Richard Stallman: «El software libre es imprescindible para la soberanía tecnológica»

Richard Stallman es el fundador del Movimiento por el Software Libre y, al mismo tiempo, es el más reconocido de sus militantes.
Perteneciente a una ola de jóvenes hackers que entre las décadas del 70 y 80 trabajaron en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts en donde defendió la idea de generar conocimientos colaborativos hasta desarrollar varios años después el sistema operativo GNU, cuyo código de fuente tuvo la particularidad de ser abierto, para dar paso luego al símbolo del software libre: El sistema operativo Linux.
Del mismo modo, logró incorporar el concepto de Copyleft (contrario al Copyright) que se sustenta en las licencias GPL (en español Licencia General Pública), que permite en el plano legal que un software abierto pueda ser utilizado, distribuido y modificado en forma libre.
Stallman está de visita en la Argentina y será uno de los expositores que tendrá la Conferencia Internacional de Software Libre en el país (CISL) organizado por la agrupación peronista, denominada “PJ Digital”.
– ¿Qué es el software libre?
– El movimiento software libre tiene mucha fuerza aquí en la Argentina y también en países vecinos, entonces puedo hacer algo útil para avanzar con la libertad de los usuarios de las computadoras.
El software libre es el que respeta tu libertad y tu comunidad. Con el software sólo hay dos posibilidades: los usuarios tienen el control del programa o el programa tiene el control de los usuarios.
El primer caso es el software libre y el segundo caso es el software privativo (licencia restrictiva). Se llama privativa porque priva de su libertad a los usuarios. Un programa privativo genera un sistema de poder injusto. Un sistema de colonización digital y, como cualquier sistema colonial, divide para dominar, mantiene a sus usuarios divididos e impotentes. El Software Libre es imprescindible para la soberanía tecnológica.
El desarrollador de un programa privativo tiene el control del programa, y el programa tiene el control de los usuarios.
Entonces el desarrollador, que es el verdadero dueño, tiene el control de los usuarios a través del programa. Éste es su instrumento de poder injusto. Si el dueño es codicioso, como cualquier empresa grande, intenta usar su poder para conseguir más poder aún. Es decir, introduce funcionalidades malévolas en el software. Funcionalidades malévolas tendientes a vigilar al usuario, de restringir y también tiene puertas traseras.
Es decir, funcionalidades de recibir comandos remotos para hacer cosas al usuario y este no es un caso raro, es el caso usual, por ejemplo se han descubierto tres tipos de funcionalidades malévolas en Windows, en el iPhone, y en el “iBad” (se refiere al iPad).
– ¿Todo lo que está en el mercado para usted es malo?
– No digo que todo lo que está en el mercado porque hay miles de programas privativos y no podemos investigar lo que hacen, cada uno puede tener funcionalidades malévolas pero sólo a veces sabemos de ellas. Entonces, lo único que se puede decir es que generalmente cualquier programa privativo es “malware” potencial y que su dueño, el mismo que habría podido introducir funcionalidades malévolas, es el que nos impide saber si tiene funcionalidades malévolas.
Pero en algunos casos sabemos de esto como Windows, Macintosh, iPhone, iPad, Flash Player, Nintendo, PlayStation 3. Muchos casos sabemos que son malévolos pero los usuarios de los programas privativos son indefensos. La única defensa contra la maldad en un programa es que los usuarios tengan el control del mismo. Es decir, que el programa sea libre.
– ¿Y eso está relacionado con la política?
– Este asunto es la política, es un aspecto de la política. Hay muchos asuntos importantes de la política en la vida. Este asunto es uno de ellos. Pero cuanto más usamos el software en la vida, es cuanto más la defensa de cualquier derecho humano depende de tener el control de nuestro software. Es decir, hoy en día es esencial para tener cualquier otra libertad, para defenderla y mantenerla.
– ¿El Software Libre favorece a la soberanía tecnológica?
– Es imprescindible para la soberanía tecnológica porque cuando el estado usa software si no tiene el control de este programa pierde su soberanía informática, entonces como cualquier usuario el estado necesita del control del soft que usa.
Es decir, necesita usar software libre para su soberanía informática para tener el control de la informática que hace. Si tu haces tu informática para tu placer, si pierdes el control de tu informática es una lástima para ti y es igual para quien quiera.
Pero el estado es diferente porque no hace su informática para él sino para el pueblo, entonces tiene la responsabilidad. No sólo merece tener el control, tiene la responsabilidad de mantenerlo y si abandona el control es culpable. Si el estado utiliza un software privativo es culpable y el estado tiene que organizar la eliminación del software privativo de todas las entidades públicas. Y si una entidad que hace una función crítica hace uso de un programa privativo es una amenaza para la seguridad nacional.
– Con las restricciones de las patentes y el caso de google, ¿cuál es su opinión?
– El caso de las patentes es algo mucho más amplio que una sola empresa. Cualquier desarrollador de software en un país donde hay patentes informáticas está siempre en peligro de ser demandado por el código que ha escrito. Porque una patente informática es un monopolio impuesto artificialmente sobre el hecho de practicar una idea informática.
– ¿Qué opina de la neutralidad en la red?
-La neutralidad en la red quiere decir que ésta no exija el uso de este tipo de programas (en referencia a los programas privativos) o que no tenga preferencias entre varios protocolos o varias cosas que comunicar y es muy importante.
– ¿Es posible implementar esta neutralidad?
– No es difícil de implementarlo, se hace sólo y lo que se necesita implementarse es la no-neutralidad. La red era neutral pero varias empresas y varios estados piensan imponer preferencias, discriminaciones, censuras y es asunto de resistir esas políticas injustas.
Por Ariel Diez y Claudia Román

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