se hizo con las retenciones que ustedes mismos pusieron.
Porque está bien estipulado qué es una oleaginosa, un producto primario, una MOI o una MOA. Con la pesificiación, ¿Cómo determina si una empresa es chica, mediana o grande? Y después estaba el FMI con su propuesta de un hospital de empresas para atender caso por caso. En México se hizo y terminó en un escándalo de corrupción bochornoso.
¿Recibió muchos llamados antes de que devalúen? Las presiones fueron enormes en las primeras 72 horas. Hasta que resolvimos desconectar los teléfonos del Ministerio de Economía. El Rey Juan Carlos y José María Aznar llamaban a Duhalde a cada rato. Y Rodrigo Rato, el entonces ministro de Economía, me llamaba a mí.
¿Qué opina cuando se dice que el modelo empezó en 2003? Que es una exageración política. Este modelo económico empezó en enero de 2002. En sólo 60 días cambiamos la economía. Salimos de la convertibilidad, cambiamos la carta orgánica del Central, rehicimos el presupuesto, acordamos con las provincias para que lleguen al equilibrio fiscal, pusimos las retenciones, congelamos tarifas y cambiamos el default por renegociación de la deuda. La economía dejó de caer en marzo.