El grado de volatilidad de la economía argentina la vuelve impensable a largo plazo y esto no es nuevo. Que lo que falta son instituciones fuertes, tampoco. Pero la construcción de la institucionalidad se lleva adelante con objetivos claros. La magnitud del reciente sato del tipo de cambios nos vuelve a hacer pensar en la política de alícuotas para las exportaciones, en particular del sector agropecuario, y por varios motivos.
El esquema de retenciones del gobierno anterior estaba mal trazado, desincentivaba los cultivos, alentaba la especulación y no contemplaba el cuidado de la agroindustria en momentos de baja de precios. Esta administración planteó otro camino, el de quitar el freno que pesaba sobre el sector mediante la eliminación del derecho de exportación para el maíz, trigo y girasol; y un esquema de reducción paulatina para la soja (nosotros criticamos desde su origen y mucho más en un contexto de crisis cambiaria). Hasta el advenimiento de la sequía venía dando resultados.
El esquema de retenciones del gobierno anterior estaba mal trazado, desincentivaba los cultivos, alentaba la especulación y no contemplaba el cuidado de la agroindustria en momentos de baja de precios. Esta administración planteó otro camino, el de quitar el freno que pesaba sobre el sector mediante la eliminación del derecho de exportación para el maíz, trigo y girasol; y un esquema de reducción paulatina para la soja (nosotros criticamos desde su origen y mucho más en un contexto de crisis cambiaria). Hasta el advenimiento de la sequía venía dando resultados.