“Haber perdido la Presidencia fue peor que perder el brazo. Experimenté la misma sensación del accidente pero esta vez no tuve ganas de salir ni a nadar”, reveló ayer Daniel Scioli a Clarín sobre la derrota electoral del último 22 de noviembre.
Era la primera vez que se refería al impacto del resultado electoral. Y esa cruda definición también fue compartida la noche anterior a la entrevista con Clarín con un grupo de amigos.
Esa confesión a sus íntimos fue durante una cena. Su hija Lorena lloró sobre el plato. La derrota, le dijo Scioli, fue su segundo accidente.
El ex gobernador lo cuenta mientras camina por la Bristol, una de las playas céntricas de Mar del Plata, por el camino que dejan libre los guardavidas. Los turistas salen de sus sombrillas. Sólo de una llega un insulto en forma de pedido: “Pagale a los docentes”.
Y de otra, un comentario: “También aplaudíamos a Menem, eh, no se olviden”. El resto es abrazo, aliento y pregunta: “¿Qué nos pasó, Daniel?”
Scioli asegura que no busca una banca como senador por la Provincia en 2017. Tampoco piensa en volver a postularse como Presidente. Hay, igual, un halo de duda, una mirada pícara cuando lo menciona.
“Este es momento de agradecer y de seguir militando. Yo asumí un compromiso político y voy a luchar por estas ideas. Somos muchos”, dice y se quita la remera naranja: deja ver un abdomen blanco y blando. Encara el mar, alista el pique pero antes de perderse entre la gente, suelta: “La diferencia del balotaje fue tremendamente ajustada. Yo no sé qué es mejor, si perder por poco o mucho. Suelo preguntármelo así: ¿Me sacaron una vuelta o perdí por media lancha?”. Se encoge de hombros y hasta con el muñón gesticula. Una última foto, esta vez con una señora que lo mira fijo. Y después sí, se pierde en la bravura del mar.
Era la primera vez que se refería al impacto del resultado electoral. Y esa cruda definición también fue compartida la noche anterior a la entrevista con Clarín con un grupo de amigos.
Esa confesión a sus íntimos fue durante una cena. Su hija Lorena lloró sobre el plato. La derrota, le dijo Scioli, fue su segundo accidente.
El ex gobernador lo cuenta mientras camina por la Bristol, una de las playas céntricas de Mar del Plata, por el camino que dejan libre los guardavidas. Los turistas salen de sus sombrillas. Sólo de una llega un insulto en forma de pedido: “Pagale a los docentes”.
Y de otra, un comentario: “También aplaudíamos a Menem, eh, no se olviden”. El resto es abrazo, aliento y pregunta: “¿Qué nos pasó, Daniel?”
Scioli asegura que no busca una banca como senador por la Provincia en 2017. Tampoco piensa en volver a postularse como Presidente. Hay, igual, un halo de duda, una mirada pícara cuando lo menciona.
“Este es momento de agradecer y de seguir militando. Yo asumí un compromiso político y voy a luchar por estas ideas. Somos muchos”, dice y se quita la remera naranja: deja ver un abdomen blanco y blando. Encara el mar, alista el pique pero antes de perderse entre la gente, suelta: “La diferencia del balotaje fue tremendamente ajustada. Yo no sé qué es mejor, si perder por poco o mucho. Suelo preguntármelo así: ¿Me sacaron una vuelta o perdí por media lancha?”. Se encoge de hombros y hasta con el muñón gesticula. Una última foto, esta vez con una señora que lo mira fijo. Y después sí, se pierde en la bravura del mar.