Alicia Kirchner, en preensayo como candidata. Se mostró ayer con Daniel Scioli en un acto en La Plata.
Refugiado en Tigre, Sergio Massa se convirtió en el astro mayor de la galaxia del PJ anti-K: el esquema táctico del peronismo que -a los gritos o en silencio- combate a Cristina de Kirchner orbita, inquieto, alrededor del exjefe de Gabinete.
El alcalde, que manda a armar en su nombre, es un elemento esencial para que se produzca una química fulminante contra la Presidente: su irrupción como candidato en 2013 contra los K empujaría a Daniel Scioli a desafiar, el año próximo, a la Casa Rosada.
Esa hipótesis ubica a Massa en el centro del ring y lo constituye en un factor condicionante para buena parte del dispositivo peronista, pero, en particular, para el gobernador. La agita el PJ que se sabe excluido del armado K y la teme el sciolismo.
A simple vista, el argumento es lineal pero anuda, como anexos, una serie de variables o prerrequisitos. Veamos:
El primordial, en la mirada de los sciolistas, es que si Massa se anima a desafiar a la Casa Rosada y redondea el año próximo un resultado robusto -por encima del 25%- o, más aún, si supera a la lista K, se recordará como el gran ganador de 2013, se constituye en la bala de plata contra Cristina, y a partir de ahí amanece como el candidato presidencial para 2015, relegando en esa disputa a Scioli.
En ese escenario, si el gobernador se mantiene -como es, en esta instancia, su voluntad: así lo ratificó el lunes en una reunión con funcionarios y legisladores propios- alineado con la Presidente, quedaría del lado de los perdidosos. Esa categoría, en la lectura del peronismo, no implica necesariamente que el FpV pierda sino que haga una elección que esté por abajo de los 35 puntos mientras Massa supere el 25%.
Es por eso que La Juan Domingo, que acaba de verse con Roberto Lavagna, ha conversado con Massa y tiende puentes, en algún caso informales, con Felipe Solá y Francisco de Narváez, advierte que si el tigrense se sube a la elección del año próximo como rival del cristinismo, Scioli corre el riesgo de perder el tren. En el sciolismo son varios los que hacen, desde una trinchera totalmente opuesta a la LJD, la misma lectura y creen que si Massa juega a Scioli no le queda otra que jugar y, en alianza con el exjefe de Gabinete. Sin embargo, la ecuación mágica requiere de un doble movimiento: que el de Tigre se anime a competir contras los K y, en paralelo, que el gobernador interprete que ese desafío lo obliga a lanzarse, él también, contra Cristina.
Como elemento ligado aparece que Alicia Kirchner, que hasta ahora figura como la candidata K, apenas rasguña los 30 puntos en intención de voto, lo cual es una tentación para Massa si quisiera desafiar al Gobierno. Lo reflejan las encuestas que leen en Casa Rosada que muestran, además, que la ministra tiene alto nivel de conocimiento (es decir, no tiene demasiado terreno donde mejorar) y un núcleo duro de rechazo. Síntesis: escalar hasta los 40 puntos aparece, en principio, como una tarea ciclópea. Una variante que sonó en despachos oficiales es que Cristina le proponga a Massa ser el escolta de Alicia K. en la boleta. El tigrense se guarda las respuestas, pero se puede adivinar en su silencio que no está dispuesto, al menos a esta altura, a aceptar el convite. Ayer, por lo pronto, la ministra-candidata-en-veremos se mostró con Scioli durante un acto en La Plata. Hay que recurrir a los archivos anteriores a la tensión de los sueldos a mitad de año para encontrar una foto de Alicia con el gobernador.
