El Gobierno admitió ayer que la salida de capitales alcanzó los US$ 21.504 millones durante el año pasado, casi el doble que en 2010, cuando había llegado a US$ 11.410 millones. La tendencia ascendente se frenó durante el cuarto trimestre de 2011 por las medidas implementadas por el Banco Central y la AFIP para limitar la compra de divisas. Las empresas y ahorristas ya guardaron debajo del colchón, en cajas de seguridad o fuera del país US$ 87.380 millones desde 2003.
La salida de dólares se convirtió en uno de los grandes dolores de cabeza para el oficialismo. Según el Informe del Mercado de Cambios que publicó ayer el Banco Central, durante el primer trimestre del año pasado se fugaron US$ 3.676 millones y, en el segundo, US$ 6.125 millones. El pico se alcanzó después de las elecciones primarias del 14 de agosto: durante el periodo julio-septiembre se fueron US$ 8.443 millones.
La formación de activos en el exterior continuó siendo elevada durante octubre, pero para evitar el drenaje de reservas el Gobierno implementó mayores controles para la compra de divisas y, de esta manera, logró desacelerar la salida: en el cuarto trimestre se fueron US$ 3.260 millones (60% menos que en el tercer trimestre).
“Las medidas frenaron la salida de dólares pero al costo de desdoblar el tipo de cambio en uno comercial y otro financiero”, manifestó el economista de la consultora Econométrica, Ramiro Castiñeira. El estudio que dirige Ricardo Delgado, Analytica, estimó que en abril del año pasado la brecha entre el dólar oficial y el paralelo era del 3%, rozó el 6% a fines de octubre y arañó el 10% en noviembre .
La consultora que dirige el economista Eduardo Levy Yeyati, Elypsis, explicó que durante el año pasado se incrementó la salida de divisas por la falta de instrumentos financieros atractivos en moneda local, por la intrínseca propensión de los argentinos a mantener una elevada porción de sus ahorros en moneda extranjera y porque la combinación de inflación de dos dígitos y depreciación de un dígito instaló la percepción de una necesidad de corrección del tipo de cambio en el futuro.
La salida de capitales no es un fenómeno nuevo en el país. Durante el tiempo que Néstor Kirchner estuvo en la Casa Rosada se fueron US$ 17.245 millones del circuito financiero, mientras que desde que está Cristina Kirchner la sangría alcanzó los US$ 70.135 millones . Asimismo, la salida de divisas tiene un componente estructural, como menciona el informe de Elypsis, pero también está relacionada con factores políticos. El economista norteamericano Gerald Epstein explica en su libro Fuga de capitales y controles en los países desarrollados que la salida de divisas es el modo que tiene la gente de desaprobar con sus ingresos las decisiones claves de la economía. Esta decisión, que toman tanto las empresas como los ahorristas, impacta de lleno en la economía porque implica que se vayan fondos del circuito formal que podrían estar en los bancos y ayudarían para estimular el crédito e incentivar la expansión de la actividad económica. También servirían para financiar el pago de intereses de deuda e importaciones.
Uno de los termómetros de la salida de capitales es la cantidad de tiempo que tienen que esperar los clientes bancarios para poder conseguir una caja de seguridad. La mayoría de las instituciones realizó reformas para construir cajas y abastecer a un nicho que antes era mínimo.
La salida de dólares se convirtió en uno de los grandes dolores de cabeza para el oficialismo. Según el Informe del Mercado de Cambios que publicó ayer el Banco Central, durante el primer trimestre del año pasado se fugaron US$ 3.676 millones y, en el segundo, US$ 6.125 millones. El pico se alcanzó después de las elecciones primarias del 14 de agosto: durante el periodo julio-septiembre se fueron US$ 8.443 millones.
La formación de activos en el exterior continuó siendo elevada durante octubre, pero para evitar el drenaje de reservas el Gobierno implementó mayores controles para la compra de divisas y, de esta manera, logró desacelerar la salida: en el cuarto trimestre se fueron US$ 3.260 millones (60% menos que en el tercer trimestre).
“Las medidas frenaron la salida de dólares pero al costo de desdoblar el tipo de cambio en uno comercial y otro financiero”, manifestó el economista de la consultora Econométrica, Ramiro Castiñeira. El estudio que dirige Ricardo Delgado, Analytica, estimó que en abril del año pasado la brecha entre el dólar oficial y el paralelo era del 3%, rozó el 6% a fines de octubre y arañó el 10% en noviembre .
La consultora que dirige el economista Eduardo Levy Yeyati, Elypsis, explicó que durante el año pasado se incrementó la salida de divisas por la falta de instrumentos financieros atractivos en moneda local, por la intrínseca propensión de los argentinos a mantener una elevada porción de sus ahorros en moneda extranjera y porque la combinación de inflación de dos dígitos y depreciación de un dígito instaló la percepción de una necesidad de corrección del tipo de cambio en el futuro.
La salida de capitales no es un fenómeno nuevo en el país. Durante el tiempo que Néstor Kirchner estuvo en la Casa Rosada se fueron US$ 17.245 millones del circuito financiero, mientras que desde que está Cristina Kirchner la sangría alcanzó los US$ 70.135 millones . Asimismo, la salida de divisas tiene un componente estructural, como menciona el informe de Elypsis, pero también está relacionada con factores políticos. El economista norteamericano Gerald Epstein explica en su libro Fuga de capitales y controles en los países desarrollados que la salida de divisas es el modo que tiene la gente de desaprobar con sus ingresos las decisiones claves de la economía. Esta decisión, que toman tanto las empresas como los ahorristas, impacta de lleno en la economía porque implica que se vayan fondos del circuito formal que podrían estar en los bancos y ayudarían para estimular el crédito e incentivar la expansión de la actividad económica. También servirían para financiar el pago de intereses de deuda e importaciones.
Uno de los termómetros de la salida de capitales es la cantidad de tiempo que tienen que esperar los clientes bancarios para poder conseguir una caja de seguridad. La mayoría de las instituciones realizó reformas para construir cajas y abastecer a un nicho que antes era mínimo.