Venezuela, Brasil, Perú y otros países de la región en la atenta mirada de Santiago Leiras.
Autor: Esteban Lo Presti
Santiago Leiras es politólogo y profesor en distintas universidades del país. Como especialista en los movimientos populistas en América Latina”, piensa sobre los últimos procesos y escenarios recientes en la región.
¿Qué conclusiones pueden sacarse respecto de Venezuela luego de la última Cumbre de las Américas?
Básicamente, quisiera señalar tres conclusiones principales: La grieta ha llegado a la región; 16 países suscribieron una declaración sumamente crítica con respecto a la situación de Venezuela, mientras que 18 de ellos expresaron su rechazo a esta posición. En segundo lugar, el dato más relevante es que la mayor parte de las democracias de la región (con los diferentes adjetivos que podamos agregar a muchas de ellas) adoptaron la primera posición: en esta línea se expresaron los jefes de Estado y de Gobierno de Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, y el vicepresidente de Estados Unidos. Pero a la vez, resulta llamativa en cambio la posición en contrario de países con sólidas instituciones democráticas como Uruguay.
¿Cómo evalúa la posición argentina respecto de no reconocer los resultados electorales que se den en dicho país? ¿Qué grado de acompañamiento cree que tendrá en otros países de la región?
La Argentina se encuentra frente al desafío, en medio de la crisis crónica de Brasil, de asumir un rol más activo en la región. Como los argentinos solemos ser 44 millones de directores técnicos, expertos en medicina y hasta cancilleres (en mucha menor medida), me permito sugerir tres ejes para definir un esquema de acción que permita fortalecer esa presencia regional: democracia, derechos humanos e integración regional.
En este contexto, y yendo a la pregunta, entiendo como pertinente la posición argentina en la medida en que sigan ausentes las garantías básicas de cualquier proceso electoral democrático, hecho que podemos constatar con más elocuencia a partir del triunfo de la oposición en las elecciones legislativas de 2015.
Dado que la grieta existe a nivel regional, la posición argentina expresa y va a expresar el consenso de aquellos estados democráticos (con adjetivos muchos de ellos) que sostienen la necesidad de garantizar un proceso electoral con mínimas condiciones para su realización –elecciones libres transparentes competitivas, aceptación o por lo menos tolerancia al resultado electoral–.
¿Por qué cree que la posición de Ecuador, que está rompiendo internamente con el populismo, fue la de acompañar la posición venezolana?
Nos encontramos frente a una disputa por la herencia del “socialismo del siglo XXI” en Ecuador; en este sentido, y parafraseando a una conocida intelectual argentina, podríamos decir que Lenin Moreno es Rafael Correa con buenos modales.
Por otra parte, aparece la vieja discusión entre mentor –Rafael Correa– y su delfín, Lenin Moreno, a la sazón antiguo vicepresidente del mentor. El delfín se transforma en tiburón y se devora a su mentor; el clímax de este enfrentamiento se vivió con motivo del referéndum de febrero de este año, en el que el heredero se encargó de limitar las posibilidades de retorno de su antecesor a través de la eliminación de la cláusula de la reelección indefinida.
¿Que impacto puede tener el asesinato de tres periodistas ecuatorianos en Colombia en el proceso de paz de dicho país y en el inminente proceso electoral que se está dando allí’
El asesinato de los tres periodistas ecuatorianos fue llevado a cabo por una fracción disidente de las FARC, bajo el liderazgo de un referente conocido con el alias de “Guacho”. ¿Qué impacto puede tener sobre el proceso de paz? Por lo pronto generar ruido, y realimentar viejas (o no tanto) desconfianzas entre los actores comprometidos con el proceso de paz. El desafío de mediano plazo será sin duda como enfrentar a aquellas organizaciones no estatales que intenten obtener el control de aquellos territorios hasta hace no mucho tiempo ocupados por las FARC.
Desde el punto de vista electoral, y en un contexto en el cual aparece una alternativa de izquierda competitiva (fácil de ubicarla en ese polo en una Colombia de una tradición política de derecha, versión más liberal o más conservadora), este atentado podría afectar las posibilidades de Gustavo Petro en la medida en que no se desmarque sin ambigüedad de esa violencia y fortalecer al candidato uribista Duque.
En el último año se produjeron cambios en Brasil y Perú, siendo desplazados sus presidentes a través de distintos procesos. ¿Qué similitudes encuentra en ambos procesos?
