A pesar de la menor actividad económica, la Argentina está comprando más cantidades de productos del exterior, con un dato no menor: los bienes de consumo, desde alimentos a calzados, textiles o motos, están entre los que encabezan la lista de los rubros que más aumentaron los volúmenes importados.
Los datos del INDEC dicen que entre enero y julio aumentaron un 20,3% los volúmenes importados de bienes de consumo.
La factura importadora no aumentó en los mismos niveles por la baja de los precios internacionales, pero por el incremento de los volúmenes el INDEC señala que “las importaciones de vehículos automotores de pasajeros y bienes de consumo aumentaron su valor, mientras el resto registró caídas”.
Y agrega que la suba de las importaciones de autos proviene de Brasil, no compensadas por la fuerte recesión que atraviesa ese país, y las compras de bienes de consumo “primordialmente de China”.
El tema importaciones está en la agenda de la Unión Industrial. En su último informe, la UIA dice que “el incremento en los volúmenes de las importaciones impactó negativamente en la producción nacional en los segmentos más expuestos al comercio desleal”.
Y más adelante la central fabril agrega: “Resulta preocupante para la industria nacional el mayor volumen físico de importaciones – especialmente en bienes de consumo y otros bienes finales. El motivo de ello es que el incremento de las compras externas no expresa una reactivación de la economía local, sino más bien un aumento de la participación de mercado de los productos extranjeros con su contrapartida en el desplazamiento de la producción local”.
José Urtubey, vicepresidente de la UIA, le dijo a Clarín que “hay importaciones en exceso que atentan contra la producción nacional y el trabajo argentino” cuando “el país necesita tener una administración inteligente del comercio exterior y hay que ser selectivo en lo que se puede importar”. De inmediato aclaró que la entidad fabril no busca proteccionismo, que no se puede responsabilizar a una u otra variable económica o financiera, en referencia al valor del dólar, porque generar competitividad – dijo- requiere de una política integral que, entre otros factores, abarca carga tributaria, costos financieros y productividad”.
Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina, señala que durante la segunda Presidencia de Cristina Kirchner las trabas a las importaciones, vía Declaraciones Juradas y BCRA, crecieron a la par del atraso cambiario. Era muy barato importar al dólar oficial pero muy difícil concretar las importaciones. El gobierno de Macri unificó el mercado cambiario y liberó el 80% de las importaciones pero producto de la brusca aceleración de la inflación, la corrección del atraso cambiario fue acotada. Conclusión: el tipo de cambio real aún atrasado más la liberación del comercio exterior, si bien desde niveles muy bajos, se tradujo en un aumento significativo de las importaciones de consumo”.
Sigaut Gravina agrega que “el riesgo actual de liberar el intercambio comercial en un contexto de atraso cambiario y un mundo con elevados excedentes de producción, es que las importaciones desplacen la producción local generando problemas adicionales en el empleo, afectando los ingresos de las familias y las pymes. Si el tipo de cambio real es competitivo como a la salida de la convertibilidad la producción interna puede soportar una apertura comercial indiscriminada pero si sigue atrasado, una apertura significativa del sector externo puede desarticular el entrado productivo local como pasó en los 90”.
Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb, admite que “en lo que va del año se observa un repunte tanto en los valores como en las cantidades importadas de bienes de consumo, liderado por segmentos como el calzado, motocicletas e indumentaria entre otros. No obstante, si bien será muy importante seguir de cerca la evolución en los próximos meses de dichas variables, lo cierto es que los valores importados de bienes de consumo se están comparando contra bases muy bajas, tras una contracción acumulada de 15,6% desde el año 2011”.
Y aclara que “todavía es prematuro sacar conclusiones porque en enero y febrero de este año se liberaron declaraciones juradas pendientes y eso distorsiona las estadísticas”.
Los datos del INDEC dicen que entre enero y julio aumentaron un 20,3% los volúmenes importados de bienes de consumo.
La factura importadora no aumentó en los mismos niveles por la baja de los precios internacionales, pero por el incremento de los volúmenes el INDEC señala que “las importaciones de vehículos automotores de pasajeros y bienes de consumo aumentaron su valor, mientras el resto registró caídas”.
Y agrega que la suba de las importaciones de autos proviene de Brasil, no compensadas por la fuerte recesión que atraviesa ese país, y las compras de bienes de consumo “primordialmente de China”.
El tema importaciones está en la agenda de la Unión Industrial. En su último informe, la UIA dice que “el incremento en los volúmenes de las importaciones impactó negativamente en la producción nacional en los segmentos más expuestos al comercio desleal”.
Y más adelante la central fabril agrega: “Resulta preocupante para la industria nacional el mayor volumen físico de importaciones – especialmente en bienes de consumo y otros bienes finales. El motivo de ello es que el incremento de las compras externas no expresa una reactivación de la economía local, sino más bien un aumento de la participación de mercado de los productos extranjeros con su contrapartida en el desplazamiento de la producción local”.
José Urtubey, vicepresidente de la UIA, le dijo a Clarín que “hay importaciones en exceso que atentan contra la producción nacional y el trabajo argentino” cuando “el país necesita tener una administración inteligente del comercio exterior y hay que ser selectivo en lo que se puede importar”. De inmediato aclaró que la entidad fabril no busca proteccionismo, que no se puede responsabilizar a una u otra variable económica o financiera, en referencia al valor del dólar, porque generar competitividad – dijo- requiere de una política integral que, entre otros factores, abarca carga tributaria, costos financieros y productividad”.
Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina, señala que durante la segunda Presidencia de Cristina Kirchner las trabas a las importaciones, vía Declaraciones Juradas y BCRA, crecieron a la par del atraso cambiario. Era muy barato importar al dólar oficial pero muy difícil concretar las importaciones. El gobierno de Macri unificó el mercado cambiario y liberó el 80% de las importaciones pero producto de la brusca aceleración de la inflación, la corrección del atraso cambiario fue acotada. Conclusión: el tipo de cambio real aún atrasado más la liberación del comercio exterior, si bien desde niveles muy bajos, se tradujo en un aumento significativo de las importaciones de consumo”.
Sigaut Gravina agrega que “el riesgo actual de liberar el intercambio comercial en un contexto de atraso cambiario y un mundo con elevados excedentes de producción, es que las importaciones desplacen la producción local generando problemas adicionales en el empleo, afectando los ingresos de las familias y las pymes. Si el tipo de cambio real es competitivo como a la salida de la convertibilidad la producción interna puede soportar una apertura comercial indiscriminada pero si sigue atrasado, una apertura significativa del sector externo puede desarticular el entrado productivo local como pasó en los 90”.
Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb, admite que “en lo que va del año se observa un repunte tanto en los valores como en las cantidades importadas de bienes de consumo, liderado por segmentos como el calzado, motocicletas e indumentaria entre otros. No obstante, si bien será muy importante seguir de cerca la evolución en los próximos meses de dichas variables, lo cierto es que los valores importados de bienes de consumo se están comparando contra bases muy bajas, tras una contracción acumulada de 15,6% desde el año 2011”.
Y aclara que “todavía es prematuro sacar conclusiones porque en enero y febrero de este año se liberaron declaraciones juradas pendientes y eso distorsiona las estadísticas”.