Por Alejandro Bercovich
-¡A mí no me va a venir a decir nadie lo que tengo que hacer! ¡Yo les hice huelgas a Menem y a Cristina cuando no se les plantaba nadie! ¡Me rajaron gente de todos lados y me la banqué!
Sergio Palazzo, Asociación Bancaria
Hugo Moyano se enfureció ante la osadía del bancario , quien acababa de poner en duda la utilidad de asistir a la tarde siguiente a la reunión con Mauricio Macri en Olivos. Reunida en la Federación Marítimo Portuaria, algo nerviosa, la cúpula de la CGT en vías de reunificación ya había intentado distenderse con chistes sobre el acto kirchnerista frente a Comodoro Py para el que faltaban apenas horas, y en el cual ninguno de los presentes pensaba asomar la cabeza. “Yo llevo los globos. ¿Vos llevás el sonido?”, bromeó el Centauro Andrés Rodríguez mirando a Antonio Caló. El metalúrgico forzó una sonrisa. Durante largos años, tanto él como el jefe de UPCN aportaron tropa y cotillón a las movilizaciones animadas por la expresidenta.
En tándem con Gerardo Cuchara Martínez, aunque sin una coordinación explícita, Palazzo se puso al frente de la primera ola de protestas sindicales que le toca enfrentar al macrismo en el poder. No casualmente ambos coincidieron en las marchas que convirtieron ayer al centro porteño en un infierno. Palazzo, una rara avis del gremialismo, heredero radical de Juan José Zanola, también había declinado acudir al anterior encuentro con Macri en la Casa Rosada, a mediados de febrero, cuando el mandatario les prometió que anunciaría una rebaja de Ganancias. Al día siguiente de aquella cita, el Gobierno anunció un cambio que de alivio tuvo poco: si no hay retoques en los próximos días, 300 mil trabajadores se sumarán a las filas de los alcanzados por el tributo.
El problema de Ganancias luce trivial frente a las 127.000 cesantías que contabilizó la consultora Tendencias Económicas en el primer trimestre del año y al 8,5% de desocupación que proyecta para fin de año Contexto, otro thinktank en ascenso. Casi dos puntos de aumento en sólo 12 meses y al cabo del semestre más inflacionario desde antes de la convertibilidad. El cuco del desempleo asusta especialmente a los albañiles de la obra pública paralizada que empujan a Martínez a salir a la calle, pero también desangra por goteo a la industria. Allí, grandes firmas como Volkswagen optan por suspender, como hizo con 1.500 operarios de su planta en Pacheco. Pero sin sus espaldas financieras y estrangulados por la misma morsa de costos en alza y demanda en picada, los proveedores más chicos no tienen otra alternativa que deshacerse de personal.
¿Cómo enfrentar el vendaval de despidos? En los gremios fabriles madura el reclamo de una ley que penalice a los “sin causa” durante un año, como ya propuso en el Congreso el diputado Oscar Romero, dirigente del SMATA y numerario del bloque Justicialista de Diego Bossio. Tras la cumbre con las tres CGT, el ministro Jorge Triaca se apuró a aclarar que no avalará siquiera que se imponga el pago de una doble indemnización para desalentarlos. Pero si Moyano decide abandonar la docilidad que exhibió en Olivos o si pierde el control de la movilización del 29 a la que convocan también las dos CTA, el proyecto amenaza con recobrar bríos. ¿Qué otro gesto reconciliaría así a la dirigencia gremial con sus bases? ¿Qué peronista se animaría a votar en su contra en el recinto?
Telarañas
El sector más activo políticamente del establishment comparte la preocupación del sindicalismo por las consecuencias de un ajuste fiscal y monetario que está empujando a la bancarrota a cientos de Pymes. Así lo expresó el banquero Jorge Brito en un banquete que ofreció el fin de semana, antes de partir de viaje, a sus protegidos Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Bossio. El mismo gesto adusto tiñó el almuerzo que compartió días atrás Andrés Rodríguez con Luis Betnaza, el lobbista en jefe de Techint. No es para menos: la nave insignia del gigante siderúrgico, TenarisSiderca, produce por estos días el 20% de los tubos sin costura que despachaba un año atrás y todavía no tiene claro cuántos caños podrá venderle al primo hermano del Presidente, Ángelo Calcaterra, para los gasoductos troncales de Córdoba que inicialmente proyectó con un 100% de insumos chinos.