Hay un dato más: el kirchnerismo opera en una sintonía que prevé que las listas de 2013 serán redactadas de punta a punta por la Presidente, excluyendo en parte al peronismo territorial, Es, al menos, el protocolo con el que se mueven las agrupaciones K comandadas por La Cámpora y que escuchan los caciques del PJ. Si el sistema de confección de las listas tendrá esa característica, un sector posiblemente amplio del peronismo quedará «sin contención» en el FpV y, según la osadía de cada uno, tendrá distintas opciones: engordar en alianza con Massa una eventual lista anti-K, jugar a dos puntas -como muchos hicieron en 2009, nutriendo las boletas de Unión-PRO y cuidando sus votos en el cuarto oscuro- o, a modo de protesta, dejar que sea el ultrakirchnerismo el que sostenga la elección.
Reina esa presunción: el «vamos por todo» que Cristina de Kirchner susurra en Cadena Nacional, en un mensaje dirigido a los militantes de La Cámpora es leído, también, como un «vienen por nosotros» en clave interna, sobre todo en lo referido a cómo repartirá castigos y bendiciones en las boletas de 2013. Ante eso, además de extrañar a Néstor Kirchner, en varios campamentos del PJ bonaerense circula la idea -hasta ahora una fantasía- de hacerle llegar a la Presidente, en un momento que no es éste, una propuesta de un sistema para definir candidaturas donde la boleta de diputados nacionales sea pura autoría de Cristina, las listas de legisladores provinciales estén consensuadas entre la Casa Rosada, el territorio y la gobernación, y se declare la libre competencia en los municipios para evitar la fuga de peronistas hacia espacios díscolos como De Narváez, Solá o Mauricio Macri.
En charlas reservadas, Scioli asegura que en 2013 Massa no se convertirá en candidato contra la Casa Rosada. Deseo o información, el gobernador especula con un escenario de statu quo en el que la mayoría del peronismo termine amontonado, aun a desgano, en el FpV. Sin embargo, autoriza algunas picardías: una de ellas consiste en mostrarse, con altísima frecuencia, junto al intendente de La Plata, Pablo Bruera, intendente que supo tener un acuerdo con Massa pero que ahora está distanciado. Además, el neocamporismo amaga con dejar a Bruera sin boleta el año próximo, ante lo cual el gobernador le ofrece un atajo.
Refugiado en Tigre, Sergio Massa se convirtió en el astro mayor de la galaxia del PJ anti-K: el esquema táctico del peronismo que -a los gritos o en silencio- combate a Cristina de Kirchner orbita, inquieto, alrededor del exjefe de Gabinete.
El alcalde, que manda a armar en su nombre, es un elemento esencial para que se produzca una química fulminante contra la Presidente: su irrupción como candidato en 2013 contra los K empujaría a Daniel Scioli a desafiar, el año próximo, a la Casa Rosada.
Esa hipótesis ubica a Massa en el centro del ring y lo constituye en un factor condicionante para buena parte del dispositivo peronista, pero, en particular, para el gobernador. La agita el PJ que se sabe excluido del armado K y la teme el sciolismo.
A simple vista, el argumento es lineal pero anuda, como anexos, una serie de variables o prerrequisitos. Veamos:
El primordial, en la mirada de los sciolistas, es que si Massa se anima a desafiar a la Casa Rosada y redondea el año próximo un resultado robusto -por encima del 25%- o, más aún, si supera a la lista K, se recordará como el gran ganador de 2013, se constituye en la bala de plata contra Cristina, y a partir de ahí amanece como el candidato presidencial para 2015, relegando en esa disputa a Scioli.
En ese escenario, si el gobernador se mantiene -como es, en esta instancia, su voluntad: así lo ratificó el lunes en una reunión con funcionarios y legisladores propios- alineado con la Presidente, quedaría del lado de los perdidosos. Esa categoría, en la lectura del peronismo, no implica necesariamente que el FpV pierda sino que haga una elección que esté por abajo de los 35 puntos mientras Massa supere el 25%.
