Cuentan en despachos del Gobierno que Gabriel Mariotto salió asombrado de un par de conversaciones sostenidas con Daniel Scioli y con Pablo Bruera.
“A mí me mandan a cuidar el modelo en la Provincia y resulta que estos dos terminan siendo más cristinistas que yo; así me van a dejar dibujado” , dicen que dijo ante interlocutores tan sorprendidos como él.
Al vicegobernador electo de la Provincia, que es un político que ha caminado territorio, no debería asombrarle tanto que el gobernador bonaerense y el intendente de La Plata, dos peronistas que se sienten incómodos cohabitando con el kirchnerismo de paladar negro, hagan lo que sea necesario para poner a resguardo sus respectivos pellejos.
Empezaron hace tiempo con esa gimnasia de adhesión ejercitada, pero sobre todo declamada. Mal no les fue: acaban de ser reelectos con muy amplio margen, después de haberle pasado el trapo a los oponentes kirchneristas que les dieron guerra por dentro o fuera de la estructura oficialista.
Scioli y Bruera fueron aliados tácticos en las campañas para las primarias de agosto y la elección general de octubre. Pero su compromiso mutuo por ahora no va más allá de ponerse espalda contra espalda para cuidarse de las ambiciones y el intento de control político de los que desembarcan con el salvoconducto extendido en la Casa Rosada.
Scioli, que de lento tiene poco, antes de reunirse ayer con Cristina ya le había adelantado que hay medio gabinete de la Provincia a su disposición , para que sean nombrados allí los ministros que ella sugiera/ordene. El gobernador sabe que está anotado en uno de los dos primeros lugares de la lista de objetivos a derribar en cuanto empiece el segundo mandato de la Presidenta. Frente a eso su estrategia es “cero confrontación” , según resumió un funcionario que lleva ocho años con sus días y sus noches trabajando para los gobiernos kirchneristas.
Scioli sueña para sí un 2015 de gloria y entiende que enfrentar a Cristina ahora, como a Néstor antes, era el pasaporte seguro al descabezamiento político. A su alrededor otros opinaron, por el contrario, que ese aguante táctico sólo significaba esperar mansamente la guillotina. Los que pensaban así perdieron la discusión interna y terminaron desplazados de los puestos que ocupaban.
Scioli no piensa cambiar aunque eso le cueste un desgaste constante . Cree que llegado el momento podrá recuperarse, como ya ha hecho otras veces. Otros peronistas, y no solamente bonaerenses, suponen que por ese camino terminará cayendo sin luchar . El tiempo dirá quién está en lo cierto.
A diferencia del estricto hermetismo de Cristina sobre la integración de su futuro gabinete, en la Provincia los que siguen en sus cargos de gobierno ya lo saben. Alberto Pérez como jefe de Gabinete, Ricardo Casal en Seguridad y Justicia, Alejandro Arlía en Economía, Oscar Cuartango en Trabajo y Martín Ferré en Producción son el núcleo duro de ministros que Scioli piensa conservar. Además, le habría pedido a la Presidenta que le permita retener en el gabinete a Cristina Alvarez Rodríguez, su ministra de Infraestructura, que fue electa diputada (ver página 12 ). Está esperando respuesta.
Mientras tanto, el torniquete político del cristinismo sigue aceitándose. Alberto Pérez se preocupó por asegurar esta semana que “el sciolismo no existe, nosotros somos parte de un proyecto que empezó en 2003 con Kirchner presidente” . Es la línea de anestesiar las diferencias ordenada por el gobernador. Pero no alcanza.
Mariotto -en sintonía directa con Cristina- trata de armar su propia estructura provincial y prepara un sistema de control sobre el uso de fondos de la gobernación. Amado Boudou ya le avisó a intendentes que pronto se va a ocupar de atender sus necesidades de dinero; y los cuadros de La Cámpora insisten en hacer pie en la Legislatura provincial, para controlar desde allí algunas cajas de la política cotidiana. No se la van a hacer fácil al gobernador.
Otro punto que le preocupa a Scioli son las intermitencias en el flujo de dinero que debe llegarle desde el Gobierno nacional. Como en la próxima etapa los intentos de ahogo vendrán otra vez por el lado de la caja , Scioli ya le anduvo pidiendo plata a Boudou -sin éxito en el primer intento, según informó Clarín el domingo- y reiteró la petición ante la Presidenta, con quien tiene una relación muy cordial en la superficie .
Según quienes conocen los números de la Provincia, la Nación estaría adeudando unos 4.000 millones de pesos y el déficit previsto por el Presupuesto bonaerense para el próximo año supera los 6.000 millones. Scioli quiere curarse en salud y ya mandó a la Legislatura un proyecto para aumentar impuestos por encima del 25%. No está solo en esa preocupación: José De la Sota, que pretende mantener cierto perfil autónomo desde la futura la gobernación de Córdoba, también prepara un ajuste fiscal del orden del 20%. Cualquiera que gestione en el Estado sabe que si no se pagan los sueldos a tiempo no hay paz social, gobernabilidad ni proyecto político que aguante .
En el Gobierno nacional aseguran que Scioli consiguió ya algún alivio económico para salir del paso. Pero lo van a tener pidiendo agua cada fin de mes. Los sueldos de ahora están, pero el cuello de botella a la vista es el aguinaldo, en 45 días.