El proceso que condujo a la destitución, mediante juicio político, de Dilma Rousseff se desarrollo en un escenario de crisis económica, una sociedad (o por lo menos una parte importante de ella) en la calle, un escándalo de corrupción y la ruptura de la coalición de gobierno entre sus principales socios, el PT (Partido de los Trabajadores) y el PMDB (Partido del Movimiento Democrático).
En este caso vuelve a operar aquel principio por el cual Delfín muta (y mata) a Tiburón. Temer mata Dilma. El “síndrome de Underwood” se extiende por América Latina.
En un contexto económico de crecimiento sostenido el desenlace en Perú en cambio tuvo lugar a partir del momento en que PPK llegó a la presidencia como resultado de un ballotage muy disputado y con una muy débil base de apoyo legislativo y la capacidad de bloqueo de las diferentes fracciones del fujimorismo; las últimas semanas de la presidencia de PPK son un testimonio elocuente de esa debilidad de origen con el desenlace de la difusión de material muy comprometedor de compra de votos que termino de esmerilar la gestión presidencial. La presidencia de PPK había terminado antes de comenzar.
La región se alejó de los populismos dados los últimos resultados electorales, pero a la vez México puede elegir por primera vez un presidente embanderado con la izquierda clásica. ¿Como evalúa ese probable escenario? ¿O López Obrador no es más que un discurso priista clásico (con reminiscencias en Cárdenas) adaptado al siglo XXI?
El escenario electoral mexicano tiene un carácter muy particular: una coalición entre adversarios políticos con diferencias ideológicas y programáticas sustantivas –PAN y PRD–, un PRI con un candidato ajeno al curso honorífico de la política de ese partido, como es José Antonio Meade, y un antiguo priista, ex perredeista como es López Obrador que, llevando a cabo la vieja estrategia de recolección de heridos de las diferentes expresiones electorales, aparece encabezando las encuestas y pareciendo cumplir, con la foto actual, con aquel dicho de “la tercera es la vencida”.
Apelando a la retórica de un viejo movimiento de masas argentino, me animaría a decir que el PRI es un movimiento, y López Obrador representa al auténtico priismo –aún candidateándose por fuera de él–, mientras que Meade vendría a representar a los “infiltrados”.
Autor: Esteban Lo Presti
Santiago Leiras es politólogo y profesor en distintas universidades del país. Como especialista en los movimientos populistas en América Latina”, piensa sobre los últimos procesos y escenarios recientes en la región.
¿Qué conclusiones pueden sacarse respecto de Venezuela luego de la última Cumbre de las Américas?
Básicamente, quisiera señalar tres conclusiones principales: La grieta ha llegado a la región; 16 países suscribieron una declaración sumamente crítica con respecto a la situación de Venezuela, mientras que 18 de ellos expresaron su rechazo a esta posición. En segundo lugar, el dato más relevante es que la mayor parte de las democracias de la región (con los diferentes adjetivos que podamos agregar a muchas de ellas) adoptaron la primera posición: en esta línea se expresaron los jefes de Estado y de Gobierno de Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, y el vicepresidente de Estados Unidos. Pero a la vez, resulta llamativa en cambio la posición en contrario de países con sólidas instituciones democráticas como Uruguay.
¿Cómo evalúa la posición argentina respecto de no reconocer los resultados electorales que se den en dicho país? ¿Qué grado de acompañamiento cree que tendrá en otros países de la región?
La Argentina se encuentra frente al desafío, en medio de la crisis crónica de Brasil, de asumir un rol más activo en la región. Como los argentinos solemos ser 44 millones de directores técnicos, expertos en medicina y hasta cancilleres (en mucha menor medida), me permito sugerir tres ejes para definir un esquema de acción que permita fortalecer esa presencia regional: democracia, derechos humanos e integración regional.
En este contexto, y yendo a la pregunta, entiendo como pertinente la posición argentina en la medida en que sigan ausentes las garantías básicas de cualquier proceso electoral democrático, hecho que podemos constatar con más elocuencia a partir del triunfo de la oposición en las elecciones legislativas de 2015.
Dado que la grieta existe a nivel regional, la posición argentina expresa y va a expresar el consenso de aquellos estados democráticos (con adjetivos muchos de ellos) que sostienen la necesidad de garantizar un proceso electoral con mínimas condiciones para su realización –elecciones libres transparentes competitivas, aceptación o por lo menos tolerancia al resultado electoral–.
