Era cierto: Scioli se dobla como una silla plegable y está dispuesto a hacer todo lo que haya que hacer para llegar a ser presidente. Anoche fue obligado a tragarse el mayor sapo de su carrera: Cristina le impuso a Carlos Zannini como candidato a vicepresidente.
Lo único que consiguió fue guardar ciertas formas: pretendió que él le ofreció el puesto a Zannini, en un reportaje a C5N, el canal del zar del juego Cristóbal López. Fue un montaje inútil: cualquiera sabe que si de él hubiese dependido, jamás Zannini sería su compañero de fórmula.
La peor medicina le llegó sin que la esperase. Zannini es Cristina y Scioli con Zannini deja de ser Scioli, el dirigente que ensayó un discurso siempre ambiguo para diferenciarse del kirchnerismo dentro del kirchnerismo. No hay más diferencias.
Zannini es el más íntimo de los asesores de Cristina pero es mucho más que eso: es el autor intelectual y material de todas o casi todas las maldades que Scioli padeció estos años. Las últimas fueron de la mano de la candidatura de Randazzo.
En esto hay una vuelta de página. Scioli ya es el elegido. Randazzo deberá archivar sus ambiciones o limitar las ambiciones a la provincia de Buenos Aires siempre que Cristina autorice ese destino. Si eso pasa se caerán Aníbal y Julián Domínguez.
Es tan brutal decirlo como inevitable asociar la jugada con la declaración de uno de los líderes del club de intelectuales kirchneristas Carta Abierta. Eduardo Jozami dijo que “nos sentiríamos más seguros del futuro si el candidato no fuera Scioli”.
Y si Scioli ocupa la Rosada, dijo que tiene “la expectativa de que a lo mejor renuncie algún día”. Y eso, que después Jozami llamó una broma, ya no parece tan broma.
Está claro que Jozami no sólo decía lo que él piensa sino lo que piensan muchos kirchneristas y hasta la propia Presidenta.
Scioli no es uno de ellos. No es el heredero del proyecto que ellos impulsan. Está donde está y será su candidato no porque quieran sino porque lo necesitan: el gobernador aporta más votos que cualquier otro del propio palo.
Con Zannini vendrán los ministros y las políticas y los legisladores para maniatar y para subordinar a Scioli y que se ocupe de todo lo que no importa. Es obvio que Zannini no es Mariotto y recontraobvio que Scioli no podrá neutralizarlo como neutralizó a Mariotto.
Todo es una versión remixada de Cámpora al Gobierno, Perón al Poder. Con dos diferencias: Cristina no es Perón y Cámpora fue candidato porque Perón estaba proscripto. Pero está por verse si la cristinización plena de Scioli no termina por ayudar a Macri. También está por verse cómo juega ahora Macri sus propias cartas.
Lo único que consiguió fue guardar ciertas formas: pretendió que él le ofreció el puesto a Zannini, en un reportaje a C5N, el canal del zar del juego Cristóbal López. Fue un montaje inútil: cualquiera sabe que si de él hubiese dependido, jamás Zannini sería su compañero de fórmula.
La peor medicina le llegó sin que la esperase. Zannini es Cristina y Scioli con Zannini deja de ser Scioli, el dirigente que ensayó un discurso siempre ambiguo para diferenciarse del kirchnerismo dentro del kirchnerismo. No hay más diferencias.
Zannini es el más íntimo de los asesores de Cristina pero es mucho más que eso: es el autor intelectual y material de todas o casi todas las maldades que Scioli padeció estos años. Las últimas fueron de la mano de la candidatura de Randazzo.
En esto hay una vuelta de página. Scioli ya es el elegido. Randazzo deberá archivar sus ambiciones o limitar las ambiciones a la provincia de Buenos Aires siempre que Cristina autorice ese destino. Si eso pasa se caerán Aníbal y Julián Domínguez.
Es tan brutal decirlo como inevitable asociar la jugada con la declaración de uno de los líderes del club de intelectuales kirchneristas Carta Abierta. Eduardo Jozami dijo que “nos sentiríamos más seguros del futuro si el candidato no fuera Scioli”.
Y si Scioli ocupa la Rosada, dijo que tiene “la expectativa de que a lo mejor renuncie algún día”. Y eso, que después Jozami llamó una broma, ya no parece tan broma.
Está claro que Jozami no sólo decía lo que él piensa sino lo que piensan muchos kirchneristas y hasta la propia Presidenta.
Scioli no es uno de ellos. No es el heredero del proyecto que ellos impulsan. Está donde está y será su candidato no porque quieran sino porque lo necesitan: el gobernador aporta más votos que cualquier otro del propio palo.
Con Zannini vendrán los ministros y las políticas y los legisladores para maniatar y para subordinar a Scioli y que se ocupe de todo lo que no importa. Es obvio que Zannini no es Mariotto y recontraobvio que Scioli no podrá neutralizarlo como neutralizó a Mariotto.
Todo es una versión remixada de Cámpora al Gobierno, Perón al Poder. Con dos diferencias: Cristina no es Perón y Cámpora fue candidato porque Perón estaba proscripto. Pero está por verse si la cristinización plena de Scioli no termina por ayudar a Macri. También está por verse cómo juega ahora Macri sus propias cartas.