Para recuperar la credibilidad de su política fiscal, el gobierno brasileño mejoró la transparencia de algunos números de la programación presupuestaria y financiera de 2014, divulgada ayer por los ministros de Economía, Guido Mantega, y de Planificación, Miriam Belchior.
Utilizó parámetros macroeconómicos más realistas, como, por ejemplo, un crecimiento de 2,5% de la economía este año, más cercano a las proyecciones de mercado y bastante lejano del 4% con el que se elaboró la propuesta presupuestaria.
A pesar de eso, repitió errores graves del pasado, que pueden comprometer la confianza de los agentes económicos en el cumplimiento de la meta anunciada de superávit primario de 1,9% del Producto Bruto Interno (PBI) para el sector público. Porque el principal aumento de gastos en 2014, que es costo adicional por el uso intensivo de las centrales térmicas, no se consideró en el cálculo de la meta fiscal. Las estimaciones de ese costo varían de R$ 13.000 millones a R$ 18.000 millones.
La transparencia también mejoró, porque el gobierno no sobreestimó el resultado primario de los estados (provincias) y municipios y sus empresas estatales este año. En 2013, por ejemplo, la programación presupuestaria y financiera partió del presupuesto de que esos entes de la federación tendrían un superávit de 1% del PBI.
Este año, el gobierno estableció que el superávit de estados y municipios y sus estatales sea de solo 0,35% del PBI, prácticamente el mismo resultado del año pasado. Es una meta factible, incluso en un año electoral, principalmente porque el ministerio de Economía, que controla el endeudamiento de esos entes, anunció que reducirá las autorizaciones de nuevos préstamos. En el caso de los cortes presupuestarios, el gobierno repitió la práctica de años anteriores. Primero, reestimó hacia abajo algunos gastos obligatorios.
Se retiraron R$ 13.500 millones de la programación presupuestaria. La reestimación alcanzó los beneficios previsionales, el gasto con la desgravación de la nómina de salarios y los subsidios y subvenciones. En el caso de los gastos discrecionales (los que el gobierno tiene libertad para cortar), la tijera del gobierno alcanzó a las víctimas de siempre: las enmiendas parlamentarias (R$ 13.300 millones) y las inversiones públicas. El Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) perdió R$ 7.000 millones. El gobierno alega que, incluso así, las inversiones del PAC crecerán de forma expresiva este año.
Pero la inversión pública viene cayendo en el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, como proporción del PBI. En total, el recorte de gastos discrecionales alcanzó R$ 30.500 millones. Si se retiraran las enmiendas parlamentarias, incluidas en la ley presupuestaria para pagarse con ingresos creados por senadores y diputados, el recorte efectivo sumaría R$ 17.200 millones.
Después de comenzar al año manifestando la intención de calmar los nervios, la preocupación del gobierno ayer, al anunciar la meta de un superávit primario de 1,9% del PBI para 2014, fue enviar señales de austeridad. La proyección es bastante realista y se hace con sumo cuidado. Fuimos moderados en los ingresos y muy realistas en los gastos. Es muy factible y creo que será bien recibida, dijo el ministro de Economía, Guido Mantega.
Mantega se mantuvo a distancia de la discusión sobre el aumento de los intereses, pero fue enfático al señalar que los recortes de R$ 44.000 millones (u$s 18.500 millones) ayudarán al Banco Central (BC) a controlar la inflación. La previsión de crecimiento para este año se revisó de 3,8% a 2,5%. Pero una de las señales más contundentes del esfuerzo de mostrar austeridad fue el recorte de R$ 7.000 millones en las inversiones del PAC. Los recursos para las principales obras del gobierno cayeron de R$ 61.400 millones a R$ 54.400 millones ese año.
Como ocurrió en años anteriores, el corte más profundo en los gastos tuvo lugar en el ministerio de Defensa, que perdió R$ 3.500 millones de los recursos previstos.
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Pedimos por la paz, por la no violencia, por el respeto a la oposición, pedimos por la seguridad del pueblo de Venezuela.
