Sólo unos pocos, los más fieles, eligen el café. Y casi nadie busca los platos con masas. Las empandas y los sandwiches de miga son las vedettes. Es lógico: ya son cerca de las 23 y el avión que trae a Daniel Scioli de regreso desde Jujuy acaba de aterrizar. Hay apetito y aún falta para que el candidato a presidente del FpV llegue a la redacción. Lo esperan cuatro de sus soldados más fieles, que arribaron puntuales a la cita, una hora y media antes. “¿Podemos ir arrancando nosotros?”, pregunta el líder de esa comitiva, Alberto Pérez. Esa ansiedad es uno de los tantos puntos que el jefe de Gabinete bonaerense tiene en común con el gobernador.
Por “culpa” de su jefe, que se demoró más de lo previsto en un acto junto al gobernador jujeño Eduardo Fellner –tras una escala previa en Córdoba–, esta vez a Pérez no le queda otra opción. Responde preguntas, anuncia que por el momento, por la dificultad para implementarla, quedó congelada aquella idea de ampliar la cantidad de ministerios que expuso Scioli durante el camino a las PASO.
Pero Alberto Pérez escucha con igual atención las preguntas que se le hace al resto de los integrantes del Gabinete. Se muestra especialmente interesado por lo que, a su izquierda, responde Silvina Batakis. Mira de reojo, sabe que cada palabra que pronuncie la “Griega buena”, como la apodó Scioli meses atrás, podrá retumbar de manera muy distinta, ahora que fue oficializada como eventual ministra de Economía.
Pérez tampoco se pierde lo que, a su derecha, dice Ricardo Casal, el ministro de Justicia bonaerense que muestra su asombro cuando escucha que seguiría al frente del área a nivel nacional. “No sabía nada, en serio”, jura, sonrojado, esbozando un pedido de disculpas por haberlo negado minutos atrás.
El que más relajado luce es el ministro de Salud provincial Alejandro Collia, uno de los primeros en ser confirmado por Scioli.
El gobernador llega más tarde. Irrumpe con sus secretarios, su vocero y su hombre de confianza, Lautaro Mauro, y avanza por la redacción. Ya conoce el camino: estuvo aquí antes de las PASO. Pese al apuro, frena su marcha a mitad de camino. Es que capta su atención una tapa sin dueño a la vista de la edición de ayer, que registró el paso de Mauricio Macri por este diario.
Tras la foto de ocasión con sus cuatro dirigentes, se sienta en el centro de la mesa por expreso pedido del camarógrafo, pide agua mineral y propone arrancar la entrevista. En su rostro se advierten vestigios de cansancio.
Con el grabador prendido, el vértigo desaparece. Scioli elige hablar pausado. Ante las primeras preguntas, referidas a su paquete de propuestas en materia de cultura, se permitirá recordar a algunos artistas con los que tejió estrechos vínculos. Y se le dibujará una sonrisa acompañada de un dejo de melancolía cuando evoque a “ese gran amigo Sandro”.
Cuando se le consulta en torno al cepo cambiario, la escasez de reservas y la discusión con los holdouts, le hace un gesto a Alberto Pérez que, por más mínimo, logra descifrar su pedido: un papel y una birome en el que ordenará sus ideas. Y arranca. “No va a haber ningún problema de reservas en el país, sino todo lo contrario”, promete. ¿Cómo lo logrará? Scioli no da pistas concretas. Pero habla de “incentivar la repatriación de capitales”, y apunta que puede haber “una segunda etapa” del swap con China y alcanzar “un acuerdo de cooperación entre bancos centrales”, que ya discutió con la presidenta Dilma Rousseff en Brasil. Cuando se le repregunta, hace hincapié en la confianza que, prevé, generará la impronta que le dará a su gobierno. Alberto Pérez lo apuntala: “Estamos trabajando en todos estos temas. Si ganamos, los vamos a anunciar”, desliza, enigmático.
Al cepo, Scioli no lo reconoce como tal, prefiere definirlo como la “administración responsable de las reservas”; y defiende su implementación al señalar que “es una política que se está dando en muchos lugares”. En tanto, el tema buitres le permite realizar una nueva defensa de su par salteño Juan Manuel Urtubey, quien se pronunció a favor de “arreglar” y se ganó la reprimenda del kirchnerismo. “Argentina tiene una posición clara: voluntad y capacidad de pago, en condiciones justas y equitativas”, afirma. “Es lo que dijo Juan Manuel”, agrega luego. De todas maneras, durante la charla eludirá confirmar si, tal como se especula, será su canciller.