Los popes de la City volvieron a hacer gala de un pragmatismo que haría sonrojar a Maquiavelo. Colocaron en la presidencia del Merval a Nicolás Caputo, el alter ego a quien Macri blindó ante la embestida de su aliada Elisa Carrió. Méritos bursátiles no le faltan: la acción de su constructora trepó 259% desde que su compañero del Newmanse sentó en el sillón de Rivadavia. Y la de la metalúrgica Mirgor, que Nicky fundó con Mauricio en 1983, subió un 159%. En el mismo lapso, el índice líder Merval subió apenas 1,5%. Los inversores, al parecer, no creen que vaya a recibir el mismo trato que el resto de los mortales. Quizá hayan leído el informe de la Auditoría porteña donde consta que SES, la constructora que controla a su vez Caputo S.A., se alzó con contratos por $1.200 millones durante la estadía de Macri en Bolívar 1.
La pregunta que tensó la convivencia en la siempre oficialista Cámara de la Construcción es cómo se repartirá el megaplan de obras públicas al que apuesta Cambiemos para que la economía vuelva a moverse en 2017, apalancada en el mayor ciclo de endeudamiento público de los últimos 20 años de todo el mundo emergente, como hizo notar el Financial Times. ¿Habrá para todos? ¿Cuánto se llevarán los propios y cuánto quedará para los ajenos?
Si en la era kirchnerista florecieron los Báez pero también hubo aire para los Calcaterra, si el hijo de María Pía Macri y el ahora preso excajero del Banco Nación no sólo compartieron licitaciones y obras sino también largas y animadas tardes en el despacho de Julio De Vido, ¿qué pasará ahora que la patria contratista llegó al gobierno sin intermediarios? ¿Habrá vendetta contra viejos rivales, como los Roggio? ¿Alguien investigará acaso obras inconclusas como el soterramiento del Sarmiento, que la IECSA de Calcaterra dejó a medio terminar asociado con el brasileño Marcelo Odebrecht, ahora preso?
Eppur si muove
Los vínculos entre lo viejo y lo nuevo no se agotan allí. Por caso, la comisión que se encargó de liquidar entre 2008 y 2010 la caja jubilatoria de los abogados porteños, CASSABA, estuvo a cargo de macristas como Jorge Enriquez (hoy subsecretario de Justicia de la Ciudad), Francisco Quintana (presidente del bloque PRO en la Legislatura), Héctor Huici (legislador del PRO) y Agustín Garzón (interventor del AFSCA). Cuestionada la forma en que vendió los activos de la caja, la comisión contrató a un contador como auditor interno para despejar dudas. Era Daniel Pérez Gadín, el empleado de Báez acusado de lavar dinero a quien la Cámara Federal negó esta semana la excarcelación.
Los jueces federales de Comodoro Py, cruzados por internas como cualquier partido político, buscan asfaltar su propia autovía hacia la supervivencia. Por eso hacen leña del árbol caído, su añeja especialidad, pero van midiendo al que acaba de florecer. Lo de Sebastián Casanello fue elocuente: el mismo día en que interrogaba a Leonardo Fariña y cerraba el pacto para declararlo testigo protegido y habilitar su excarcelación a cambio de que complicara más al kirchnerismo, allanó las oficinas de la aseguradora internacional AON, a la que un hábil ex empleado de Franco Macri le hizo ganar un millonario contrato por adjudicación directa para proveer seguros a todos los trenes metropolitanos.
Quizá investigaciones como la de Casanello les sirvan a los contratistas para despejar una incógnita: qué parte del botín se había repartido el nuevo oficialismo antes de asumir. El contrato con AON, por ejemplo, no puede haberse estructurado en los cinco días que pasaron hasta su firma desde el baile de Macri con Antonia en el balcón de la Rosada. Las nuevas reglamentaciones sobre energías renovables, que firmó a la medida de los viejos clientes de su consultora Aires el flamante subsecretario del área, Sebastián Kind, tampoco son fruto de uno o dos meses de estudio. No por nada un viejo experimentado del rubro como Eduardo Eurnekian, quien provee con una granja eólica el 30% de la energía que consume Montevideo, aún no anunció inversiones en el rubro.
La trayectoria del clan Macri es demasiado añeja en un pantano demasiado viscoso como para que el desembarco de uno de sus hijos pródigos en el Estado esté exenta de este tipo de contradicciones. ¿O acaso Galileo, la próspera fábrica de equipos de GNC de Franco Macri por la que se cansó de hacer lobby el saxofonista amateur Fausto Maranca no hizo negocios con la Venezuela de Chávez y la Rusia de Putin de la mano de los Kirchner y sus embajadores paralelos en los dos países? Como dijo el renacentista pisano al abjurar de su teoría heliocéntrica ante el Santo Oficio: “Y sin embargo, se mueve”.
