Scioli buscó mostrarse como un presidenciable

Scioli, en el encuentro con empresarios. Foto: DyN
Fue 100% Scioli. Amigable con el clima de negocios, leal a la Casa Rosada, ambiguo para ciertas definiciones y, por sobre todas las cosas, ambicioso con su propio proyecto. El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, quiso mostrarse ayer, ante 400 ejecutivos en el hotel Alvear, como futuro jefe de Estado. «Les voy a explicar lo que hago yo gobernando una provincia que es un país dentro de un país», se definió.
Es el contrapeso que encontró para un antecedente de estas reuniones del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, que preside Eduardo Eurnekian: hace casi dos meses Sergio Massa había colmado esas instalaciones, generando un inusitado entusiasmo. Pero el ex motonauta superó la prueba. Fueron bastante más que los 250 que había reunido el intendente de Tigre. Contó, de todos modos, con la inestimable colaboración de Osvaldo Rial, jefe de la Unión Industrial de la Provincia, que lo ayudó en la convocatoria de 80 bonaerenses. Militancia al revés, a 950 pesos el cubierto.
El establishment lo ha visto siempre con buenos ojos, entre otras razones porque lo supone como la contracara del gobierno nacional y, mejor aún, con posibilidades de éxito. Lo premiaron, por ejemplo, con un menú diferente del resto: sopa, espagueti y fruta. Un clásico para quien, según contó una vez Karina Rabolini a la revista Para Ti, guarda el aceite de oliva y el vino en caja fuerte. ¿Es cierto que viaja con su propia pastafrola y su aceite?, le preguntó LA NACION. «Todas mentiras», se molestó.
Para los empresarios no fue un soplo de esperanza grandilocuente, pero tampoco disgustó. ¿Cómo lo vio?, le preguntó este diario a Héctor Méndez, líder de la Unión Industrial Argentina, que contestó con una frase peligrosa en este tipo de interacciones: «Habló con el corazón». Hace 25 años, Carlos Pugliese, ministro de Economía radical, completaba e inmortalizaba el concepto: «Y me contestaron con el bolsillo».
Por eso Scioli les dedicó palabras caras a la inversión. Habló de «confianza para los que quieran emprender» y les recordó que aquellos proyectos superiores a 1000 millones de dólares eran atendidos por «el propio gobernador». Recorrió las mesas, saludó a cada uno. Y dejó un párrafo ambivalente para una audiencia que ha respaldado el actual modelo, pero que pide ahora correcciones: «No tenemos voluntad de tirar todo para adelante y que se arregle el que viene. El futuro no es cambiar todo, eso es el pasado. Es obvio que ni el gobierno nacional y ni el provincial van a enfriar la economía, hacer ajuste o subir la tasa de interés. Ya sabemos cómo terminó eso».
Algunos juzgaron ese discurso como falto de definiciones. «Habló como la Presidenta», se lamentó un industrial. Daniel Funes de Rioja, presidente de Copal, en cambio, se retiró conforme con la visión que Scioli tiene sobre lo que queda hasta 2015. «No lo evalúo como una transición -había contestado-. Veo a una presidenta en uso de sus facultades constitucionales, haciendo los cambios que sean necesarios.»
En la recorrida se sentó a la mesa con los periodistas, donde se le preguntó por Guillermo Moreno. «No hablo de nombres», se atajó. Se le insistió entonces por la renovación del blanqueo. «Me gusta llamarla repatriación de capitales -dijo-. Muchos países lo han utilizado.» ¿Y por qué no dejarlo para siempre?, acotó un periodista. «Bueno, no, tiene que ser por un tiempo».
Lo despidieron con un aplauso. .

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