Spanair ha empezado a negociar con otras compañías para recolocar a sus pasajeros. Los vuelos funcionan esta tarde con normalidad, pero su página web no ha permitido reservar vuelos a partir de mañana desde hace al menos media hora. La compañía está en una situación muy delicada tras la ruptura de las negociaciones con la que se perfilaba como su socia industrial, Qatar Airways, que debía insuflarle el oxígeno financiero que necesita. Y la Generalitat ha anunciado oficialmente esta tarde que no seguirá realizando aportaciones a la compañía. Mientras la dirección de la aerolínea decide cómo afrontar su inseguro futuro, ha comenzado a negociar con compañías de la competencia para recolocar a sus pasajeros, por si sus operaciones fueran canceladas. Según fuentes del sector, ha contactado con varias aerolíneas, entre las que están Vueling, Ryanair, Air Europa e Easyjet. La compañía fue en 2011 la quinta en España en número de pasajeros. El pasado año registró 12,5 millones de pasajeros en todos los aeropuertos en los que opera. Solo para mañana, y según la web de AENA, Spanair tiene programados en Barcelona-El Prat al menos 75 salidas y 75 llegadas y en Madrid-Barajas, 70 salidas y cerca de 50 llegadas.
Un portavoz de Spanair ha explicado que en estos momentos se está celebrando un consejo de administración. La reunión ha comenzado a las cinco de la tarde y oficialmente no han revelado ni el contenido ni la duración prevista de la misma. Las compañías que preparan medidas de recolocación señalan desde sus departamentos de comunicación que no saben nada oficial de la decisión que tomará Spanair, y solo trabajan preventivamente. Del mismo modo, AENA está trabajando con el Ministerio de Fomento «para garantizar que se cumplan los derechos de los ciudadanos», sea cual sea el resultado del consejo de Spanair. «Todo son planes preventivos a la espera de saber qué ocurrirá tras la reunión del consejo», dice una portavoz del Ministerio de Fomento. Sin embargo, según informa Efe, la compañía prepara ya la solicitud a Aviación Civil para suspender su actividad, aunque al parecer todavía no la ha presentado.
La compañía, que tiene más de 2.500 empleados, está reunida decidiendo su viabilidad
Spanair, fundada en 1986 e inicialmente dedicada a vuelos chárter, cerró 2010 (un año después de haber pasado su propiedad de la escandinava SAS a manos catalanas) con una facturación de 607 millones de euros y unas pérdidas de 115 millones. En 2009 había perdido otros 186 millones.La Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, a través de créditos y de inversiones con empresas públicas, han salido en numerosas ocasiones a su rescate, la última vez en noviembre del pasado año. Sin embargo, la Administración pública trataba de evitar más inyecciones, por lo que insistió en colaborar en la búsqueda de un socio industrial. Una búsqueda que ha fracasado. «En un contexto de crisis económica como la actual, el Gobierno tiene que ser extraordinariamente cuidadoso con sus prioridades de gasto. La administración catalana ha participado en el proyecto teniendo en cuenta las limitaciones de la legislación europea referente a la libre competencia. Estos dos factores imposibilitan nuevas aportaciones de capital de la Generalitat», ha señalado el
Spanair da trabajo directa o indirectamente a unas 4.000 personas (su plantilla directa en 2010, último año en el que ha entregado al Registro Mercantil sus cuentas, era de unas 2.700 personas). El año pasado fue la segunda aerolínea del aeropuerto de Barcelona-El Prat por número de pasajeros, con 4,3 millones de viajeros transportados (toda la instalación movió en 2011 34,3 millones de pasajeros). Desde Madrid transportó a 2,8 millones de personas.