¿Por qué cree que la posición de Ecuador, que está rompiendo internamente con el populismo, fue la de acompañar la posición venezolana?
Nos encontramos frente a una disputa por la herencia del “socialismo del siglo XXI” en Ecuador; en este sentido, y parafraseando a una conocida intelectual argentina, podríamos decir que Lenin Moreno es Rafael Correa con buenos modales.
Por otra parte, aparece la vieja discusión entre mentor –Rafael Correa– y su delfín, Lenin Moreno, a la sazón antiguo vicepresidente del mentor. El delfín se transforma en tiburón y se devora a su mentor; el clímax de este enfrentamiento se vivió con motivo del referéndum de febrero de este año, en el que el heredero se encargó de limitar las posibilidades de retorno de su antecesor a través de la eliminación de la cláusula de la reelección indefinida.
¿Que impacto puede tener el asesinato de tres periodistas ecuatorianos en Colombia en el proceso de paz de dicho país y en el inminente proceso electoral que se está dando allí’
El asesinato de los tres periodistas ecuatorianos fue llevado a cabo por una fracción disidente de las FARC, bajo el liderazgo de un referente conocido con el alias de “Guacho”. ¿Qué impacto puede tener sobre el proceso de paz? Por lo pronto generar ruido, y realimentar viejas (o no tanto) desconfianzas entre los actores comprometidos con el proceso de paz. El desafío de mediano plazo será sin duda como enfrentar a aquellas organizaciones no estatales que intenten obtener el control de aquellos territorios hasta hace no mucho tiempo ocupados por las FARC.
Desde el punto de vista electoral, y en un contexto en el cual aparece una alternativa de izquierda competitiva (fácil de ubicarla en ese polo en una Colombia de una tradición política de derecha, versión más liberal o más conservadora), este atentado podría afectar las posibilidades de Gustavo Petro en la medida en que no se desmarque sin ambigüedad de esa violencia y fortalecer al candidato uribista Duque.
En el último año se produjeron cambios en Brasil y Perú, siendo desplazados sus presidentes a través de distintos procesos. ¿Qué similitudes encuentra en ambos procesos?
El proceso que condujo a la destitución, mediante juicio político, de Dilma Rousseff se desarrollo en un escenario de crisis económica, una sociedad (o por lo menos una parte importante de ella) en la calle, un escándalo de corrupción y la ruptura de la coalición de gobierno entre sus principales socios, el PT (Partido de los Trabajadores) y el PMDB (Partido del Movimiento Democrático).
En este caso vuelve a operar aquel principio por el cual Delfín muta (y mata) a Tiburón. Temer mata Dilma. El “síndrome de Underwood” se extiende por América Latina.
En un contexto económico de crecimiento sostenido el desenlace en Perú en cambio tuvo lugar a partir del momento en que PPK llegó a la presidencia como resultado de un ballotage muy disputado y con una muy débil base de apoyo legislativo y la capacidad de bloqueo de las diferentes fracciones del fujimorismo; las últimas semanas de la presidencia de PPK son un testimonio elocuente de esa debilidad de origen con el desenlace de la difusión de material muy comprometedor de compra de votos que termino de esmerilar la gestión presidencial. La presidencia de PPK había terminado antes de comenzar.
La región se alejó de los populismos dados los últimos resultados electorales, pero a la vez México puede elegir por primera vez un presidente embanderado con la izquierda clásica. ¿Como evalúa ese probable escenario? ¿O López Obrador no es más que un discurso priista clásico (con reminiscencias en Cárdenas) adaptado al siglo XXI?
El escenario electoral mexicano tiene un carácter muy particular: una coalición entre adversarios políticos con diferencias ideológicas y programáticas sustantivas –PAN y PRD–, un PRI con un candidato ajeno al curso honorífico de la política de ese partido, como es José Antonio Meade, y un antiguo priista, ex perredeista como es López Obrador que, llevando a cabo la vieja estrategia de recolección de heridos de las diferentes expresiones electorales, aparece encabezando las encuestas y pareciendo cumplir, con la foto actual, con aquel dicho de “la tercera es la vencida”.
Apelando a la retórica de un viejo movimiento de masas argentino, me animaría a decir que el PRI es un movimiento, y López Obrador representa al auténtico priismo –aún candidateándose por fuera de él–, mientras que Meade vendría a representar a los “infiltrados”.