La mención a los holdouts también le permite lanzar su primer dardo hacia Macri, a quien tildará como “el nuevo líder de la Alianza”. “Si decenas de países han sido solidarios y hasta nos han respaldado en la ONU, ¿cómo no lo vamos a ser los propios argentinos? Pensar que un dirigente político decía que había que ir corriendo a pagarles. Y decía lo mismo con el Club de París, con Repsol. Bueno, tiene su lógica”, apunta contra el jefe del PRO, sin mencionarlo.
Durante la charla, intentará varias veces evitar entrar en conflicto de intereses con Cristina. “Por ahora sólo soy candidato”, se excusa cuando se le piden más precisiones de un tema. Se apoyará en ese mismo punto al recordar que “la Presidenta tiene facultades constitucionales” para proponer miembros para la Corte Suprema “hasta que finalice su mandato”. ¿Qué hará en caso de asumir él? “Buscaré normalizar su funcionamiento, mandando dos pliegos. Obviamente, esto exige un punto de acuerdo con otros espacios políticos”. Entonces ¿va a consensuar los nombres con la oposición? “No me he puesto a pensar. El oficialismo mandará su pliego, la oposición mandará el suyo y el Presidente luego verá si lo firma ó no”, expone, dando a entender que uno de los cupos estará disponible para negociar con otras fuerzas.
A diferencia de sus competidores, Scioli no se extiende demasiado en cómo afrontará la lucha contra la corrupción. La inconveniencia de realizar alguna afirmación que pueda rozar las fibras más sensibles del kirchnerismo, que finaliza su ciclo plagado de dirigentes investigados, parece prevalecer sobre la oportunidad electoral que podría ofrecerle sentar su postura. Entonces, asegura que la clave son “los organismos de control” del Estado. Su alter ego, Pérez, lo “pisa” para indicar que “en la Provincia, están todos en poder de la oposición”.
A su manera y haciendo equilibrio para no contradecir la política agropecuaria de la década K, Scioli compara al campo con un auto y señala que, si en 2003 el campo puso “primera” para sacar adelante al país, su gobierno “necesitará que el campo meta cuarta y quinta”. “Yo voy a ser una persona flexible y abierta para trabajar en todos los temas”, asegura, en un intento por seducir parte de un electorado siempre reacio al kirchnerismo.
Convencido de que “la gente no quiere una vuelta al pasado”, Scioli se mete en la discusión entre Macri y el líder del Frente Renovador Sergio Massa y señala que “el voto útil es lo conocido, lo previsible y lo confiable”. En ese sentido, reiterara una frase que se le escuchó a lo largo de toda la campaña. “En este contexto, no es un momento para hacer experimentos, ni inventos”. No será la única definición que repetirá. “Vamos a cuidar lo que haya que cuidar y cambiar lo que haya que cambiar”, dirá después. “¿Pero qué va a cambiar?”, se le retruca. “Hay cuestiones, por ejemplo en sectores productivos, que hay que reveer y repensar”, explica, sin profundizar demasiado.
En todo momento, Scioli busca retomar lo que denomina la agenda positiva. Tal vez como estrategia, busca mostrar optimismo. “Ahora el país está en condiciones de encarar un periodo histórico”, considera. Y avisa que saldrá a buscar inversiones: “Voy a ejercer la diplomacia presidencial”.
Si bien elogia a la Presidenta “porque está terminando con un gran vigor su gobierno”, Scioli se irá del “café” con algunas preguntas concretas sin responder en torno a cómo será la convivencia con el kirchnerismo duro. Una de esas incógnitas que se le plantean es si habrá ó no un ministro de La Cámpora. “Yo no demonizo nunca y convoco a los que considero los mejores para cada objetivo”, elude. Actúa de igual manera cuando la consulta gira en torno al lugar que tendrá Máximo Kirchner en Diputados (“El que consensúe con los demás legisladores”), aunque es más claro cuando de la ex SIDE se trata. “(El mandato de Oscar Parrilli) tengo entendido que termina con este Gobierno”, dice sobre el futuro de la AFI.
