El campo ante la incertidumbre cambiaria Las retenciones alcanzarán los US$ 10 mil millones cuando se comercialice la totalidad
La cosecha prácticamente concluyó y la Argentina ya cuenta con su principal arma contra los fondos buitres y otras peripecias económicas: a valores actuales la producción de soja implica una inyección de nada menos que 28.500 millones de dólares. Pero ese dinero no es de “rápida disponibilidad”, como querría el gobierno. Recelosos del esquema cambiario y perjudicados por altas retenciones, los productores todavía conservan en su poder más de la mitad de la cosecha.
Por el exceso de lluvias de los últimos meses, la cosecha de soja se demoró bastante y todavía falta que las trilladoras pasen por sobre un 5% del área sembrada, que fue de más de 20 millones de hectáreas. Pese a este detalle, en el Ministerio de Agricultura dan por sentado que se obtendrán 54 millones de toneladas y en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires calculan un poco más, 55 millones. En cualquier caso, será una cosecha récord.
En el gobierno nadie se puede quejar. Según la publicación Márgenes Agropecuarios, el valor promedio FOB (de exportación) de la soja argentina fue de 526 dólares por tonelada al cabo del primer cuatrimestre y es el más alto de la historia. En 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, ese misma tonelada valía 182 dólares. Y en 2007, con el ascenso de Cristina Fernández, subió a 240. También en ese entonces las retenciones se elevaron al 35% todavía vigente.
El Estado se asegura así unos 10.000 millones de dólares. Es plata suficiente como para cancelar seis veces el fallo adverso del juez Griesa.
Los productores tienen derecho a estar más quisquillosos. Por la vigencia de esas retenciones, cobran bastante menos que los 520 dólares que vale la soja. Y como además la deben vender al dólar oficial, están cobrando en torno a 2.500 pesos por tonelada. Si quisieran ahorrar y convertir su soja en dólares, deberían recurrir al mercado informal, donde obtendrían apenas unos 200 dólares por tonelada. Por eso en el campo nadie quiere vender y la soja se guarda todo lo posible.
Por cierto, según datos oficiales los productores llevan vendidos poco más de 21 millones de toneladas de la cosecha 2013/14, es decir menos del 40% del total. Según el analista Iván Barbero, los chacareros encuentran “su principal justificación en las perspectivas devaluatorias y las distorsiones del mercado cambiario (brecha entre el dólar paralelo y oficial superior al 50% en un contexto de controles cambiarios)”. A nadie le conviene quedarse calzado en pesos.
Esto que parece malo, quizás sea una buena noticia para el Gobierno. La Fundación Mediterránea estimó que las ventas de soja se reactivarán durante el segundo semestre del año y generarán importantes ingresos a la economía nacional, porque el productor no podrá seguir reteniendo sus granos como hasta ahora.
La cosecha prácticamente concluyó y la Argentina ya cuenta con su principal arma contra los fondos buitres y otras peripecias económicas: a valores actuales la producción de soja implica una inyección de nada menos que 28.500 millones de dólares. Pero ese dinero no es de “rápida disponibilidad”, como querría el gobierno. Recelosos del esquema cambiario y perjudicados por altas retenciones, los productores todavía conservan en su poder más de la mitad de la cosecha.
Por el exceso de lluvias de los últimos meses, la cosecha de soja se demoró bastante y todavía falta que las trilladoras pasen por sobre un 5% del área sembrada, que fue de más de 20 millones de hectáreas. Pese a este detalle, en el Ministerio de Agricultura dan por sentado que se obtendrán 54 millones de toneladas y en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires calculan un poco más, 55 millones. En cualquier caso, será una cosecha récord.
En el gobierno nadie se puede quejar. Según la publicación Márgenes Agropecuarios, el valor promedio FOB (de exportación) de la soja argentina fue de 526 dólares por tonelada al cabo del primer cuatrimestre y es el más alto de la historia. En 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, ese misma tonelada valía 182 dólares. Y en 2007, con el ascenso de Cristina Fernández, subió a 240. También en ese entonces las retenciones se elevaron al 35% todavía vigente.
El Estado se asegura así unos 10.000 millones de dólares. Es plata suficiente como para cancelar seis veces el fallo adverso del juez Griesa.
Los productores tienen derecho a estar más quisquillosos. Por la vigencia de esas retenciones, cobran bastante menos que los 520 dólares que vale la soja. Y como además la deben vender al dólar oficial, están cobrando en torno a 2.500 pesos por tonelada. Si quisieran ahorrar y convertir su soja en dólares, deberían recurrir al mercado informal, donde obtendrían apenas unos 200 dólares por tonelada. Por eso en el campo nadie quiere vender y la soja se guarda todo lo posible.
Por cierto, según datos oficiales los productores llevan vendidos poco más de 21 millones de toneladas de la cosecha 2013/14, es decir menos del 40% del total. Según el analista Iván Barbero, los chacareros encuentran “su principal justificación en las perspectivas devaluatorias y las distorsiones del mercado cambiario (brecha entre el dólar paralelo y oficial superior al 50% en un contexto de controles cambiarios)”. A nadie le conviene quedarse calzado en pesos.
Esto que parece malo, quizás sea una buena noticia para el Gobierno. La Fundación Mediterránea estimó que las ventas de soja se reactivarán durante el segundo semestre del año y generarán importantes ingresos a la economía nacional, porque el productor no podrá seguir reteniendo sus granos como hasta ahora.