Puede llamarse mesa chica, como prefieren llamarla. O comité de crisis como prefieren no llamarla aunque en este caso sería más próximo a la realidad.
Lo cierto es que ayer Macri se tuvo que dar un tiempo antes de viajar a España para ver cómo salir de la encerrona del Correo. Convocados de urgencia a Olivos: Peña, Vidal, Rodríguez Larreta y Durán Barba.
El Presidente tenía desde el viernes las encuestas con los números de cuánto está costándole el problema. A su imagen, que no es poco. Y a la de María Eugenia Vidal, que ya es mucho. Como se había arreglado en ese encuentro de la mañana, la gobernadora salió a bancar la parada por tevé.
Macri también tuvo que darse tiempo para hablar por teléfono con Fabián Rodríguez Simón, que es su abogado de mayor confianza y a menudo su bombero favorito. Pepín le contó en detalle lo que él, el ministro Aguad y el procurador Balbín acababan de hacer: pedir en la Justicia que se declare caduco el reclamo de indemnización del padre de Macri por la estatización del Correo.
Buena parte de la hora y media que duró la reunión en Olivos se dedicó a analizar la movida de Rodríguez Simón, que incluye el pedido de separación del juez Cayssials que maneja la causa. “Hagan lo que tengan que hacer”, dice Simón que le dijo Macri. Lo primero que tendrían que hacer, y más Macri que Pepín, es mantener los intereses del Presidente al margen de los intereses de la familia Macri. Y que no quede ninguna duda.
Una posibilidad que se convino explorar ayer fue cómo separar jurídicamente los bienes del Presidente. Una norma que valga para todos los casos. Macri arrastra con el padre otro conflicto políticamente delicado: el de los Panamá Papers.
En la historia del Correo hay cosas fáciles de entender y otras que cuesta entender. Está claro cómo empezó todo: Franco Macri ganó una privatización ruinosa. Se comprometió a pagar un canon impagable. Yabrán se había llevado la crema del negocio y le hacía la vida imposible con el sindicato de Correos.
Para colmo, apareció el factor Kirchner. Macri padre primero dejó de pagar el canon y después se declaró en convocatoria. Kirchner le sacó el contrato y le sacó los bienes. Macri se quedó con una empresa vacía, una cáscara. Pero su elección fue no ir a la quiebra. Seguramente negociado con el propio Kirchner.
Era a la vez deudor y acreedor del Estado. Debía el canon y le debían la indeminización por los bienes confiscados. La Justicia o Kirchner sería mejor decir mantuvieron abierta esta situación nada menos que 14 años.
Macri hijo llegó al poder y a los seis meses su Gobierno acordó una fórmula para que Macri padre saldara la deuda con el Estado. Este paso es la parte de la historia difícil de entender. No porque fuera ilegal sino porque es el tipo de arreglo que se presta a cualquier sospecha.
Mucho más cuando el Gobierno dejó un cabo suelto clave: lo que el Estado le debe a Macri padre. Esto quedó demostrado apenas un mes y medio después, en el mismo momento en que Franco Macri presentó la factura por presuntos daños y perjuicios: unos 1365 millones de pesos del 2003.
¿No lo vieron en el Gobierno? ¿Se dieron cuenta recién cuando lo denunció la fiscal kirchnerista Boquin? Este es el daño que ahora intentan reparar en la Justicia. El otro daño, el de la política, es el que salta en las encuestas que preocupan a Macri.
Lo cierto es que ayer Macri se tuvo que dar un tiempo antes de viajar a España para ver cómo salir de la encerrona del Correo. Convocados de urgencia a Olivos: Peña, Vidal, Rodríguez Larreta y Durán Barba.
El Presidente tenía desde el viernes las encuestas con los números de cuánto está costándole el problema. A su imagen, que no es poco. Y a la de María Eugenia Vidal, que ya es mucho. Como se había arreglado en ese encuentro de la mañana, la gobernadora salió a bancar la parada por tevé.
Macri también tuvo que darse tiempo para hablar por teléfono con Fabián Rodríguez Simón, que es su abogado de mayor confianza y a menudo su bombero favorito. Pepín le contó en detalle lo que él, el ministro Aguad y el procurador Balbín acababan de hacer: pedir en la Justicia que se declare caduco el reclamo de indemnización del padre de Macri por la estatización del Correo.
Buena parte de la hora y media que duró la reunión en Olivos se dedicó a analizar la movida de Rodríguez Simón, que incluye el pedido de separación del juez Cayssials que maneja la causa. “Hagan lo que tengan que hacer”, dice Simón que le dijo Macri. Lo primero que tendrían que hacer, y más Macri que Pepín, es mantener los intereses del Presidente al margen de los intereses de la familia Macri. Y que no quede ninguna duda.
Una posibilidad que se convino explorar ayer fue cómo separar jurídicamente los bienes del Presidente. Una norma que valga para todos los casos. Macri arrastra con el padre otro conflicto políticamente delicado: el de los Panamá Papers.
En la historia del Correo hay cosas fáciles de entender y otras que cuesta entender. Está claro cómo empezó todo: Franco Macri ganó una privatización ruinosa. Se comprometió a pagar un canon impagable. Yabrán se había llevado la crema del negocio y le hacía la vida imposible con el sindicato de Correos.
Para colmo, apareció el factor Kirchner. Macri padre primero dejó de pagar el canon y después se declaró en convocatoria. Kirchner le sacó el contrato y le sacó los bienes. Macri se quedó con una empresa vacía, una cáscara. Pero su elección fue no ir a la quiebra. Seguramente negociado con el propio Kirchner.
Era a la vez deudor y acreedor del Estado. Debía el canon y le debían la indeminización por los bienes confiscados. La Justicia o Kirchner sería mejor decir mantuvieron abierta esta situación nada menos que 14 años.
Macri hijo llegó al poder y a los seis meses su Gobierno acordó una fórmula para que Macri padre saldara la deuda con el Estado. Este paso es la parte de la historia difícil de entender. No porque fuera ilegal sino porque es el tipo de arreglo que se presta a cualquier sospecha.
Mucho más cuando el Gobierno dejó un cabo suelto clave: lo que el Estado le debe a Macri padre. Esto quedó demostrado apenas un mes y medio después, en el mismo momento en que Franco Macri presentó la factura por presuntos daños y perjuicios: unos 1365 millones de pesos del 2003.
¿No lo vieron en el Gobierno? ¿Se dieron cuenta recién cuando lo denunció la fiscal kirchnerista Boquin? Este es el daño que ahora intentan reparar en la Justicia. El otro daño, el de la política, es el que salta en las encuestas que preocupan a Macri.