-¡A mí no me va a venir a decir nadie lo que tengo que hacer! ¡Yo les hice huelgas a Menem y a Cristina cuando no se les plantaba nadie! ¡Me rajaron gente de todos lados y me la banqué!
Sergio Palazzo, Asociación Bancaria
Hugo Moyano se enfureció ante la osadía del bancario , quien acababa de poner en duda la utilidad de asistir a la tarde siguiente a la reunión con Mauricio Macri en Olivos. Reunida en la Federación Marítimo Portuaria, algo nerviosa, la cúpula de la CGT en vías de reunificación ya había intentado distenderse con chistes sobre el acto kirchnerista frente a Comodoro Py para el que faltaban apenas horas, y en el cual ninguno de los presentes pensaba asomar la cabeza. “Yo llevo los globos. ¿Vos llevás el sonido?”, bromeó el Centauro Andrés Rodríguez mirando a Antonio Caló. El metalúrgico forzó una sonrisa. Durante largos años, tanto él como el jefe de UPCN aportaron tropa y cotillón a las movilizaciones animadas por la expresidenta.
En tándem con Gerardo Cuchara Martínez, aunque sin una coordinación explícita, Palazzo se puso al frente de la primera ola de protestas sindicales que le toca enfrentar al macrismo en el poder. No casualmente ambos coincidieron en las marchas que convirtieron ayer al centro porteño en un infierno. Palazzo, una rara avis del gremialismo, heredero radical de Juan José Zanola, también había declinado acudir al anterior encuentro con Macri en la Casa Rosada, a mediados de febrero, cuando el mandatario les prometió que anunciaría una rebaja de Ganancias. Al día siguiente de aquella cita, el Gobierno anunció un cambio que de alivio tuvo poco: si no hay retoques en los próximos días, 300 mil trabajadores se sumarán a las filas de los alcanzados por el tributo.
El problema de Ganancias luce trivial frente a las 127.000 cesantías que contabilizó la consultora Tendencias Económicas en el primer trimestre del año y al 8,5% de desocupación que proyecta para fin de año Contexto, otro thinktank en ascenso. Casi dos puntos de aumento en sólo 12 meses y al cabo del semestre más inflacionario desde antes de la convertibilidad. El cuco del desempleo asusta especialmente a los albañiles de la obra pública paralizada que empujan a Martínez a salir a la calle, pero también desangra por goteo a la industria. Allí, grandes firmas como Volkswagen optan por suspender, como hizo con 1.500 operarios de su planta en Pacheco. Pero sin sus espaldas financieras y estrangulados por la misma morsa de costos en alza y demanda en picada, los proveedores más chicos no tienen otra alternativa que deshacerse de personal.
¿Cómo enfrentar el vendaval de despidos? En los gremios fabriles madura el reclamo de una ley que penalice a los “sin causa” durante un año, como ya propuso en el Congreso el diputado Oscar Romero, dirigente del SMATA y numerario del bloque Justicialista de Diego Bossio. Tras la cumbre con las tres CGT, el ministro Jorge Triaca se apuró a aclarar que no avalará siquiera que se imponga el pago de una doble indemnización para desalentarlos. Pero si Moyano decide abandonar la docilidad que exhibió en Olivos o si pierde el control de la movilización del 29 a la que convocan también las dos CTA, el proyecto amenaza con recobrar bríos. ¿Qué otro gesto reconciliaría así a la dirigencia gremial con sus bases? ¿Qué peronista se animaría a votar en su contra en el recinto?
Telarañas
El sector más activo políticamente del establishment comparte la preocupación del sindicalismo por las consecuencias de un ajuste fiscal y monetario que está empujando a la bancarrota a cientos de Pymes. Así lo expresó el banquero Jorge Brito en un banquete que ofreció el fin de semana, antes de partir de viaje, a sus protegidos Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Bossio. El mismo gesto adusto tiñó el almuerzo que compartió días atrás Andrés Rodríguez con Luis Betnaza, el lobbista en jefe de Techint. No es para menos: la nave insignia del gigante siderúrgico, TenarisSiderca, produce por estos días el 20% de los tubos sin costura que despachaba un año atrás y todavía no tiene claro cuántos caños podrá venderle al primo hermano del Presidente, Ángelo Calcaterra, para los gasoductos troncales de Córdoba que inicialmente proyectó con un 100% de insumos chinos.
