Macri libra por estas horas una sorda batalla contra su propia coalición de Gobierno, en un intento desesperado por preservar algo de lo que considera su legado. Esto es básicamente una economía abierta, un poco más competitiva y que funcione con las reglas del mercado.
La corrida que se llevó puesto todo y los dejó temblando, agitó el reflejo de apelar a alguna clase de remix de las recetas kirchneristas. Barril criollo como tope al crudo para que no se disparen las naftas, freno a la baja de retenciones, obligación a exportadores a liquidar en el país, freno al ajuste de tarifas, suspensión de la reforma fiscal que trazó un sendero de baja de ingresos brutos y otros impuestos. Ese es parte del recetario de kirchnerismo de urgencia que Macri resiste.
Hace bien. Si pierde el relato del libre mercado se queda sin nada. Como le pasó con el aborto. Enajenó el voto duro de la Iglesia que lo tenía mayoritariamente adentro y no conquistó los sectores progresistas que si tenían alguna duda, Lilita Carrió se encargó de despejárselas cuando anunció que Macri empujó esa iniciativa como un artilugio cínico para desviar la atención de la agenda económica.
«Macri trazó tres líneas rojas: Pidió no tocar la reforma tributaria, la reforma fiscal y el plan de obra pública», comentó a LPO un integrante del gabinete nacional.
La corrida que se llevó puesto todo y los dejó temblando, agitó el reflejo de apelar a alguna clase de remix de las recetas kirchneristas. Barril criollo como tope al crudo para que no se disparen las naftas, freno a la baja de retenciones, obligación a exportadores a liquidar en el país, freno al ajuste de tarifas, suspensión de la reforma fiscal que trazó un sendero de baja de ingresos brutos y otros impuestos. Ese es parte del recetario de kirchnerismo de urgencia que Macri resiste.
Hace bien. Si pierde el relato del libre mercado se queda sin nada. Como le pasó con el aborto. Enajenó el voto duro de la Iglesia que lo tenía mayoritariamente adentro y no conquistó los sectores progresistas que si tenían alguna duda, Lilita Carrió se encargó de despejárselas cuando anunció que Macri empujó esa iniciativa como un artilugio cínico para desviar la atención de la agenda económica.
«Macri trazó tres líneas rojas: Pidió no tocar la reforma tributaria, la reforma fiscal y el plan de obra pública», comentó a LPO un integrante del gabinete nacional.