Rutas posibles para el radicalismo

Este partido duró cien años porque no lo agarramos antes”, ironizaba un radical bonaerense allá por 1990. Al parecer, veinte años después lo tienen bien agarrado. ¿Será el fin de la Argentina bipartidista? Quizás, pero no necesariamente.
La declinación del radicalismo no ha dado lugar al surgimiento de un tercer partido que lo reemplace .
Fue el peronismo el que se extendió y dividió para ocupar el espacio vacante.
Más aún, el PJ comenzó a absorber radicales como no hacía desde 1946. Pero la política argentina es procíclica: los gobiernos brillan en los períodos de crecimiento económico y caen durante las depresiones. El período kirchnerista se benefició de extraordinarias condiciones internacionales, pero en el horizonte se avizora una recesión. Eso significa que un candidato no peronista tiene chances en 2015; el enigma es cuál . Las hipótesis son dos: un radical o algún otro. Y eso se definirá en las elecciones de este año, aunque no en la presidencial sino en las provinciales y municipales . En concreto: la política que viene será una cosa si el radicalismo gana la intendencia de Córdoba y la gobernación de Mendoza, y otra cosa si las retiene el peronismo.
En un país en el que, para ser presidente, es necesario haber sido gobernador o consorte, dime cuántos gobernadores tienes y te diré tu probabilidad de morar en Olivos.
Con un control promedio de 16 provincias sobre 24, el peronismo pronto habrá conquistado el 70% de los mandatos presidenciales desde 1983. Con una media aritmética de cinco gobernadores por período, los radicales ganaron los demás (que no completen el mandato es un problema diferente).
La probabilidad de que un partido monoprovincial como el PS o el PRO acceda al Sillón de Rivadavia es mínima.
Si las gobernaciones son la llave de la política nacional, ¿cuál es la clave para conquistarlas? Aunque no hay una fórmula única, el control de las municipalidades parece crucial . Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde, Ernesto Sanz y Hermes Binner proveen ejemplos de carreras nacionales iniciadas en una intendencia. Hoy el radicalismo gobierna diez capitales provinciales, exhibiendo la brecha entre la implantación nacional del partido y su desorientación dirigencial. Considerando que el peronismo gobierna las otras trece, queda claro cuáles son las perspectivas de crecimiento territorial de terceros partidos: muy pocas.
Es esta ausencia de alternativas, más que el mérito propio, lo que favorece la continuidad de la UCR.
El bipartidismo argentino, resumido como la capacidad de sólo dos partidos de ganar las elecciones presidenciales, no es una condena divina sino un producto de la historia y las instituciones.
La historia generó a la UCR y el PJ; las instituciones federales y electorales los protegen de intrusos.
La asimetría creciente entre ellos complica al radicalismo pero no facilita la vida de terceros: sin contingente parlamentario que se precie, un Presidente ajeno a la diarquía sería rehén de los partidos tradicionales. Traducido al castellano, el entrometido sería absorbido por el peronismo o caería: el mismo dilema que enfrenta el radicalismo.
La UCR carece hoy de programa y base social: no se sabe lo que pretende y pocos sectores ciudadanos la apoyan . Es, meramente, una organización electoral con arraigo nacional.
¿Una cáscara vacía? Sí.
Pero las cáscaras contienen, protegen, dan forma.
Un nuevo liderazgo podría llenarla de contenido; en cambio, construir de raíz una organización nacional es impracticable: los partidos son inventos de siglos pasados y actualmente se sabe cómo destruirlos pero no cómo reemplazarlos. La alternativa a mejorar los partidos existentes es no tener partidos. La tentación de regocijo es comprensible en el ciudadano común, pero analistas y dirigentes entienden que sin estas aborrecibles organizaciones no hay gobierno responsable, ni eficiente, en el largo plazo.
El radicalismo puede disputar lo que resta de esta campaña electoral de dos maneras : enfocándose en el equilibrio político y pidiendo el voto para sus legisladores nacionales o concentrando sus esfuerzos en elegir la mayor cantidad de gobernadores e intendentes. Como el arrastre electoral se produce de cargos ejecutivos a legislativos y no al revés, la opción inteligente es la segunda.
Dada la ausencia de amenazas externas al bipartidismo, la supervivencia del radicalismo depende de sí mismo. Pero esa ventaja, en un partido fundado por un suicida, no ofrece muchas garantías.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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Un comentario en «Rutas posibles para el radicalismo»

  1. ¨Dada la ausencia de amenazas externas al bipartidismo, la supervivencia del radicalismo depende de sí mismo. Pero esa ventaja, en un partido fundado por un suicida, no ofrece muchas garantías.¨

    Muy bueno.

    La territorialidad del radicalismo le ha permitido sobrevivir hasta ahora pese a los esfuerzos de su dirigencia para hacerlo desaparecer. Al menos hasta ahora.

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