El gobernador ya ordenó preparar un Plan B de financiación si la cosa se pone más espesa. El tipo sabe lo que se viene.
“A mí me mandan a cuidar el modelo en la Provincia y resulta que estos dos terminan siendo más cristinistas que yo; así me van a dejar dibujado” , dicen que dijo ante interlocutores tan sorprendidos como él.
Al vicegobernador electo de la Provincia, que es un político que ha caminado territorio, no debería asombrarle tanto que el gobernador bonaerense y el intendente de La Plata, dos peronistas que se sienten incómodos cohabitando con el kirchnerismo de paladar negro, hagan lo que sea necesario para poner a resguardo sus respectivos pellejos.
Empezaron hace tiempo con esa gimnasia de adhesión ejercitada, pero sobre todo declamada. Mal no les fue: acaban de ser reelectos con muy amplio margen, después de haberle pasado el trapo a los oponentes kirchneristas que les dieron guerra por dentro o fuera de la estructura oficialista.
Scioli y Bruera fueron aliados tácticos en las campañas para las primarias de agosto y la elección general de octubre. Pero su compromiso mutuo por ahora no va más allá de ponerse espalda contra espalda para cuidarse de las ambiciones y el intento de control político de los que desembarcan con el salvoconducto extendido en la Casa Rosada.
Scioli, que de lento tiene poco, antes de reunirse ayer con Cristina ya le había adelantado que hay medio gabinete de la Provincia a su disposición , para que sean nombrados allí los ministros que ella sugiera/ordene. El gobernador sabe que está anotado en uno de los dos primeros lugares de la lista de objetivos a derribar en cuanto empiece el segundo mandato de la Presidenta. Frente a eso su estrategia es “cero confrontación” , según resumió un funcionario que lleva ocho años con sus días y sus noches trabajando para los gobiernos kirchneristas.
Scioli sueña para sí un 2015 de gloria y entiende que enfrentar a Cristina ahora, como a Néstor antes, era el pasaporte seguro al descabezamiento político. A su alrededor otros opinaron, por el contrario, que ese aguante táctico sólo significaba esperar mansamente la guillotina. Los que pensaban así perdieron la discusión interna y terminaron desplazados de los puestos que ocupaban.
Scioli no piensa cambiar aunque eso le cueste un desgaste constante . Cree que llegado el momento podrá recuperarse, como ya ha hecho otras veces. Otros peronistas, y no solamente bonaerenses, suponen que por ese camino terminará cayendo sin luchar . El tiempo dirá quién está en lo cierto.
A diferencia del estricto hermetismo de Cristina sobre la integración de su futuro gabinete, en la Provincia los que siguen en sus cargos de gobierno ya lo saben. Alberto Pérez como jefe de Gabinete, Ricardo Casal en Seguridad y Justicia, Alejandro Arlía en Economía, Oscar Cuartango en Trabajo y Martín Ferré en Producción son el núcleo duro de ministros que Scioli piensa conservar. Además, le habría pedido a la Presidenta que le permita retener en el gabinete a Cristina Alvarez Rodríguez, su ministra de Infraestructura, que fue electa diputada (ver página 12 ). Está esperando respuesta.
Mientras tanto, el torniquete político del cristinismo sigue aceitándose. Alberto Pérez se preocupó por asegurar esta semana que “el sciolismo no existe, nosotros somos parte de un proyecto que empezó en 2003 con Kirchner presidente” . Es la línea de anestesiar las diferencias ordenada por el gobernador. Pero no alcanza.
Mariotto -en sintonía directa con Cristina- trata de armar su propia estructura provincial y prepara un sistema de control sobre el uso de fondos de la gobernación. Amado Boudou ya le avisó a intendentes que pronto se va a ocupar de atender sus necesidades de dinero; y los cuadros de La Cámpora insisten en hacer pie en la Legislatura provincial, para controlar desde allí algunas cajas de la política cotidiana. No se la van a hacer fácil al gobernador.
Otro punto que le preocupa a Scioli son las intermitencias en el flujo de dinero que debe llegarle desde el Gobierno nacional. Como en la próxima etapa los intentos de ahogo vendrán otra vez por el lado de la caja , Scioli ya le anduvo pidiendo plata a Boudou -sin éxito en el primer intento, según informó Clarín el domingo- y reiteró la petición ante la Presidenta, con quien tiene una relación muy cordial en la superficie .
Según quienes conocen los números de la Provincia, la Nación estaría adeudando unos 4.000 millones de pesos y el déficit previsto por el Presupuesto bonaerense para el próximo año supera los 6.000 millones. Scioli quiere curarse en salud y ya mandó a la Legislatura un proyecto para aumentar impuestos por encima del 25%. No está solo en esa preocupación: José De la Sota, que pretende mantener cierto perfil autónomo desde la futura la gobernación de Córdoba, también prepara un ajuste fiscal del orden del 20%. Cualquiera que gestione en el Estado sabe que si no se pagan los sueldos a tiempo no hay paz social, gobernabilidad ni proyecto político que aguante .
En el Gobierno nacional aseguran que Scioli consiguió ya algún alivio económico para salir del paso. Pero lo van a tener pidiendo agua cada fin de mes. Los sueldos de ahora están, pero el cuello de botella a la vista es el aguinaldo, en 45 días.
El gobernador ya ordenó preparar un Plan B de financiación si la cosa se pone más espesa. El tipo sabe lo que se viene.