Los popes de la City volvieron a hacer gala de un pragmatismo que haría sonrojar a Maquiavelo. Colocaron en la presidencia del Merval a Nicolás Caputo, el alter ego a quien Macri blindó ante la embestida de su aliada Elisa Carrió. Méritos bursátiles no le faltan: la acción de su constructora trepó 259% desde que su compañero del Newmanse sentó en el sillón de Rivadavia. Y la de la metalúrgica Mirgor, que Nicky fundó con Mauricio en 1983, subió un 159%. En el mismo lapso, el índice líder Merval subió apenas 1,5%. Los inversores, al parecer, no creen que vaya a recibir el mismo trato que el resto de los mortales. Quizá hayan leído el informe de la Auditoría porteña donde consta que SES, la constructora que controla a su vez Caputo S.A., se alzó con contratos por $1.200 millones durante la estadía de Macri en Bolívar 1.
La pregunta que tensó la convivencia en la siempre oficialista Cámara de la Construcción es cómo se repartirá el megaplan de obras públicas al que apuesta Cambiemos para que la economía vuelva a moverse en 2017, apalancada en el mayor ciclo de endeudamiento público de los últimos 20 años de todo el mundo emergente, como hizo notar el Financial Times. ¿Habrá para todos? ¿Cuánto se llevarán los propios y cuánto quedará para los ajenos?
Si en la era kirchnerista florecieron los Báez pero también hubo aire para los Calcaterra, si el hijo de María Pía Macri y el ahora preso excajero del Banco Nación no sólo compartieron licitaciones y obras sino también largas y animadas tardes en el despacho de Julio De Vido, ¿qué pasará ahora que la patria contratista llegó al gobierno sin intermediarios? ¿Habrá vendetta contra viejos rivales, como los Roggio? ¿Alguien investigará acaso obras inconclusas como el soterramiento del Sarmiento, que la IECSA de Calcaterra dejó a medio terminar asociado con el brasileño Marcelo Odebrecht, ahora preso?
Eppur si muove
Los vínculos entre lo viejo y lo nuevo no se agotan allí. Por caso, la comisión que se encargó de liquidar entre 2008 y 2010 la caja jubilatoria de los abogados porteños, CASSABA, estuvo a cargo de macristas como Jorge Enriquez (hoy subsecretario de Justicia de la Ciudad), Francisco Quintana (presidente del bloque PRO en la Legislatura), Héctor Huici (legislador del PRO) y Agustín Garzón (interventor del AFSCA). Cuestionada la forma en que vendió los activos de la caja, la comisión contrató a un contador como auditor interno para despejar dudas. Era Daniel Pérez Gadín, el empleado de Báez acusado de lavar dinero a quien la Cámara Federal negó esta semana la excarcelación.
Los jueces federales de Comodoro Py, cruzados por internas como cualquier partido político, buscan asfaltar su propia autovía hacia la supervivencia. Por eso hacen leña del árbol caído, su añeja especialidad, pero van midiendo al que acaba de florecer. Lo de Sebastián Casanello fue elocuente: el mismo día en que interrogaba a Leonardo Fariña y cerraba el pacto para declararlo testigo protegido y habilitar su excarcelación a cambio de que complicara más al kirchnerismo, allanó las oficinas de la aseguradora internacional AON, a la que un hábil ex empleado de Franco Macri le hizo ganar un millonario contrato por adjudicación directa para proveer seguros a todos los trenes metropolitanos.
Quizá investigaciones como la de Casanello les sirvan a los contratistas para despejar una incógnita: qué parte del botín se había repartido el nuevo oficialismo antes de asumir. El contrato con AON, por ejemplo, no puede haberse estructurado en los cinco días que pasaron hasta su firma desde el baile de Macri con Antonia en el balcón de la Rosada. Las nuevas reglamentaciones sobre energías renovables, que firmó a la medida de los viejos clientes de su consultora Aires el flamante subsecretario del área, Sebastián Kind, tampoco son fruto de uno o dos meses de estudio. No por nada un viejo experimentado del rubro como Eduardo Eurnekian, quien provee con una granja eólica el 30% de la energía que consume Montevideo, aún no anunció inversiones en el rubro.
La trayectoria del clan Macri es demasiado añeja en un pantano demasiado viscoso como para que el desembarco de uno de sus hijos pródigos en el Estado esté exenta de este tipo de contradicciones. ¿O acaso Galileo, la próspera fábrica de equipos de GNC de Franco Macri por la que se cansó de hacer lobby el saxofonista amateur Fausto Maranca no hizo negocios con la Venezuela de Chávez y la Rusia de Putin de la mano de los Kirchner y sus embajadores paralelos en los dos países? Como dijo el renacentista pisano al abjurar de su teoría heliocéntrica ante el Santo Oficio: “Y sin embargo, se mueve”.