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Sólo los débiles y los cobardes persiguen a los jóvenes, que han sido muchísimas veces motor de los cambios más profundos. #Venezuela
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No es cierto que la Argentina no apoya a Maduro. Muchos siempre apoyamos el proceso revolucionario iniciado por el ex presidente Hugo Chávez.
Utilizó parámetros macroeconómicos más realistas, como, por ejemplo, un crecimiento de 2,5% de la economía este año, más cercano a las proyecciones de mercado y bastante lejano del 4% con el que se elaboró la propuesta presupuestaria.
A pesar de eso, repitió errores graves del pasado, que pueden comprometer la confianza de los agentes económicos en el cumplimiento de la meta anunciada de superávit primario de 1,9% del Producto Bruto Interno (PBI) para el sector público. Porque el principal aumento de gastos en 2014, que es costo adicional por el uso intensivo de las centrales térmicas, no se consideró en el cálculo de la meta fiscal. Las estimaciones de ese costo varían de R$ 13.000 millones a R$ 18.000 millones.
La transparencia también mejoró, porque el gobierno no sobreestimó el resultado primario de los estados (provincias) y municipios y sus empresas estatales este año. En 2013, por ejemplo, la programación presupuestaria y financiera partió del presupuesto de que esos entes de la federación tendrían un superávit de 1% del PBI.
Este año, el gobierno estableció que el superávit de estados y municipios y sus estatales sea de solo 0,35% del PBI, prácticamente el mismo resultado del año pasado. Es una meta factible, incluso en un año electoral, principalmente porque el ministerio de Economía, que controla el endeudamiento de esos entes, anunció que reducirá las autorizaciones de nuevos préstamos. En el caso de los cortes presupuestarios, el gobierno repitió la práctica de años anteriores. Primero, reestimó hacia abajo algunos gastos obligatorios.
Se retiraron R$ 13.500 millones de la programación presupuestaria. La reestimación alcanzó los beneficios previsionales, el gasto con la desgravación de la nómina de salarios y los subsidios y subvenciones. En el caso de los gastos discrecionales (los que el gobierno tiene libertad para cortar), la tijera del gobierno alcanzó a las víctimas de siempre: las enmiendas parlamentarias (R$ 13.300 millones) y las inversiones públicas. El Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) perdió R$ 7.000 millones. El gobierno alega que, incluso así, las inversiones del PAC crecerán de forma expresiva este año.
Pero la inversión pública viene cayendo en el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, como proporción del PBI. En total, el recorte de gastos discrecionales alcanzó R$ 30.500 millones. Si se retiraran las enmiendas parlamentarias, incluidas en la ley presupuestaria para pagarse con ingresos creados por senadores y diputados, el recorte efectivo sumaría R$ 17.200 millones.
Después de comenzar al año manifestando la intención de calmar los nervios, la preocupación del gobierno ayer, al anunciar la meta de un superávit primario de 1,9% del PBI para 2014, fue enviar señales de austeridad. La proyección es bastante realista y se hace con sumo cuidado. Fuimos moderados en los ingresos y muy realistas en los gastos. Es muy factible y creo que será bien recibida, dijo el ministro de Economía, Guido Mantega.
Mantega se mantuvo a distancia de la discusión sobre el aumento de los intereses, pero fue enfático al señalar que los recortes de R$ 44.000 millones (u$s 18.500 millones) ayudarán al Banco Central (BC) a controlar la inflación. La previsión de crecimiento para este año se revisó de 3,8% a 2,5%. Pero una de las señales más contundentes del esfuerzo de mostrar austeridad fue el recorte de R$ 7.000 millones en las inversiones del PAC. Los recursos para las principales obras del gobierno cayeron de R$ 61.400 millones a R$ 54.400 millones ese año.
Como ocurrió en años anteriores, el corte más profundo en los gastos tuvo lugar en el ministerio de Defensa, que perdió R$ 3.500 millones de los recursos previstos.
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