Es por eso que La Juan Domingo, que acaba de verse con Roberto Lavagna, ha conversado con Massa y tiende puentes, en algún caso informales, con Felipe Solá y Francisco de Narváez, advierte que si el tigrense se sube a la elección del año próximo como rival del cristinismo, Scioli corre el riesgo de perder el tren. En el sciolismo son varios los que hacen, desde una trinchera totalmente opuesta a la LJD, la misma lectura y creen que si Massa juega a Scioli no le queda otra que jugar y, en alianza con el exjefe de Gabinete. Sin embargo, la ecuación mágica requiere de un doble movimiento: que el de Tigre se anime a competir contras los K y, en paralelo, que el gobernador interprete que ese desafío lo obliga a lanzarse, él también, contra Cristina.
Como elemento ligado aparece que Alicia Kirchner, que hasta ahora figura como la candidata K, apenas rasguña los 30 puntos en intención de voto, lo cual es una tentación para Massa si quisiera desafiar al Gobierno. Lo reflejan las encuestas que leen en Casa Rosada que muestran, además, que la ministra tiene alto nivel de conocimiento (es decir, no tiene demasiado terreno donde mejorar) y un núcleo duro de rechazo. Síntesis: escalar hasta los 40 puntos aparece, en principio, como una tarea ciclópea. Una variante que sonó en despachos oficiales es que Cristina le proponga a Massa ser el escolta de Alicia K. en la boleta. El tigrense se guarda las respuestas, pero se puede adivinar en su silencio que no está dispuesto, al menos a esta altura, a aceptar el convite. Ayer, por lo pronto, la ministra-candidata-en-veremos se mostró con Scioli durante un acto en La Plata. Hay que recurrir a los archivos anteriores a la tensión de los sueldos a mitad de año para encontrar una foto de Alicia con el gobernador.
Hay un dato más: el kirchnerismo opera en una sintonía que prevé que las listas de 2013 serán redactadas de punta a punta por la Presidente, excluyendo en parte al peronismo territorial, Es, al menos, el protocolo con el que se mueven las agrupaciones K comandadas por La Cámpora y que escuchan los caciques del PJ. Si el sistema de confección de las listas tendrá esa característica, un sector posiblemente amplio del peronismo quedará «sin contención» en el FpV y, según la osadía de cada uno, tendrá distintas opciones: engordar en alianza con Massa una eventual lista anti-K, jugar a dos puntas -como muchos hicieron en 2009, nutriendo las boletas de Unión-PRO y cuidando sus votos en el cuarto oscuro- o, a modo de protesta, dejar que sea el ultrakirchnerismo el que sostenga la elección.
Reina esa presunción: el «vamos por todo» que Cristina de Kirchner susurra en Cadena Nacional, en un mensaje dirigido a los militantes de La Cámpora es leído, también, como un «vienen por nosotros» en clave interna, sobre todo en lo referido a cómo repartirá castigos y bendiciones en las boletas de 2013. Ante eso, además de extrañar a Néstor Kirchner, en varios campamentos del PJ bonaerense circula la idea -hasta ahora una fantasía- de hacerle llegar a la Presidente, en un momento que no es éste, una propuesta de un sistema para definir candidaturas donde la boleta de diputados nacionales sea pura autoría de Cristina, las listas de legisladores provinciales estén consensuadas entre la Casa Rosada, el territorio y la gobernación, y se declare la libre competencia en los municipios para evitar la fuga de peronistas hacia espacios díscolos como De Narváez, Solá o Mauricio Macri.
En charlas reservadas, Scioli asegura que en 2013 Massa no se convertirá en candidato contra la Casa Rosada. Deseo o información, el gobernador especula con un escenario de statu quo en el que la mayoría del peronismo termine amontonado, aun a desgano, en el FpV. Sin embargo, autoriza algunas picardías: una de ellas consiste en mostrarse, con altísima frecuencia, junto al intendente de La Plata, Pablo Bruera, intendente que supo tener un acuerdo con Massa pero que ahora está distanciado. Además, el neocamporismo amaga con dejar a Bruera sin boleta el año próximo, ante lo cual el gobernador le ofrece un atajo.