Política Viernes 31 de Octubre de 2014
Por Pablo Ibáñez.-
• HABLA DE «NUEVA ETAPA» CON CRISTINA Y PREANUNCIA QUE EN ENERO HABRÁ ACUERDO CON LOS FONDOS BUITRE. «NARANJISMOS»
Por: Pablo Ibáñez
Daniel Scioli y Axel Kicillof.
«¿Saben por qué nunca un gobernador bonaerense llegó a presidente?».
Daniel Scioli tiró el acertijo como si portara un secreto, el antídoto ante la maldición de los gobernadores que ni con hechicerías impidió a una ristra larga, de Domingo Mercante a Carlos Ruckauf, llegar a presidente.
Lo escucharon -alguno sorprendido por su inédita predisposición a hablar y escuchar de temas políticos- unos veinte alcaldes que estrenaron la categoría de «naranjas».
«Ninguno llegó, porque un gobernador de una provincia como ésta no puede llegar si se pelea con el Gobierno central», dijo Scioli que, poco dado a la superstición, tradujo el imaginario de la maldición en clave política.
Embalado, abrochado a ese argumento como la llave para justificar -en cualquier mesa, ante todo interlocutor- su actual hiperkirchnerismo, Scioli habló de una «nueva etapa» en la relación con Cristina de Kirchner en la que, jugueteó, los gestos hablan. Citó la visita de Axel Kicillof al puerto de contenedores de La Plata que alimentó la hipótesis de una fórmula compartida con el ministro de Economía. Mencionó, además, la presencia de Julián Álvarez, viceministro de Justicia y segundo anillo neocamporista en la apertura de un local Scioli 2015 en Lanús, como dos indicios.
«Yo abrí un local Scioli 2015 y no me llamó ningún kirchnerista para reprochármelo», contó, como constancia de ese «buen momento», el intendente de Madariaga, Cristian Popovich.
«Olvídense; eso no va a pasar más», intervino Scioli con un énfasis poco habitual.
Le siguió la enumeración de salmos K, sobre la conducción política de Cristina de Kirchner y la recuperación de la economía. «En enero arreglamos con los holdouts y despegamos», dijo informado. O convencido.
La hiperkirchnerización de Scioli tiene componentes y factores «científicos». El goberandor-candidato terminó de desterrar la idea de ruptura que le soplaban algunos en su entorno y lo hizo con datos en la mano: la imagen personal de Cristina de Kirchner está por encima de los 45 puntos que corrige un dogma que Scioli se tatuó en la memoria hace tiempo. «Daniel puede ser presidente sin Cristina, pero no contra Cristina», decían.
Malón
La nueva versión habla del imprescindible respaldo de la Presidente que el bonaerense ancló en su discurso de campaña, que pasó de «continuidad con cambio» a «continuidad» a secas.
Intrigados sobre qué hará Scioli, un alcalde lo interrogó si contaba con su apoyo el plan de formar un bloque de intendentes sciolistas que impulsen explícitamente su candidatura presidencial.
«No sólo cuentan con todo mi apoyo, sino que los necesito, yo necesito de ustedes», fue la respuesta.
El malón, a pesar de los faltazos por la inundación, lo integraban más de 20 alcaldes que, por primera vez en siete años de Gobierno sciolista, alcanzan un estadío inédito: un clan sciolista que no esté formado por sciolistas históricos.
Pasaron catorce reuniones, las primeras casi clandestinas y reducidas a no más de tres intendentes, que armó Franco La Porta, secretario de Servicios Públicos, a lo que luego se sumó, para expandir el espacio, el secretario general de la Gobernación, Martín Ferré, ambos habilitados por Alberto
Por Pablo Ibáñez.-
• HABLA DE «NUEVA ETAPA» CON CRISTINA Y PREANUNCIA QUE EN ENERO HABRÁ ACUERDO CON LOS FONDOS BUITRE. «NARANJISMOS»
Por: Pablo Ibáñez
Daniel Scioli y Axel Kicillof.
«¿Saben por qué nunca un gobernador bonaerense llegó a presidente?».
Daniel Scioli tiró el acertijo como si portara un secreto, el antídoto ante la maldición de los gobernadores que ni con hechicerías impidió a una ristra larga, de Domingo Mercante a Carlos Ruckauf, llegar a presidente.
Lo escucharon -alguno sorprendido por su inédita predisposición a hablar y escuchar de temas políticos- unos veinte alcaldes que estrenaron la categoría de «naranjas».
«Ninguno llegó, porque un gobernador de una provincia como ésta no puede llegar si se pelea con el Gobierno central», dijo Scioli que, poco dado a la superstición, tradujo el imaginario de la maldición en clave política.
Embalado, abrochado a ese argumento como la llave para justificar -en cualquier mesa, ante todo interlocutor- su actual hiperkirchnerismo, Scioli habló de una «nueva etapa» en la relación con Cristina de Kirchner en la que, jugueteó, los gestos hablan. Citó la visita de Axel Kicillof al puerto de contenedores de La Plata que alimentó la hipótesis de una fórmula compartida con el ministro de Economía. Mencionó, además, la presencia de Julián Álvarez, viceministro de Justicia y segundo anillo neocamporista en la apertura de un local Scioli 2015 en Lanús, como dos indicios.
«Yo abrí un local Scioli 2015 y no me llamó ningún kirchnerista para reprochármelo», contó, como constancia de ese «buen momento», el intendente de Madariaga, Cristian Popovich.
«Olvídense; eso no va a pasar más», intervino Scioli con un énfasis poco habitual.
Le siguió la enumeración de salmos K, sobre la conducción política de Cristina de Kirchner y la recuperación de la economía. «En enero arreglamos con los holdouts y despegamos», dijo informado. O convencido.
La hiperkirchnerización de Scioli tiene componentes y factores «científicos». El goberandor-candidato terminó de desterrar la idea de ruptura que le soplaban algunos en su entorno y lo hizo con datos en la mano: la imagen personal de Cristina de Kirchner está por encima de los 45 puntos que corrige un dogma que Scioli se tatuó en la memoria hace tiempo. «Daniel puede ser presidente sin Cristina, pero no contra Cristina», decían.
Malón
La nueva versión habla del imprescindible respaldo de la Presidente que el bonaerense ancló en su discurso de campaña, que pasó de «continuidad con cambio» a «continuidad» a secas.
Intrigados sobre qué hará Scioli, un alcalde lo interrogó si contaba con su apoyo el plan de formar un bloque de intendentes sciolistas que impulsen explícitamente su candidatura presidencial.
«No sólo cuentan con todo mi apoyo, sino que los necesito, yo necesito de ustedes», fue la respuesta.
El malón, a pesar de los faltazos por la inundación, lo integraban más de 20 alcaldes que, por primera vez en siete años de Gobierno sciolista, alcanzan un estadío inédito: un clan sciolista que no esté formado por sciolistas históricos.
Pasaron catorce reuniones, las primeras casi clandestinas y reducidas a no más de tres intendentes, que armó Franco La Porta, secretario de Servicios Públicos, a lo que luego se sumó, para expandir el espacio, el secretario general de la Gobernación, Martín Ferré, ambos habilitados por Alberto