La pax cambiaria de los últimos meses fue el fruto de un combo de políticas económicas. Para los grandes jugadores que operaban a través del dólar «contado con liquidación», se implementaron mayores controles a entidades financieras que efectuaban dichas operaciones, se indujo a las aseguradoras para que liquiden posiciones en dólares, y se les ofreció bonos ajustados por el dólar oficial como alternativa de inversión en el mercado local. Al segmento minorista que operaba a través del dólar «blue», se le facilitó la adquisición de dólares «ahorro» y se obligó a los bancos a que incrementaran levemente las tasas de los plazos fijos.
El desendeudamiento generado por el kirchnerismo y las posibilidades de inversiones brindadas por Vaca Muerta juegan a favor.
La consiguiente reducción de la brecha entre el dólar oficial y las diversas cotizaciones, fue acompañada de una recuperación de las reservas internacionales. Por el lado comercial, la baja de las importaciones, asociadas a la menor actividad industrial y el menor precio del petróleo, compensó la contracción de nuestras ventas externas. Por el lado financiero, la licitación de bandas 4g a las telefónicas, el swap con China, la emisión reciente de los Bonar 24 y de las obligaciones negociables de YPF, generaron un ingreso de divisas que, además, redujo la capacidad de extorsión de los fondos buitre (cuya principal arma de negociación era el bloqueo a las colocaciones financieras en dólares).
Frente a este panorama coyuntural, desde ciertos sectores políticos y del establishment económico, se propone ampliar la fuga minorista vía dólar «ahorro» al segmento mayorista, financiándola con colocaciones financieras externas a una mayor escala. Las ansias por remitir al exterior utilidades acumuladas por parte de grandes corporaciones se entrecruzan con la ilusión de políticos y economistas conservadores dereiniciar un ciclo especulativo de ingreso de capitales.
En ese proyecto, el desendeudamiento generado por el kirchnerismo y las posibilidades de inversiones brindadas por Vaca Muerta juegan a favor.
En la dirección contraria opera el fallo Griesa (debilitado por los Bonar 24), la baja del petróleo y la perspectiva de un incremento en las tasas de los bonos norteamericanos.
Mientras tanto, no está de más recordar que la resolución real de las restricciones al desarrollo depende de la recuperación de la soberanía energética, el cambio en la matriz industrial, el desarrollo de instrumentos de ahorro y de compra-venta de propiedades en pesos, que esperemos no sean olvidados en el marco de la euforia por el acceso al dólar financiero.
El desendeudamiento generado por el kirchnerismo y las posibilidades de inversiones brindadas por Vaca Muerta juegan a favor.
La consiguiente reducción de la brecha entre el dólar oficial y las diversas cotizaciones, fue acompañada de una recuperación de las reservas internacionales. Por el lado comercial, la baja de las importaciones, asociadas a la menor actividad industrial y el menor precio del petróleo, compensó la contracción de nuestras ventas externas. Por el lado financiero, la licitación de bandas 4g a las telefónicas, el swap con China, la emisión reciente de los Bonar 24 y de las obligaciones negociables de YPF, generaron un ingreso de divisas que, además, redujo la capacidad de extorsión de los fondos buitre (cuya principal arma de negociación era el bloqueo a las colocaciones financieras en dólares).
Frente a este panorama coyuntural, desde ciertos sectores políticos y del establishment económico, se propone ampliar la fuga minorista vía dólar «ahorro» al segmento mayorista, financiándola con colocaciones financieras externas a una mayor escala. Las ansias por remitir al exterior utilidades acumuladas por parte de grandes corporaciones se entrecruzan con la ilusión de políticos y economistas conservadores dereiniciar un ciclo especulativo de ingreso de capitales.
En ese proyecto, el desendeudamiento generado por el kirchnerismo y las posibilidades de inversiones brindadas por Vaca Muerta juegan a favor.
En la dirección contraria opera el fallo Griesa (debilitado por los Bonar 24), la baja del petróleo y la perspectiva de un incremento en las tasas de los bonos norteamericanos.
Mientras tanto, no está de más recordar que la resolución real de las restricciones al desarrollo depende de la recuperación de la soberanía energética, el cambio en la matriz industrial, el desarrollo de instrumentos de ahorro y de compra-venta de propiedades en pesos, que esperemos no sean olvidados en el marco de la euforia por el acceso al dólar financiero.