Sobre el final de la nota, Scioli no deja pasar la chance y vuelve sobre su principal rival en la carrera presidencial. Dice que “la gente ve las contradicciones de Macri”. Y se diferencia: “Habla ahora de cuidar cosas y corregir otras: ¡Para eso voten al original, que soy yo!”. Sus dirigentes no ocultan sus risas. Y salen todos detrás suyo.
Participaron de esta entrevista: Marcelo Cantón, Gustavo Bazzan, Pablo de León, Lucía Salinas e Ignacio Ortelli.
Por “culpa” de su jefe, que se demoró más de lo previsto en un acto junto al gobernador jujeño Eduardo Fellner –tras una escala previa en Córdoba–, esta vez a Pérez no le queda otra opción. Responde preguntas, anuncia que por el momento, por la dificultad para implementarla, quedó congelada aquella idea de ampliar la cantidad de ministerios que expuso Scioli durante el camino a las PASO.
Pero Alberto Pérez escucha con igual atención las preguntas que se le hace al resto de los integrantes del Gabinete. Se muestra especialmente interesado por lo que, a su izquierda, responde Silvina Batakis. Mira de reojo, sabe que cada palabra que pronuncie la “Griega buena”, como la apodó Scioli meses atrás, podrá retumbar de manera muy distinta, ahora que fue oficializada como eventual ministra de Economía.
Pérez tampoco se pierde lo que, a su derecha, dice Ricardo Casal, el ministro de Justicia bonaerense que muestra su asombro cuando escucha que seguiría al frente del área a nivel nacional. “No sabía nada, en serio”, jura, sonrojado, esbozando un pedido de disculpas por haberlo negado minutos atrás.
El que más relajado luce es el ministro de Salud provincial Alejandro Collia, uno de los primeros en ser confirmado por Scioli.
El gobernador llega más tarde. Irrumpe con sus secretarios, su vocero y su hombre de confianza, Lautaro Mauro, y avanza por la redacción. Ya conoce el camino: estuvo aquí antes de las PASO. Pese al apuro, frena su marcha a mitad de camino. Es que capta su atención una tapa sin dueño a la vista de la edición de ayer, que registró el paso de Mauricio Macri por este diario.
Tras la foto de ocasión con sus cuatro dirigentes, se sienta en el centro de la mesa por expreso pedido del camarógrafo, pide agua mineral y propone arrancar la entrevista. En su rostro se advierten vestigios de cansancio.
Con el grabador prendido, el vértigo desaparece. Scioli elige hablar pausado. Ante las primeras preguntas, referidas a su paquete de propuestas en materia de cultura, se permitirá recordar a algunos artistas con los que tejió estrechos vínculos. Y se le dibujará una sonrisa acompañada de un dejo de melancolía cuando evoque a “ese gran amigo Sandro”.
Cuando se le consulta en torno al cepo cambiario, la escasez de reservas y la discusión con los holdouts, le hace un gesto a Alberto Pérez que, por más mínimo, logra descifrar su pedido: un papel y una birome en el que ordenará sus ideas. Y arranca. “No va a haber ningún problema de reservas en el país, sino todo lo contrario”, promete. ¿Cómo lo logrará? Scioli no da pistas concretas. Pero habla de “incentivar la repatriación de capitales”, y apunta que puede haber “una segunda etapa” del swap con China y alcanzar “un acuerdo de cooperación entre bancos centrales”, que ya discutió con la presidenta Dilma Rousseff en Brasil. Cuando se le repregunta, hace hincapié en la confianza que, prevé, generará la impronta que le dará a su gobierno. Alberto Pérez lo apuntala: “Estamos trabajando en todos estos temas. Si ganamos, los vamos a anunciar”, desliza, enigmático.
Al cepo, Scioli no lo reconoce como tal, prefiere definirlo como la “administración responsable de las reservas”; y defiende su implementación al señalar que “es una política que se está dando en muchos lugares”. En tanto, el tema buitres le permite realizar una nueva defensa de su par salteño Juan Manuel Urtubey, quien se pronunció a favor de “arreglar” y se ganó la reprimenda del kirchnerismo. “Argentina tiene una posición clara: voluntad y capacidad de pago, en condiciones justas y equitativas”, afirma. “Es lo que dijo Juan Manuel”, agrega luego. De todas maneras, durante la charla eludirá confirmar si, tal como se especula, será su canciller.