La competencia lleva años mostrando sus dudas sobre la viabilidad de la compañía y sobre la legalidad de las múltiples inversiones y los créditos públicos recibidos. El vicepresidente de Ryanair, en su última comparecencia, señaló que el apoyo público que recibía era ilegal, y que esperaba que estuvieran preparando «el entierro» de la empresa. El presidente de Vueling, Josep Piqué, también lleva años quejándose y hace solo unos días el presidente de Iberia, Antonio Vázquez, apuntó que el proyecto «no tenía futuro». La competencia acudió incluso a Bruselas para denunciar lo que consideran una injusticia. Incluso desde su propia socia, la escandinava SAS, que posee el 10,9% de las acciones, se han encendido las alarmas en numerosas ocasiones: «En el contexto de la difícil situación económica en el mercado español, los riesgos relacionados con la exposición financiera en Spanair han aumentado», señaló el consejero delegado de la empresa, Rickard Gustafson, en 2011, en el informe que rubrica en la presentación de resultados del tercer trimestre.
Un portavoz de Spanair ha explicado que en estos momentos se está celebrando un consejo de administración. La reunión ha comenzado a las cinco de la tarde y oficialmente no han revelado ni el contenido ni la duración prevista de la misma. Las compañías que preparan medidas de recolocación señalan desde sus departamentos de comunicación que no saben nada oficial de la decisión que tomará Spanair, y solo trabajan preventivamente. Del mismo modo, AENA está trabajando con el Ministerio de Fomento «para garantizar que se cumplan los derechos de los ciudadanos», sea cual sea el resultado del consejo de Spanair. «Todo son planes preventivos a la espera de saber qué ocurrirá tras la reunión del consejo», dice una portavoz del Ministerio de Fomento. Sin embargo, según informa Efe, la compañía prepara ya la solicitud a Aviación Civil para suspender su actividad, aunque al parecer todavía no la ha presentado.
La compañía, que tiene más de 2.500 empleados, está reunida decidiendo su viabilidad
Spanair, fundada en 1986 e inicialmente dedicada a vuelos chárter, cerró 2010 (un año después de haber pasado su propiedad de la escandinava SAS a manos catalanas) con una facturación de 607 millones de euros y unas pérdidas de 115 millones. En 2009 había perdido otros 186 millones.La Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, a través de créditos y de inversiones con empresas públicas, han salido en numerosas ocasiones a su rescate, la última vez en noviembre del pasado año. Sin embargo, la Administración pública trataba de evitar más inyecciones, por lo que insistió en colaborar en la búsqueda de un socio industrial. Una búsqueda que ha fracasado. «En un contexto de crisis económica como la actual, el Gobierno tiene que ser extraordinariamente cuidadoso con sus prioridades de gasto. La administración catalana ha participado en el proyecto teniendo en cuenta las limitaciones de la legislación europea referente a la libre competencia. Estos dos factores imposibilitan nuevas aportaciones de capital de la Generalitat», ha señalado el
Spanair da trabajo directa o indirectamente a unas 4.000 personas (su plantilla directa en 2010, último año en el que ha entregado al Registro Mercantil sus cuentas, era de unas 2.700 personas). El año pasado fue la segunda aerolínea del aeropuerto de Barcelona-El Prat por número de pasajeros, con 4,3 millones de viajeros transportados (toda la instalación movió en 2011 34,3 millones de pasajeros). Desde Madrid transportó a 2,8 millones de personas.
La competencia lleva años mostrando sus dudas sobre la viabilidad de la compañía y sobre la legalidad de las múltiples inversiones y los créditos públicos recibidos. El vicepresidente de Ryanair, en su última comparecencia, señaló que el apoyo público que recibía era ilegal, y que esperaba que estuvieran preparando «el entierro» de la empresa. El presidente de Vueling, Josep Piqué, también lleva años quejándose y hace solo unos días el presidente de Iberia, Antonio Vázquez, apuntó que el proyecto «no tenía futuro». La competencia acudió incluso a Bruselas para denunciar lo que consideran una injusticia. Incluso desde su propia socia, la escandinava SAS, que posee el 10,9% de las acciones, se han encendido las alarmas en numerosas ocasiones: «En el contexto de la difícil situación económica en el mercado español, los riesgos relacionados con la exposición financiera en Spanair han aumentado», señaló el consejero delegado de la empresa, Rickard Gustafson, en 2011, en el informe que rubrica en la presentación de resultados del tercer trimestre.