La mención a los holdouts también le permite lanzar su primer dardo hacia Macri, a quien tildará como “el nuevo líder de la Alianza”. “Si decenas de países han sido solidarios y hasta nos han respaldado en la ONU, ¿cómo no lo vamos a ser los propios argentinos? Pensar que un dirigente político decía que había que ir corriendo a pagarles. Y decía lo mismo con el Club de París, con Repsol. Bueno, tiene su lógica”, apunta contra el jefe del PRO, sin mencionarlo.
Durante la charla, intentará varias veces evitar entrar en conflicto de intereses con Cristina. “Por ahora sólo soy candidato”, se excusa cuando se le piden más precisiones de un tema. Se apoyará en ese mismo punto al recordar que “la Presidenta tiene facultades constitucionales” para proponer miembros para la Corte Suprema “hasta que finalice su mandato”. ¿Qué hará en caso de asumir él? “Buscaré normalizar su funcionamiento, mandando dos pliegos. Obviamente, esto exige un punto de acuerdo con otros espacios políticos”. Entonces ¿va a consensuar los nombres con la oposición? “No me he puesto a pensar. El oficialismo mandará su pliego, la oposición mandará el suyo y el Presidente luego verá si lo firma ó no”, expone, dando a entender que uno de los cupos estará disponible para negociar con otras fuerzas.
A diferencia de sus competidores, Scioli no se extiende demasiado en cómo afrontará la lucha contra la corrupción. La inconveniencia de realizar alguna afirmación que pueda rozar las fibras más sensibles del kirchnerismo, que finaliza su ciclo plagado de dirigentes investigados, parece prevalecer sobre la oportunidad electoral que podría ofrecerle sentar su postura. Entonces, asegura que la clave son “los organismos de control” del Estado. Su alter ego, Pérez, lo “pisa” para indicar que “en la Provincia, están todos en poder de la oposición”.
A su manera y haciendo equilibrio para no contradecir la política agropecuaria de la década K, Scioli compara al campo con un auto y señala que, si en 2003 el campo puso “primera” para sacar adelante al país, su gobierno “necesitará que el campo meta cuarta y quinta”. “Yo voy a ser una persona flexible y abierta para trabajar en todos los temas”, asegura, en un intento por seducir parte de un electorado siempre reacio al kirchnerismo.
Convencido de que “la gente no quiere una vuelta al pasado”, Scioli se mete en la discusión entre Macri y el líder del Frente Renovador Sergio Massa y señala que “el voto útil es lo conocido, lo previsible y lo confiable”. En ese sentido, reiterara una frase que se le escuchó a lo largo de toda la campaña. “En este contexto, no es un momento para hacer experimentos, ni inventos”. No será la única definición que repetirá. “Vamos a cuidar lo que haya que cuidar y cambiar lo que haya que cambiar”, dirá después. “¿Pero qué va a cambiar?”, se le retruca. “Hay cuestiones, por ejemplo en sectores productivos, que hay que reveer y repensar”, explica, sin profundizar demasiado.
En todo momento, Scioli busca retomar lo que denomina la agenda positiva. Tal vez como estrategia, busca mostrar optimismo. “Ahora el país está en condiciones de encarar un periodo histórico”, considera. Y avisa que saldrá a buscar inversiones: “Voy a ejercer la diplomacia presidencial”.
Si bien elogia a la Presidenta “porque está terminando con un gran vigor su gobierno”, Scioli se irá del “café” con algunas preguntas concretas sin responder en torno a cómo será la convivencia con el kirchnerismo duro. Una de esas incógnitas que se le plantean es si habrá ó no un ministro de La Cámpora. “Yo no demonizo nunca y convoco a los que considero los mejores para cada objetivo”, elude. Actúa de igual manera cuando la consulta gira en torno al lugar que tendrá Máximo Kirchner en Diputados (“El que consensúe con los demás legisladores”), aunque es más claro cuando de la ex SIDE se trata. “(El mandato de Oscar Parrilli) tengo entendido que termina con este Gobierno”, dice sobre el futuro de la AFI.
Sobre el final de la nota, Scioli no deja pasar la chance y vuelve sobre su principal rival en la carrera presidencial. Dice que “la gente ve las contradicciones de Macri”. Y se diferencia: “Habla ahora de cuidar cosas y corregir otras: ¡Para eso voten al original, que soy yo!”. Sus dirigentes no ocultan sus risas. Y salen todos detrás suyo.
Participaron de esta entrevista: Marcelo Cantón, Gustavo Bazzan, Pablo de León, Lucía Salinas e Ignacio Ortelli.
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